Por Jorge Garacotche
Buenos días desde una fervorosa Barra Beatles que salta en la tribuna desde temprano. Hoy jugamos de local y a cancha llena porque vamos a contar cosas sobre un tema beatle. Uno que además de todo lo que produjo se discute si fue fundacional de un género musical, el heavy metal, yo creo que sí.
Tengo la sensación que en esta polémica acerca sobre cuándo nació el “heavy” todos iban al tema “Helter skelter”, del Álbum Blanco, de 1968, y allí parece estar la raíz. Claro que cuando escuchamos esta canción la línea de guitarra solista de los estribillos nos hace pensar en Led Zepellin, pero resulta que esto es anterior, hay que decirlo. Aunque se puede ir más atrás en el tiempo. Vamos de una.
Algo aclaró John en su momento: “Ese soy yo, haciendo una de las primeras grabaciones de heavy metal en la historia. La contribución de Paul fue la forma en que Ringo tocó la batería”. Paul se arrimó agregando: “el arreglo del tema es totalmente radical” (Sin ninguna duda Mc Cartney desconoce a los radicales argentinos).
No es mi intención armar un conventillo entre los chicos pero leí por ahí algo que comentó Paul: “Ambos escribimos la melodía juntos; lo puedes oír en el disco, John ejerciendo la melodía y yo cantando la armonía junto a él. Debido a que John fue el vocalista se le podría dar un 60% del crédito. Fue un trabajo bastante pesado, pero el resultado final fue bueno, John no se ha tomado la molestia de explicar cómo nos sentamos y trabajamos juntos para escribir esta canción durante un periodo de tres horas”.
Está cantado como si el tipo viniera de bajón o de una larga resaca nocturna. A veces pienso que va a continuar y corta, deja un espacio que también expresa ese enojo, incluso termina algunas palabras “como con bronca y junando”, diría un tanguero. Me parece que ese guante recogieron los heavys, que saben de enojos, resacas y buscar poco lo que agrada, más bien da la impresión de que discuten y no se conforman. Lennon en muchos temas de la primera época da la impresión que polemiza, que habla con un poco de hartazgo, claro, como diciendo, “esto es rock and roll, viejo”. Y tiene razón, ¿qué es ese careteo de cantar rock tratando de conseguir las sonrisas de las tías? Por algo en los discos de Los Beatles de esa primera época se lo escucha mucho más a John, tenía que imponer la nueva escuela. Piensen que veníamos de años de Elvis, un cantante siempre preocupado por agradarles a las abuelas y a los pibes del Pentágono.
“Ella dijo que viviendo conmigo la estaba derribando, sí, ella nunca sería libre cuando estoy por aquí…” El narrador se cuestiona duramente y habla de una convivencia, un toque moderno para mediados de los 60’s, ¿no?
El 15 de febrero de 1965 se realizó esta grabación. Se trata de la primera de los Beatles de ese año clave. Fue el lado A de su primer sencillo de aquel año en Inglaterra, publicado en abril. La importancia de hacer referencia a la fecha de grabación es que permite ubicar a la canción en su real dimensión histórica. Acá inauguran una nueva forma de trabajar, el tema se fue grabando por pistas, lo primero que se grabó fue la base de bajo y batería, después fueron superponiendo el resto de los instrumentos.
Otra vez se nos acerca John y cuenta: “la canción tiene una coda con un tiempo diferente, esa es mi parte favorita, cuando dice ‘my baby don´t care…’” Mientras cantan esta declaración de soledad la guitarra de Paul improvisa por detrás despidiendo el tema, reafirmando que la cosa venía “pesada”. Incluso, luego de una primera etapa que desbordaba optimismo, en este disco aparecen muchas letras con aires pesimistas, ya lo explica el nombre del álbum.
Insiste Lennon: “Ticket to Ride significó también un poco de nuevo sonido. Es notablemente más dura para la música de ese tiempo, si buscas en las listas de éxitos de la época podrás notar que la música de otros artistas era muy diferente. Si la escuchas te das cuenta que el sonido no es malo; pero en ese momento era bastante deprimente. Si me das la canción, te mostraré lo que es realmente, pero puedes oírla en el disco. Es una canción demasiado pesada y la batería también suena muy pesada. Por eso me gusta”.
