Como sucediera hace más de 40 años durante la última dictadura, intentan volver a censurar a un artista. Los ataques a Roger Waters por su pronunciamiento de apoyo al pueblo palestino son de larga data, pero este año los hostigamientos recrudecieron, incluso meses antes del 6 de octubre. Durante su gira europea, un burdo intento de suspender un concierto en Frankfurt acusándolo de antisemita fracasó por falta de argumentos. Ahora los hoteles de alta gama le cancelan las reservas entre otras acciones de hostigamiento que sucedieron en los últimos días. ¿Qué cuenta la obra de Roger Waters? ¿Por qué no quieren que se presente?
Por Ramiro Giganti (ANRed).
Mientras se cumplen 40 años de democracia y los debates circulan en paralelo con una situación crítica de cara a una elección que enfrenta a un candidato oficialista con un negacionista de la cifra de 30.000 desaparecidos (y una vice defensora abiertamente de genocidas), un intento de cancelación parece traer de hecho el recuerdo de aquellos tiempos oscuros. Muchas canciones fueron censuradas y artistas exiliados durante la dictadura: desde la Marcha de la Bronca de Pedro y Pablo, hasta Viernes 3am de Serú Giran o la versión de Mercedes Sosa de Como la cigarra. En el caso de canciones de Rock en inglés también hay una larga lista donde figuran John Lennon, The Doors, y, justamente Pink Floyd. Más precisamente lo que fue censurado fue parte de la obra de Roger Waters, The Wall, que tiene una presencia muy importante en el espectáculo que el artista traerá a Buenos Aires la próxima semana.
The Wall es una obra clave con un fuerte mensaje antifascista. En la misma, se recrea la construcción de un fascista, caracterizado por Bob Geldoff en la película y por el propio Roger Waters en sus conciertos. Allí se parodia a un líder fascista con muestras de su estética. Waters se inspiró en su infancia, tras la muerte de su padre, asesinado durante la Segunda Guerra Mundial mientras combatía contra los nazis en Italia. La película, si bien fue estrictamente «prohibida para menores de 18 años», superó el filtro de la censura y pudo proyectarse en cines en 1982.
3 décadas después, el artista reinventó la obra con una exitosísima gira en todo el mundo que lo trajo a Argentina en marzo de 2012. Allí batió un récord llenando la cancha de River en 9 ocasiones. Aquel espectáculo que vieron más de 400.000 personas, recreaba el viejo mensaje con un contexto actualizado. Las guerras en Medio Oriente estaban presentes. También una actualización de su mensaje anti beligerante en Good Bye Blue Sky, donde muestra aviones bombardeando, pero en lugar de bombas, arrojaban símbolos: desde banderas, logos de empresas poderosas hasta insignias religiosas de las tres principales religiones monoteístas: allí caían cruces, medias lunas musulmanas, y estrellas de David, junto al logo de Shell, Mercedes Benz, la oz y martillo soviéticos, El signo «$» para señalar al capitalismo, entre otras. Solo una entidad se quejó, ninguna otra entidad lo hizo a pesar de estar su simbología presente.
El concierto finalizaba con el derrumbe de un gigantesco muro y la
imagen de niños árabes, judíos y de otras etnias reconstruyendo el mundo
entre los escombros, recordando el final de la película, mientras
sonaba Outside the Wall, que también cierra el espectáculo actual.
En 2018, en el marco de su gira Us and them, que también lo trajo a Argentina, hubo sponsors que le retiraron el patrocinio. Pese a ello, la gira continuó.
Sobre This is not a Drill: el espectáculo actual de Roger Waters
La gira comentó a mediados del año pasado en Pittsburg y recorrió Norteamérica durante prácticamente todo el segundo semestre. En marzo de este año comenzó la gira europea. Desde febrero empezaron los intentos de censura principalmente en Alemania. Allí, un intento de cancelación apuntó al concierto del pasado 27 de mayo en Frankfurt con una acción legal presentada tres meses antes, y que tuvo semanas de litigios. Finalmente la corte dio un fallo favorable al artista quien pudo realizar dicho concierto. Pero días antes tras sus presentaciones en Berlín, se emitió otra orden de detención interpretando que el momento donde Roger Waters parodia a “Pink”, el personaje ficticio de The Wall que se vuelve un dictador, es apología del nazismo, cuando en realidad supone todo lo contrario. Curiosamente esa misma escena había sido presentada en Alemania en 2011, y en 1990 en el memorable concierto que dio frente a más de 100.000 personas tras la caída del muro de Berlín. Al parecer las autoridades no lo vieron. Ante las denuncias, Waters reemplazó esa puesta en escena. Muchos analistas caracterizaron el burdo accionar “como si hubieran censurado a la película El gran dictador, de Charles Chaplin”, donde sucede lo mismo.
This is not a drill, contiene muchos mensajes
de protesta. Desde una crítica a los neofascismos actuales, la mención
de víctimas de gatillo fácil actuales (como George Floyd, Breona Taylor,
la iraní Mahsa Amimi, la periodista palestina Shireen Abu Akleh, o
Marielle Franco,) la reivindicación a los pueblos originarios
norteamericanos que defienden su territorio, o el pedido por la libertad
del periodista Julián Assange. También está el pedido por Derechos
Humanos y menciona a numerosos grupos de personas o etnias a quienes no
siempre se los respetan. Trans, palestinos, yemeníes, indígenas….
¿tendrá esto algo que ver?
También se manifiesta contra las guerras sean donde sean. Tanto en Rusia como en Ucrania, tanto en Medio Oriente como en Europa. Hay mensajes contra el fascismo y el capitalismo. Sí, hay mensajes políticos en su espectáculo… ¿Tiene eso algo de malo? ¿Es pertinente censurarlo o evitar que se desarrolle por eso?
El mensaje tergiversado
Lo oculto en toda esta controversia radica en la confusión promovida por muchos donde se interpreta que una crítica al Estado de Israel supone antisemitismo. Desde su lógica anti beligrante, Waters inició sus críticas hacia los gobiernos israelíes, como hacia tantos otros en el mundo.
Actualmente el Estado de Israel, presentado como democrático pero carente de una Constitución Nacional, lleva asesinados a más de 10.000 civiles en Gaza en menos de 40 días. Más de 4.500 son niñas y niños. Durante todo el año hubo asesinatos contra civiles palestinos, también en Cisjordania, tanto por parte de fuerzas estatales como de colonos armados por el gobierno.
Esto llevó a masivas movilizaciones pacíficas en todo el mundo contra los bombardeos y crímenes contra civiles, que incluso generaron la renuncia de autoridades de la Organización de Naciones Unidas – ONU.
Tanto en Argentina como en el mundo, representantes de la comunidad judía participaron de las movilizaciones. Desde Jewish For Peace (Judíos por la paz) en estados Unidos, a Judies por Palestina, acá en Argentina, levantan el grito de “no en nuestro nombre”. Al parecer quienes atacan al artista ignoran ese pedido.
¿Se puede ser judío y criticar al Estado de Israel?
— ANRed #25Años (@Red__Accion) November 9, 2023
La pregunta parece absurda, pero requiere una respuesta. En todo el mundo las manifestaciones contra las masacres en Gaza llenan las calles, mientras hay organismos que intentan descalificarlas acusando "antisemitismo". pic.twitter.com/t4G33EzrTF
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