Y seguimos con parte de lo mejor que ha salido de México, y ahora le toca el turno a otro cantautor: Guillermo Briseño, músico desconocido por estos parajes pero que tiene una gran historia en su país: cuenta la leyenda que en México de fines de los setentas Briseño era joven y estaba loco: funk, blues, huapango, son, todo junto en el convulsionado mapa político y social azteca. Siguiendo con la obra de un gran músico desconocido por Argentina, seguimos recodando la obra de Briseño en el blog cabezón, gracias por supuesto a Carlos M. y a su cruzada por presentar y difundir lo mejor que se ha hecho en México en el terreno musical.
Artista: Guillermo Briseño
Artista: Guillermo Briseño
Álbum: Briseño, Carrasco y Flores
Año: 1978
Género: Rock Progresivo / Funk / Fusión folk mexicano
Duración: 41:40
Nacionalidad: México
Año: 1978
Género: Rock Progresivo / Funk / Fusión folk mexicano
Duración: 41:40
Nacionalidad: México
Briseño, Carrasco y Flores es el primer álbum de Guillermo Briseño en el arranque de su carrera como líder, compositor, arreglista y cantante, a su regreso de una larga estancia en el gabacho (así le decimos “de cariño” a los USA en México). Nuevamente hay que agradecerle a Carlos que lo haya enviado a Cabeza de Moog porque es una rareza y una maravilla, aunque se trata de una digitalización deficiente del vinilo, por lo que hacemos esta reseña sin adjuntar los archivos, para subirlo a la lista (y a la espera de que alguien pueda compartir una versión mejor).
El proyecto Briseño, Carrasco y Flores nace hacia 1977, cuando Briseño toca con Gilberto Flores (con quien había compartido las filas del septeto funk Cosa Nostra entre 1969 y 1973) y Mario Carrasco, apuntando a lo que será este primer lanzamiento fechado en 1978.
Eran tiempos interesantes en México, especialmente en la capital, cuando se vivía la resaca del movimiento estudiantil de 1968, arteramente reprimido por el gobierno priista (sí, el mismo que nos gobierna hoy), y que desembocó en una supuesta política de “puertas abiertas” a las ideas progresistas y de izquierda. Supuesta porque al mismo tiempo que se alentaba un pensamiento pseudomarxista en el ámbito de la cultura, se libraba en las sierras, selvas y desiertos una tenebrosa guerra sucia para desarticular al movimiento campesino y sus diversas manifestaciones beligerantes en busca, a veces armada, de una sociedad justa.
Un resultado de esta política para la cultura de las clases medias fue el aliento a las manifestaciones de la cultura popular que dio en el “rescate” de algunas tradiciones folclóricas que no necesitaban ser rescatadas, pero que sí tenían que ser promovidas ante una cultura de masas obtusa alentada por Televisa, recién nacida como monopolio. Otro resultado de esa política fue que México se convirtió en destino de asilo político para intelectuales y artistas de Sudamérica que, exiliados de sus países o huyendo del destino fatal que representaban los infaustos regímenes militares, llegaron al DF a desarrollar sus oficios. Había entre ellos muchos músicos y poco a poco fueron poniendo de moda la música latinoamericana folclórica y de protesta, y junto con ella una ideología que permitía a la clase media participar de la revolución desde la comodidad de las “peñas” que se fueron abriendo por la capital, donde tomando chelitas y comiendo quesadillas, se escuchaban zambas, milongas, cuecas, joropos, huaynos, valses, carnavalitos y chacareras que hablaban del pueblo, de la pobreza, la justicia y el cambio social al son de las novedosas quenas, zampoñas, charangos y bombos metreros (legüeros no eran, se oían bajito).
