Una buena: en Argentina y por ahora, la empresa de semillas transgénicas Monsanto no podrá apropiarse de las semillas como pensaba hacer (y ya hace de manera nefasta en algunos países). Un fallo de la Cámara Civil rechazó su pedido de patentamiento. Los jueces sostienen que se trata de una modificación de algo ya existente en la naturaleza.
La empresa Monsanto no puede patentar semillas en Argentina porque no son una invención de la multinacional, sino de la naturaleza. Así lo determinó un duro fallo judicial que rechazó el intento de la compañía de erigirse como dueña de un método para producir transgénicos, propietaria de moléculas de ADN e incluso células vegetales. La sentencia, de segunda instancia, es un duro golpe contra las empresas biotecnológicas que, mediante una modificación genética, pretenden patentar las semillas (y plantas) y que sean de propiedad privada. “Es discutible que pueda patentar todo el material por el sólo hecho de haberlo modificado; como indiscutible que el autor de una obra literaria no deviene en propietario del lenguaje empleado en ella por haberla registrado”, fundamentó la sentencia en su rechazo a Monsanto. La decisión final depende de la Corte Suprema de Justicia.
La empresa Monsanto no puede patentar semillas en Argentina porque no son una invención de la multinacional, sino de la naturaleza. Así lo determinó un duro fallo judicial que rechazó el intento de la compañía de erigirse como dueña de un método para producir transgénicos, propietaria de moléculas de ADN e incluso células vegetales. La sentencia, de segunda instancia, es un duro golpe contra las empresas biotecnológicas que, mediante una modificación genética, pretenden patentar las semillas (y plantas) y que sean de propiedad privada. “Es discutible que pueda patentar todo el material por el sólo hecho de haberlo modificado; como indiscutible que el autor de una obra literaria no deviene en propietario del lenguaje empleado en ella por haberla registrado”, fundamentó la sentencia en su rechazo a Monsanto. La decisión final depende de la Corte Suprema de Justicia.
Quizás no lo sabías, pero Monsanto buscaba patentar los alimentos que se llevan a tu mesa, y obvimante cobrarte su respectivo canon a la par que te envenena...
Recordemos que un ex gerente de Monsanto, el ingeniero agrónomo Leonardo Sarquís, es el ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, y que la Corporación Cambiemos fue acusada de intentar "entregar la pampa húmeda a Monsanto".
A continuación, una intersante nota donde su unen Monsanto, Bill Gates, la corporación mercenaria Blackwater, el inescrupuloso Rockefeller, soja, cerdos y mucho más, no se lo pierdan...
La Gran Estafa Alimentaria
Aquí podés ver lo que Monsanto quería (en realidad "quiere", ya que el peligro aún no terminó, mejor dicho, con éste desgobierno de la Corporación Cambiemos, recién empieza) implementar en Argentina:
Y como siempre, traemos una nota de color relacionada con lo que estamos informando...
Y tenemos más interesantes notas sobre nuestra querida Monsanto para publicar en cualquier momento...
Monsanto, la mayor empresa de transgénicos del mundo, presentó en 1996 el pedido para patentar un método de producción de una planta transgénica, moléculas de ADN que habrían de ser incorporadas a la planta y células vegetales. El organismo encargado, Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), rechazó el pedido de patentamiento porque consideró que no se trataba de invención porque son materia viva y preexiste en la naturaleza.Darío Aranda
La empresa apeló la negativa del INPI y, en 2007, un juez de primera instancia dio la razón a Monsanto. El organismo oficial recurrió a la segunda instancia judicial y sobrevino un fallo inédito: rechazó que la multinacional pueda patentar como propias las moléculas de ADN y las células vegetales, antesala de la semillas transgénicas.
El fallo, de la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, frena la pretensión de Monsanto de cobrar canon extra por sus “desarrollos” transgénicos y da un paso más. “La molécula de ADN recombinante y las células modificadas no constituyen una invención (de Monsanto) porque son materia viva y preexistente en la naturaleza. Ese material genético tiene la aptitud de generar una planta completa y los países tienen la facultad de declarar no patentables a las plantas”, afirma el fallo, firmado por los jueces Guillermo Alberto Antelo y Ricardo Gustavo Recondo.
Los magistrados consideraron que no es patentable "cualquier aporte técnico" que se realice en el campo de la biotecnología y afirma que, en la solicitud de Monsanto, se trata de "una modificación de la materia ya existente en la naturaleza, que no constituye creación humana".
