#Músicaparaelencierro. Otro aportazo de Carlos el Menduco para ir cerrando el día. Un discazo de Los Doobie Brothers: "The Captain and me". Es una remasterización del 2011. Rock clásico para revivir uno de los grupos más representativos del llamado "California Sound" a mediados de los años 70. Sin más para agregar, otro gran aporte a la escuelita de rock que hemos abandonado por las largas vacaciones del Mago Alberto.
Artista: The Doobie Brothers
Álbum: The Captain And Me
Año: 1973
Género: Rock / Soul
Referencia: Discogs
Nacionalidad: EEUU
El rock californiano disfrutó de un notable auge comercial en los años setenta. La oferta era amplia: del elitismo metropolitano de los Eagles a la energía callejera de los Doobie Brothers. Estos últimos tuvieron en "The captain and me" el mayor éxito de su primera fase: el LP, publicado en 1973, contenía éxitos como China grove y Long train runnin'.
Para los que conocen a los Doobie Brothers como banda de soul liviano, con la voz tostada de Michael McDonald, puede resultar una sorpresa sus orígenes. Ellos comienzan en San José, California, allá por el año 1970. Las ondas de la FM rebosan rock sureño y estos pelilargos hacen algo equivalente: como los Allman Brothers usan guitarras y baterías dobles, aunque toquen un boogie quizás más estilizado. Se han forjado tocando en un parque, ante un público dominical de hippies proletarios. Convierten su local de ensayo en un club clandestino muy apreciado por los temibles Ángeles del Infierno locales, lo que muy frecuentemente les pone en situaciones de peligro. Cuando el asunto se pone duro, se trasladan a las montañas de Santa Cruz, como banda fija de una taberna libérrima, apropiadamente bautizada Château Liberté.
El mismo nombre revela sus querencias callejeras: en la jerga contracultural, un doobie es un cigarrillo de marihuana. Impresionan a Ted Templeman, cazatalentos de Warner Brothers Records, que se convierte en su productor. En 1971, los Hermanos del Porro son los guitarristas Tom Johnston y Pat Simmons, el bajista Tiran Porter más los percusionistas John Hartman y Michael Hossack. Los cuatro primeros también cantan, lo que les proporciona unas posibilidades vocales que les separan de sus coetáneos sureños.
No pasa mucho con su estreno, The Doobie Brothers (1971). Pero Warner tiene entonces uno de los más imaginativos departamentos de promoción de la historia discográfica, que difunde hábilmente la imagen de una banda de forajidos hedonistas. El segundo LP es Toulouse Street (1972), con el que superan el millón de copias, impulsado por el impacto de Listen to the music y, paradoja, un himno religioso, Jesus is just alright, que les permite exhibir sus juegos de voces.
Para su tercer trabajo, The captain and me (1973), incluso juegan a la contra y se impregnan de gravedad. Se visten de caballeros del siglo XIX, alquilan una diligencia y se fotografían en una autopista. Ted Templeman refuerza su sonido con el teclista Bill Payne -de Little Feat, grupo de culto no muy lejano estéticamente de los Doobie Brothers- y la pedal steel guitar de Jeff Skunk Baxter, sin olvidar las orquestaciones de Nick DeCaro y, gran novedad, las programaciones de sintetizador de Malcolm Cecil y Robert Margouleff. Es caramelo para los oídos del público de las FMs, que compra más de dos millones de The captain and me. Curiosamente llegan los problemas. Hay un arresto por posesión de marihuana -Tom Johnston- y comienza el baile de bajas y altas. El disco siguiente, a pesar de su memorable título (Lo que una vez fueron vicios ahora son hábitos), rompe su línea ascendente.
Las turbulencias duran hasta 1976, cuando el grupo se recompone con dos rebotados de Steely Dan, el citado Jeff Skunk Baxter y el teclista-vocalista Michael McDonald. Ahora, domina el soul blanco y el funk blando. Los Doobie Brothers disfrutan de una segunda edad dorada. Ya son músicos profesionales, no rockeros salvajes. De visita a Nashville, la policía cuela a un "estupa" en su equipo. Esa noche, después del concierto, vuelven a su avión alquilado y lo encuentran rodeado de polis, que creen haber pillado a unos drogotas de tomo y lomo: horas registrando músicos, equipajes y vehículos. Se van frustrados, con el único botín de un recipiente lleno de pastillas; los análisis demuestran que son vitaminas legales.
Y algún otro comentario más...
Venidos de las soleadas llanuras de California, sacados de los campos de algodón sureños, llega el mítico y clásico Power Trio (con ampliaciones) de San José a la sección de Clásicos de The Sentinel. Los Doobie Brothers, señores y señoras, se merecen nuestro aplauso: una banda de genuina carretera que se labró la fama y el reconocimiento en todo el mundo gracias a sus variadas influencias y a su compendio de R&B, blues, country y rock and roll. Extensamente reconocidos y premiados, abrieron el camino para el rock sureño posterior, para las bandas de rock duro de mediados de los setenta y para cualquier grupo mínimamente abierto a las raíces más profundas del rock.
