En las elecciones de ayer, Unión por la Patria se impuso con una inflación desatada, una brutal remarcación de precios y en el marco de una corrida cambiaria, ganó Massa y evidentemente no fue por la economía. Lo cierto es que esta elección determina una nueva configuración de los espacios políticos en la que se va a consolidar una derecha dura, irascible, violenta, con un discurso ultra conservador pero con perfil entreguista, sin ningún viso de nacionalismo. También va a tender a consolidarse un armado de Centro (probablemente liderado por Massa), más nacionalista en los papeles pero también entreguista. La pregunta qué papel tomará la sociedad no solamente en el próximo ballotage, sino también en este nuevo escenario donde, como siempre, la gente común tiene un protagonismo siempre inesperado, porque parece que nunca termina de dar cuenta de ello.
La sociedad le dio la espalda a los que proponían un país donde los pobres tendrían que vender sus órganos o sus hijos, donde los genocidas serían glorificados y las Malvinas entregadas, un sistema donde los candidatos usan metáforas de sexualidad perversa para rechazar a la educación sexual. No fue una elección más porque además de los problemas económicos estaban en juego valores básicos de la civilización.
Luis Bruschtein
Aún estamos ante la posibilidad de ser un conejillo de indias del poder más deshumanizado, cruel y recalcitrante. La amenaza de Milei aún no ha desaparecido, al contrario, por más que no llegue a presidente, es de esperar más embates en esa dirección. Y no necesariamente dirigidos por dicho energúmeno, hay mucha materia prima como para surjan bastantes Mileis más, y ojo si alguno de ellos es un poco más avispado y astuto que nuestro "libertario" vernáculo.
En las próximas elecciones, solo hay dos opciones: derrumbe estructural de shock con Milei o reforma estructural gradual con Massa. Las dos son en perjuicio del pueblo-nación y solo se diferencian en la forma de su aplicación, aunque eso no significa que las dos sean iguales, como desde el sector de algunas izquierdas nos quieren hacer creer. Con Massa el pueblo sería desposeído de a poco y con una narrativa de "preservación de derechos", algo muy parecido a lo que viene pasando con Alberto Fernández: todos los días el argentino pierde un poco más de calidad de vida y eso se tapa con el otorgamiento de algún "derecho"simbólico para las minorías en materia de sexo, orientación sexual, etc.
Con Milei no. Con Milei el ajuste estructural es de un saque. Llega Milei, hace la hiperdevaluación necesaria para licuar los billones de pesos de la deuda pública, pone al país en foja cero y a otra cosa. Millones de personas empobrecidas de un día para el otro, el país privatizado, te cobran hasta para ir a la plaza y si chistás, marche preso de una. Vendría a ser el experimento del Jujuy de Morales a toda la nación y sin límites de deshumanización.
El nuevo fascismo
El nuevo fascismo viene adornado el mundo con hechos horribles posteriores a algunas frases memorables, como la de Yoav Gallant, Ministro de defensa de Israel: "Estamos luchando contra animales humanos (refiriéndose a los palestinos) y actuaremos en consecuencia". Creo que está demás hablar nuevamente del auge de la extrema derecha en el mundo; se verifica con el ascenso, en muchos países, de extremas derechas que beben (y se emborrachan) de fuentes del pasado; los planteos abiertamente de ultra derecha, ultranacionalistas, homofóbicos, antiinmigrantes, evidenciando un acendrado odio contra minorías étnicas, y visceralmente anticomunistas, ganan espacios.
Los fascistas del futuro no van a tener aquel estereotipo de Hitler o de Mussolini. No van a tener aquel gesto de duro militar. Van a ser hombres hablando de todo aquello que la mayoría quiere oír. Sobre bondad, familia, buenas costumbres, religión y ética. En esa hora va a surgir el nuevo demonio, y pocos van a percibir que la historia se está repitiendo.
José Saramago
El nuevo mapa político latinoamericano también revela el auge de las fuerzas de este nuevo fascismo en toda la región: ponen en duda los millones de judíos muertos por el nazismo, y también los desaparecidos durante la dictadura militar argentina, negando el número de 30.000 desaparecidos. El genocidio armenio, del Holocausto, del cambio climático, del VIH/sida, de la pandemia del coronavirus, de la crisis de los migrantes también forman parte de su guión terraplanista.
Y si bien las dos fuerzas políticas que van a competir en el ballotage son de derecha, está claro que no son lo mismo, aunque ninguna derecha me cause simpatía, la de Milei es la opción del suicidio. Hoy convivimos con antivacunas, con creacionistas, con apologistas del terraplanismo, y al mismo tiempo irrumpe la inteligencia artificial abriendo un escenario incierto. Por eso, en el territorio de la política y la economía, aquí y en muchos lugares del planeta surgen posiciones que parecen surgidas de un manicomio, aunque es cierto que nadie parece haber llegado tan lejos como Javier Milei. Su menú dinamitero implica privatizar las calles públicas, que al serlo escupen socialismo, que la justicia sea privada, lo mismo que las cárceles; que la educación no sea obligatoria, eliminar la obra pública, volver a las AFJP en materia previsional, eliminar las retenciones a la exportación y los derechos de importación, eliminar la indemnización por despido reemplazada por un seguro de desempleo, arancelar todas las prestaciones de salud, la libre portación de armas, la venta de órganos, sindicar a los políticos como la síntesis de todos los males, dinamitar el Banco Central, ingresar a la dolarización, eliminar la educación sexual en las escuelas, combatir la ideología de género, romper relaciones con China, alinearse incondicionalmente con EE. UU e Israel. Y en este país, trasladar la Embajada Argentina desde Tel Aviv a Jerusalén. La lista de dislates puede ser infinita.
