“En Perú han masacrado pueblos enteros”, se lamenta pero denuncia una activista en los primeros intercambios de la visita. Ya van tres meses del Golpe político, mediático y parlamentario en el país andino, pero las calles no se olvidan. Allí se resiste este 8M, día internacional de las mujeres y disidencias trabajadoras.
Los pueblos del Perú hacen lo imposible para sacar al mal gobierno de Dina Boluarte, presidenta autoproclamada, y su política de muerte y represión que ya causó el asesinato de al menos 75 personas; dejando a varias heridas y decenas de detenidas. Un Perú donde las mamitas son criminalizadas por salir a las calles con sus guaguas (bebés) para defender sus vidas. Donde decir “olla popular”, “marcha” o “asamblea” es sinónimo de terrorismo, donde recolectar dinero de manera solidaria puede ser sentencia de cárcel y donde los gases lacrimógenos y las balas son la cara visible del Estado.
En Perú hay una dictadura. Con nuevos formatos y dispositivos que distan de los conocidos durante la dictadura fujimorista pero con una fórmula que se replica en los territorios. A través de la supremacía parlamentaria, la judicialización, la criminalización de la protesta social y la militarización de la vida cotidiana se condensa un mismo entramado de intervención que es política, judicial y mediática. Una dictadura que es racista y machista; que apunta directamente contra los cuerpos y territorios de los pueblos indígenas, mujeres y disidencias organizadas. El objetivo es claro: que esos pueblos y organizaciones no tengan acceso, ni siquiera, a la partecita del mundo que les corresponde, a los derechos básicos para la vida.
El objetivo también, es castigar a quienes se niegan a aceptar los más de 500 años de colonización sobre sus formas ancestrales de vida y creencias. La destitución y detención del presidente Pedro Castillo durante diciembre de 2022, seguido de la represión y masacre de los pueblos andinos refieren al mismo plan sistemático; y más allá de las críticas al gobierno de Castillo, su asunción simbolizó la posibilidad de que un líder campesino, sindicalista y docente pueda ser presidente del Perú.
El golpe institucional contra Castillo, su detención, la suspensión de las garantías constitucionales y del mandato de la soberanía popular y la inmediata imposición del actual régimen reorganiza el orden y trae tranquilidad a los más poderosos. En los últimos 30 años, el único logro de la Constitución peruana -fujimorista-, ha sido defender y conservar la riqueza del 1% de la población en detrimento de las mayorías. De ahí que cualquier persona que exija su modificación es atacada como terrorista. El terruqueo, término que refiere a la descalificación de activistas y luchadorxs sociales, ha sido la punta de lanza con la que el régimen golpista intenta sostener su legitimidad.
El país de las mamitas
En el distrito de Villa María del Triunfo viven más de 450 mil personas. Ahí, desde la pandemia por COVID 19 se realizan ollas comunes para alimentar a la población. Miski Mikuy, que significa comida rica en quechua, es una de las 307 ollas que funcionan en el distrito. Allí nos recibieron Doris y Margarita, quienes nos explicaron que a pesar de la pobreza, el encuentro y la organización les cambió la vida. Nos dimos cuenta que era mejor organizadas y de manera comunitaria relata Doris que trabaja de manera voluntaria como coordinadora de la ollita junto a sus 16 compañeras.
Las mamitas, como se llama a las mujeres de pollera, a las madres de las barriadas y abuelas de los territorios, fueron quienes impulsaron la creación de las ollas cuando no hubo contención del Estado durante la cuarentena. Incluso, en todo Lima, son 2500 ollas las que permanecen activas. Sin embargo, a tres años del comienzo de la pandemia, la ollita no puede frenar, según explican sus lideresas que lamentan la situación de hambre que atraviesa su pueblo. En muchas casas, el alimento de la ollita es el único al que acceden las familias en todo el día.