Sus constantes cambios de formación no fueron impedimento para que los Doobie Brothers sacaran dos álbumes a principios de los setenta realmente espectaculares, una fusión de blues-rock y country sensacional bajo el sello Warner Bros y la producción de Ted Templeman, más conocido por acabar produciendo álbumes del calibre del primero de Van Halen o el homónimo de Montrose, ambos reseñados en esta sección. En este tercer álbum de los californianos, “The Captain and Me”, vemos la maduración por parte de la banda de su sonido ya característico desde su segundo LP, “Toulouse Street” (1972), y también la consolidación del estrellato definitivo con los singles “China Grove” y “Long Train Runnin’”. La banda recuerda a grandes como Crosby, Stills & Nash, a los Allman Brothers o a los ingleses America, contemporáneos suyos, entre muchos otros, pero su sonido es cien por cien característico.
Los dos singles mencionados son una buena muestra de lo que ofrece el disco: el rasgado inicial marca de la casa, una percusión con un swing tremendo, unas voces que parecen negras, incorporaciones como una armónica o un teclado, y un sonido muy arraigado en la música tradicional americana. Estas características se van repitiendo a lo largo del plástico, repleto de blues (“Dark Eyed Cajun Woman”), de folk, pero también de guitarras eléctricas distorsionadas (“Without You”, la estrella de los directos, o “Evil Woman”) cuando conviene. Tom Johnston, verdadera cabeza de la banda, se encargó en todas sus composiciones de flirtear tanto con la música más ancestral de su tierra como con las nuevas tendencias rockeras más en boga en su época. Puro mestizaje con sello propio.
La banda practicó hasta 1976 un rock marcadamente melódico, año en el que Johnston abandonó la banda por problemas de salud. La incorporación a la voz y a los teclados de Michael McDonald supuso un cierto cambio hacia un sonido más dulce, que situó muchos éxitos de la banda en las listas de éxitos del pop. La reincorporación del emblemático guitarrista y cantante en 1987 después de la reunión obligatoria dura hasta hoy en día, pero la banda ha ido cambiando su estilo hacia un AOR más ochentero y tranquilo.
Un disco, en resumen, ideal para sonreír un poco y transportarse a las largas autopistas estadounidenses. Dale una oportunidad si no lo has hecho aún.
Formados en 1970 en San José (California), sus fundadores fueron el guitarrista Tom Johnston y el baterista John Hartman, uniéndose el bajista Dave Shogren y el guitarrista Pat Simmons, un tiempo después. Obtienen escaso éxito después de su primer álbum, pero ya atesoran una gran calidad en sus composiciones y armonías vocales. Elaboran canciones espectaculares y se centran más bien en un estilo country-rock. Y así llega su segundo trabajo “Toulousse Street” de 1972, que los proyecta a la fama mundial, pero comienzan a sufrir constantes variaciones en sus filas.
El antiguo bajista es remplazado por el legendario Tiran Porter, que se establece como un pilar fundamental en los Doobie Brothers. Incorporan también a Mike Hossack, un nuevo baterista, cohesionando así la formación más recordada de los Doobie, con dos guitarristas al frente y dos baterías. Analistas de la época, los llegaron a comparar con bandas de la talla de The Allman Brothers Band.
Un año más tarde y tras vender más de un millón de discos se edita “Captain and Me” en marzo 1973, considerado uno de los mejores trabajos de esta banda. Fue producido por el célebre Ted Templeman de la casa Warner, ayudado por el ingeniero y amigo Don Landee.
Para la configuración de este laborioso álbum, deciden agregar pianos y órganos, que corrren a cargo de Bill Payne. Al margen de esto, añaden los sintetizadores ARP, programados por dos de los mayores talentos de la música electrónica del momento: Malcom Cecil y Robert Margouleff, que dotan a esta obra de una profundidad especial y un sonido característico. Por allí estaba colaborando a la steel guitar un tal Jeff “Skunk” Buster, virtuoso guitarrista procedente de otra de las bandas esenciales de California: los “Steely Dan”, que junto a los Eagles fueron los grupos más destacados de aquel tiempo y de ese sonido.
Algunos de sus temas más importantes se concentran en este “The Captain and Me”, tercer álbum de estudio y que posee el clásico entre clásicos “Long Train Running”. Versionado hasta la saciedad, fue traducido a otros idiomas por grupos españoles como La Unión, que versionó el tema e incluso le llamó a su directo de principios de los 90 “Tren de Largo Recorrido”.
“China Grove” es otro punto álgido con un memorable riff, tema rockero de los más grandes de los Dobbie. “Dark Eyed Cajun Woman”, es un gran blues con el que rinden homenaje a B.B. King. Más pesados y contundentes son “Captain And Me”, “Ewil Woman” o “Without You”, poniendo de manifiesto su categoría musical. El country-rock, estilo del que son verdaderos especialistas, hace acto de presencia en cortes muy bellos como “South City Midnight Lady”, “Clear As The Driven Snow” o el maravilloso “Ukiah”.
Mencionaré su portada, en la que se observa una diligencia del siglo XlX situada bajo el puente de una autopista y que está semi destruida por un terremoto que tuvo lugar en California en 1971.
“The Doobie Brothers”, banda de letras muy cuidadas y músicos extraordinarios, nos dejaron momentos inolvidables. Desde entonces y hasta nuestros días, se colocaron por méritos propios entre las bandas referentes y más queridas del rock.
Javi Suarez
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