Y Rockarte vuelve a animar el arte de tapa de uno de los álbumes más emblemáticos del rock, aunque en este caso sea tan poco conocido. Y para presentar a la banda y al disco, voy a copia parte de un comentario que los describe a la perfección: "A la interrogante, ¿Cuál es el álbum más vanguardista e influyente de la psicodelia?, hay una respuesta clara. Esa respuesta se encuentra un álbum titulado, The United States Of America, mismo nombre de la banda que le dio vida. Formados en 1967, en Los Angeles, rápidamente se involucraron con la escena psicodélica de San Francisco. En ese mismo año, se enfrascan en la grabación de su debut, y tristemente su único album, que aparecería en marzo de 1968, bajo la producción de David Rubinson (Moby Grape, Taj Mahal, Santana, Herbie Hancock)". Y más allá del gran trabajo de Rockarte, esto es algo que no podía quedar afuera del blog cabeza.
Antes de la animación de Rockarte, que es lo que nos aglutina hoy aquí, en este posteo, vamos con una descripción acertada y necesaria de la banda y el disco:
The United States of America fue una banda que solo duró entre 1967 y 1968, pero su álbum homónimo, sigue siendo destacado y analizado, dado lo atrevido, innovador y vanguardista de la época, siendo que géneros musicales como la psicodelia y el progresivo ya estaban sentando las bases de su posterior desarrollo, pero el grupo, superaría todas las murallas para crear un disco que desafiaría todo lo propuesto y que incluso hoy, sigue sonando diferente a cualquier trabajo anterior o posterior.
¿Quiénes son The United States of America?
Para entender el sonido e influencias de la única placa del conjunto nacido en Los Ángeles, debemos adentrarnos en la historia de su líder y principal compositor: Joseph Byrd. Él era musicólogo, había estudiado música y composición en la Universidad de Arizona, además hizo un postgrado en la misma temática en Berkeley en la Universidad de California. Luego de eso se mudaría a New York para trabajar y aprender con dos compositores: Morton Feldman y John Cage, quienes se destacaron como figuras y académicos que desarrollaron sus trabajos en torno a la música electrónica y el minimalismo, además de influenciarse por otro músico que estaba experimentando en Alemania, Karlheinz Stockhausen. Sería en este contexto que Byrd conoce a otro miembro de la futura agrupación: Dorothy Moskowitz con quien trabajan en Capitol Records en distintos proyectos.
A fines de 1963, Byrd y Moskowitz se van a Los Ángeles, donde el primero desarrollaría una prolífica carrera artística dentro la ciudad de la costa oeste, además de estudiar un doctorado en Etnomusicología donde se acercó a disciplinas como historia de la música, acústica, psicología de la música y música india en la UCLA, estaría en eso hasta 1967, año en que decide formar su grupo.
Para financiar la banda se acercó a Art Kunkin, periodista y fundador de Los Ángeles Free Press, medio de comunicación abiertamente radical y liberal, donde escribió años antes. Los objetivos de Byrd era crear principalmente un “grupo de rock político/musical de vanguardia que combinara sonidos electrónicos, radicalismo y performance”. Y es que para entender esta declaración, hay que comprender que el musicólogo se acercó al comunismo y a sus representantes desde su llegada a Los Ángeles.
Antes de la grabación de su único trabajo, el grupo tuvo una primera formación que no duró mucho. Al final la alineación que lanzó el único álbum de la banda fue con Joseph Byrd (teclados, efectos electrónicos, clavecín, órgano, calíope, piano y vocalista), Dorothy Moskowitz (vocalista), Gordon Marron (violín eléctrico, modulador de anillo, vocalista) Rand Forbes (bajo eléctrico) y Craig Woodson (batería eléctrica y percusión).
La banda experimentó usando el modulador de anillo, un aparato electrónico que recibe dos señales y como salida genera la suma y la diferencia de las frecuencias de las señales recibidas, cambiando completamente la nota del instrumento o voz. Además de eso usaron resortes en los platillos de la batería para producir sonidos aleatorios para ser incluidos en las grabaciones. También, Gordon Marron, agregó a su violín un modelo de los pedales del tipo “octave divider” que suben o bajan la señal de entrada una octava.
