Este año hemos oído a muchos románticos de la Europa continental; ya va siendo hora de que oigamos algo de músicos ingleses. Aun así, creo que me he precipitado, porque Frederick Delius, que nació en Bradford y estudió en Isleworth (poblaciones de Inglaterra), era de padres alemanes, vivió en muchos lugares y viajó por Francia, Alemania, Noruega y Estados Unidos.
Cosmopolita y curioso, fue amigo de muchas lumbreras de su tiempo: el dramaturgo August Strindberg, los pintores Paul Gauguin y Edvard Munch y colegas como Edvard Grieg y Percy Grainger.
De joven tuvo una formación que determinó el curso de su vida. En 1884 dejó Bradford y viajó a Estados Unidos para trabajar en la cosecha de la naranja en Florida (quizá fuera una forma de huir de la firma textil de su familia, en la que de otro modo habría acabado sus días). En Florida, donde soñaba con ser compositor profesional, publicó su primera obra. También fue en Florida donde conoció la música afroamericana que tanto influiría en su estilo personal.
Cautivado por los espirituales que cantaban los camareros en su tiempo libre y los marineros que faenaban en los barcos, incorporó estas y otras músicas no europeas a su ópera Koanga, que se estrenó este día del año 1904. Basada en una historia de la vida criolla, se centra en un príncipe africano y un sacerdote vudú, esclavizados en una plantación de Misisipí. En términos generales, se acepta que fue la primera vez que un compositor que trabajaba dentro de la tradición europea se basaba en material melódico de la música afroamericana.
Clemency Burton-Hill.
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