Fernando Cabaleiro, abogado de la ONG Naturaleza de Derechos, se especializa en la aprobación de transgénicos. Explicó qué buscó la empresa al recurrir al INPI: "Monsanto quiere ser el 'inventor' de la planta y tener una patente para cobrar un canon extra no solo a quienes compran la semilla sino a todos, como hoy sucede en Estados Unidos y Canadá. Si tenés una semilla sin saber que es transgénica, la sembrás, después vendés la cosecha: Monsanto te exigirá que le pagues el canon. Es la privatización de la semilla". Explicó que aplica para los cultivos de soja, maíz y algodón, que son los transgénicos autorizados en Argentina, pero podría extenderlo a otros.
La sentencia señala: "La naturaleza está estructurada como un lenguaje que tiene 15.000 millones de años. Ese lenguaje puede ser vislumbrado a través de la combinatoria pero no es susceptible de apropiación". Cabaleiro traduce los tecnicismos de la causa: "Monsanto reclama su propiedad por una molécula de ADN que ya estaba en la naturaleza. Esa molécula será insertada en la semilla y luego será planta. Monsanto quiere ser dueña de todo eso. Es como si el que inventó el ladrillo de barro pretendiera reclamar un canon en cada casa donde usan ladrillos".
Carlos Vicente pertenece a la organización internacional Grain, especializada en el modelo agropecuario a nivel global y el accionar de las multinacionales. "El fallo frena la pretensión de Monsanto de patentar los genes modificados genéticamente y que así pueda tener control total sobre las semillas que los contienen", explicó Vicente. Recordó que la legislación argentina prohíbe patentar seres vivos y la Ley de Semillas actual permite resembrar sin pagar (práctica tan histórica como la agricultura misma, llamada "uso propio"). Monsanto intenta limitar ese derecho.
La empresa también solicitó declarar "inconstitucional" el artículo 6 de la Ley de Patentes (decreto 260/96): "No se considerarán invenciones toda clase de materia viva y sustancias preexistentes en la naturaleza". La sentencia judicial rechazó el pedido de la empresa y confirmó la validez de la normativa.
"El fallo es trascendental porque marca un límite a la apropiación de la vida por las corporaciones”, subrayó Vicente y alertó sobre el trasfondo de la causa: “Quien controla las semillas controla toda la cadena alimentaria. La lucha no es solo por las regalías, sino por el control de la alimentación".
El fallo está fechado el 26 noviembre de 2015. Ni Monsanto ni sus medios periodísticos dieron a conocer la noticia. La empresa apeló y la estrategia apunta a que la Corte Suprema de Justicia, que nunca ha fallado contra compañías del agronegocios, dicte sentencia en favor de las empresas transgénicas.
Monsanto obtiene dinero cada vez que vende una semilla. Pero, al intentar patentar, también quiere cobrar sobre el grano producido (sobre las cosechas) y cada vez que el mismo se utilice como semilla mientras dure la patente. Lo cual está prohibido por la legislación argentina.
No tiene la patente de la soja
Monsanto intenta otras dos vías para cobrar dinero extra por las semillas. Impulsa la modificación de la Ley de Semillas (intenta una legislación a su medida, muy resistida por organizaciones sociales y sectores políticos) y también implementó, por fuera de la ley, contratos con productores y cerealeras para el cobro compulsivo a las cosechas que llegan a puerto. Esta acción le ha valido el rechazo de sus clientes de Federación Agraria y Sociedad Rural Argentina (SRA), que la acusaron de posición dominante y actuar por fuera de la ley. El presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, denunció a la multinacional: "Monsanto no tiene la patente de la soja Intacta RR2 Pro (por la que quiere cobrar el canon extra)". La SRA realizó un pedido de informes al Institucional Nacional de Propiedad Industrial (INPI) y éste le confirmó que la compañía no cuenta con la patente de la soja.
Recordemos que un ex gerente de Monsanto, el ingeniero agrónomo Leonardo Sarquís, es el ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, y que la Corporación Cambiemos fue acusada de intentar "entregar la pampa húmeda a Monsanto".
A continuación, una intersante nota donde su unen Monsanto, Bill Gates, la corporación mercenaria Blackwater, el inescrupuloso Rockefeller, soja, cerdos y mucho más, no se lo pierdan...
La Gran Estafa Alimentaria
Aquí podés ver lo que Monsanto quería (en realidad "quiere", ya que el peligro aún no terminó, mejor dicho, con éste desgobierno de la Corporación Cambiemos, recién empieza) implementar en Argentina:
Y como siempre, traemos una nota de color relacionada con lo que estamos informando...
