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David Bowie - Earthling (1997)


Pedro Rock nos acerca otro disquito de David Bowie, ahora le toca a "Earthling" con un sonido más industrial

Artista: David Bowie
Álbum: Earthling
Año: 1997
Género: Art-Rock / Rock Alternativo / Industrial
Nacionalidad: Inglaterra


Lista de Temas:
01. Little Wonder
02. Looking For Satellites
03. Battle For Britain (The Letter)
04. Seven Years In Tibet
05. Dead Man Walking
06. Telling Lies
07. The Last Thing You Should Do
08. I'm Afraid Of Americans
09. Law (Earthling On Fire)

Alineación:
- David Bowie / voz, guitarra, saxofón alto, samples, teclados.
- Reeves Gabrels / programación, sintetizadores, guitarra y samples de guitarra, voz.
- Mark Plati / programación, loops, samples, teclados.
- Gail Ann Dorsey / bajo, voz.
- Zachary Alford / loops de batería, batería, percusión electrónica.
- Mike Garson / teclados, piano.



Pedro Rock continúa con sus aportes, y ahora con otro diquito de Bowie, un tanto particular...




Earthling es el decimonoveno álbum de estudio del músico y compositor británico David Bowie lanzado en febrero de 1997 a través de BMG. El álbum muestra una sonido influenciado por la música electrónica inspirada en parte por la cultura industrial de los años 1990.
Wikipedia



No voy a escribir demasiado, para eso están los que ya lo han hecho antes :)


Cinco días después de terminar su tour Outside, David Bowie se juntó con Reeves Gabrels para componer nuevo material, inspirados en el sonido de bandas como Prodigy y Underworld. El trabajo creativo resultante se empezó a grabar en marzo de 1996 en los Mountain Studios de Mountreux (Suiza) y terminaría siendo el excelente Earthling. Las sesiones de grabación solo durarían poco más de dos semanas. Lo breve del proceso se debía a los métodos de trabajo de Bowie y Gabrels, quienes transferían fragmentos de guitarra a los sintetizadores y equipos de sampleo para construir estructuras melódicas. Sobre este esquema de trabajo decía David: “Es una guitarra real pero construida de una manera sintética”.
El espíritu latente en Earthling fue comparado por el artista con su disco Scary Monsters (And Super Creeps) de 1980: “Creo que hay, hasta cierto punto, un buen vínculo entre Scary Monsters y este álbum. Ciertamente, la misma intensidad de agresión”. Así mismo David veía paralelismos entre su experiencia creando Young Americans (cuando se sumergió en el sonido soul) y este nuevo álbum, para el cual se empapó del sonido euro-synth. Asimismo es inevitable comparar Earthling con la Trilogía Berlinesa, en cuanto a intención e inspiración.
Casi en cada pista de Earthling se emplearon métodos poco ortodoxos. Little Wonder, el corte más difundido del disco, fue de los primeros que escribieron Bowie y Gabrels. Según David, escribió la letra utilizando los nombres de cada uno de los siete enanos de Blancanieves. Según Reeves, la línea de bajo interpretada por Gail Ann Dorsey se registró sin que la bajista supiera que la estaban grabando. Para las partes de piano del tema Battle For Britain Bowie le pidió a Mike Garson que se basara en la composición de Stravinsky Ragtime para Once Instrumentos. En agosto de 1996 se terminó de grabar el álbum en los estudios Looking Glass de New York.
Earthling se lanzó el 3 de febrero de 1997, siendo el primer disco desde Diamonds Dogs (1974) coproducido por Bowie. Llegó al sexto puesto en la listas británicas y cosechó críticas entusiastas.
Ricardo Portmán]

Y como una imagen vale más que mil palabras y ni qué hablar de un video, porqué mejor no lo escuchamos?