En cuanto al género al que se adscribían, Byrd fue muy claro en una entrevista de 2013 al sitio It’s Psychedelic Baby Magazine: “Mi influencia fue el jazz. Primero Duke Ellington, luego Stan Kenton, luego el jazz de la costa oeste que los músicos de jazz "serios" despreciaban (…) Éramos conscientes de que nos estábamos adentrándonos en el rock sin ningún conocimiento real o experiencia. Durante nuestra formación tocábamos a John Cage, Karlheinz Stockhausen, música africana e india y pensábamos que podíamos llevar todo esto al rock, pero no sabíamos casi nada sobre las raíces del rock 'n roll”.
La primera demo de la banda les aseguró un contrato con Columbia, gracias a un amigo de Byrd, David Rubinson, quien había comenzado a trabajar en la discográfica, consiguiendo el interés del productor Clive Davis, uno de los actuales ejecutivos de Sony Music Entertainment que firmó a talentos como Janis Joplin, Santana, Bruce Springsteen, Pink Floyd, entre otros.
Para la grabación del álbum, el presupuesto era muy corto. Conseguir un sintetizador Moog de la época costaba más de 20 mil dólares, por lo que, usando sus conocimientos sobre la producción de música electrónica, Byrd usó tres generadores de ondas entre sí para poder crearlos sonidos que quería conseguirAun así, reconocería que las limitaciones técnicas les dificultó generar los sonidos que ellos esperaban obtener.
Asimismo, Byrd introdujo en sus letras temas políticos, siendo ‘Love Song for the Dead Ché’ la más explícita en ese sentido. Columbia Records quería que cambiara el nombre de la canción, pero este se rehusó, se cree que las ideas del líder de la banda influyeron en el poco interés de la productora en la difusión y promoción del disco.
Por otra parte, Byrd estaba muy interesado en la música estadounidense de principio del siglo XX, por lo que esas influencias están muy presentes, como en el uso del calíope, un instrumento musical que por medio de flujo de vapor a través de distintos silbatos produce sonido, como una antigua locomotora.
El único trabajo de la banda
El trabajo lanzado en 1968 comienza con "The American Metaphysical Circus", una pista que mezcla fanfarreas estadounidenses de principios del siglo XX, usando el Calíope, para luego cambiar y dar paso a la voz distorsionada de Moskowitz junto a los sonidos electrónicos generados por los generadores de onda de Byrd, el violín sobrecargado de efectos y la batería, creando un aura psicodélica que se complementa con las letras que hablan de dolor y placer, de sueños inducidos, donde la frase “And the price is right. The cost of one admission is your mind” es la que seusa como coro. Al final volvemos a la fanfarrea y el calíope que se desvanecen para dar paso a la siguiente canción.
En la segunda composición nos encontramos con algo totalmente distinto a lo de la primera composición: “Hard Coming Love”, una pieza que es mucho más rockera. De fondo sigue con los experimentos sonoros, con un potente bajo muy funky. Hay un instrumento que no se diferencia si es una violín o guitarra pasada por el modulador, que suena con mucha agresividad que se va a escuchar durante toda la canción, la cual por momentos deja espacios para que Byrd juegue con sus experimentos, acompañado del instrumento distorsionado inteligible, siendo una composición que pasa de ser un rock-blues clásico, a una experimental llena de sonidos de los cuales no se sabe su origen, terminando con esta guitarra o violín distorsionado, además de los efectos y sonidos al máximo con la voz de Moskowitz diciendo “Hard Coming Love”.
“Cloud Song” es una canción muy melódica, que se vale de la voz de Moskowitz, el violín, unas percusiones de fondo y un clavecín, instrumento que tiene forma de piano, pero en su mecánica interna, por medio de unas cuerdas tensadas, produce el sonido como un arpa, el cual adquiere protagonismo. Los tres están pasados por medio de distorsiones no tan profundas, creando un pasaje etéreo que se oye influenciado por la música india. Podemos ver que el grupo no tiene límites a la hora de agregar más texturas y variables a los sonidos de sus composiciones ignorando algún tipo de barrera creativa.
En “The Garden of Earthly Delights”, suena algo como un pulso continuo que se desvanece y aparece en distintos tramos de la pista, además de Moskowitz que se muestra clara y sólida. Además, tenemos un persistente bajo que se acopla de manera perfecta con la batería. En ese sentido hay que destacar que Byrd muestra una habilidad especial para usar sonidos electrónicos de una manera que se incorporen totalmente y que nunca se sientan forzados o antinaturales.