Corporaciones agroquímicas transnacionales bilderberianas (nota cabezona: referida al Club Bilderberg) como Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscience, tratan de controlar la agricultura del mundo, y en particular el maíz, a través de la promoción de variedades de semillas transgénicas, con la complicidad de las organizaciones dedicadas a velar por nuestra salud.
La Monsanto del bilderberg Bill Gates se lleva la palma y vamos a recopilar información al respecto. Los planes de Monsanto son monopolizar y convertir la producción agrícola y alimentaria mundial en un gran experimento genético, totalmente dependiente de sus semillas patentadas. Económicamente, Monsanto sigue teniendo grandes éxitos, además, ha demandado a innumerables agricultores que han sido contaminados con su semilla por apropiarse de su patente.
Las cosechas transgénicas en todo el mundo contaminan a las naturales y encima demandan a sus dueños. El 85 por ciento de los cultivos modificados genéticamente se concentra en tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá. Hasta el momento solo se cultivan comercialmente cuatro productos: algodón, maíz, soja y colza.
Monsanto se presenta a sí misma como una empresa visionaria, una corporación mundial que trabaja para aportar ciencia de vanguardia y una actitud ambientalmente responsable a la solución de los problemas más urgentes de la humanidad. Pero…, ¿qué es en realidad Monsanto? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo llegó a ser el segundo productor mundial de agroquímicos y uno de los principales proveedores de semillas en el planeta? ¿Es Monsanto la compañía “limpia y verde” que proclaman sus anuncios, o solo es una tapadera que oculta la naturaleza criminal de la compañía?
Monsanto es la compañía que introdujo al mercado la primera generación de cultivos transgénicos, convirtiéndose en el líder mundial en la promoción de biotecnología en la agricultura.
Actualmente, es el mayor vendedor mundial de semillas transgénicas en Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Sus cultivos representan más del 90 por ciento de todos los cultivos transgénicos del mundo. Los cultivos resistentes a su herbicida “glifosato“, como la “soja RR” (Roundup Ready) y el “maíz RR“, sólo promueven la agricultura industrial de insumo dependencia. Una mirada a su historia nos dará algunas claves reveladoras, y puede ayudarnos a entender mejor las prácticas actuales de la compañía.
Monsanto Chemical Company fue fundada en 1901 por un estadounidense y Caballero de Malta, John Francis Queeny, en la universidad jesuita de San Louis, Missouri, EEUU, el mismo año que J.P. Morgan, Caballero Papal de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro, nombró a John A. Farrel como su presidente.
Tres caballeros de Malta jesuitas, unidos casualmente por un Nuevo Orden Mundial. Queeny era un químico autodidacta que llevó la tecnología de la fabricación de la venenosa sacarina, el primer edulcorante artificial, de Alemania a Estados Unidos. En los años 20, Monsanto se convirtió en uno de los principales fabricantes de ácido sulfúrico y de otros productos básicos de la industria química, y desde la década del 40 hasta nuestros días, es una de las cuatro únicas compañías que han estado siempre entre las 10 primeras empresas químicas de Estados Unidos.
En los años 40, el negocio de Monsanto giraba en torno a los plásticos y las fibras sintéticas
En 1947, un carguero francés que transportaba nitrato de amonio (utilizado como fertilizante) explotó en un muelle a unos 90 metros de la fábrica de plásticos de Monsanto en las afueras de Galveston, en Texas. Más de 500 personas murieron en lo que llegó a ser considerado como uno de los más grandes desastres de la industria química. La planta producía estireno y plásticos de poliestireno, que aún se usan para envases de alimentos y otros productos de consumo masivo. En los años 80, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos (EPA), colocó al poliestireno en el quinto lugar de la clasificación de productos químicos cuya producción genera las mayores cantidades totales de residuos peligrosos.
En 1929, la Swann Chemical Company, adquirida poco después por Monsanto, desarrolló los bifenilos policlorados (PCBs por sus siglas en inglés), que fueron muy alabados por su estabilidad química y su ininflamabilidad. Su uso más frecuente se dio en la industria de equipos eléctricos, que escogió a los PCBs como refrigerantes incombustibles de una nueva generación de transformadores.
En el transcurso de los años 60, los compuestos de la cada vez más numerosa familia de los PCBs de Monsanto fueron también usados como lubricantes, líquidos hidráulicos, aceites lubricantes de herramientas, revestimientos impermeables y selladores líquidos. Las pruebas de los efectos tóxicos de los PCBs vienen de los años 30, cuando científicos suecos que estudiaban los efectos biológicos del DDT comenzaron a hallar concentraciones significativas de PCBs en la sangre, pelo y tejidos grasos de los animales silvestres.