El rock, mientras tanto, estaba proscrito después de los desmanes que esos sucios jipitecas (hippies mexicanos según los bautizó algún cura) habían protagonizado en el festival de Avándaro en septiembre del 71, donde consumieron toneladas de drogas diabólicas y se emborracharon tanto que una chava hasta se quitó la blusa y dejó que miles le vieran sus santas intimidades. Fueron los años más difíciles para el rock en México: las bandas se vieron obligadas a recluirse en los “hoyos fonqui”, conciertos casi improvisados en lugares abandonados sobre los que la gente se pasaba la voz y asistía furtivamente. La televisión, la radio y la prensa se habían encargado de convertir al rock en un asunto prohibido y en rebeldes peligrosos a quienes gustaban de esa música de locos y degenerados. Y la intelectualidad, embelesada con el discurso folclórico latinoamericano, fue incapaz de ver el capital revolucionario que el rock escondía y siguió con las guitarritas en las peñas, a las que ya a fines de los 70 se sumó un nuevo discurso a través del impacto de la Nueva Trova Cubana que en México se conoció como “canto nuevo” o “nueva canción”.
Entonces, llegó Briseño. Y llegó cargado de funk, de blues y de jazz, y armado con una visión progresiva y vanguardista de la música y la poesía. Briseño Carrasco y Flores es un disco que deja ver esas tensiones de la historia mientras hace sonar sus jams. Abre con “Aquí estoy, vámonos lejos”, un funk con sus infaltables flangers y una rítmica sabrosa y bailarina. Luego “La mancha”, que se extiende desde un aire a balada hasta llegar a los cambios abruptos de armonía y ritmo que indican que estamos ante un compositor progresivo en busca de un lugar más allá de las correspondencias armónicas toleradas por la costumbre. “Try” es un blues en inglés con toques psicodélicos, hecho bajo la influencia de los tiempos que Briseño vivió en el vecino del norte profundizando su aprendizaje de ese género que le es tan característico, y cierra el lado A, con otro aire de balada-blues, “Entre la piel y el alma” que se rompe con cambios de armonía totalmente progresivos, con extensión de compases y otros recursos propios de la búsqueda setentera. Los toques gospel, corales, que tanto le gustan a Briseño (y a nosotros) vuelven a aparecer aquí junto con las improvisaciones vocales en falsete y gruñido que lo han convertido en uno de los grandes cantantes del rock mexicano, un área en la que con frecuencia fallan nuestras bandas: el buen canto líder y las buenas letras.
El lado B tiene otro color musical: en los temas que lo integran está presente la intención de Briseño de fundir el rock, el blues y el jazz con el folclor mexicano. La gran diferencia con los folcloristas de peña de esa época, es que ellos, de tanto querer ser auténticos sonaban muy plásticos, mientras que acá Briseño deja de lado la pretendida autenticidad y decide de lleno recrear lo folclórico, transformarlo, resignificarlo, y consigue desde el principio construir una nueva forma de hacer música mexicana, a la altura de lo que en Chile ya venían haciendo Los Jaivas y Congreso, y en el Perú El Polen. Muchos músicos seguirían su ejemplo en el futuro, pero hay que reconocer que Briseño es el pionero de la fusión folclórica mexicana con el rock, particularmente en este disco. Hay huapango en “En el lomo del río”, bambuco/bolero a la yucateca en “Mariposa” y son del tipo “abajeño” en “El árbol de la noche triste”, tema dedicado a esa mítica astilla de ahuehuete que aun se puede ver en la Calzada México-Tacuba, señalando el lugar donde el conquistador Cortés lloró su única derrota en la guerra de conquista contra los poderosos aztecas. Es el tema más progresivo del álbum, con base también en compases de 6/8 propios del huapango y el son, totalmente instrumental y con sonoridades que prefiguran la experimentación que desarrollará más tarde Briseño en Ausencias e Irreverencias. El disco cierra con “Comparaciones (Apariencias)”, una bellísima balada-jazz a piano solo, otra vez con las modificaciones armónicas típicas del autor y un fabuloso despliegue vocal.
