Ya hemos oído a muchos exploradores de la música clásica electrónica: Rutavaara, Boulez, Reich, Richter y otros. Hoy conoceremos a la madrina del sintetizador, Wendy Carlos.
Carlos, que había estudiado música y física, trabajó de editora de cintas en Nueva York y se hizo amiga de Robert Mog, inventor del sintetizador. Contribuyó a perfeccionar la máquina para ampliar su espectro dinámico y su sensibilidad, y con su visionario proyecto de 1968 Switched-on Bach demostró que el aparato podía considerarse un instrumento musical como cualquier otro.
Al dar a los seis conciertos de Brandenburgo un tratamiento propio del siglo XX, rompió las barreras entre acústica y sonidos sintetizados. El disco ganó tres premios Grammy, fue el primer álbum clásico que consiguió el platino y sigue siendo la grabación clásica electrónica más influyente de todos los tiempos. «Wendy ha acumulado sonidos líricos que nadie ha oído antes con un sintetizador digital —dijo Moog—. Es única en su clase.»
Carlos ha tenido siempre ambiciones en el campo de la música electrónica; según ella, «tiene los mismos valores musicales que la mejor interpretación de música acústica: en los matices, el rubato, la expresión, la plástica y los cambios continuos». Ha llevado esta estética a muchas plataformas musicales, por ejemplo a la banda sonora de películas como El resplandor (1980) y La naranja mecánica (1971) de Stanley Kubrick; esta última juega con pasajes de la Sinfonía fantástica de Berlioz (véase el 5 de diciembre) y se dio a conocer este día.
Llamada Walter al nacer, Carlos fue también pionera en otros asuntos. En 1968 empezó el proceso de transición y se reveló como mujer transgénero en una entrevista que Playboy publicó en 1979: «Estoy deseosa de liberarme», anunció.
Clemency Burton-Hill
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