Ya conocimos en marzo a Monteverdi, el madrigalista disidente: y aquí lo tenemos otra vez, en el aniversario de su muerte, para demostrar por qué fue una fuerza tan revolucionaria para el desarrollo de la ópera: de hecho fue el primer compositor que se dio cuenta del potencial dramático y emocional de combinar en un todo embriagador música, texto, acción y puesta en escena.
Hoy nos parece obvio, pero antes de Monteverdi ningún compositor había puesto en el centro de la experiencia musical los problemas de los humanos reales. Según el musicólogo Jan Swafford, Monteverdi fue el primero que creó ópera con personajes que viven, respiran, aman y odian».
Los de L’incoronazione di Poppea (1643), en efecto, dan mucha importancia a amar y odiar. El lugar de la acción es la antigua Roma, el año 65 de nuestra era. El emperador Nerón se ha casado con Octavia, pero ama a Popea, que está comprometida con Otón, que a su vez es amado por Drusila. Por basar la ópera en hechos históricos y personas reales, Monteverdi consigue un drama apasionante describiendo las maniobras moralmente ambiguas con las que la adúltera Popea satisface sus ambiciones y acaba siendo emperatriz.
Como oiremos en este fantástico dúo, Monteverdi anuncia también la canción moderna, eludiendo la antaño omnipresente polifonía, en la que todos los elementos vocales son iguales, para explorar en su lugar la posibilidad de que palabras y sentimientos puedan comunicarse mejor mediante una sola línea melódica que peina el acompañamiento.
pur ti godo, pur t’annodo, ya te gozo, ya te estrecho,
più non peno, più non moro, ya no sufro, ya no peno,
o mia vita, o mio tesoro. oh vida mía, oh tesoro mío.
Clemency Burton-Hill
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