Artista: King Gizzard & the Lizard Wizard
Álbum: Polygondwanaland
Año: 2017
Género: Psychedelic Rock
Duración: 43:52
Nacionalidad: Australiana
No voy a presentar mucho de lo que no conozco, así que los dejo en manos de los que saben...
En principio, por la propia música de esta gente...
King Gizzard and the Lizard Wizard parecieran no detenerse. Con la temprana promesa de lanzar 5 álbumes este 2017, el recorrido se ha mantenido consecuente. Con cada proyecto se crea un acercamiento conceptual que pareciera ahondar en el “Gizzverse“, este 17 de Noviembre aterrizó una nueva expansión del universo que destella desde Australia. “Polygondwanaland” es entonces la cuarta producción de este año y onceava de su discografía, se inserta como un álbum completamente gratuito y libre de reproducir, y quizás su placa más densa hasta la fecha.Isidora González
“Flying Microtonal Banana” fue el primer acontecimiento anual de parte de King Gizzy, el cual se creaba desde una instrumentación modificada hacia intervalos microtonales, proveniente de una tradición oriental. Así esta aparición contenía pasajes ácidos y agridulces, así como también una cercanía al afrobeat. “Murder of the Universe” por su parte nos adentraba en las más densas narrativas apocalípticas, enfrentándose a un álbum que contaba de tres partes en donde la narración hablada primaba, penetrando los límites digitales y la explosión del universo. En agosto destelló “Sketches of Brunswick East“, un suave acercamiento hacia una infusión jazzera que destellaba desde los apacibles rincones de Brunswick East en Melbourne, álbum en conjunto con su contemporáneo Alex Brettin quien conforma a The Mild High Club.
Para este cuarto LP anual King Gizzard se separa de los anteriores por su falta de material físico y extenso artwork que es tradición que esté a cargo del octavo miembro de KG, Jason Galea. Para esta peculiar ocasión han optado por dejar este álbum ala libre interpretación y reproducción por parte de cualquiera que lo desee. “Polygondwanaland” es completamente gratis y cada uno es responsable de generar una copia física, hacer vinilos, CD’s, cassetes, descargarlo y mostrarlo como quiera. Las descargas digitales a través de Bandcamp cuentan con siete opciones de formato: MP3 VO, MP3 320, FLAC, ACC, Ogg Vorbis, ALAC, WAV y AIFF.
Stu Mackenzie le habló a NME sobre la arriesgada propuesta:
“Pensamos que sería divertido no darle a la gente otra forma de artwork aparte de la portada. Pueden hacer sus propias contraportadas y booklet. Les damos la información y las letras y si quieren pueden armar las piezas, pero eso también está abierto a la interpretación. No sé qué harán con todo esto, o si ya han pensado esta parte. Suerte a todos. Espero que resulte en algo creativo. Mi mayor esperanza es que ayudara a formar ciertas cosas, es decir de todas formas el mundo va a terminar pronto. Pero es agradable poder conectar con las personas, y espero que este lanzamiento haga exactamente eso“.
Además, el artwork también queda por parte de los fans, junto con las descargas gratis y los masters respectivos, KG&TLW proponen una carpeta de ideas con posibles booklets, pero nuevamente todo aquello queda para la libre manufacturación. El único indicio de artwork es la portada oficial del álbum. Los australianos declararon en sus cuentas de redes sociales la estructura y las descargas de su imponente nuevo proyecto:
“El álbum es gratis. Gratis, es decir gratis. Libre de descargar como desees, libre de hacer copias. Hagan cassettes, CD’s, vinilos. Los siguientes archivos estarán disponibles para descargar desde el viernes 17 de Noviembre a las 9 am en el horario de Melbourne, Australia.
Master Digital y Artwork: esta es la mejor opción si deseas descargar el álbum para uso personal. Disponible en alta calidad MP3 320 de aproximadamente 200 MB o su versión descomprimida WAV de 500 MB. Cada versión contiene también una imagen digital de la portada del álbum de alta resolución (4000×4000).
