Puede que no les suene el nombre de Arthur Sullivan, pero en cambio es muy probable que hayan oído hablar de Gilbert y Sullivan, una marca británica casi tan representativa como Marks and Spencer y el fish and chips.
Antes de ser el cincuenta por ciento de la legendaria máquina de fabricar operetas, Sullivan fue un dotado y prolífico compositor de canciones a capela, es decir, canciones para varias voces, con y sin acompañamiento instrumental. Hacían furor en la Inglaterra victoriana, donde las sociedades corales de aficionados surgieron y se multiplicaron como los champiñones, y las familias y los amigos se reunían para cantar juntos y pasárselo en grande.
Esta que presento, con sus armonías quejumbrosas y sentimiento conmovedor, me parece particularmente encantadora. La letra es de Henry Fothergill Chorley, crítico de arte, escritor, editor, poeta (y chismoso profesional), y evoca un humor meditabundo, acorde con el penúltimo día del año.
Its pale watch keeping, vigilando con su palidez,
The moon is half awake, la luna está medio despierta
Through gray mist creeping, entre la niebla gris que se arrastra,
The last red leaves fall round las últimas hojas rojas caen
The porch of roses, en el porche de las rosas,
The clock hath ceased to sound, el reloj ha dejado de sonar,
The long day closes… el largo día termina…
Clemency Burton-Hill
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