Franz Joseph Haydn (1732-1809) escribió en 1797, hace 220 años, los seis cuartetos para cuerdas englobados en su Op. 76. En la nota se parte del segundo movimiento del cuarto cuarteto, conocido como "Amanecer", para escribir sobre la siniestra vida secreta que late al fondo de la música del legendario compositor austríaco. Porque (según la nota) Benito Pérez Galdós se equivoca al hablar de Franz Joseph Haydn: "es éste un señor muy bueno, tranquilo, discreto cual ninguno, que jamás se propasa, que dice las cosas claras, limpias, ingeniosas y sin malicia". Permite que lo confundan las imágenes: "se está viendo, al oírlo, la peluca con rizos que no se descompone nunca". Escucha sólo la superficie: "su estilo es cortesano, natural, gracioso y lleno de urbanidades. Parece que está saludando siempre". Y el error de Benito Pérez Galdós es ecuménico. Un error típico de oídos enfermos de esa nociva precipitación romántica que consiste en únicamente percib