Master CD y Artwork: Si deseas quemar y reproducir CD’s deberás descargar el master DDP y el template del Artwork. El master DDP es el formato utilizado para identificar la información en discos ópticos. Este master tiene el tracklist, códigos SRC y metadatos necesarios. En este archivo .ZIP también encontrarás una carpeta con muchas ideas para el artwork del CD, el cual contiene la portada oficial y artwork extra para la contraportada, interior del CD y booklet que tendrás que armar tú mismo.
Master Vinilo y Artwork: El master de vinilo es completamente separado al master de CD y los masters digitales. Existen limitaciones físicas en cuanto al corte de los mismos vinilos. Por esta razón estos archivos no sonarán normales en parllntes HI FI genéricos. Solamente usa este master si vas a hacer un vinilo. Contendrá un lado A y un lado B, un archivo WAV igual que un PQ log para ambos lados con metadatos incluidos para las plantas de vinilos. En este archivo ZIP también encontarás la portada y una carpeta llena de ideas que puedes usar para crear el resto del booklet y las fundas.
¿Siempre has querido hacer tu propios álbumes físicos? Solo hazlo. Con amigos, trabajar la cera del vinilo, empacar cajas. Nosotros no somos dueños de este álbum, tú lo eres. Adelante, comparte, disfruta. Si quieren hacer cassettes, no sabemos exactamente qué hacer, sean creativos. Lo hicimos una vez pero sonaba horrible“.
Con estas premisas nos podemos adentrar en lo que es lo musical de este álbum, sus tangentes acidomaniacas. Con 43:46 minutos de duración el primer cuarto de álbum es el primer tema “Crumbling Castle“. Una odisea que destella en sus detalles estructurales y unión de pasajes intrincados que se desenvuelven de una manera exquisita. Escalas sobre escalas, culminando en diferentes situaciones densas llegan a sintetizadores monstruosos y enigmáticos que se contraponen a percusiones dramáticas. Son 10 minutos que destellan en su metódica composición, que de alguna manera extreman cada elemento que han desarrollado en su discografía anterior. Aquellos densos interludios sintetizados son como un giño al soundtrack de Stranger Things, apocalíptico y detallado este track es fácilmente uno de las luces más potentes del septeto.
La sucesión es el tema que le da el título al álbum “Polygondwanaland“, uno de los 9 segmentos de tres minutos que continúan. Este tema se inserta como una transición más suave hacia los siguientes segmentos, con guitarras acústicas y melodías dulces que culminan en el siguiente tema “Castle in the Air” Esta composición comienza con Leah Senior narrando en primera persona, desenvolviendo en harmónicas perspicaces y sintetizadores con mucho groove.
“Deserted Dunes Welcome Weary Fee” continúa desarrollando la narrativa que se desplegaba desde el segundo tema, con voces en falsettos apacibles que siguen una acústica. A su vez este track se ve enfrentado a nuevas capas de sintetizadores espaciales y un bajo cautivador. Más adelante en la narrativa nos encontramos con “Loyalty” que desde sus prematuros inicios despliega un enigma sintetizado que calza perfectamente con la línea de ST. Aquí el bajo se torna protagonista aumentando en sus seductoras líneas que en algún punto se ven inmersas en vientos y percusiones decididas.
“Horology” pareciera tomar aquellos elementos jazzy del Sketches para unirlos con las demencias de “Murder of the Universe”. Se desenvuelve como un fluido pasaje hacia la demencia, que burbujea con deleitables armonías que se deslizan con suavidad y coherencia alrededor de todo el track. “Searching…” por otro lado se acerca desde la poliritmia, con claras referencias orientales que se van elevando hacia una gran mezcla referencial rica en colores. Percusiones abundantes en detalles y destellos sintetizados efervescentes.
