Al principio, como hoy es Halloween, pensé sugerir una música siniestra, pero al final llegué a la conclusión de que tenía más importancia para la historia de la música celebrar el aniversario de un desconocido monje agustino que clavó noventa y cinco tesis contra la Iglesia de Roma en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenburg.
Me refiero a Martín Lutero, que este día de 1517 inició a título personal la reforma protestante y acabó desestabilizando la férrea tenaza con que el catolicismo dominaba Europa. En 1545, los representantes de Roma se reunieron en el norte de Italia para celebrar una conferencia que duró veinte años y que se conoce con el nombre de Concilio de Trento, que dio inicio a la Contrarreforma.
Esta tuvo un fuerte impacto en todos los aspectos de la vida religiosa y cultural, por ejemplo en la música de Thomas Tallis (7 de agosto). El clero ya venía pidiendo una reforma de la liturgia musical desde 1322, pero hasta la Contrarreforma no apareció lo que podríamos llamar «máxima crisis de la polifonía», porque se puso en cuestión la inteligibilidad de los textos.
Cuenta la leyenda que el Concilio amenazó con proscribir toda la polifonía—incomprensible, pese a sus bellezas sónicas—, hasta que intervino heroicamente el músico y maestro de coros Giovanni de Palestrina. Su intención era demostrar que una composición polifónica podía realzar la comprensión de un texto y seguir siendo compleja y agradable al oído. Su Misa del Papa Marcelo se interpretó en pleno Concilio y los delegados quedaron tan extasiados que rápidamente cambiaron de idea y apoyaron la vigencia de la polifonía. ¡Hurra!
Puede que algunos detalles sean apócrifos, pero la leyenda perdura: desde entonces se ha saludado a Palestina como al «salvador» de la polifonía religiosa. ¿Y no lo amamos por eso?
Clemency Burton-Hill
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