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Devin Townsend - Lightwork (2022)

El prolífico y polifacético músico canadiense volvió a la carga con "Lightwork" y su complementario "Nightwork", dos discos en una nueva demostración de creatividad que une las características presentes en toda la obra del músico, desde el metal al prog, pasando por su cara más melódica y accesible y contrastes de claridad y oscuridad. Es su decimotercer álbum y el segundo álbum que lanza bajo su propio nombre, después de haber trabajado anteriormente bajo el nombre de "The Devin Townsend Project" y otros proyectos. El álbum ha sido bien recibido por la crítica y ha sido elogiado por su creatividad, su energía y su mensaje positivo. Además, ha sido un éxito comercial para Townsend, alcanzando el puesto número 10 en las listas de álbumes de rock en Estados Unidos. En general, es un álbum que combina la habilidad musical de Townsend con su exploración de temas espirituales y emocionales, creando una obra dinámica y reflexiva que vale la pena escuchar.

Artista: Devin Townsend
Álbum: Lightwork
Año: 2022
Género: Progresivo Crossover / Inclasificable
Duración: 103:50
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Canadá


El tipo hacía un metal progresivo muy ecléctico pero en este álbum se aleja de su propio estilo. El disco cuenta con 10 canciones que exploran una amplia variedad de géneros, incluyendo el rock progresivo, pop y electrónica (y digamos que casi nada de metal). El sonido del álbum es descrito por Townsend como "optimista y alegre", y es una continuación de su exploración de la conexión entre la música y la energía espiritual.
Como es de esperarse, cuenta con la participación de una variedad de músicos invitados.Para algunos un trabajo bueno y para otros un trabajo mediocre, nadie se pone muy de acuerdo con él, y podríamos decir que es uno de esos discos que uno ama u odia sin términos medios. Justamente por estas razones que nombra el siguiente columnista involuntario...

Los coleccionistas muchas veces somos presa de nuestras propias ansias por devorar música... Una vez más me he vuelto a equivocar, una vez más la he vuelto a liar...
Nunca he sido seguidor de la carrera del canadiense Devin Townsend, de hecho, a pesar de las grandes críticas en las que siempre está envuelto, su trayectoria me parece tediosa, por momentos fuera de lugar... ni siquiera su tan afamado disco junto a Steve Vai del año 93 ha llegado jamás a convencerme...
Pues bien, después de leer un buen puñado de críticas "positivas" y arrastrado por una presentación artística excelente, hace unos días, me compraba el nuevo trabajo del canadiense en unos míticos grandes almacenes españoles. Sinceramente, el bueno de Townsend será un excelente filósofo y un genial contador de historias, pero una vez más me he vuelto a equivocar con su música. Lightwork es inclasificable, un álbum muy alejado del Rock duro que llevo más de 30 años escuchando, ni siquiera cercano a ningún sucedáneo Prog que se precie, abogando por una especie de Pop ensoñador, muy arreglado, eso sí, hiper producido y con un sonido excelente, pero sin ninguna profundidad artística. Las canciones repiten una y otra vez la misma fórmula, cargadas de arreglos electrónicos, teclados enlatados y cajas de ritmo artificiales, con las guitarras ultra enterradas en la mezcla, cuando no desaparecidas, todo ello con melodías azucaradas y almidonadas más vinculadas con el Pop Electrónico que con cualquier estilo cercano al Rock, eso sí, con la voz de Townsend coronándolo todo, hiper procesada, pero curiosa, asequible y atractiva en el resultado final.
Lightwork es un suplicio, un álbum tedioso y enfangado que no engancha en ningún momento, por mucho que melodías peleonas como las de "Equinox", las de la propia "Lightworker" o las de la angustiante "Children Of God", se empeñen en tratar de seducir a cualquier oyente poco experimentado y nada exigente.
Gran error por mi parte, lo reconozco. 5/10.

shemsuhor

Y de la misma manera, tenemos este otro comentario que habla maravillas del disco...