Influenciado por la música estadounidense de principio de siglo XX, aparece “I Won’t Leave My Wooden Wife for You, Sugar” que tiene dos partes, una como una especie de blues que se le incorporan instrumentos de cuerdas, efecto de sonidos que la enriquecen y acompañan, sobre todo en el solo de violín de Marron además de algunas percusiones que suenan como ollas y sartenes. Por primera vez no escuchamos a Moskowitz sino que al mismísimo Byrd cantar letras humorísticas pero mordaces sobre la infidelidad, como lo hiciera Frank Zappa, el que criticó públicamente a Byrd y viceversa. La segunda parte es una marcha que suena sola sin ningún aditivo más, tocada por Don Ellis con su trompeta como una especie de canción patriótica con un subtexto irónico.
En la sexta pista nos encontramos la experimental “Where is Yesterday” la que abre con una especie de canto gregoriano, que no son más que las voces de la banda distorsionadas con un órgano y el violín modificado, para dar paso a la voz de Marron, acompañada por la de Moskowitz y algunas percusiones, además de distintos efectos de fondo. Y es que la letra parece ser una reflexión del paso del tiempo y del pasado que quedó atrás. Lo mejor del disco, el uso de los distintos instrumentos como se acoplan y se fusionan las capas y texturas para hacer de esta una pieza que se puede escuchar una y otra vez.
“Coming Down” es una frenética conjunción de bajo, violín, batería, además que cada uno está enriquecido por efectos y distorsiones que la hace innovadora. Y es que The United States of America, en este trabajo tiene la capacidad de moverse por distintos registros y espacios, pasando de temas reflexivos y pausados, para luego estar en aceleradas composiciones como esta.
Al finalizar el tema con el violín oscuro y la voz de Moskowitz, esta se pierde y se fusiona para abrir “Love Song for the Dead Ché”, la letra más política y declaratoria de Byrd pero la más limpia,. Sin efectos, dedicada obviamente a Ernesto Ché Guevara, que había sido fusilado en 1967. El tema es una balada hermosa con el violín, el órgano, algunas percusiones muy bajas de fondo y la melosa voz de Moskowitz que hacen de esta canción un oasis en el desierto. Luego de tanto rock, electrónica y vanguardia, este podría parecer fuera de lugar, pero al contrario, no desentona, sino que complementa el álbum.
En el penúltimo tema tenemos “Stranded in Time” una pieza que inmediatamente recuerda a The Beatles en “Eleanor Rigby” por los violines y la voz, las que suenan en solitario, donde canta Marron quien sigue en lo suyo hasta que se introducen tambores fuertes y órganos distorsionados con un aura muy psicodélica como un valle que luego termina y regresa a la sección de cuerdas. Solo un 1:50, no se alarga innecesariamente.
Finalizamos con la ambiciosa “The American Way of Love” donde el grupo da rienda suelta a todo su genio creativo, además de si a Byrd le quedó algún efecto y distorsión por ocupar, aquí lo ocupa todo. De partida comenzamos con un ritmo de rock de la época, además muy ad hoc a ese género que luego se ve transformado por el solo de violín distorsionado junto a la batería y el bajo que suenan potentes, pero que al rato se desvanecen con los sonidos electrónicos de Byrd y el violín sumamente modificado que suena una nota hasta desaparecer para luego abrir una especie de canto doo-woop de poco menos de un minuto siguiendo con la batería, cantos estridentes, un fondo distorsionado y un collage de distintas secciones de los temas anteriores y otros instrumentos aleatorios que van y vuelven por varios minutos hasta el final que cierra con la fanfarrea y el calíope del principio con Byrd diciendo “How much fun it's been” varias veces ¡Totalmente psicodélico!
El disco es una amalgama que no queda coja o débil, al contrario, tiene mucho de donde destacarse, siendo primero la creatividad de sus integrantes, además del atrevimiento para los arreglos y las distintas capas que se agregaron, sumado a hecho de cómo este trabajo se mueve por variados géneros.
El fin de la banda y su legado
Este álbum fue el inicio y fin de la banda la que no continuó por problemas internos y choques de egos, además del poco interés de Columbia por promocionar al grupo. Byrd se marchó cuando los otros integrantes comenzaron a inclinarse por algo más comercial, además de los rumores que circulaban sobre que la disquera quería impulsar la carrera solista de Dorothy Moskowitz. Sin embargo, esta última lo negó en varias entrevistas posteriores además de hablar de las “luchas de poder” al interior. Byrd reconocería que “la idea era crear una experiencia radical, pero esta no tuvo éxito (...) Reuní a demasiadas personalidades y si una banda quiere tener éxito necesita una identidad única y mutuamente aceptable”.