El ascenso de Milei es parte de esa demencia que se expande por el mundo: el nuevo fascismo contemporáneo que nace de un fenómeno de demencia masiva, mezclada con humillación. Y es que la humillación genera monstruos, deberíamos saberlo. La humillación de la gente común de todo el mundo, por parte de los poderosos, ha generado los monstruos de los Trumps, los Bolsonaro y los Milei, se trata de políticos que, dirigiéndose directamente al pueblo, afirman que éste es estafado por poderes ocultos y que ellos los defenderán de esos poderes. Hoy en día, en un país donde familias enteras buscan comida en la basura; pese al slogan que asegura que nosotros tenemos la capacidad de alimentar a varios cientos de millones ¿qué mayor humillación que esa, incluso sin la necesidad extrema de buscar sustento en los basureros?. Quizás allí radique la causa y el personaje Milei, y que su show de la motosierra para arrasar a la casta política sea el emergente adecuado en esta instancia para corporizar el profundo deseo de encontrar a los culpables de esta situación y castigarlos aun a costa de un suicidio colectivo. Hablamos de personas que, sin necesidad de leer "El Malestar de la cultura" de Freud, sienten y padecen en carne propia ese malestar que provoca insatisfacción y agresividad, en este caso una agresividad sin un destino ni destinatario adecuado, provocando una pulsión de autodestrucción.
El capital tecno-financiero no es identificable en términos territoriales ni personales, lo que hace difícil la negociación, la presión social para obtener mejoras salariales, y mejores condiciones de vida. Al mismo tiempo los grupos humanos transformadores han perdido fuerza. No hay un enemigo concreto sino una cadena de abstracciones que pretenden ser naturales, ineludibles. Ante este enemigo poderoso pero invisible, es fácil hechar todas las culpas a la política y a los políticos, como una buena forma de proponer el suicidio en masa como único camino.
La sociedad de consumo es una forma suave de Estado policial. Creemos tener la capacidad de elegir, pero todo es obligatorio. Tenemos que seguir comprando o fracasamos como ciudadanos. El consumismo crea enormes necesidades inconscientes que sólo el fascismo puede satisfacer.
J. G. Ballard
Dado que el fascismo y la violencia se están extendiendo en todos los lugares del planeta, la alternativa es la barbarie desencadenada: los trabajadores son empresarios de sí mismos, autoexplotados, las personas tienen una vida horrible, están agotadas, depresivas, aisladas. Mucho de lo que pasa social y políticamente en Europa y en Estados Unidos tiene repercusión directa en las tierras latinoamericanas, que siguen viviendo esa dependencia en el discurso político. Ello deja en evidencia que el colonialismo cultural e ideológico sigue presente, amén de la dependencia económica que se sufre (en Latinoamérica, por cada dólar estadounidense que llega, salen diez en calidad de servicio de la deuda externa o como regalías de las corporaciones transnacionales que operan, ahora dedicadas en forma creciente al extractivismo). Entonces vemos como no solo seguimos ideologías patológicas que tienen su raíz en lugares completamente ajenos a nosotros, sino que además importamos un malestar social al que se le suma a los pesares de nuestra situación económica y nuestras crisis.
En 1919, Sándor Ferenczi, un psicoanalista de la primera generación freudiana, dijo que el problema mayor era que no sabemos cómo curar la psicosis de masas. La psicosis de masas evoluciona en el totalitarismo nazi en las décadas siguientes. Hoy el problema es el mismo: la humillación, la soledad, la pobreza han producido efectos de depresión masiva entre los jóvenes, de agresividad en los impotentes. Algo así como la violencia de Hamás sobre la población civil israelí. Los trabajadores no pueden rebelarse contra los explotadores y manifiestan agresividad contra los que son más pobres, más impotentes, los migrantes. El nazismo contemporáneo nace de este fenómeno de demencia masiva, que no sabemos cómo curar. Y aparecen entonces los mesías cuya única salvación ofrecen más barbarie.
Como acertadamente dice el historiador ecuatoriano Juan J. Paz y Miño-Cepeda: "Las nuevas derechas cuestionan la democracia liberal, arremeten contra las instituciones del Estado, rechazan el pluralismo político y a los movimientos sociales, reivindican el autoritarismo de clase". Si un fantasma recorría Europa a mediados del siglo XIX, según nos decían Marx y Engels, "el fantasma del comunismo", hoy, un siglo y medio después, en el mundo recorre otro fantasma: el de la derechización creciente. El fascismo, o nazismo, está de vuelta. Así que ojo que esa opción es la peor de todas.
Milei es esto. "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo". El odio al otro y la negación de los 40 años de la democracia argentina.
— Juan Alonso (@jotaalonso) October 19, 2023
Los criminales están entre nosotros. Un ser así no puede gobernar nuestro país. Significa un peligro para 47 millones de argentinos y… pic.twitter.com/nYB3nK048a
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