Hace menos de un año que intenté hacer un repaso a buena parte de la discografía de Devin Townsend, un músico por el que siento auténtica devoción, siendo ésta una tarea casi imposible de llevar a cabo sin dejarse muchas cosas en el tintero, ya que la cantidad de trabajos que ha facturado el bueno de HevyDevy es enorme. Un artículo que podéis encontrar en este Madness Zine titulado como “el Alien que vino de Canadá” y en el que no pude incluir mención alguna a “The Puzzle” porque apenas lo había podido escuchar en aquel momento y menos aún a “Lightwork”, disco que salió el 4 de noviembre del año pasado de la mano de InsideOut. Pero con motivo de su inminente visita y por el amor que sentimos hacia el de Vancouver, voy a reseñar este último lanzamiento, un trabajo largo y que en su edición especial contiene dos discos claramente diferenciados y con nombre propio. “Lightwork”, más homogéneo, concebido como álbum principal y el bonus, “Nightwork”, mucho más ecléctico, variado y arriesgado por su dispar contenido.
Hay muchas cosas que me alucinan de Devin, como su personalidad que ha madurado con los años, pasando de esa locura caótica e histérica que se plasmaba en Strapping Young Lad, a su paulatino viaje a la calma y la introspección con gran parte de sus trabajos en solitario. Todo esto sin perder el sentido del humor, una seña de identidad que no deja de arrancar sonrisas desde que inició su carrera. También me alucinan sus entrevistas, donde vislumbramos a una persona sumamente inteligente y brillante, aunque él a veces quiera esconderlo. Pero como consumidores de música, sin duda lo que más me flipa es su avasalladora productividad y creatividad. Y esto, que considero buenísimo, también puede jugarle una mala pasada y me explico... porque lo que voy a escribir será lo único negativo que me leáis acerca del canadiense y, en realidad, no lo considero negativo per se. Bueno, también es muy negativo que este hombre no llene estadios y se le reconozca su genial talento, pero esa es otra historia. A lo que iba, la cantidad de lanzamientos que llega a sacar a la luz hace que a veces nos sintamos abrumados y no podamos seguirle el ritmo. Y quizá eso me llevó a pensar en un principio que “Lightwork” era un disco demasiado denso (más su versión doble) y que tal vez debería hacer mayor criba a la hora de elegir los temas y dejar un poco más de espacio entre trabajo y trabajo. Pues grave error, porque este “trabajo de luz” es un grandísimo álbum. El sr. Townsend está tan por encima de nosotros, es tan de otro mundo, que nada puede aplacar su incesante torrente de ideas y necesita sacarlas fuera y, nosotros, meros mortales, debemos sentirnos afortunados de ser coetáneos de un genio de tal magnitud.
“Lightwork” está fuertemente inspirado o motivado o influenciado -no sabría qué decir- por la pandemia. Por la necesidad de hablar de sentimientos y evocarlos. Sentimientos que por culpa del Covid no pudimos experimentar. Porque el álbum entero se siente como un viaje, una experiencia que se vuelca en inspirar cosas positivas, en reconectar con uno mismo y respirar con calma. Eso sí, vamos a hablar también de “Nightwork”, una heterodoxa colección de canciones en las que da rienda suelta a todo lo que le apetece hacer. Porque si bien hay mucha gente que insiste en que vuelva a reunir a SYL, algo que ya ha dicho muchas veces que no le apetece hacer, en este bonus cd algunos fans van a encontrar cortes donde pueden saciar su hambre de escuchar al Devin más salvaje. “StarCrash pt. 2” -que continua el tema iniciado en “The Puzzle”- “Stampys Blaster” y “Factions” son tres temas donde vamos a encontrar mucha caña. El primero, aunque menos loco que su parte 1, contiene riffs propios del death metal que practicaba antaño y unas melodías oscuras, aparte de la participación de Anneke Van Giersbergen, quien no necesita presentación. De hecho, no es la única, en los dos discos están sus colaboradores habituales de los últimos años, como la mencionada Anneke junto a Ché Aimee Dorval en las voces, Morgan Agren y Darby Todd en la batería o incluso Steve Vai. Y me dejo muchos más músicos que también participan. Pero como decía, la caña es lo principal en estos temas, como en la cortísima “Stampys Blaster”, que no dura ni 40 segundos en los que los coros epiquísimos y la velocidad absurda de los blast beats son los protagonistas, igual que en “Factions”, que rememora las composiciones que podíamos encontrar en discos como “Deconstruction”, aunque con un tono más oscuro.
A partir de aquí, “Nightwork” se convierte en un caja de sorpresas donde te puedes encontrar locuras que sólo pueden salir de la cabeza de un genio, como “Precious Sardine”, una rareza imposible de clasificar con alusiones directas en su letra a la cuarentena que el mundo tuvo que pasar y que abraza de lleno la música electrónica para pasar a sonar casi doom metal; otros temas más calmados y clásicos como la maravillosamente “floydiana” “Sober”, que es una delicia; “Boogus” que tiene un alma retro y me lleva a pensar en Shivaree y su “Goodnight Moon”; o los temas con influencia country o incluso que podrían caber en un disco de Casualties of Cool, como “Yogi” con un final a lo The Beatles pero pasado por su épico filtro o “Carry me home” que es bastante romántica y melancólica. Igualmente podemos encontrar reminiscencias del Devin Townsend más “clasico” en “Hope is the world”, contundente medio tiempo con melodías marca de la casa; y una respuesta a un tema de “Lightwork”, “Children of dog”, que juega a cambiar el título con el anagrama dog/god. En líneas generales, “Nightwork” no está concebido como un álbum al uso y es más bien una colección de canciones probablemente compuestas en distintos momentos, pero si eres fan de este alien canadiense, lo vas a gozar y mucho, por su eclecticismo. Ahora bien, si quieres un disco homogéneo y pensado para que funcione como un todo, hablemos de “Lightwork”...
La portada del gran Travis Smith ilustra perfectamente lo que vamos a encontrar. Es sencilla, sí, pero evocadora en cuanto al gran significado que contiene. Igual que la música que vamos a escuchar. Porque cuando empieza “Moonpeople”, cuyo videoclip por cierto fue grabado en Altea, el ritmo hipnótico de la canción nos anticipa que no va a haber tanta complejidad técnica pero sí un esfuerzo enorme por dar con melodías que nos atrapen y nos emocionen. ¡Y vaya si lo consigue! La sensación de agradable melancolía que te envuelve es maravillosa, aunque cuando gira a momentos contundentes también se siente como mirar a lo desconocido. Sentimientos que hemos vivido fuertemente durante la pandemia. Esa mezcla de perder lo que nos hacía sentir bien y la incertidumbre de no saber cuándo volvería, de buscarlo en nuestra mente. “Lightworker” (la canción) juega con los contrastes y la contundencia, incluyendo elementos familiares como esos toques circenses, que de alguna manera hace que me resulte muy emotiva.