Para 1968 Moskowitz y el productor David Rubinson, trataron de mantener vivo el grupo y con nuevos integrantes grabaron nuevo material que se añadió en la reedición de 2004, además de canciones inéditas compuestas por Byrd que no fueron incluidas en 1968.
Según Joseph Byrd su error fue “crear una banda de rock sin músicos de rock fue una mala decisión de mi parte. Aun así, como me consideraba el compositor más ecléctico del planeta, estaba seguro de que cualquier cosa que los demás no pudieran hacer, yo podría escribirla”.
Pero si me preguntan, creo que no fue una mala decisión es más crearon un material único el cual se destaca por ser ecléctico, vanguardista, pero sobre todo experimental. El rock, aunque está, es un adorno, tanto la etiqueta como la cantidad y la calidad del material más rockero dentro de la única placa de The United States of America. El álbum no puede enmarcarse en un solo género, pero este a su vez tampoco busca ser algo así, algo fácil de encasillar o etiquetar y eso lo hace aún más atractivo.
Edición Rockarte
Si no podés ver la animación, pasate por acá:
https://fb.watch/tqAlFjLGK4/
Y va el último comentario, porque lo amerita...
A la interrogante, ¿Cuál es el álbum más vanguardista e influyente de la psicodelia?, hay una respuesta clara. Esa respuesta se encuentra un álbum titulado, The United States Of America, mismo nombre de la banda que le dio vida. Formados en 1967, en Los Angeles, rápidamente se involucraron con la escena psicodélica de San Francisco. En ese mismo año, se enfrascan en la grabación de su debut, y tristemente su único album, que aparecería en marzo de 1968, bajo la producción de David Rubinson (Moby Grape, Taj Mahal, Santana, Herbie Hancock).
El contexto y la banda
Aunque en su momento el álbum no logró mucho éxito, tan es así que en su país de origen, no fue editado ningún sencillo, solo en UK, donde fue lanzado como corte promocional, «The Garden of Earthly Delights».
Afortunadamente, con el tiempo, se le fue dando el valor histórico merecido, siendo citado como uno de los discos más vanguardistas y adelantados a su tiempo, en la historia de la música popular, y colocando a la banda como la mejor agrupación psicodélica de todos los tiempos.
La alineación de la banda, estaba conformada Joseph Byrd, en los sonidos y efectos electrónicos, órgano, piano, calliope, letras y voz, Dorothy Moskowitz, en la voz y letras, Gordon Marron en violín eléctrico, ring modulator y voz, Rand Forbes (fallecido en el 2020, a causa del COVID-19), en el bajo, y Craig Woodson en batería y percusiones. Además de la alineación, aparecieron Don Ellis como invitado en las trompetas en «I Wont Leave My Wooden Wife For You, Sugar», además de Ed Bogas, en algunas partes de piano, calliope y órgano.
El álbum
Enfocando el oído hacia el álbum, las temáticas giran en críticas sociales y políticas, envueltas en caleidoscopios musicales. La obra comienza con sonidos de cilindro y música tipo banda escolar, en «The American Metaphysical Circus», track con una línea de bajo precisa y sonidos electrónicos magistrales que nos hacen creer que este corte fue compuesto en pleno 2021. «Hard Coming Love», es simplemente brillante, con la voz extraordinaria de la mejor vocalista de la psicodelia (con el perdón de la señorona, Grace Slick), la genial Dorothy Moskowitz. Un track ácido lleno de distorsiones electrónicas generadas por el procesador ring modulator, cortesía de Gordon Marron.
«Cloud Song» es un corte lento, pero no por eso pierde ese sonido apto para el viaje. Este corte hace palidecer a cualquier canción de bandas como Radiohead. Una muestra de como se hace rock sin guitarras. Llega el turno de, «The Garden Of Earthly Delights», uno de los cortes más brillantes de la obra, donde la psicodelia toma más energía, con una batería precisa que no da concesiones. Las líneas de bajo suenan precisas, engalanadas por los sonidos electrónicos que brotan por doquier (superen esto, cualquier banda actual), y la voz de Dorothy, que suena espectacular. Una joya absoluta.
