Hoy, cumpleaños de Telemann, toca una obra suya en estilo sosegado y escrita para un instrumento que según algunos es el que más se parece a la voz humana (aunque otros son menos generosos, ya que la viola ha sido blanco de chistes orquestales durante mucho tiempo).
En nuestro encuentro con Telemann del mes pasado dije que no terminó los estudios de Derecho; lo que siempre me ha conmovido es que, a pesar de que su familia lo obligaba a seguir caminos profesionales que no le gustaban, en privado no renunció nunca a sus sueños musicales: aprendió solo a tocar varios instrumentos y además escribía música en secreto. Creo que esta necesidad de expresarse puede percibirse en gran parte de sus obras: es música que habla por sí sola.
Clemency Burton-Hill
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