Hoy, un ejemplo fascinante de cómo un género artístico puede dar cuerpo a otro cuando un gran compositor español rinde homenaje a uno de los mayores pintores españoles de todos los tiempos.
Enrique Granados fue una destacada figura del nacionalismo musical español y su suite para piano Goyescas (subtitulada «Los majos enamorados») se inspiró en las pinturas y grabados de Francisco de Goya (1746-1828).
Tal día como hoy del año 1910, Granados escribió que estaba componiendo «con mucha imaginación y dificultades»; en marzo del año siguiente ya estaba listo el primer cuaderno de la suite y él mismo lo dirigió en el estreno, que tuvo lugar en el Palau de la Música de Barcelona.
Este primer movimiento es una jota, estilo de canción y baile que tiene formas particulares en casi todas las regiones de España: en Aragón, en Navarra, en Valencia, en La Mancha, en Murcia, en Cataluña, etc., etc. Se cultiva incluso en alguna zona de Hispanoamérica, por ejemplo en Colombia. De este inicio lánguido y excitante no tarda en brotar una dirección más enérgica y ornamental, con pasajes que exigen un virtuosismo técnico vertiginoso. Pintada con vívidos colores musicales, la pieza, según un crítico, es «un opíparo banquete para los dedos». Y también para el oído.
El éxito de Goyescas fue tal que la Ópera de París encargó al compositor una versión operística, pero por culpa del estallido de la guerra, no se estrenó en Europa, sino en el Metropolitan de Nueva York. Granados y su mujer viajaron a Estados Unidos para verla. Mientras estaba en ese país, el compositor recibió una inesperada invitación del presidente Woodrow Wilson para actuar en la Casa Blanca.
Fue una decisión fatal. Tras pasar unos días en Londres, Granados y su mujer embarcaron el 24 de marzo de 1916 en el Sussex, ya de regreso de Estados Unidos, que fue torpedeado por un submarino alemán mientras cruzaba el canal de la Mancha, rumbo a España. Rescatado por un bote salvavidas, Granados vio que su mujer se debatía entre las olas y se lanzó otra vez al agua para rescatarla. Los dos murieron ahogados, dejando seis hijos huérfanos.
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