El canto monofónico del 16 de nov enlaza magníficamente, creo yo, con la pieza igualmente insólita de hoy, en que también oímos una sola línea vocal. Es como un puente sónico que cruza el tiempo y el espacio, intencionadamente o no.
Como ya vimos en septiembre, Villa-Lobos, que falleció este día, estaba interesado por encontrar un medio musicalmente atractivo de combinar su gusto por la música europea con los sonidos, temas y sentimientos de su Brasil natal. Sus nueve suites llamadas Bachianas brasileiras son quizá la expresión más perfecta de sus deseos, ya que reflejan sus dos pasiones paralelas, Bach y Brasil.
No es que fusionen a la perfección las imágenes del folclore local con el barroco germano; es más bien que Villa-Lobos, con amor e ingenio, adapta y aplica procedimientos armónicos o contrapuntísticos propios de Bach a la música brasileña, con un resultado inusual e inolvidable.
La quinta bachiana, compuesta entre 1938 y 1945, es particularmente atractiva; en ella oímos a una soprano con un acompañamiento de ocho violonchelos. Empieza con un aire lento y expansivo, como habría podido hacer el propio Bach (véase el 17 de septiembre), y se va convirtiendo en una animada danza de acento latinoamericano. Según el compositor, «representa un ritmo característico y persistente parecido al de las emboladas, esas curiosas melodías del interior del Brasil». La melodía, añade, «evoca los pájaros de Brasil».
Sobre o espaço, sonhadora e bela, En el espacio, soñadora y bella
surge no infinito a lua docemente, aparece dulcemente la luna en el infinito,
enfeitando a tarde… maquillando la tarde…
Clemency Burton-Hill
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