En suma, Briseño, Carrasco y Flores es una rareza no solo hoy; también lo era en su tiempo, separada de la música de masas que dominaba la radio de esos años, del rock clandestino y minoritario representado principalmente por Three Souls in My Mind y de la fuerte moda de la clase media “consciente” con un gusto especial por la música folclórica de protesta y el llamado “Canto Nuevo”.
Eran tiempos interesantes en México, especialmente en la capital, cuando se vivía la resaca del movimiento estudiantil de 1968, arteramente reprimido por el gobierno priista (sí, el mismo que nos gobierna hoy), y que desembocó en una supuesta política de “puertas abiertas” a las ideas progresistas y de izquierda. Supuesta porque al mismo tiempo que se alentaba un pensamiento pseudomarxista en el ámbito de la cultura, se libraba en las sierras, selvas y desiertos una tenebrosa guerra sucia para desarticular al movimiento campesino y sus diversas manifestaciones beligerantes en busca, a veces armada, de una sociedad justa.
Un resultado de esta política para la cultura de las clases medias fue el aliento a las manifestaciones de la cultura popular que dio en el “rescate” de algunas tradiciones folclóricas que no necesitaban ser rescatadas, pero que sí tenían que ser promovidas ante una cultura de masas obtusa alentada por Televisa, recién nacida como monopolio. Otro resultado de esa política fue que México se convirtió en destino de asilo político para intelectuales y artistas de Sudamérica que, exiliados de sus países o huyendo del destino fatal que representaban los infaustos regímenes militares, llegaron al DF a desarrollar sus oficios. Había entre ellos muchos músicos y poco a poco fueron poniendo de moda la música latinoamericana folclórica y de protesta, y junto con ella una ideología que permitía a la clase media participar de la revolución desde la comodidad de las “peñas” que se fueron abriendo por la capital, donde tomando chelitas y comiendo quesadillas, se escuchaban zambas, milongas, cuecas, joropos, huaynos, valses, carnavalitos y chacareras que hablaban del pueblo, de la pobreza, la justicia y el cambio social al son de las novedosas quenas, zampoñas, charangos y bombos metreros (legüeros no eran, se oían bajito).
El rock, mientras tanto, estaba proscrito después de los desmanes que esos sucios jipitecas (hippies mexicanos según los bautizó algún cura) habían protagonizado en el festival de Avándaro en septiembre del 71, donde consumieron toneladas de drogas diabólicas y se emborracharon tanto que una chava hasta se quitó la blusa y dejó que miles le vieran sus santas intimidades. Fueron los años más difíciles para el rock en México: las bandas se vieron obligadas a recluirse en los “hoyos fonqui”, conciertos casi improvisados en lugares abandonados sobre los que la gente se pasaba la voz y asistía furtivamente. La televisión, la radio y la prensa se habían encargado de convertir al rock en un asunto prohibido y en rebeldes peligrosos a quienes gustaban de esa música de locos y degenerados. Y la intelectualidad, embelesada con el discurso folclórico latinoamericano, fue incapaz de ver el capital revolucionario que el rock escondía y siguió con las guitarritas en las peñas, a las que ya a fines de los 70 se sumó un nuevo discurso a través del impacto de la Nueva Trova Cubana que en México se conoció como “canto nuevo” o “nueva canción”.
En suma, Briseño, Carrasco y Flores es una rareza no solo hoy; también lo era en su tiempo, separada de la música de masas que dominaba la radio de esos años, del rock clandestino y minoritario representado principalmente por Three Souls in My Mind y de la fuerte moda de la clase media “consciente” con un gusto especial por la música folclórica de protesta y el llamado “Canto Nuevo”.