El Lado A concluye con «I Won’t Leave My Wooden Wife For You, Sugar», en donde la voz de Dorothy se ve acompañada de la voz de Joseph Byrd, quien además aporta el sonido del órgano, que entre tanto sonido producto del ring modulator, se abre paso para acompañar al violín eléctrico de Gordon Marron.
El Lado B da inicio con «Where is the Yesterday», que inicia con unas voces oscuras. Un track lento con buenas armonías vocales, que remiten un poco a The Beach Boys. Aquí participa en la voz principal el violinista Gordon Marron. Este corte aparecería versionado en el tributo a la psicodelia, realizado por Ulver, Childhood’s End: Lost & Found from the Age of Aquarius (2012). «Coming Down», es otro corte más energético, donde hay sonidos distorsionados sin guitarra alguna. En este tipo de tracks, eran donde la voz de Dorothy sonaba más imponente. Excelente momento.
El violín vuelve a hacer acto de presencia en «Love Song For The Dead Che», un track que deja muy en claro la ideología política de la banda, y su simpatía hacia el comunismo. Ante esas referencias comunistas, el sello Columbia hizo lo posible por convencer a la banda de cambiar el nombre de la canción, por otro no tan polémico (algo que a estas alturas, parece tonto, pero si tienen un poco de conocimiento histórico, sabrán que en aquella época no lo era), aunque al parecer, el sello tampoco se vio convencido con la opción de «Julius and Ethel Rosenberg», que Byrd propuso, así que la banda se salió con la suya.
Tras este momento emotivo y político, llega la magnífica «Stranded In Time», con un arreglo de cuerdas, patrones jazz, y de nuevo, la magnífica voz de Gordon Marron, quien además aporta el sonido del violín. Otra joyita, que dura un suspiro.
Y para cerrar tremenda obra, llega el impresionante track, «The American Way of Love», dividido en tres episodios: «Metaphor for an Older Man», «California Good-Time Music», y «Love Is All». A lo largo de este corte, brotan sonidos electrónicos magistrales. De la segunda mitad de la canción, hasta la parte final, la banda usaría una técnica que consiste en tomar elementos de distintas canciones, para armar una base musical, y es así que aparecen varios fragmentos de temas como, «The American Metaphysical Circus», «The Garden of Heartly Delights», «Where Is Yesterday», y ese momento épico a mitad del tema, cuando entre efectos, se asoma el inicio de «Coming Down». En esta maravilla, nace lo que años más tarde sería adoptado por el hip hop. Eso que hicieron los Beasty Boys en el Paul’s Boutique, se dio por primera vez aquí. Una obra maestra para cerrar una obra maestra.
Legado
Así concluye un álbum único, que hasta la fecha no ha podido ser ni tan siquiera emulado. Un registro sonoro único de la agrupación más visionaria de la psicodelia, que sin guitarra alguna, hizo palidecer a muchas bandas de la época, que si las usaban. Auténticos genios que sin disponer de la tecnología suficiente, crearon una obra que hasta nuestros días, sigue sonando futurista. Una joya que si hubiera sido editada un año antes, seguramente se hubiera peleado contra el Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, el trofeo al álbum más vanguardista de 1967.
…El mejor disco de la actualidad, realizado en la década de los 60’s…
Sin esta banda y su único álbum, no existirían muchas cosas que hoy conocemos: Portishead los han citado como su influencia. Radiohead, no sabemos si estén influenciados por ellos, pero si algo es cierto, es que estos músicos estadounidenses, hicieron el Kid A décadas antes que los ingleses. Así mismo, esas fusiones electrónicas con rock, que los noruegos de Ulver, han realizado después de abandonar el black metal, le deben la vida a la banda de originaria de Los Angeles (para prueba, el cover a ‘Where Is Yesterday’).
De igual forma, esa experimentación de Depeche Mode en el Exciter, tuvo su nombre décadas atrás, y el nombre fue, The United States Of America. Y los ejemplos pueden seguir, si hacemos énfasis en muchas bandas actuales. Así que cada vez que escuches a la banda del momento, con sus fusiones electrónicas, solo mira hacia aquel 6 de marzo de 1968, e inclina la cabeza en señal de respeto.
Mike Riott - Publicado por primera vez en Nopal Eléctrico Radio.
Lo podés escuchar desde Spotify:
https://open.spotify.com/intl-es/artist/5pq14S4AFVXGSyYbIGJC6Q
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