El monstruo enjaulado, es quizás el fenómeno que todas las personas tenemos el agrado en algún momento de vivir y convivir. Foucault quiso dejarnos en claro que la cuestión residía en el poder. Pero al pasar mencionó que por más esposas que mantengamos en nuestro cuerpo, siempre podíamos tener una decisión. Este disco de Leo Fernandez es una necesaria decisión que, para mi gusto, nos desvela con una guitarra inquietante, que parece de a poco despertar de esa jaula en la que estaba encerrada. A veces no queda claro la necesidad de explicar la libertad, pero si sentimos lo que sucede cuando ella no está. Ya que, de esta manera, todo se vuelve desolador y tensionante. Y a veces el arte, la guitarra y la música nos da eso contrario que por lo general se cree, nos regala un momento de tensión, del cual no podemos desprendernos. Un trabajo de escucha que necesita de un colectivo para empezar a describir el sonido de otra manera. El arte también tensa. Vivimos acostumbrados a los ruido