Buenos días desde La Barra Beatles. Hoy hablamos de música cercanos a un día muy especial: el Cumpleaños número 40 de nuestra Democracia. La música argentina, como la de cualquier país, depende tanto de la Democracia, del bienestar espiritual de la gente, del buen clima reinante, de las ganas de sentir, y cuando la Democracia no está, la música recoge el guante, pelea, cuenta, relata lo que observa, pero está dolida. Por ejemplo, el rock argentino nació como una respuesta a tiempos duros, donde la democracia escaseaba y la censura hacía de las suyas. Hagamos lo que sea para cuidar a nuestra Democracia, es algo esencial que nos merecemos todas y todos. Hoy vamos a recordar una de las más hermosas canciones del rock argentino, a mi criterio: ”Amor de primavera”, de Tanguito y Pedro Pujó.
Por Jorge Garacotche
No recuerdo quién me prestó aquel álbum de Tanguito, que mucho
tiempo después supe que, en verdad, no es un disco formal de él, sino un
manotazo de la discográfica para hacerse de unos mangos y subirse al
carro naciente del gran mito del rock argentino.
El 3 de junio de 1993 se estrena una película argentina: “Tango feroz, la leyenda de Tanguito”, nadie esperaba que suceda el tremendo éxito que estalló. Una tarde recorrí algunos barrios y vi largas colas frente a dos cines, a la noche en pleno centro de Buenos Aires vi el mismo cuadro y entonces pregunté: la respuesta fue: “estrenaron Tango feroz”. Sin que nadie lo planeara, pero muchos y muchas lo desearan, había explotado otra vez el rock argentino, y esa explosión vino desde un lugar inesperado, los cines, de la mano del director Marcelo Piñeyro. No me voy a meter con la película, no estoy en ese tema, pero siempre dije que banco a la película en tanto difusión de nuestro rock, de la instalación masiva de un mito poco conocido, como una leyenda local que merecía masificarse. Claro que la historia dista mucho de una biografía, probablemente si se hubiera escrito un guión fiel casi nadie hubiera ido a verla.
Pero acá estamos para hablar sobre “Amor de primavera”, que sonaba en el film y se preguntaba por ella. El tema aparece en ese disco de Tanguito donde la guitarra hace un rasgueo muy inquietante y se combinan dos acordes que no pueden fallar, crean un bellísimo ambiente. La melodía es muy agradable, suena con una dulzura extraña porque llega a través de una voz algo rota. No fue algo previsto, sucedió en una sesión de Manal, cuando al mediodía pararon para almorzar, al tipo le dieron una guitarra y le pidieron que cante unos temas, eran tiempos en donde uno no grababa ni en la casa, los grabadores eran como objetos invisibles, e ir a un estudio tenía un precio inalcanzable.
Siempre me llamó la atención el modo de cantar, la manera de frasear, entre tanguera y beatle, como una deformación de ambas cosas que generó una tercera corriente, algo extraordinario. En el primer disco de Los Gatos también se escucha algo de eso en la voz de Litto Nebbia, pero suena más adolescente, más dulce, es una voz más trabajada, pero la onda es casi la misma ¿quién habrá influenciado a quién? Soy un defensor acérrimo de Tanguito como compositor y cantante, inventó algo y eso es glorioso. El rock argentino es un movimiento, una causa y entonces me pongo de pie para hacerle chapeau a sus fundadores, a los que desmalezaron y diseñaron el camino por el que fuimos a tantos lugares y personas, en donde, hasta me animo a asegurar, que aprendimos a ser mejores personas. Pertenezco a varios grupos de personas que se reúnen por chat, aunque sea, que pueden discutir de varias cosas, pero somos todos rockeros/as, esa es nuestra mayor identidad, esa condición nos juntó y nos mantiene y al carajo con todo lo otro. Nos enamoramos de rockeras o de mujeres que para amarnos más de cerca se sentaron a escuchar eso que nos inquietaba, grandes sabias. Conocí infinidad de mujeres que me dijeron “el amor verdadero es para algún rockero”.