Guillermo Briseño, compositor, pianista, guitarrista, cantante, poeta, fundador y director de la primera y única escuela de rock en México, la Escuela de Música del Rock a la Palabra. Sus inicios en el rock datan desde principios de los sesentas formando parte del grupo Los Masters, a la edad de 16 años, pasando por varios otros grupos como Cinco a Priori, donde ya se interpretaban sus composiciones, El Antiguo Testamento y Soul Force con Javier Bátiz. Integraría posteriormente el grupo de tendencia funk Cosa Nostra, con quienes grabaría un par de discos. Sin embargo es luego de la desintegración del grupo que daría inicio a su propio proyecto titulado "Briseño, Carrasco y Flores", donde da rienda suelta a su genialidad como compositor y músico buscando ampliar los horizontes de la música de rock que se había estado gestando hasta ese entonces, brindándole inteligencia e identidad nacional, en un panorama por demás sombrío de finales de la década de la prohibición.
Parte de lo destacado de este material, es la versatilidad de su autor para la ejecución y ensamble de varios de los instrumentos que aquí él interpreta. En esta grabación sólo se cuenta con el apoyo de Gilberto Flores en la batería y Mario Carrasco en el bajo, salvo unas pocas pistas de guitarra de acompañamiento que se mencionan en los créditos del disco, todos los demás instrumentos, incluidas las voces, coros, armonías y ensambles de las mismas, lo interpreta Guillermo Briseño. Algo por demás sobresaliente, ya que francamente si uno no se acerca a leer los créditos del álbum, puede pasar por alto esta hazaña del artista.
Dentro de un ritmo bastante funk marcado por la marcha de la batería y el fraseo dialogante entre el teclado y el bajo inicia "Aquí estoy (vámonos lejos)". Ya entrando la voz de Memo la música parece apaciguarse aunque mantiene una tensión creciente en el fondo, mientras nos canta cómo ha entrado en un estado de conciencia en que ha tomado el control de su vida para partir en busca de la tan ansiada felicidad, y que mejor si es con la persona amada. Pese a lo energético de la pieza, su melodía guarda un cierto aire de melancolía, como de aquel que deja atrás sus viejos sueños. Dicha melancolía se disipa al final en su sección instrumental, luego de partir en este viaje en busca de un mejor destino.
Una bellísima balada nos entrega en "La Mancha", donde a través de este recurso metafórico de la paloma nos canta sobre aquello que lamentamos haber descuidado. Cada quien puede interpretar de acuerdo a sus vivencias qué representa esta ave, a partir del contexto que plantea la canción. Como recurso peculiar están los coros, que como mencionamos los realiza el propio autor, que imitan voces femeninas bastante bien, sin sonar fuera de lugar. El requinto al final de Memo también es bastante efectivo.
"Try" carga mucha de la influencia blusera de Memo y en especial de Janis Joplin a quien se aventura a emular un poco en una sección de la canción, para salir muy bien librado. Comenta que fue de los temas que compuso durante su estadía en E.E.U.U. y evidentemente también guarda cierta similitud con la canción "Try (Just a little bit harder)" que interpretaba la Dama blanca del blues.
"Entre la piel y el alma" es otra balada bastane emotiva que nace tras una charla madre-hijo. La música guarda mucha influencia soul en su estructura con los coros y la interpretación muy bien proyectada de Guillermo, con este final que asciende en fuerza bajo el sonido del órgano y el piano para mayor ambiente.
En el lado B del disco nos encontramos más con una búsqueda de expropiación del rock, como nos lo muestra el tema "En el lomo del río", donde nos entrega una fusión de rock con el son, en una letra que también busca incorporar la influencia de los autores nacionales y las temáticas de estas canciones llenas de referencias a las regiones geográficas de nuestro país, siguiendo la travesía del río.
La única canción en co-autoría del disco, "Mariposa", donde la música fue compuesta por Sarah Jiménez y la letra corrió a cargo de Guillermo Briseño. Dentro del arreglo del tema se pueden escuchar unas guitarras flamencas que toca Lorenzo Fernández. En esta canción percibo mucha influencia de Joan Manuel Serrat, como si fuera una canción que pudo haber compuesto y cantado el Nano, bastante bella por cierto, pero con esa fuerza roquera que le da el grupo.