Con “Outside”, David Bowie dio un importante giro hacia la electrónica y los sonidos industriales, algo que llevó un poco más allá durante la correspondiente gira en la que estuvo acompañado, además de por su banda habitual entonces, por los miembros de Nine Inch Nails en la parte americana del “tour”.
Ese reencuentro con la música electrónica revitalizó en cierto modo al artista británico de modo que, apenas concluida la gira decidió que quería entrar en el estudio para volver a grabar. Este aire espontaneo y casi de improvisación fue uno de los rasgos característicos del disco. El propio Bowie fue el productor y las sesiones dieron comienzo sin material previo alguno (aunque se regrabó alguna canción antigua, nada estaba planeado de antemano. En aquel momento la música electrónica estaba experimentando un importante repunte de popularidad y bandas como Underworld (impulsadas por la banda sonora de “Trainspotting”) o The Prodigy se encontraban entre las que Bowie escuchaba con cierta regularidad. También Trent Reznor y los citados Nine Inch Nails. Esas influencias fueron muy importantes en el sonido global del trabajo pero cuesta identificar momentos concretos en los que sean evidentes.
Los músicos que participan en el disco son: Reeves Gabrels (teclados, guitarras y voces), Mark Plati (teclados), Gail Ann Dorsey (bajo y voces), Zachary Alford (batería y percusiones) y Mike Garson (piano, teclados). Bowie, además de cantar, toca la guitarra, el saxo y los teclados.
“Little Wonder” - Sin introducciones ni sutilezas, el disco se abre con un despliegue de ritmos drum'n'bass que dan paso a la voz de Bowie cantando un texto sencillo pero pegadizo. Las guitarras son muy agresivas y rescatan por un momento a la pieza del marasmo electrónico en el que se había sumido llevándola a un terreno más cercano a la música más habitual del autor. Sin embargo, esto sólo dura unos instantes porque inmediatamente volvemos a los experimentos rítmicos que ocupan el segmento central de la pieza. Guitarra y bajo se citan entonces para juguetear durante un rato antes del gran final, pleno de vigor con un Bowie rockero próximo al de Tin Machine. El corte fue el segundo single del disco.
“Looking for Satellites” - Una especie de coro que recita parsimoniosamente un raro texto nos recibe en una de las canciones más interesantes del trabajo. Un corte de pop electrónico muy poco convencional pero muy atractivo en el que se dan la mano muchas tendencias sin dejar de lado ráfagas rockeras, especialmente con los solos de guitarra de la parte final.
“Battle for Britain (the Letter)” - Nuevo ejemplo de “drum'n'bass” desatado en un extraordinario contraste con el lento desarrollo de las partes vocales. El efecto es notable. Escuchamos una pieza absolutamente actual en el contexto en que fue grabada pero que conserva toda la esencia del sonido de Bowie e incluye algunos toques “jazzies” absolutamente marcianos. A pesar de todo, no consigue situarse entre nuestras favoritas.
“Seven Years in Tibet” - El que fue el último single del disco comienza con una percusión marcadísima en la que se apoya el saxo de Bowie para dibujar una cadenciosa melodía. A la hora de cantar, el artista lo hace tras una serie de filtros que enmascaran su voz como si procediese de un viejo transistor de bolsillo. Una vez más, y es una característica clara de todo el disco, las guitarras ponen un contrapunto ácido a los sonidos electrónicos como queriendo mantener un ancla en el espíritu del Bowie más clásico. Como curiosidad, en algunos momentos se escuchan lo que podían ser breves citas de “It's No Game”, el tema que abría el clásico “Scary Monsters”.
“Dead Man Walking” - El tercer single de “Earthling” fue una canción decididamente entregada a la vertiente más cercana a la pista de baile de la música electrónica. A pesar de ello, es una pieza muy interesante que contiene giros jazzísticos (especialmente en el piano de Garson) y que quizá podriá haber mejorado en una versión más relajada.
“Telling Lies” - La canción que tuvo el honor de ser el adelanto del disco (como descarga electrónica, algo completamente nuevo en aquel momento) era un tema con un claro ritmo drum'n'bass en su inicio que enseguida evoluciona hacia una canción electrónica de ambiente muy extraño y opresivo por momentos. Con algún giro vocal que nos recuerda al “Yassassin” del LP “Lodger”, Bowie parece querer mantener algún vínculo con su pasado a la vez que se sumerge en las corrientes más avanzadas del momento. A pesar de la carga electrónica del tema, hay momentos extraordinarios de Gail Ann Dorsey al bajo y también de Zachary Alford a la batería y es que no toda la sección rítmica recae aquí en la electrónica ni mucho menos.
“The Last Thing You Should Do” - Volvemos a los ritmos frenéticos en contraste con las melodías lentas y las guitarras afiladas como cuchillas de afeitar. Casi veinte años después de su publicación, canciones como esta siguen sonando actuales e incluso vanguardistas lo que explica que en su momento descolocasen a más de un seguidor.
“I'm Afraid of Americans” - Probablemente la canción más popular del disco, con permiso de “Little Wonder”. Realmente se trataba de un descarte de “Outside” y por ello está firmada por Bowie y Brian Eno, coautores de la mayor parte de los temas de aquel trabajo. Antes de aparecer en “Earthling” una versión previa de la pieza pudo escucharse en la banda sonora de la película “Showgirls” aunque cuando la canción alcanzó mayor difusión fue a través de las remezclas que Trent Reznor hizo para los singles (de hecho, la versión del disco no aparecía en ninguno de ellos). Sin duda, se trata de una de nuestras canciones favoritas de todo el trabajo.
“Law (Earthlings on Fire)” - Cerrando el disco tenemos otro robusto corte electrónico cuyo comienzo podría haber sido firmado por los Depeche Mode de aquellos años sin ningún rubor. Según nos adentramos en la pieza ese parentesco se diluye en favor del propio Bowie. Tiene algo muy atractivo esta canción que no terminamos de identificar porque no tiene que ver con una melodía inspirada o con interpretaciones deslumbrantes. Cosas que ocurren con los genios, sin duda.
Lo cierto es que “Earthling” no fue un gran éxito para Bowie. Desde el punto de vista artístico, y siempre en nuestra opinión, tampoco se acercó al nivel de su predecesor “Outside” aunque mantiene un buen nivel medio. La aproximación de Bowie a las corrientes electrónicas más en boga en aquel momento fue muy digna y con una personalidad muy marcada (no utilizó, como la mayoría de artistas del género, “samples” de otros como bases, por ejemplo). Con todo, fue el disco que cerró una etapa en la carrera de Bowie quien, en adelante volvería a un sonido púramente rockero en el que la electrónica se convertiría en una herramienta más y no en un medio de expresión de por sí.
En el blog le hemos dedicado varias entradas en los últimos meses a la música de Bowie, algo planeado desde que supimos de la aparición de “Blackstar” y que termina por ahora con ésta dedicada a “Earthling”. No quiere decir esto que el artista británico no vaya a volver a aparecer por aquí aunque la idea es que tarde un poco en hacerlo (conociéndonos un poco, no descartamos que en cualquier momento cambiemos el plan inicial). Con todo, aprovechamos para recomendar a todos los lectores el repaso a cualquiera de los trabajos del artista. Raro será que no encuentre en ellos alguna canción especial por uno u otro motivo.
Os dejamos con una de las mezclas de Trent Reznor (co-protagonista del video-clip) de "I'm Afraid of Americans"
Gust