Siempre me llamó la atención el modo de cantar, la manera de frasear, entre tanguera y beatle, como una deformación de ambas cosas que generó una tercera corriente, algo extraordinario. En el primer disco de Los Gatos también se escucha algo de eso en la voz de Litto Nebbia, pero suena más adolescente, más dulce, es una voz más trabajada, pero la onda es casi la misma ¿quién habrá influenciado a quién? Soy un defensor acérrimo de Tanguito como compositor y cantante, inventó algo y eso es glorioso. El rock argentino es un movimiento, una causa y entonces me pongo de pie para hacerle chapeau a sus fundadores, a los que desmalezaron y diseñaron el camino por el que fuimos a tantos lugares y personas, en donde, hasta me animo a asegurar, que aprendimos a ser mejores personas. Pertenezco a varios grupos de personas que se reúnen por chat, aunque sea, que pueden discutir de varias cosas, pero somos todos rockeros/as, esa es nuestra mayor identidad, esa condición nos juntó y nos mantiene y al carajo con todo lo otro. Nos enamoramos de rockeras o de mujeres que para amarnos más de cerca se sentaron a escuchar eso que nos inquietaba, grandes sabias. Conocí infinidad de mujeres que me dijeron “el amor verdadero es para algún rockero”.
José Alberto Iglesias, nacido el 16 de septiembre de 1945 en San Martín, provincia de Buenos Aires. Se crió en el barrio de Caseros, una localidad del Conurbano muy cercaba a la Capital, llena de talleres y fábricas y una cancha de fútbol. Fue el cuarto hijo de José Iglesias, un vendedor ambulante conocido en la zona, y Juana Correa, empleada doméstica. Tuvo un lapso en plena adolescencia en donde buscó una profesión, decidió abandonar el colegio secundario y se anotó en un curso de paisajismo y jardinería en el Jardín Botánico, con la idea de una rápida salida laboral. Pero algo pasó por su cabeza cuando llegaron los quince años entonces colgó sus ideas de jardinero y se puso como objetivo encarar una carrera en el mundo de la música.
Pasaron aventuras, grupos, actuaciones, contactos, bailes, en donde ganó fama de gran bailarín, pero seguramente fue la toma de conciencia de que había algunas canciones propias que merecían un lugar lo que lo llevó a plantearse otros rumbos. En el otoño de 1964, en un sótano de la avenida Pueyrredón 1723, La Cueva de Pasarotus, pasó a ser simplemente “La Cueva”, alguien hizo sonar la campana que llamó a la bohemia de ese tiempo, y se dieron cita de honor: Sandro, Moris, Javier Martínez, Alejandro Medina, Billy Bond, Litto Nebbia, Miguel Abuelo, Ricardo Lew, Charly Camino, Carlos Mellino, Ciro Fogliatta, Pajarito Zaguri, Miguel Grimberg, Pipo Lernoud, Tanguito, entre otros. Un grupo de ellos decidía continuar la noche en otro lugar: La Perla del Once, una pizzería ubicada en la esquina de Avenida Rivadavia y Jujuy, frente a Plaza Miserere. Sitio histórico y emblemático que resultó ser una especie de “Jabonería de Vieytes”, aquel espacio en donde se daban cita para conspirar los patriotas de Mayo. En La Perla no se pensaba derrocar a ningún virrey pero se conspiraba contra la mediocridad, contra la llamada “música joven”, que despertaba poco y anestesiaba mucho. De ese grupo de pibes reunidos salieron bandas, canciones, patriotas, que crearon el Movimiento Rock Argentino”, que por esos años no tuvo un rótulo que lo identifique, pero sí un lenguaje nuevo, una música diferente, cierta postura revolucionaria mientras el país era castigado por una nueva Dictadura Militar, que clausuraba toda forma de pensamiento y acción.
Artísticamente se venía observando la movida musical que venía desde EEUU con el rock and roll y el twist, pero fue sin duda la aparición de Los Beatles el quiebre para todo, esos cuatro tipos que desde Liverpool tiraron todo abajo y decidieron dar las cartas desde otro mazo. Lo que venía desde Estados Unidos era solo música, con algunos cantantes muy buenos, gran ritmo, pero, como casi siempre, con una gran cantidad de champú que fabrica el Pentágono para lavar la cabeza de toda persona débil. Lo beatle era otra cosa, un giro muy fuerte en lo musical, enormes canciones, pero, sobre todo, una postura socio política de clase trabajadora dotada de una energía avasallante que se llevó todo por delante. Le dieron voz a la gente joven, me viene a la cabeza una frase de Charly García: “Los Beatles inventaron la juventud”. Y digo que le dieron voz porque creaban sus propias canciones y con sus palabras e imágenes. Para ejemplificar esto les cuento que el álbum “A hard day’s night”, de 1964, es el primero en la historia que trae 13 canciones compuestas por los intérpretes.