"Pregúntale a tu retrato" es mi canción favorita del disco, su letra es breve pero bastante efectiva, en añoranza a la persona amada. De nuevo destaca la interpretación de Memo, pero aparte de esa parte baladezca que se presta para la temática de la canción, tiene un gran freseo de bajo que es al que recae la melodía y también cuenta con una sección intermedia energética y algo experimental con las voces se escuchan y los rápidos arpegios de piano, jugando un poco con la dinámica de lo habitual.
La única pieza intrumental del disco es "El árbol de la noche triste" que nos presenta nuevamente esa búsqueda por fusionar el rock con ritmos y música más apegada a nuestras raíces. En este caso este tema tiene una estructura que recuerda al progresivo, pero con melodías y rítmica que nos traen reminiscencias a la música prehispánica... bueno a lo que dicen que sonaba la música de aquella época. El título de esta pieza hace referencia a aquel árbol donde dice la leyenda que el conquistador español Hernán Cortés se acercó a llorar luego de una derrota en batalla contra el ejercito mexica. Existe entonces la 'polémica' de si el nombre es apropiado dado que los invasores eran los españoles y por ende dicha noche no debió haber sido triste... Pero como comenta Memo en las notas de las canciones: "El árbol de la noche triste". Desde luego, un símbolo de mestizaje continuo, sin que por esto pierda su atractivo para los perros...
Si por algo se caracteriza gran parte de la obra posterior de Briseño, es por su crítica política y social, "Comparaciones (Apariencias)" es así el primer tema con este enfoque. Y como es otra de sus características, su crítica no es panfletaria, ni facilona, sino envuelta en poesía que oculte el mensaje para aquellos que de verdad sepan escuchar. En este estilo destacan de su obra posterior "La gata hidráulica" y "Presagio charro". Definitivamente un recurso necesario dentro de las sociedades represoras como la que se vivía en ese entonces. La emoción que transmite en esta interpretación, solo al piano, es brutal. En la voz utiliza recursos como el falsete, mientras realiza ligeros adornos entre las progresiones de acordes. Simplemente el maestro haciendo lo que mejor sabe hacer.
Un aténtico oasis en el desierto musical que padecía el país en cuanto a rock y como ha sucedido con otras grandes obras de nuestro rock, este disco jamás ha sido reeditado. Y es una lástima ya que nos perdemos de un brillante despliegue de talento de uno de los genios con los que aún cuenta este país y sigue siendo pasado por alto no sólo por el público en general, sino por muchos críticos del rock de nuestro país que se dicen conocedores. Pero en fin, realmente dense la oportunidad de disfrutar el inicio de uno de los personajes clave para la evolución, tan negada por sus detractores, del rock mexicano.
Parte de lo destacado de este material, es la versatilidad de su autor para la ejecución y ensamble de varios de los instrumentos que aquí él interpreta. En esta grabación sólo se cuenta con el apoyo de Gilberto Flores en la batería y Mario Carrasco en el bajo, salvo unas pocas pistas de guitarra de acompañamiento que se mencionan en los créditos del disco, todos los demás instrumentos, incluidas las voces, coros, armonías y ensambles de las mismas, lo interpreta Guillermo Briseño. Algo por demás sobresaliente, ya que francamente si uno no se acerca a leer los créditos del álbum, puede pasar por alto esta hazaña del artista.
Dentro de un ritmo bastante funk marcado por la marcha de la batería y el fraseo dialogante entre el teclado y el bajo inicia "Aquí estoy (vámonos lejos)". Ya entrando la voz de Memo la música parece apaciguarse aunque mantiene una tensión creciente en el fondo, mientras nos canta cómo ha entrado en un estado de conciencia en que ha tomado el control de su vida para partir en busca de la tan ansiada felicidad, y que mejor si es con la persona amada. Pese a lo energético de la pieza, su melodía guarda un cierto aire de melancolía, como de aquel que deja atrás sus viejos sueños. Dicha melancolía se disipa al final en su sección instrumental, luego de partir en este viaje en busca de un mejor destino.