Los ritmos hipnóticos continúan en “Call of the void”. Guitarras cristalinas con reverb/echo, tan clásico de Townsend, que crea unas melodías bellísimas. Sin duda uno de los puntos álgidos de “Lightwork”, una canción que llama a la calma y que crea un sentimiento tranquilizador en el que una media sonrisa y una lágrima se entremezclan. Por cierto, aunque es un disco que puede escucharse en cualquier momento (quizá más para viajar como ponía en el “Perdition City” de Ulver...), sí recomiendo la utilización de auriculares para escuchar cada detalle que Devin cuela y como su producción se adapta a los distintos elementos que utiliza para crear las canciones. Por ejemplo en “Equinox”, encontramos un aire más electrónico, que roza el pop más ambiental en su esencia pero sin olvidar la contundencia y la épica habitual de este gran aficionado a las marionetas (Ziltoid approves!!). Hablando de electrónica, “Dimensions” lleva mucho rollo electrónico, aunque más kraut, pero un kraut salido de la mente de un músico que siempre va a sonar personal y potente, y que tras usar bastantes voces agresivas (algo no muy habitual en “Lightwork”) gira a voces más melódicas creando un ambiente espacial, cuela un solo de guitarra loquísimo y finaliza, para los más metalheads, con un ritmo bastante SYL.
Que Strapping no va a volver lo tenemos que aceptar ¿ya es hora, no? Porque siempre hay fans cazurros (perdón...) que no aceptan que los auténticos dueños de sus creaciones son los artistas y precisamente a Devin Townsend no se le puede exigir nada, porque material crea constantemente y para todos los gustos. Lo que no se ha marchado del todo en este último trabajo, aunque sea más sencillo en líneas generales, es su elemento proggy, y lo encontramos en “Heartbreaker”. Un corte rítmicamente cambiante, en contraste con lo que nos había presentado hasta ahora y que lleva la sonoridad espacial/sci-fi un paso más allá, siendo ideal para un videojuego o peli del espacio. Igualmente “Celestial Signals” podría hacer las delicias de los que echan de menos el sonido de “Addicted”, porque encajaría perfectamente en dicho álbum. Épica como ella sola, aunque muy melancólica, tiene momentos grandiosos con los coros y los teclados que la hacen sonar realmente celestial.
Ya finalizando encontramos “Heavy Burden”, quizá el corte más raro del álbum por la utilización de las voces, con momentos teatrales, pero nunca exento de contundencia, al contrario que “Vacation” que podría ser un corte ideal para Casualties of Cool, con su aire country/pop y ese rollo 60´s en los teclados. Y cierra “Children of god”, el tema más largo de todo el trabajo. Y tengo que decir que es perfecto como despedida, porque suena a final de una película, a esa gran canción que resume los sentimientos vividos tras una aventura grandiosa en lo que a emociones se refiere.
“Lightwork” es un disco que crece tras cada escucha. Muy luminoso y seguramente necesario tras la pandemia. Catarsis para Devin y para nosotros. Etéreo, espacial por momentos, este álbum, como bien ilustra la portada, es el faro que nos guía emocionalmente, o más que el faro, la luz de una estrella en el firmamento que guía a los marinos (nosotros) en un viaje en busca de sentimientos antaño conocidos. Un disco que pasa de temas de escala íntima y calmada a momentos casi cósmicos y que hará las delicias de quienes buscamos al Devin Townsend más centrado en los sentimientos positivos. Porque esa luz que nos guía tiene nombre propio y nació en Canadá y su estrella es tan brillante que nos deslumbra en sus directos cada vez que nos visita y yo que vosotros, no perdería la oportunidad de verlo en vivo, porque de sonrisas, lágrimas y mucha calidad van sobrados sus conciertos.

