Hoy seguimos en Austria: si los Mahler representan un momento muy representativo de la Viena de principios de siglo, esta nostálgica y pequeña pieza de salón —que lleva la indicación «donde el pasado se recuerda entre sonrisas y lágrimas»— nos traslada más atrás aún, al siglo anterior, la edad de oro del auténtico vals vienés.
Godowsky fue un compositor americano de origen polaco y un dotadísimo pianista prácticamente autodidacta. Sus gustos musicales eran eclécticos y a menudo sus obras se basaban en compositores anteriores, preferentemente los románticos (por ejemplo, Schubert y Chopin) y los maestros del barroco francés (como Rameau y Lully). Sentía debilidad por las viejas melodías sentimentales, pero su inteligencia brilla siempre e impide que su música caiga en la sensiblería.
La presente obra se escribió en agosto de 1919 y era parte de una colección de treinta piezas para piano, pero creo que queda muy bien con arreglos ajenos, especialmente con este. Los violinistas suelen tocarla en los conciertos cuando el público pide «otra, otra». El tema está tratado con dulzura y no empalaga en ningún momento, sino que más bien tiene el efecto de transportarnos durante dos minutos encantadores a otra época y otro lugar.
¿A nadie le apetece ahora un buen café vienés?
Clemency Burton-Hill
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