Durante el golpe parlamentario, seguido de la imposición del gobierno de Dina Boluarte, las ollitas dejaron de recibir los alimentos secos que recibían de parte del municipio. Hoy, las mamitas sostienen la vida de toda la barriada a costa de soportar al menos tres jornadas laborales. Denuncian que la situación actual es muy compleja: “se están muriendo nuestros hermanos, no podemos ignorar lo que vive nuestro pueblo” se lamenta Doris. Nos duele cada hijo perdido, todas somos mamitas y nos ponemos en su lugar, agrega mientras abraza a su compañera Margarita que revuelve la olla de arroz con leche.
Las mamitas somos luchonas, explica Doris al responder sobre cómo sostienen la vida y aclara pero no por eso soy terrorista.
Las mamitas somos luchonas, explica Doris al responder sobre cómo sostienen la vida y aclara pero no por eso soy terrorista. Las mamitas hacen un esfuerzo enorme para defender sus ollas cuando no había gas, agarraban cada palito que se encontraban en el camino; van al mercado y piden las verduras que sobran y se preocupan por la salud de sus vecinas. No desconocen, tampoco, que el aumento de los alimentos es parte del mismo régimen. Son los hermanos del sur, de los campos a quienes están matando los que nos alimentan. Y sostienen: Dicen que no sabemos pero sí sabemos lo que sucede. Tenemos la universidad de la vida, no somos tontas como creen.
Continuamos el recorrido por unas largas escaleras junto a Doris y Marlene, la referenta de la ollita Juan 3:16. Con su guagua en la espalda, Marlene sube cada escalón a paso tranquilo y nos abre las puertas de su ollita. Con una vista panorámica hacía todo el distrito, puso a disposición de la comunidad su terrenito para alimentar a 60 familias de su comunidad. No cuentan con servicio de luz ni agua y ya casi no cuentan con los alimentos básicos para cocinar. Somos guerreras, hacemos magia con los pocos ingredientes que hay“, explica Marlene en el intercambio.
Es 8 de marzo pero la lucha y el cuidado de la vida por las mujeres de las ollitas es de todos los días. Brindamos por el día, por las mamitas guerreras y luchonas que que alimentan a todo un pueblo. En Perú, como en todo Abya Yala, el fascismo y las políticas de muerte no pasarán: nos cuidan las mamitas.
Redacción MarchaPedido por el Perú que queremos
Sí, a pesar que la protesta social sea invisibilizada por los medios de comunicación…
A pesar que, endurezcan el marco legal socavando el derecho a la manifestación…
A pesar de los más de sesenta muertos…
A pesar de soportar las cortinas de humo, que intentan engañarnos…
A pesar del racismo, discriminación, exclusión y violencia que se van agudizando…
A pesar de todo…
Seguimos de pie,
Seguimos organizándonos,
Seguimos luchando por nuestros derechos y una mejor vida.
Seguimos y seguiremos.
En Lima, norte, centro y sur; costa, sierra y selva; dentro y fuera del territorio.
Y somos miles… de todas las etnias, colores, costumbres e idiomas.
Porque nos une lo «común» y dejamos de lado la «diferencia».
Porque queremos la paz.
Nuestro pedido, “Por el Perú que queremos”, se inició el 15 de enero del presente año, cuando las «papas quemaban», para aliviar el dolor de nuestros muertos y la impotencia de no encontrar el camino…
Nos unimos a las miles de manifestaciones pacíficas (sin infiltrados) que buscaban y buscan una salida a la crisis.
El Pedido se mantuvo con «cacerolazos» virtuales a las 8pm y recientemente, el 19 de febrero pasado, realizamos un nuevo encuentro, junto a Gandhi y, con Silo en nuestro mensaje.
Este 5 de marzo seguiremos en la brega, como muchos de nuestros hermanos que siguen manifestándose, hasta encontrar el camino del diálogo abierto y respetuoso de las diferencias.
“Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente”.
Principio de Acción Válida.
El Mensaje de Silo. Editorial Edat, Madrid. 2008.
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