Después de las cautivadoras versiones de Vivaldi (18 de abril) y Alissa Firsova (24 de julio), llegamos al tercer y último Stabat mater del año. Giovanni Battista Pergolesi, que murió de tuberculosis a los veintiséis años, alcanzó cierta fama en el curso de su breve vida: compuso obras de muchos géneros, por ejemplo óperas y conciertos instrumentales, y aunque su música nos parece hoy antigua, en su época se consideró el artífice de un estilo radicalmente nuevo y directo. «Nació Pergolesi —clamó un compositor francés de la siguiente generación—, y llegó la verdad».
Pergolesi tiene hoy un lugar en la historia de la música por ser autor de La serva padrona, primera muestra de ópera bufa que se tiene en cuenta, y por esta sentida versión del célebre himno católico del siglo XIII. El dueto estremecedor y ocasionalmente disonante de soprano y contralto evoca la vela de María a los pies de la Cruz con una música que unas veces nos conmueve dulcemente y otras nos hace sufrir.
Fascina al oyente desde el principio y era la música del siglo XVIII que más solía editarse. Su fama se extendió pronto por toda Europa, donde se empleó para otros fines, por ejemplo para musicalizar versos de Alexander Pope en Inglaterra y de Friedrich Gottlieb Klopstock en Alemania. Bach quedó tan deslumbrado que cuando quiso poner música al Salmo 51 (BWV 1083) aprovechó la de Pergolesi: una muestra de su admiración incondicional.
Clemency Burton-Hill
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