Y vayamos con algunos comentarios en inglés que les van a dar más idea del concepto, la historia y la música del disco:


"You know, that shitty techno record." Thus spoke a friend of mine, offhandedly besmirching a weird little record that doesn't necessarily deserve half the hate it gets. Sure, the opening strains of "Little Wonder" sound an awful lot like the Prodigy. Yes, surgically transplanting a jungle beat onto "Battle for Britain (the Letter)" probably doesn't make it a better song (Mike Garson's piano break at the 3-minute mark does, though). But there's something here. The previous record, Outside, had borrowed from industrial two years earlier; here it's clear Bowie was hitching his cart to the current drum-and-bass trend that had all the kids in a huff -- those crazy kids -- but the core songwriting benefits from the refreshed approach. It also helped to have strong songs to start with. At the time of its release, Bowie described the album by making comparisons to Scary Monsters, and while it's nowhere near as good, he's not entirely off base. Earthling is aggressive, abrasive stuff; texture-forward but still song-based. "Dead Man Walking," "Seven Years in Tibet," and especially "I'm Afraid of Americans" all stand out. "I'm Afraid of Americans" is still divisive amongst fans, but the track succeeds on its own terms. Earthling is nowhere near Bowie's best, but it's a treat to see the old dog show his teeth after all these years.
Stereogum

