De Eduardo Pavlovsky. Por Sandrina Gallego Verde es la escencia escenográfica, pelotitas violentas un símbolo que revota en la penumbra, y con este lenguaje sera otra vez y siempre la identidad. Tito equipado mastica un chicle infinito con una presencia marcial, pero el pibe que cambia el putter del juego. Las posiciones se adaptan a la sensación del lugar, el mecanismo imprescindible del movimiento. Cuanto menos, ganas, mas, asi aquí también. El texto casi solitario, y de repente la dualidad textual disocia el estado!, y cambia la atmósfera, como un nudo en el largo hilo, un nudo que cuenta una familia. Entonces chiquitita, y sola, sin querer la han dejado, sin saber quién es. Escrupulocidad que resguarda el rastro de crueldad apropiada, que pretende elegante ser lo que no es, y da risa, tristemente, con verguenza reir (siempre de quien ve). La Desesperasciióóónnn! que intensa interpretación, es zozobra de lo que no está. La continuidad de los sucesos del pasado, tienden angustia en