10
marzo
Zigeunerweisen,
op. 20. — Aires Gitanos
Pablo
Sarasate (1844-1908)
Hoy
tenemos más violín, pero muy diferente del de ayer, a veces fantaseo con lo que
habría sido ver en acción a los grandes violinistas de la historia: Fritz
Kreisler, Joseph Joachim, Niccolò Paganini, Marie Hall, Jascha Heifetz y el
español Pablo Sarasate, que nació este día en Pamplona. Celebrado por su
virtuosismo interpretativo, compuso obras con mucha gracia estilística que
estimulan tanto cuando se escuchan como ponen los pelos de punta cuando se
tocan.
Como
muchos compositores de la época, Sarasate era consciente de la creciente
tendencia que había a incorporar aires folclóricos a las obras modernas. El
título de esta obra significa «aires gitanos» y probablemente surgió de un
viaje que Sarasate hizo a Budapest en 1877, durante el que visitó al gran compositor
húngaro Franz Liszt, dio algunos conciertos y se empapó con la música de las
bandas populares locales. Como la música clásica es un cajón de sastre en el
que cabe todo, parece que Sarasate no tuvo empacho en robar entera una melodía
folclórica que le llamó la atención, la canción «Csak egy szép lány van a
világon» («Solo hay una encantadora doncella en el mundo»).
Cuando
un compositor húngaro llamado Elemér Szentirmay, algo enfadado, se puso en
contacto con el editor alemán de Sarasate, tras la publicación de los
Zigeunerweisen, para señalarle el robo, Sarasate se hizo el sueco, dijo a su
ayudante que escribiese en alemán una carta de disculpa en su nombre y para que
en lo sucesivo se reconociera en el manuscrito al autor de la melodía
principal: «con la amable autorización del compositor». Qué descaro. La fama de
Sarasate en vida fue inmensa. Pintado por James Whistler, fue incluso personaje
literario de Arthur Conan Doyle, Edith Wharton y Anthony Burgess.
Clemency
Burton-Hill
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