Cuando se encendieron las luces del Teatro Coliseo y todos supimos que ya no había más bises y que los músicos enfilaban tras las bambalinas comprendí que al menos por esa noche se había terminado un hermoso sueño. El sueño de revivir al Octeto Electrónico de Astor Piazzolla, 50 años después. Parecía como si el alma del genial e irrepetible bandoneonista, creador del Nuevo Tango, se hubiera posado en el escenario que con tanta desfachatez, irreverencia e inteligencia había montado Nico Sorín, un artista como pocos, un músico innovador que tuvo el atrevimiento, la misma desfachatez y osadía que Piazzolla en 1975, de reversionar al mítico octeto con el que aquel soñaba fusionar tango y rock. El rock nacional de aquel momento. Un sueño que terminó pronto, que solo duró un año o quizás un poco menos y que intentó de nuevo en París en 1977 solo para el concierto en el Olympia del que quedó una grabación también mitológica. Con formaciones eléctrónicas entre 1974 y 1978 Astor grabó 4 discos ...