Tanguito fue uno de los primeros en tomar nota de este dato pero a la vez tenía una veta de compositor nato que se muestra en varias de sus canciones, lo pienso a partir de las notas que utiliza y en cómo va yendo de un acorde a otro, hay una idea que conduce y todo se va reuniendo alrededor. Y esto se ve a todas luces en “Amor de primavera”. Incluso como la versión original está contaminada de improvisación, en el sentido que Tango la grabó sin saber que eso iba a parar a un disco, les quiero sugerir una versión extraordinaria de Invisible en donde Spinetta, tomando la concepción original, la dota de su impronta, su manera tan particular de cantar, se vale de un aire más jazzero para darle un vuelo que hubiera hecho lagrimear al propio autor.
Muchísima gente cree que esta canción es enteramente de Tanguito, pero no, la letra es de Pedro Pujó, otro pionero de esos años, nacido en 1948, que junto a su hermano Hernán y Jorge Alvarez fundaron en 1968 el sello Mandioca, el gran precursor del Rock Argentino.
Tanguito fue uno de los primeros en tomar nota de este dato pero a la vez tenía una veta de compositor nato que se muestra en varias de sus canciones, lo pienso a partir de las notas que utiliza y en cómo va yendo de un acorde a otro, hay una idea que conduce y todo se va reuniendo alrededor. Y esto se ve a todas luces en “Amor de primavera”. Incluso como la versión original está contaminada de improvisación, en el sentido que Tango la grabó sin saber que eso iba a parar a un disco, les quiero sugerir una versión extraordinaria de Invisible en donde Spinetta, tomando la concepción original, la dota de su impronta, su manera tan particular de cantar, se vale de un aire más jazzero para darle un vuelo que hubiera hecho lagrimear al propio autor.
Muchísima gente cree que esta canción es enteramente de Tanguito, pero no, la letra es de Pedro Pujó, otro pionero de esos años, nacido en 1948, que junto a su hermano Hernán y Jorge Alvarez fundaron en 1968 el sello Mandioca, el gran precursor del Rock Argentino.
Esta letra creo que es de lo mejor que tenemos, ya el arranque “es un amor de primavera” se encargó de instalar semejante frase y es una de las definiciones más certeras de un tipo de romance. Me encanta “allá, a lo lejos, puedes escuchar, a un amor de primavera, que anda dando vueltas…”. Es maravilloso ver o creer que el amor anda dando vueltas, y que uno gira por ahí. Siempre me hipnotizó el inglés que dice “in love”, en amores, qué bueno contarle a alguien que uno anda en amores, es el viejo sueño.
“Abre el barril de lluvia, y toma una copa, y el hombre de cristal volverá a vibrar…”, siempre me parecieron imágenes de poesía pura, algo así como frotar un barril y tener un genio para uno, que viene envuelto en una lluvia que nos limpia de todo. Esta es unas de esas letras, en mi caso, que uno escucha y lee y trata de escribir algo parecido, le cambia las palabras, la forma, pero sueña con poder decir lo mismo.
“Y verás que todo corre hacia ahora, aquí, allá y en todas partes…”. Hace tantos años que trato de comprender lo que corre hacia ahora, empezando por mí mismo, porque si uno no corre hacia ahora se queda esperando en un andén abandonado. Siempre me pareció esa frase como una especie de advertencia, quizá por eso cierra con el título de una canción de Los Beatles “Aquí, allá y en todas partes”, como para darle un fuerte aval a la idea.
“Abre el barril de lluvia, y toma una copa, y el hombre de cristal volverá a vibrar…”, siempre me parecieron imágenes de poesía pura, algo así como frotar un barril y tener un genio para uno, que viene envuelto en una lluvia que nos limpia de todo. Esta es unas de esas letras, en mi caso, que uno escucha y lee y trata de escribir algo parecido, le cambia las palabras, la forma, pero sueña con poder decir lo mismo.