Una bellísima balada nos entrega en "La Mancha", donde a través de este recurso metafórico de la paloma nos canta sobre aquello que lamentamos haber descuidado. Cada quien puede interpretar de acuerdo a sus vivencias qué representa esta ave, a partir del contexto que plantea la canción. Como recurso peculiar están los coros, que como mencionamos los realiza el propio autor, que imitan voces femeninas bastante bien, sin sonar fuera de lugar. El requinto al final de Memo también es bastante efectivo.
"Try" carga mucha de la influencia blusera de Memo y en especial de Janis Joplin a quien se aventura a emular un poco en una sección de la canción, para salir muy bien librado. Comenta que fue de los temas que compuso durante su estadía en E.E.U.U. y evidentemente también guarda cierta similitud con la canción "Try (Just a little bit harder)" que interpretaba la Dama blanca del blues.
"Entre la piel y el alma" es otra balada bastane emotiva que nace tras una charla madre-hijo. La música guarda mucha influencia soul en su estructura con los coros y la interpretación muy bien proyectada de Guillermo, con este final que asciende en fuerza bajo el sonido del órgano y el piano para mayor ambiente.
En el lado B del disco nos encontramos más con una búsqueda de expropiación del rock, como nos lo muestra el tema "En el lomo del río", donde nos entrega una fusión de rock con el son, en una letra que también busca incorporar la influencia de los autores nacionales y las temáticas de estas canciones llenas de referencias a las regiones geográficas de nuestro país, siguiendo la travesía del río.
La única canción en co-autoría del disco, "Mariposa", donde la música fue compuesta por Sarah Jiménez y la letra corrió a cargo de Guillermo Briseño. Dentro del arreglo del tema se pueden escuchar unas guitarras flamencas que toca Lorenzo Fernández. En esta canción percibo mucha influencia de Joan Manuel Serrat, como si fuera una canción que pudo haber compuesto y cantado el Nano, bastante bella por cierto, pero con esa fuerza roquera que le da el grupo.
"Pregúntale a tu retrato" es mi canción favorita del disco, su letra es breve pero bastante efectiva, en añoranza a la persona amada. De nuevo destaca la interpretación de Memo, pero aparte de esa parte baladezca que se presta para la temática de la canción, tiene un gran freseo de bajo que es al que recae la melodía y también cuenta con una sección intermedia energética y algo experimental con las voces se escuchan y los rápidos arpegios de piano, jugando un poco con la dinámica de lo habitual.
La única pieza intrumental del disco es "El árbol de la noche triste" que nos presenta nuevamente esa búsqueda por fusionar el rock con ritmos y música más apegada a nuestras raíces. En este caso este tema tiene una estructura que recuerda al progresivo, pero con melodías y rítmica que nos traen reminiscencias a la música prehispánica... bueno a lo que dicen que sonaba la música de aquella época. El título de esta pieza hace referencia a aquel árbol donde dice la leyenda que el conquistador español Hernán Cortés se acercó a llorar luego de una derrota en batalla contra el ejercito mexica. Existe entonces la 'polémica' de si el nombre es apropiado dado que los invasores eran los españoles y por ende dicha noche no debió haber sido triste... Pero como comenta Memo en las notas de las canciones: "El árbol de la noche triste". Desde luego, un símbolo de mestizaje continuo, sin que por esto pierda su atractivo para los perros...
