Buenos días desde La Barra Beatles. Hoy es mi turno de programar un tema y permitanmé un poco de melancolía, en dosis interesantes siempre viene bien, hace acordar que uno vivió cosas copadas. A fines de noviembre de 1968 yo hacía muy poquito que me había comprado un tocadiscos Wincofón, de esos cuadrados y mono, esos parlantes por donde salía todo junto con una calidad más que limitada, los de mi generación seguro que fuimos forjando un buen oído por esforzarnos tanto tratando de entender todo lo que salía por ahí. Ese día en una disquería del barrio porteño de Versailles compré el álbum "Seremos amigos", de Los Gatos. Era fanático y el disco lo gastaba. tiempo después cuando comencé a tocar guitarra empecé a fanatizarme y admirar a los primeros guitarristas del rock argentino. Claro, sin nada o con lo mínimo hacían malabares, además no había ninguna escuela ni profesor enseñando a tocar rock. Admirable la labor de esos pioneros.
Por Jorge Garacotche (Canturbe)
Acá me voy a detener en una justa observación, en algo que hizo el guitarrista rosarino Kay Galiffi, pariente de la afamada mafiosa Ágata Galiffi, aquella de los tiempos de Chicho Grande y Chicho Chico en la Chicago argentina. Creo que este es el primer solo de viola realmente rockero que se hizo por estos lados, y acá no hay tecnología, hay dedos más la palanca de la Fender Stratocaster usada de mil maravillas. Ya el tema tiene un arranque denso, sale el órgano Farfisa livianito, pero entran la guitarra, el bajo Fender Jazz Bass y la batería de Moro con mucha polenta, yo diría que con una onda bastante pesada para la época, es un tipo de marcación muy rockera, no tiene nada de pop. Le pasa a esa intro que el sonido le juega en contra, no había equipos ni técnicos que pesquen esa onda. Cuando viene el solo antes repiten la intro con el mismo formato y salen dos violas soleando durante dos compases (8 tiempos) luego queda sola la más agreta que viene metiendo un vibrato rabioso, entre la cancha de ese dedo más la palanca de la Fender arman una nota que se estira a más no poder, vibra y grita como loca, Kay consigue eso que todo violero quiere: hacer hablar a la guitarra. Pero ojo que también ayuda mucho al clima polentoso, la base rítmica que marca con mucho peso, acá hay mucho huevo, posta.
Admiro muchísimo a estos tipos que con muy poco consiguen tanto, algo que es una marca argentina. Cuántas veces en Argentina alguien con muy poquito se la rebusca y lo multiplica, talento, coraje, convicción, se suman y allá van. Seguramente a eso apelaron 125 granaderos en el Combate de San Lorenzo, lugar que conocí y supe de la emoción de estar parado en ese campo al borde del Paraná, algo que recomiendo.
Los primeros músicos de nuestro rock la tuvieron muy brava, querían pero no podían, no estaban los equipos, los técnicos intuían pero no llegaban, aunque le pegaron cerca. Conozco historias de grabaciones en donde apelaron a trucos casi inexplicables. Acá el sonido hace lo que puede pero ese solo me suena pesado, a veces hay que captar la intención, lo que sigue es laburo de la imaginación de cada uno. Bien por Kay Galiffi, que en una gira por Brasil con Los Gatos se enamoró de una brazuca, se quedó allá y tardó 39 años en volver, info que hace que el solo me suene todavía aún mejor, más rockero. Yo lo escucho y me sigue emocionando, me carga de una energía que escucho en muchas canciones de esos años donde la convicción hacía un papel estelar.
Con ustedes, en este lunes tomado prestado al invierno, "La chica del paraguas", de Litto Nebbia y por Los Gatos.
Jorge Garacotche
https://www.youtube.com/watch?v=3axU2rOAcms&t=48s
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