If there was any doubt which artist made the biggest impression on the David Bowie/Nine Inch Nails tour, Bowie's new album offers a clue. Nearly every song on Earthling gets its charge from the kind of loud, industrial power riffs and electronically treated vocals that Trent Reznor is so fond of. Bowie may have been the headliner of 1995's dream billing, but like most of the fans who went to the shows, it seems he was there primarily to catch the opening act.
Which is not a bad thing. Bowie's 1995 comeback album, Outside, was an ambitious mix of futuristic conceptualizing and industrial mayhem, but it went way over the top artistically. On that album, Bowie and collaborator Brian Eno bogged down the songs with a forced story line. What Outside needed was some of the musical restraint and pop smarts that Reznor gave to Nine Inch Nails' The Downward Spiral. And that's exactly what Bowie brings to the new record, his best since 1980's Scary Monsters.
On Earthling, Bowie lets the songs tell the story. Gone are the spoken interludes and overblown avant-garde flourishes that marred Outside; instead, the tracks on Earthling are linked only by the power of the turbocharged guitars, the energy and intensity of the skittering drum-and-bass rhythms, the spiritual-technological tug of war in the lyrics and Bowie's signature baritone croon.
Bowie begins Earthling, his first self-produced album since 1974's Diamond Dogs, with an explosion of clattering beats and screeching electronics that coalesce into the album's dramatic single, "Little Wonder." He uses drum-and-bass music — the current rage among British techno DJs — as a rhythmic foundation throughout, upping the intensity of songs like "Telling Lies" and the classic Man Who Sold the World vibe of "Battle for Britain (The Letter)." Bowie reaches back to his '70s catalog for several tracks — including the slow-grooving, horns- and Hammond-fueled "Seven Years in Tibet" — but also borrows licks and samples from other spots on the musical map. A jerky, atonal piano break in the middle of "Battle" sounds like John Cage filtered through Mott the Hoople, "Little Wonder" lifts a bass line from the O'Jays; and the refrain of "Seven Years" gets the juices flowing with a blast of Pixies-like loud-soft dynamics.
If Bowie undermined his ominous warnings of a technological future gone haywire on Outside with a trite, sci-noir plot line, he comes off more convincingly this time. On Earthling he returns to the subject of space, a fascination for Bowie since 1969's "Space Oddity." In the shuffling, carnivallike "Looking for Satellites," he sings, "There's something in the sky/Shining in the light/Spinning far away," before his voice conjures up the ghost of John Lennon in the final line, "Who do we look to now?" What remains from Outside are Bowie's attempts to reconcile technological progress with spiritual growth. Over the sound of squealing pigs in "Seven Years in Tibet," he sings that it's "Time to question the mountain/Why pigs can fly" before screaming out the chorus, "I praise to you/Nothing ever goes away."
It's not until the last two songs that Bowie's sound and vision begin to lose steam. "I'm Afraid of Americans" is a stuttering rocker about a paranoid Brit (named Johnny, of course) that seems detached from the other songs. And on the album's finale, "Law (Earthlings on Fire)," Bowie loses his heretofore tasteful grip on contemporary technology. Beginning with a sampled spoken loop proclaiming "I don't want knowledge/I want certainty," the song incorporates the kinds of cheesy electronic effects that you might hear in a TV ad trying to be hip.
Still, if Bowie is not the art-rock pioneer he was in the '70s, his enduring enthusiasm for new musical adventures can be applauded. Earthling doesn't break any new ground, but it certainly captures the mood of contemporary popular culture — from the anguish of American industrial rock to the ecstasy of British dance music.
Mark Kemp

On Oct. 9, 1997, The Baltimore Sun published a feature on David Bowie, who died Sunday, that previewed his Oct. 12 performance at the Capitol Ballroom in Washington. The interview focused on Bowie's album from that year, "Earthling," which incorporated the sounds of an emerging genre, drum 'n' bass. Read the story, as published, below.
Some people suspect that the only reason rock stars have become interested in drum 'n' bass -- the hip, hyperkinetic dance music built around digitally sped-up "breakbeats" -- is that they want to keep up with the latest crazes.
David Bowie has a different theory. "It's because it's so jazz-based," he says of drum 'n' bass.
"From its inception, it had such interesting breakbeats that any drummer worth his salt wanted to work out how on Earth he could get involved in it. I guess it's the nearest thing that we've had to a respectable version of [jazz] fusion."
Bowie hastens to add that drum 'n' bass, unlike fusion, leaves little room for instrumental self-indulgence. His current band began working with drum 'n' bass rhythms while recording the "Earthling" album, and considerably expands on those ideas in concert -- something that takes an unusual degree of discipline.
"You do have to work as a team," he says. "That's something we've learned a lot over the last couple of years. Working in the genre live, [you learn] that once you start to get too improvisational, you lose the whole raison d'etre for playing the music. There's a certain minimalist accumulation that gives [the music] its momentum, and once you start to decorate it too much, you lose that."
In part, says Bowie, that's because the breakbeats themselves take up so much space in the overall sound. "You've got to realize that they're the boss, and that you are there to support and enhance them, not the other way 'round.
"You're all the time finessing and honing back what you're doing. So you end up playing actually quite severely disciplined parts."
Fortunately, Bowie's band -- guitarist Reeves Gabrels, pianist Mike Garson, bassist Gail Ann Dorsey and drummer Zachary Alford -- is more than up to the challenge.
"They are a unique unit, they really are," he says. "Probably the best band I've had since -- the last best band I've had!" He laughs. "It's difficult to know when that was.
"Possibly the last best band I had, a band that left me gasping for air like this one does, would be the band I had around '76-'77, which was with Simon House on violin," he says, referring to the jTC group captured on the live album, "Stage." "One of the greatest bands I've worked with. As well as the Spiders [From Mars], of course. And this band. I really do believe that this is one of the best bands that I have been able to assemble."
Having such a great band behind him has led Bowie to take extraordinary chances with his music onstage. "I'm not sure where it's going, but we've been doing some more experimentation," he says. "We now have a 50-minute, just full-dance set that we put together for [the European] tour -- because we played a few dance clubs and things -- which is completely instrumental.
"We've got such great abilities in the band that the combination is really very exciting. And it's forced me to play more saxophone. A lot more saxophone.
"Otherwise, I'd just be standing there playing tambourine, and I couldn't bear to not be on the stage," he says, laughing uproariously.
J.D. Considine

Espero que lo disfruten... ya saben dónde encontrarlo.



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