Si por algo se caracteriza gran parte de la obra posterior de Briseño, es por su crítica política y social, "Comparaciones (Apariencias)" es así el primer tema con este enfoque. Y como es otra de sus características, su crítica no es panfletaria, ni facilona, sino envuelta en poesía que oculte el mensaje para aquellos que de verdad sepan escuchar. En este estilo destacan de su obra posterior "La gata hidráulica" y "Presagio charro". Definitivamente un recurso necesario dentro de las sociedades represoras como la que se vivía en ese entonces. La emoción que transmite en esta interpretación, solo al piano, es brutal. En la voz utiliza recursos como el falsete, mientras realiza ligeros adornos entre las progresiones de acordes. Simplemente el maestro haciendo lo que mejor sabe hacer.
Un aténtico oasis en el desierto musical que padecía el país en cuanto a rock y como ha sucedido con otras grandes obras de nuestro rock, este disco jamás ha sido reeditado. Y es una lástima ya que nos perdemos de un brillante despliegue de talento de uno de los genios con los que aún cuenta este país y sigue siendo pasado por alto no sólo por el público en general, sino por muchos críticos del rock de nuestro país que se dicen conocedores. Pero en fin, realmente dense la oportunidad de disfrutar el inicio de uno de los personajes clave para la evolución, tan negada por sus detractores, del rock mexicano.
[En 1977] formó Briseño, Carrasco y Flores al que posteriormente se suma Hebe Rosell. Con esa formación recorre todo el país tocando para la Secretaría de Educación Pública. Viajan a Cuba en una gira por toda la isla. Es invitado a conducir una nueva serie de televisión llamada De cara al futuro para RTC.Wikipedia
Guillermo Briseño es uno de nuestros “rockers” más conspicuos, con una muy larga carrera musical, incursionando en los más diversos géneros: rock, blues, trova, música infantil, y hasta música sinfónica ha compuesto, ha coqueteado con el Jazz y con la música caribeña, es uno de los letristas más dignos de nuestra escena roquera y es además, un artista entendedor de su entorno social y cultural, un sujeto que participa activamente a favor de las causas sociales que considera justas.Ariel Martínez (blog Los Sueños http://ritornomiracolo.blogspot.com)
Pero antes de ser todo esto, a fines de los años sesenta, cuando era un veinteañero, con estudios formales de piano desde los ocho años e informales desde los tres, formó parte y era el alma de uno de los grupos del rock nacional más importantes e interesantes de cualquier momento histórico y uno de los pocos que adoptaron el “funk” como se ritmo base y el espíritu de su empresa.
Algunas opiniones de Briseño en una entrevista que dio en 2003:
“Todos esos artistas que salen en Televisa y su competencia son superficiales, que le han vaciado el coco y las venas a la gente, que han provocado que las personas pierdan el respeto a las señales que mandaban de la gran música mexicana de nuestros mayores y contra la cual no tengo que enemistarme con Pedro Infante, Jorge Negrete, Agustín Lara, Los Panchos o Cri Cri; o con los de la otra franja como Hernández Moncada, Manuel María Ponce o Silvestre Revueltas, quienes definieron esos aires que reconocemos como música mexicana, que cuando uno va al Polo Norte y escucha una manera particular de tocar la guitarra o de cantar hay algo que te mueve el nervio; para eso tengo mucho respeto, afecto y mucho gusto; pero que no me pueden quitar el derecho a disfrutar a Bach ni a James Brown o B B King o lo que me dé la gana'”.Entrevista por el lanzamiento de su disco de blues Sangre azul (La Jornada, viernes 14 de noviembre de 2003, entrevistado por Jorge Caballero).
