Jamás se habló tanto de corrupción, y al mismo tiempo jamás nadie le dió tan poca importancia, aunque se quiera aparentar lo contrario. Es tan poco lo que importa la corrupción, que ya casi ni los medios opositores que sobreviven hablan de las filtraciones de Panamá. Sólo el mundo habla de eso, los medios locales se han olvidado.
Oímos y vemos a diario en los medios y en las calles, a nuestro paso, indignados ciudadanos que no trepidan en pedir el paredón para una larga lista de gente que a diario les proveen, solícitos, los grandes medios. Sin embargo, a juzgar por las últimas elecciones, la mayoría de esos indignados ciudadanos votó a Mauricio Macri aún sabiéndolo procesado por escuchas ilegales y asociación ilícita; condenado alguna vez por contrabando agravado; heredero de una fortuna que nació con la estatización de la deuda de su padre en los días finales del dictador Reynaldo Bignone; incluso lo votaron en pleno escándalo por el affaire Fernando Niembro y el reparto de las "mal cargadas" pautas publicitarias, y, repetimos, aún procesado. Si la corrupción realmente le importara a la sociedad, pero de verdad, Marioneta Macri no sería presidente.
Los mismos que se indignan con la ruta nunca probada del dinero K, desestiman las incontestables filtraciones de Panamá y la lista de enriquecidos por la compra de dólar futuro o los muertos de Costa Salguero. En pocas semanas Lázaro Báez alcanzó más repercusión en los medios que la mayoría de las estrellas que hacen lo imposible por aparecer segundos en la pantalla.
Oímos y vemos a diario en los medios y en las calles, a nuestro paso, indignados ciudadanos que no trepidan en pedir el paredón para una larga lista de gente que a diario les proveen, solícitos, los grandes medios. Sin embargo, a juzgar por las últimas elecciones, la mayoría de esos indignados ciudadanos votó a Mauricio Macri aún sabiéndolo procesado por escuchas ilegales y asociación ilícita; condenado alguna vez por contrabando agravado; heredero de una fortuna que nació con la estatización de la deuda de su padre en los días finales del dictador Reynaldo Bignone; incluso lo votaron en pleno escándalo por el affaire Fernando Niembro y el reparto de las "mal cargadas" pautas publicitarias, y, repetimos, aún procesado. Si la corrupción realmente le importara a la sociedad, pero de verdad, Marioneta Macri no sería presidente.
Los mismos que se indignan con la ruta nunca probada del dinero K, desestiman las incontestables filtraciones de Panamá y la lista de enriquecidos por la compra de dólar futuro o los muertos de Costa Salguero. En pocas semanas Lázaro Báez alcanzó más repercusión en los medios que la mayoría de las estrellas que hacen lo imposible por aparecer segundos en la pantalla.
No importa la corrupción, a nadie le improta aunque todos hablen de ella.
Descubrimos que el presidente Marioneta es parte de un pool de empresas off-shores allá donde saben esconderse las fortunas más sucias y los mayores delincuentes del planeta, que arregló con los Fondos Buitres para que le ayuden a ganar la elección y luego nos endeuda por siempre, despertar cada mañana con un nuevo integrante del gobierno involucrado en una organización paralela dedicada, en el mejor de los casos, a evadir impuestos y lavar activos, que siete de ocho licitaciones para la importación de gas las haya ganado la misma compañía de la cual es accionista el ministro de Energía, ni hablar entonces de los muertos de Costa Salguero, o por la causa por dólar futuro, maniobra a través de la cual se enriqueció buena parte de los responsables del mismo gobierno que a partir de una devaluación ejecutó dicho negociado. Ahí tampoco importa la corrupción, no jodamos.
Como el ladrón que huye al grito de “agarrenló, agarrenló”, los mismos medios que denuncian la corrupción están más sucios que el Riachuelo. Los dueños de esos medios, en procura exclusivamente de más y mejores negocios, se escudan desde siempre en la libertad de prensa para incidir en las decisiones oficiales. Eso es mucha corrupción pero nunca importó.
Si mañana el hoy heroico fiscal Marijuán decidiera con el mismo ahínco con que perfora la Patagonia activar la causa Papel prensa y pedir por fin la indagatoria de Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble y Bartolomé Mitre, imputados por crímenes de lesa humanidad, entonces el popular Marijuán sería enterrado en uno de esos pozos que dejó por todo el sur.
Si mañana el juez Casanello tuviera que absolver o cuando menos liberar –por razones estrictamente jurídicas- a Lázaro Báez, la prensa grande, su ejército de habladores, y su público voraz, lo descuartizarían en una plaza de barrio. Y el juez lo sabe.
O quizásno, quizás el juez Casanello libere a Lázaro Báez en estos días, y los grandes medios, sin embargo, no digan nada. Y si eso sucede es porque el jueves el famoso empresario presentó un escrito ante el juez mencionando a su mayor socio, casi un patrón: el ya no menos famoso Ángelo Calcaterra, hijo de María Pía Macri, hermana de Tonino y Franco, y por lo tanto, primo de Mauricio. Resulta que Lázaro Báez es socio de Mauricio Macri. Lo cierto, lo evidente, es que el caso Lázaro Báez comenzó así su agonía, hoy ya no está en las tapas de los grandes diarios, pierde espacio en las radios y los canales y los portales oficialistas...
Lo que sucede, repito, es que la corrupción no interesa a nadie.
La corrupción, al final de cuentas, no le importa a nadie. Y al fin y al cabo tienen razón, porque la corrupción no importa, importa el corrupto.
Al fin y al cabo, lo que importa es el modelo (social, político y cultural) y no los hombres. El problema es cuando el modelo lleva la corrupción en su interior. Y eso es, justamente, el neoliberalismo: la corrupción hecha modelo. Y eso sí que importa.
Jauretche dice que la “viveza criolla” es individual, inmediata; es la picardía que sirve a la persona para sacar ventaja para sí mismo. Sin embargo, cuando tenemos que usar la “viveza” para pensar en el conjunto, en el colectivo, en la patria, ahí nos volvemos zonzos.
ReplyDeleteY justamente el individualismo, el cuidar el rancho propio,el me chupa un huevo los demás, es lo que hace que la gran masa anestesiada no reaccione ante los corruptos que nos gobernaron, nos gobiernan y nos gobernaran.
Sumemosle a esto la ignorancia y la pelotudez y ahí tenemos a los omega de "Un mundo feliz" de Huxley.