El sábado 8 de octubre de 1965 fui con unos amigos del barrio al Cine Villa Crespo, los dioses del Olimpo lo tengan en la gloria. Yo cursaba la escuela primaria, había visto la película “A hard day´s night” en el mismo cine, de manera que ya estaba atrapado, solo me faltaba tener un tocadiscos para poder alimentar ese fanatismo todos los días. En el cine había capacidad para 1.000 personas y estaba completo, todo los pibes y pibas del barrio que estábamos despiertos. Cuando aparecieron Los Beatles gritando “Help” la platea estalló, los viejos parlantes no podían con semejante volumen y el piso vibraba por tantos pies que golpeaban salvajemente. Esto no es producto de una memoria de elefante, sino que guardé el programa de aquel día.
En un momento se ven Los Alpes austríacos nevados y allí aparecen los cuatro vestidos como en la tapa de álbum. Mientras el tema suena se deslizan por la nieve, esquían, se caen, aparecen junto a un extraño piano ahí en medio de la nada. Hay algunas escenas en donde Ringo roba cámara con su comicidad, ese histrionismo innato; en otro pasaje se ve a los cuatro haciendo un picnic en plena nevada. De pronto aparece Paul cabalgando, mientras el resto se mueve en un carruaje, bastante alocado todo, pero siempre divertido. Cuando el tema va terminando ellos se van alejando, los cuatro solos rumbo al horizonte, como en una película de Chaplin.
Yo salí exaltado del cine como ignorando mi edad. Nos fuimos con los chicos a la pizzería Nápoles, a media cuadra de allí, a revivir cada una de todas esas emociones que se nos caían de los bolsillos.
Esta siempre fue una de mis canciones favoritas. En un momento del estribillo la guitarra hace un corte utilizando tres acordes para caer sobre un Gmaj7, que da un clima abierto, tenían muchos recursos y sabían qué hacer con ellos.
En la segunda mitad del tema la batería pasa a hacer una línea lógica, es decir, lo que cualquier baterista haría en un tema así; es en la primera parte en donde escuchamos lo ilógico, pero bueno, los creativos trabajan así.
Con respecto al título un periodista amigo de ellos, Don Short, tenía algo para narrar: “Las prostitutas que trabajaban en las calles de Hamburgo debían tener una tarjeta de sanidad que era entregada por las autoridades médicas y que certificaba que no tenían ninguna enfermedad contagiosa. Yo estaba con The Beatles cuando regresaron a Hamburgo en junio de 1966 y fue entonces cuando John me dijo que él había acuñado la frase ‘ticket to ride’ para describir estas tarjetas. Podría haber sido una broma, situación que era peculiar en John, pero es algo que recuerdo muy bien”.
Se podrán imaginar que, como el resto de La Barra Beatles, escuché este tema cientos de veces y lo seguiré haciendo. Lo peculiar es que uno sigue disfrutando como cuando era adolescente. En mi caso la explicación es sencilla, al oír una canción de Los Beatles recibo una altísima descarga de energía positiva. Hay algo místico que conecta con las mejores sensaciones, tanto las internas como las externas, como si una fuerza superior me transportara a cierto estado de suspensión, para luego recostarme entre mis mejores recuerdos y visiones, pero con una hermosa música de fondo. Qué cosa la música de Los Beatles, conozco a muchísima gente que le trasmitió a sus hijos e hijas esos viejos discos y prácticamente le hizo una sutil transferencia de sensaciones y les aseguro que, por sus comentarios, aquellas viejas sensaciones no solo gozan de buena salud, sino que se instalaron en esos corazones que nos admiran, que tienen esa idea salvadora de creer que lo que nos emociona a ellos también los coloca en trance.
Cuando mi hija era una nena, todos los días la llevaba en el auto a la escuela. Íbamos escuchando a Los Beatles y éramos felices. Fueron ratos inolvidables, le contaba anécdotas de la canción, o alguna mía al respecto, y ella estaba tan atenta, seguía cada palabra, cada gesto, mientras yo la miraba por el espejo y esa descarga de energía positiva se multiplicaba en sus ojos. Dentro del auto y cobijados por esas hermosas canciones recorríamos calles de un mundo paralelo. Los recuerdos me retaban a duelo pero mi espada de sueños siempre tenía una vida más.
Claro que siempre me gustó verla crecer, a veces con una enorme sorpresa de mi parte, pero añoro aquellos días de su infancia. A veces hubiera querido no llegar a la escuela, seguir de largo, tomar alguna ruta, reírnos del horizonte. Yendo seguros de que en unas horas llegábamos a Penny Lane a saludar al viejo barbero que muestra fotografías de cada cabeza que ha tenido el placer de conocer.
Jorge Garacotche - Músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires).
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