Duke Ellington y Piotr Ilich Tchaikovski se conocieron en Las Vegas mientras la banda de Duke tenía un creciente número de espectadores en el Hotel Riviera. Por primera vez en su historia, Ellington había decidido dedicar todo un álbum, no a obras propias, sino a obras arregladas de otros compositores, y Tchaikovski fue la opción natural.
La suite es un género en el que a Ellington le gusta moverse a la hora de componer y fue inevitable que se fijara en Cascanueces. Duke y Billy Strayhorn necesitaban estar seguros de que a nadie, ni siquiera al famoso compositor ruso, le importaría si se traducía la suite al estilo de Ellington, pero una vez que se despejaron estos temores atacaron el Hada de Azúcar y el Vals de las Flores como si fueran tan sagrados como el Perdido [de Ellington].
Todo esto puede leerse en la nota de la carátula que escribió el redactor publicitario Irving Townsend para la edición que publicó Columbia Records en 1960. Tenía su lado humorístico, como salta a la vista, ya que Tchaikovski llevaba muerto seis años cuando Ellington vino al mundo; y faltaban seis años para la fundación de la ciudad ferroviaria de Las Vegas. Pero qué idea tan sugestiva, ¿verdad? Tchaikovski y Ellington paseando por la Ciudad del Pecado, intercambiando ideas musicales, comparando notas sobre su común pasión por el género suite y colaborando en esta gloriosa invitación a la fiesta.
Ya vimos la seriedad con que los colegas del mundo clásico se tomaron a esta leyenda del jazz, pero el afecto en última instancia era recíproco. Como Ellington dijo de Tchaikovski, «qué tío era».
Clemency Burton-Hill
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