Con este álbum los australianos logran converger todos los territorios que han explorado este año, desde la narración hasta la unión cohesiva de todos los pasajes, de sus repentinas secciones jazzeras hasta los desenlaces apocalípticos. Un acercamiento mucho menos agresivo que “Murder of the Universe”, “Nonagon Infity” o hasta “Flying Microtonal Banana”, pero aún así tomando los elementos del Sketches y sumergiéndolos con toda esta experiencia apocalíptica anual.
Con una paleta de referencias folk, prog, psych y música oriental King Gizzard se inserta con ambiciosas intenciones orquestales, logrando excavar en nuestros cerebros con una consistente entrega apocalíptica. De hecho, teniendo en cuenta sus 10 producciones anteriores en tan solo 7 años, logran converger en un detallado álbum astral, que destella coloridas percusiones, sintetizadores misteriosos, guitarras que se dejan llevar como cascadas, un bajo pregnante y decisivo junto con voces que te encierran en su calidad atmosférica.
Anthony Fantano describió “Pologondwanaland” de una manera muy precisa:
“Piensen en Polygon menos como canciones colectivas y más como una larga pieza con muchas formas y movimientos. En donde todas las canciones se conectan composicionalmente y todas están enfatizadas de una forma muy metódica con una gran cantidad de letras surreales, instrumentación y arreglos coloridos. Es una odisea musical en la misma frma que Nonagon Infinity lo fue, pero este álbum es mucho menos agresivo. Es más místico, más dinámico y más cerebral“.
Ciertamente este álbum ahonda en su calidad dinámica, ataca desde diferentes lugares con un propósito marcado. Entremezcla pasajes suaves con pasajes ácidos con transiciones fortuitas y deliciosas. Sintetizadores meticulosamente ocupados logrando atravesar nuestras percepciones con coloridas formas extravagantes. Absorbe influencias previamente exteriorizadas, pero con giros de otros sabores, que hasta a veces rondan en lo progresivo. Una producción ingeniosa que no solo ataca desde lo musical, sino que también propone otra manera de ver la música en su formato físico con una jugada digital, gratis y que apela a compartir y hacerlo todo de una manera casera. En efecto, lo más absorbente que ha desplegado King Gizzard and the Lizard Wizard. Una vez más logra deconstruir nuestros sentidos.
Sintetizadores espaciales y un viaje instrospectivo en el mundo de los lagartos.Arturo Espinosa
El 2017 fue el año más fructífero de King Gizzard and the Lizard Wizard –hablando de volumen musical y de exploración como artistas–. La banda australiana ha sido una bomba, una explosión progresiva y en continuo ascenso desde su nacimiento hace ocho años en Melbourne, fusionando distintas corrientes musicales que van desde el psych hasta el jazz. Y aunque lanzar cinco LPs en un año fue, además de arriesgado, para muchos una muestra de egocentrismo, para muchos otros fue una búsqueda instintiva que mostró al mundo un nivel de creatividad inmenso.
El camino comenzó con Flying Microtonal Banana, álbum que tuvo momentos bastante lucidos y que en ocasiones todavía tenía el sonido impregnado de su obra maestra, Nonagon Infinity. El cambio llegó con Murder of the Universe, material conceptual dividido en capítulos y que llevó a los australianos a un momento sublime de indagación como personas y músicos, un disco que es obligatorio escuchar para entender el mundo de los lagartos. Fue tal vez en ese segundo larga duración del 2017 cuando supimos que la evolución es una constante fundamental en la banda, y que Stu Mackenzie es un hueso duro de roer, saliéndose del libreto en momentos determinantes. A mitad de año se estrena Sketches of Brunswick East, que a mi parecer, es el disco más fino de la banda y que raya casi en la perfección, atribuyendo más de la mitad de este calificativo a Mild High Club, impresionante proyecto de jazz psicodélico conducido por Alex Brettin. Un disco tributo a la leyenda Miles Davis que denotó una técnica bastante pulida de los australianos.
