Quizá porque el encargo de musicar “Las vírgenes suicidas” (1999) les llegó en una etapa todavía temprana de su carrera, Air no encararon la tarea como un trámite, sino que dieron lo mejor de sí mismos para deslizarse por la fatal desazón adolescente que regía la ópera prima de Sofia Coppola. De hecho, Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel llegaron más lejos que la directora, que acabó aligerando el tono del filme respecto a los brutos de rodaje con que el dúo ideó el hilo conductor de la banda sonora. Por ejemplo, en el montaje final “Dirty Trip” se quedó sin la secuencia para la que había sido diseñada: un descenso a los desconciertos del sexo reflejado en una espiral paranoica con cuerdas propias de un thriller, y donde juega un rol importante la batería del Redd Kross Brian Reitzell. Si bien es cierto que “The Virgin Suicides” (2000) se ajusta sin dificultad al ideario de Air, con una línea estética fascinada por el Moog y unos desarrollos que rebajan la densidad de lo prog