9 de marzo
Concierto para violín, op. 14 II: Andante
Samuel Barber (1910-1981)
No todos los que cambian de juego, terreno o perspectiva musical cambian en realidad muchas cosas. Aquí tenemos a un compositor que por resistirse al hechizo intelectual del vanguardismo, acabó pareciendo un espíritu radical.
Muchos compositores estadounidenses se sintieron atraídos a mediados del siglo XX por las aventuras atonales y las tendencias arrítmicas que hacían furor en Europa. Samuel Barber, que nació este día, prefirió permanecer aferrado a cosas que probablemente se consideraban «anticuadas» entonces: melodías líricas, armonías confortantes, orquestación suntuosa y géneros tradicionales. (Dicho de otro modo, las cosas que a la gente le gusta escuchar en el fondo.) Muchos contemporáneos suyos han sido olvidados; la fama de Barber no hace más que crecer.
En plena tormenta, en 1939, se puso a escribir un concierto para violín para un artista joven y dotado de la época. De la serie de influencias posibles, como Korngold y Puccini, Barber optó por beber directamente de los conciertos para violín de Bruch y Sibelius. Sin embargo, supo insuflar en su obra su propia sensibilidad emocional. El lenguaje es totalmente de Barber: y absolutamente maravilloso.
Clemency Burton-Hill
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