“Y verás que todo corre hacia ahora, aquí, allá y en todas partes…”. Hace tantos años que trato de comprender lo que corre hacia ahora, empezando por mí mismo, porque si uno no corre hacia ahora se queda esperando en un andén abandonado. Siempre me pareció esa frase como una especie de advertencia, quizá por eso cierra con el título de una canción de Los Beatles “Aquí, allá y en todas partes”, como para darle un fuerte aval a la idea.
Invisible
Vuelvo a la propuesta de escuchar la versión de este tema por Invisible, porque creo que necesario percibir la canción trabajada, con todo lo que proporciona la producción, ejecutada por tres tipos que ponen todo su talento, su calidad instrumental al servicio de resaltar cada clima del tema, casi reparando palabra por palabra, con varios retoques que no están en la versión original pero que embellecen hasta las pausas. La intro marca cada acorde, luego se cuelga la guitarra con una melodía exquisita, bien Spinetta, que da la impresión que abre la puerta de algo baladístico, pero la batería de Pomo Lorenzo se lo lleva a lo jazzero con la sutileza que se le conoce, el bajo de Machi se encarga del sostén necesario para enlazar esa misma bata con el rítmico y suavísimo rasgueo de la viola. Cuando Invisible se disponía a grabar el álbum “Durazno sangrando”, en 1975, decidieron darse una vuelta por el estudio y probar, para ello eligieron el tema de Tanguito, grabación que nunca apareció en un disco de Invisible, pero sí en un compilado del sello CBS llamado “Rock competición. Me compré ese disco por esta versión. Por ese tiempo vi a Invisible unas cuantas veces en vivo, en una oportunidad fui con unos amigos hasta el Deportivo San Andrés, por San Martín, en un baile. La mayoría de la gente los ignoró, quería seguir danzando, pero los 50 que fuimos al recital tuvimos 40 minutos de felicidad absoluta. Llegamos temprano, nos paramos frente al escenario y ahí nos quedamos. La gente bailaba, se miraba, seducían, reían fuerte, se mentían en pos de un veloz romance. Nosotros seguíamos esperando y cuando aparecieron los plomos con los equipos comprobamos que era cierto. Qué enorme felicidad es ser un pibe fanático de una banda y verla en vivo, disfrutar de todo y desear desde lo más íntimo que no terminen nunca, conocer al dedillo cada una de las canciones, mirar la mano izquierda del guitarrista para pescar algún acorde, llegar a la casa de madrugada y replicarla en su guitarra Faim, de pobre, comprada en 12 cuotas, pero que para uno es la guitarra más maravillosa del universo. Escuchar cada una de sus notas y conectarse con el secreto de la música.
En un momento dijo Luis Alberto que iban a tocar una canción que habían grabado, que era de Tanguito y yo me fui disolviendo en la emoción que solo conoce el fanático. Contó que conoció a Tanguito, que amaba la canción, su letra, que el pibe de Caseros era uno de sus ídolos. Nosotros conocíamos el mito, las anécdotas, los rumores, era nuestro gran mito rockero y sabíamos que al perderlo había cierta orfandad.
Si uno mira el mapa del Conurba se da cuenta que al costado del partido de San Martín está Caseros, o sea que estábamos cerca de la fuente.
Mito, del griego “relato” o “cuento”. Son explicaciones que buscan expresar las ideas ancestrales de un pueblo acerca del mundo en el cual vive. Son como respuestas a cuestiones inexplicables, para ayudar a aclarar los misterios de la vida, teorizan acerca de cómo deben haber comenzado las cosas. Y sí, así comenzó uno de los mejores relatos que conocí en mi vida, el del Rock Argentino. Y nosotros tenemos nuestro propio Ulises, mucho más humilde, morocho, de clase baja, que cambió Atenas por Caseros sin saberlo, que solo navegaba en colectivos y trenes por el Conurbano, pero les puedo asegurar que una noche entre él y otros locos, en la puerta de La Perla del Once, diseñaron un Caballo de Troya repleto de canciones, las soltaron y le ganaron la batalla a la superficialidad.
Tanguito es un grande, nuestra Odisea lo cuenta con detalles.
Definitivamente la versión en estudio de Invisible, la del disco Rock Competicion, es de lo mejor que hicieron. Maravillosa interpretación, abrazos menducos
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