Ya vimos que Bizet sufrió una gran desilusión y que no obtuvo reconocimiento crítico durante su breve vida (3 de marzo). Tras haber intentado el éxito con una docena larga de óperas, Carmen conoció un fracaso estrepitoso cuando se estrenó. El compositor falleció tres meses después.
Esta aria sensacional del Acto II es mi pasaje favorito de toda la ópera. Estamos en una taberna local, después de la hora de cerrar. Carmen está con sus amigos y de pronto llega don José, cantando en la calle. El toque de retreta avisa de que hay que volver al cuartel, pero él no hace caso. Carmen baila para él y le quita del traje la flor que le había lanzado por capricho en el Acto I, antes de que don José fuera detenido por permitir la fuga de Carmen.
En este momento se oye un «motivo del destino» interpretado por un ominoso corno inglés que se introduce entre el chisporroteo de las cuerdas. Don José tampoco hace caso; antes bien, admite apasionadamente ante Carmen que la inocente flor ha sido lo único que le ha permitido soportar el encierro todo el tiempo.
dans ma prison m’était restée […] en el calabozo quedó conmigo […]
et je ne sentais en moi-même, Y yo no tenía
je ne sentais qu’un seul désir, yo no tenía más que un deseo,
un seul désir, un seul espoir: un solo deseo, una sola esperanza:
te revoir, ô Carmen, oui, te revoir! ¡verte otra vez, Carmen, sí, verte otra vez!»
Es una de las más espléndidas canciones de amor de la ópera, pero, lógicamente, es una ópera, así que pronto todo quedará en un mar de lágrimas…
Clemency Burton-Hill
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