“A lo largo de estos años de andar en el rocanrol me di cuenta de que el blues es el lugar donde me puedo atrincherar, al lugar adonde siempre regreso. En todos mis discos siempre aparece una rola declaradamente blusera, que me muestra que de ahí me agarro; y no de las cumbias, que me parecen cosas más propias del lechero que llegaba a visitar a la muchacha que trabajaba en casa, y que algunas de las hermanas de mis cuates también las pueden disfrutar. No es por tratar de adquirir una óptica acá de jerarquía sobre los demás, no soy tan estúpido, solamente que dentro de lo mexicano también hay cosas que tienen su pedigrí y otras que son bajas... vulgares, que han tentado a los chavos, que han hecho del rocanrol un híbrido que ni siquiera es fusión. No es para hablar mal de los grupos, me parece fantástico que les vaya requetebién, que la raza se prenda muchísimo y que bailen el ska aventándose unos contra otros. Lo que sería requetesuave es que en el panorama del rocanrol hubiera más memoria... más razón... una óptica de mayor aliento. Si van a hacer fusiones que hagan mezclas reales e incorporen todas esas cosas que les gustan, pero cuando uno no sabe tocar bien lo que hace es un híbrido sietemesino que se queda a la mitad del camino. Si quieres meter una rumba hay que chingarse con la rumba, yo puedo componer algo que tenga reminiscencias de rumba pero me pongo a escucharla para agarrar la onda o le pregunto al que sabe porque no son enchiladas”.
“Hay un problema con la historia del rock en México: se cree que es una moda nada más, una manera de traer los pelos, de ser muy loco, de mascar el chicle, de darse unos toques frente a los adultos para que se espanten... cuando el desafío real es violentar a la sociedad como algunos grupos lo han planteado, como la disposición que algunos mostraron con el alzamiento zapatista, pero la mayor parte de ellos fue de orden marquesinero, en la onda de que estaba de moda y todos querían estar en los festivales, cuando la onda no es solamente estar en la manifestación y en la expresión pública, sino romperse el alma, que su obra lo diga, y en la capacidad de proponer cómo modificar las cosas, cómo alterar desde dentro de cada trabajo fotográfico, pictórico o de la familia, hay que cambiar este mundo”.
Lista de Temas:
1. Aquí estoy (Vámonos lejos)
2. La mancha
3. Try
4. Entre la piel y el alma
5. En el lomo del río
6. Mariposa (música de Sarah Jiménez)
7. Pregúntale a tu retrato
8. El árbol de la noche triste
9. Comparaciones (Apariencias)
1. Aquí estoy (Vámonos lejos)
2. La mancha
3. Try
4. Entre la piel y el alma
5. En el lomo del río
6. Mariposa (música de Sarah Jiménez)
7. Pregúntale a tu retrato
8. El árbol de la noche triste
9. Comparaciones (Apariencias)
Alineación:
- Guillermo Briseño / piano, teclados, voz
- Gilberto Flores / batería
- Mario Carrasco / bajo
Músicos invitados:
Lorenzo Fernández / guitarra flamenca (6)
Óscar Sarquiz / guitarra de acompañamiento (3, 5)
Luis González Lobo / guitarra de acompañamiento (5)
David Baksht, Julio Solórzano, Henry West / dedos y palmas (4)
- Guillermo Briseño / piano, teclados, voz
- Gilberto Flores / batería
- Mario Carrasco / bajo
Músicos invitados:
Lorenzo Fernández / guitarra flamenca (6)
Óscar Sarquiz / guitarra de acompañamiento (3, 5)
Luis González Lobo / guitarra de acompañamiento (5)
David Baksht, Julio Solórzano, Henry West / dedos y palmas (4)
No hay link. Tenemos una versión gracias a Carlos, pero la digitalización deja mucho qué desear. Ya que, si insisten... por aquí avisen.
ReplyDeleteFelicidades!!! Muy buena contexto a la reseña del disco. y pues sí, mochense con el disco!!, sino digan dónde lo consigue uno!!!
ReplyDeleteYa está en la lista!
DeleteGracias :¬)
ReplyDeletemuy buen texto, gracias por la información. el disco se consigue en "una nota que cae" blog de rock
ReplyDeletemexicano
GRANDES CRONICAS DE UN GRAN DISCO , EXACTAMENTE DESPUES DE OIR EL BLUSESOTE " TRY " , ME LAS ENCUENTRO . DISCO ATEMPORAL QUE FORMA PARTE INTEGRAL DE MI SOUNDTRACK DE VIDA . .
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