Miguel Fernández



Un último vistazo al disco y a otra cosa mariposa, pueden escucharlo en el anterior video y sacar sus propias conclusiones, porque quienes escriben comentarios no se ponen de acuerdo. Para variar, yo no voy a emitir opinión, me callo, los dejo a ustedes como protagonistas indiscutidos, junto con esta gente que escribe y escribe y no llegan a ningún punto en común.

Muchas veces cuando se conversan con fanáticos, personas y más acerca de una banda o musico, estos esperan algo que el músico puede o no puede dar. Entonces, eso al final no depende del fanático, sino del músico, si el quiere seguir un camino distinto a lo que paso en sus anteriores producciones y otros proyectos es libre de hacerlo, pero eso no prohíbe que las cosas se vean desde un punto de vista objetivo, porque, así como el músico es libre para hacer lo que quiera con su legado. Este también tiene que verse con pinzas respecto a lo hecho antes y a lo que se tiene en mente para un siguiente disco, ya que mientras un músico abre más alternativas o puertas en su camino, y la decisión de un siguiente disco de regresar a lo básico o a lo influenciado por bandas del pasado, pues es algo que deja muchas interrogantes. Siendo así que Devin Townsend llega con “Lightwork”, un disco que corta su propia evolución y se envuelve en música de hace más de 30 años, y aunque en el pasado tuvo estas influencias ahora esos detalles están mayormente presentes. ¿Cuál es la nueva cara de Devin en este nuevo álbum?
Estuve muchas horas detrás del álbum, pensando en como abarco el disco de un prodigio como lo es Devind Townsend, porque “Lightwork” estaba en lo más alto de mis expectativas, porque siempre fue un músico curioso y distinto. Pero en mi manera de pensar y de no tener ningún aspecto de nostalgia a la música por los años que tenga, me hizo pensar bastante en lo que este señor busca dentro de su carrera musical, porque desde el inicio, es un disco que tiene su esencia, pero se olvido de colocar las texturas y dinámicas que siempre tuvieron todos álbumes, y se concentró en seguir el camino independiente que tuvo en “Snuggles” (2021) y “The Puzzle” (2021). Con detalles electrónicos planos y que hasta se escucharon en fondos de película como lo tuvieron “Labyrinth” (1986), “The Neverending Story” (1984) o más dentro de ese ambiente fantástico y maravilloso de los 80s, donde la influencia de David Bowie en este álbum es abrumadora.
El disco por más que lo veas como una pieza más tranquila o que haya querido tener otra secuencia, o como personas que se vendan los ojos pensando que todo lo que salga de un artista o banda conocida, siempre será bueno. Pues no, eso es una completa falacia y que solo demuestra lo corrompido que esta el mundo musical por esos pensamientos. Porque las cosas como son y este “Lightwork” es el peor trabajo hasta la fecha de Devin Towsend, debido a que si abriste puertas innovando y trayendo nuevos universos auditivos. Sale un disco y te dice, “oye, escucha, hice un tributo a David Bowie y me puse a jugar con lo electrónico plano de la música colocando algunos detalles de The Cure”, porque ni una canción es resaltable más que la otra, todo es plano, y cuando se escucha la personalidad de siempre, pues ya lo escuchaste antes en otras producciones de este canadiense que te remontan hasta Strapping Young Lad en el “City” (1997). Ósea una secuencia conocida de lo mismo, y sin muchas texturas dentro de lo electrónico, porque si vamos dentro de ese plano electro, hasta lo que hizo Aphex Twin hace más de 40 años, tiene más diversidad en el lado electrónico que en este disco.
Primera vez que salgo tan decepcionado de un álbum de Devin Towsend, porque “Lightwork” es muy plano a nivel general, no tiene momentos álgidos, no despega el álbum. Te mantiene zombie en el mismo estado, sin cambios, solo sonido “locos” para que el oyente diga, oye, genial que haya puesto eso. Porque se vendan los ojos y estoy seguro que entrará en muchos tops, solo por el hecho de que es Devin, porque si fuera un artista desconocido, sería un disco más para llena la vitrina de una tienda de discos. Una decepción completa, y aquellos pros de la evolución de la música que dicen que esto es genial, pues de verdad, salgan un ratito de su zona cómoda, ya que ahí se darán cuenta que el disco es uno más, y no la idea trascendental que siempre tuvo este señor.

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Páginas Oficiales:

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Bandcamp
Spotify



Lista de Temas:
Disc 1 (55:59)
1. Moonpeople (4:44)
2. Lightworker (5:29)
3. Equinox (4:39)
4. Call of the Void (5:53)
5. Heartbreaker (7:00)
6. Dimensions (5:23)
7. Celestial Signals (5:12)
8. Heavy Burden (4:23)
9. Vacation (3:10)
10. Children of God (10:06)

Disc 2 - Nightwork (Ltd. Deluxe Artbook) (47:51)
1. Starchasm, Pt. 2 (4:34)
2. Stampys Blaster (0:38)
3. Factions (5:13)
4. Yogi (3:57)
5. Precious Sardine (10:14)
6. Hope Is in the World (4:16)
7. Children of Dog (6:45)
8. Sober (4:37)
9. Boogus (3:33)
10. Carry Me Home (4:04)

Alineación:
- Devin Townsend / vocals, guitar, bass, synth, computer, orchestrations, co-producer, mixing
With:
Anneke Van Giersbergen / vocals
Ché Aimee Dorval / vocals
Morgan Agren / vocals, drums & percussion
Mike Keneally / guitars
Steve Vai / guitars
Darby Todd / drums
Federico Paulovich / drums
Diego Tejeida / keyboards
Nathan Navarro / bass
Jonas Hellborg / bass
Elektra Women's Choir / choir



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