Guau! que disco!, aquí el viejo Canterbury tomando nuevas (aunque viejas) vías de expresión, mezclando jazz con folk con pop con rock psicodélico con rock progresivo, todo muy anárquico y ecléctico pero a su vez con mucha sensibilidad, en un disco básicamente alegre, intrincado y caótico. Con sonido de una producción de finales de los 60 o principios de los 70, esto pareciera un experimento de Soft Machine intentando enfundarse en la estética folk, rural y sarcástica del Jethro Tull de "Heavy Horses" (ojo que la descripción no es demasiado exacta, pero... ponele), aunque con momentos en los que aparece el temprano Floyd o el temprano Genesis. También aquí se escuchan sonidos de Caravan, de lo primero de Van Der Graaf Generator, de los primeros Camel. Todo el disco tiene esa magia, ese candor, esa frescura que es difícil de definir pero que todos sabemos de qué se trata. Todo se suma en una delicia de álbum, para que en este 2018 descubramos ocultos sonidos del más grandioso p