Y con dos discos todavía a cuestas que King Gizzard and the Lizard Wizard había prometido lanzar antes de que culminará el año, llega en noviembre de forma sorpresiva Polygondwanaland. Al parecer en la cuarta entrega Stu y compañía ya tenían la confianza suficiente para de nuevo romper con todo lo que habían hecho en el pasado y volver a tomar nuevos riesgos. Dejan atrás los riffs estruendosos y retorcidos característicos de los siete lagartos de Victoria. Pero le dan entrada a cápsulas electrónicas y juegan más a fondo con los sintetizadores, exprimiendo cada sonido del mágico instrumento. Se avientan de nueva cuenta hacia un precipicio desconocido con la esperanza de desenterrar oro, lo más irónico, es que lo encuentran.
Otro punto a destacar fue la poca mercadotecnia que tuvo el material de estudio, el cual la agrupación lo lanzó por medio de su sitio web con descarga totalmente gratuita, invitando a sus fans a crear su propia disquera quemando el CD en físico, escuchándolo en formato wav o mandándolo a las prensas de vinilo, para los más puristas. Además, tenías la oportunidad de descargar diversos artes para hacer materiales totalmente únicos. Una muestra de fidelidad a la música y su valor, o un ahorro para la distribución y producción de los mismos. Cualquiera que fuera la estrategia, se aplaude que bandas busquen más caminos para otorgar su música al público.
Por supuesto, lo que más importa es eso, la música. Polygondwanaland abre con una cuidadosa y larga canción de 10 minutos, "Crumbling Castle", pieza que denota que todo el trayecto sonoro será más limpio que sus antecesores. Ahora, Mackenzie no se empeña en alcanzar notas altas ni en tener una voz llena de reverb. La armonía acompañada de guitarras suaves, un bajo sin distorsión y un excelente solo de flauta se rompe con los últimos dos minutos de la pista, donde el desastre y el sonido autoritario de los de Melbourne se hace presente, llegando en los últimos segundos a tener rasgos de stoner. Un excelente inicio.
El homónimo “Polygondwanaland” y “Castle In The Air” son temas tranquilos, con ese característico sonido en las cuerdas que viajan por un tono medieval en el cual King Gizzard and the Lizard Wizard ha firmado como su sello particular. Aún con ello, y aunque las notas suenan más peligrosas y con un grado de aventura superior, la producción suena bastante fina, dejando atrás ese lo fi del Oddments, otro punto a favor para su duodécimo LP.
Como una historia anecdótica de castillos, princesas y grandes bestias, King Gizzard and the Lizard Wizard prosigue con “Inner Cell” y “Loyalty”, canciones que se conectan con un impresionante efecto de synth pop digno de un soundtrack de alguna película de ciencia ficción. Un guiño en forma de tributo a los grandes que se dedicaban a hacerlo con maestría como Pink Floyd. El proyecto deja lo más gizzardiano para el cierre, preparándonos con la espacial “Searching” y culminando con un cierre de locura con “The Fourth Colour”. Y es que escuchar un disco completo de King Gizzard and the Lizard Wizard se debe realizar de principio a fin. Pues las conexiones que existen entre cada tema hacen que cada material sea algo único y especial, entrelazando la música como un cuento de fantasía o algún relato bélico.
No es su disco más impresionante, ni tampoco el más contundente, pero si es uno donde salen de la que podría considerarse su zona de confort –si es que los australianos tienen una–.
Lista de Temas:
1. Crumbling Castle
2. Polygondwanaland
3. The Castle in the Air
4. Deserted Dunes Welcome Weary Feet
5. Inner Cell
6. Loyalty
7. Horology
8. Tetrachromacy
9. Searching
10. The fourth Colour
Alineación:
- Stu Mackenzie / Vocals, Electric Guitar, Bass, Acoustic Guitar, Synthesizers
- Ambrose Kenny-Smith / Harmonica
- Cook Craig / Electric Guitar, Synthesizers
- Joey Walker / Electric Guitar, Acoustic Guitar, Bass, Synthesizers, Vocals, Percussion
- Lucas Skinner / Bass, Synthesizer
- Eric Moore – Management
- Michael Cavanagh / Drums, Percussion
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