La investigación durante los años 60 y 70 reveló que los PCBs y otros compuestos organoclorados aromáticos eran carcinógenos poderosos, y también los relacionaron con un amplio conjunto de trastornos reproductivos, de desarrollo y del sistema inmunológico.
La afinidad química de estos compuestos por las grasas es responsable de sus enormes tasas de acumulación y bioconcentración, así como de su expansión a través de la cadena alimenticia marina en el mundo. Aunque la fabricación de PCBs se prohibió en Estados Unidos en 1976, sus efectos tóxicos y perturbadores del sistema endocrino persisten en todo el mundo.
La relación de Monsanto con la dioxina se remonta a la fabricación del herbicida 2, 4, 5-T,que comenzó a finales de la década de los 40. Casi inmediatamente, los trabajadores comenzaron a enfermar, con erupciones en la piel, dolores inexplicables en las extremidades, articulaciones y otras partes del cuerpo, debilidad, irritabilidad, nerviosismo y pérdida del deseo sexual.
Documentos internos muestran que la compañía sabía que aquellas personas estaban realmente tan enfermas como decían, pero la empresa mantuvo todas las pruebas ocultas. El contaminante responsable de las dolencias de los trabajadores no fue identificado como dioxina hasta 1957, pero antes de esa fecha, los especialistas en guerra química del ejército de los Estados Unidos se habían interesado por dicha sustancia como una posible arma química.
Monsanto envenenó Vietnam con el herbicida conocido como Agente Naranja, que fue usado por las fuerzas militares estadounidenses para defoliar los ecosistemas de selva tropical deVietnam durante los años 60, era una mezcla de 2,4,5-T y 2,4-D que provenía de varias fuentes, pero el Agente Naranja de Monsanto tenía concentraciones de dioxina muchas veces superiores al producido por Dow Chemical, el otro gran productor del defoliante.
Esto convirtió a Monsanto en el principal acusado en la demanda interpuesta por veteranos de la guerra del Vietnam, que experimentaron un conjunto de síntomas de debilidad atribuibles a la exposición al Agente Naranja. Cuando en 1984 se alcanzó un acuerdo de indemnización por valor de 180 millones de dólares entre siete compañías químicas y los abogados de los veteranos, la justicia ordenó a Monsanto pagar el 45,5 por ciento del total. Por cierto, a los tribunales de Estados Unidos no se les ocurrió que la sociedad y el Estado de Vietnam tenían derecho a una mayor indemnización.
El venenoso Roundup Ready es el herbicida más vendido del mundo
Actualmente, los herbicidas de glifosato, tales como el Roundup, representan al menos una sexta parte de las ventas anuales totales de Monsanto, y la mitad de los ingresos por operaciones de la compañía, o quizá algo más, desde que la misma delegó sus actividades en torno a productos químicos industriales y tejidos sintéticos en una empresa aparte, llamada Solutia (en septiembre de 1997). Monsanto promociona agresivamente el Roundup como un herbicida seguro y de uso general en cualquier lugar, desde céspedes y huertas hasta grandes bosques.
En 1997, Monsanto respondió a cinco años de quejas del fiscal general del estado de Nueva York relativas a que sus anuncios del Roundup eran engañosos, cambiando sus anuncios en el sentido de borrar las referencias a la “biodegradabilidad” y al carácter “ambientalmente positivo” del herbicida. La serie de grandes multas y decisiones judiciales contra Monsanto en Estados Unidos incluyen responsabilidades en casos de muerte por leucemia, multas de 40 millones de dólares por el vertido de productos peligrosos al medio ambiente, y muchos otros episodios. En 1995, Monsanto era la quinta empresa de Estados Unidos en el inventario de vertidos tóxicos de la EPA, con millones de kilogramos de productos químicos tóxicos descargados sobre la tierra, en el aire, en el agua y en el subsuelo.
Monsanto y la farmafia están estrechamente unidos
Los productos farmacéuticos de Monsanto tienen también un historial inquietante. El producto estrella de la compañía farmacéutica Searle, subsidiaria de Monsanto, es el edulcorante artificial “aspartamo“, vendido bajo los nombres comerciales de Nutrasweet y Equal. En 1981, cuatro años antes de que Monsanto comprase Searle, un comité consultivo de la FDA (Food and Drug Administration) compuesto por científicos independientes, confirmó informes que afirmaban que el aspartamo podría inducir tumores cerebrales.
La FDA retiró a Searle la licencia de venta del aspartamo, pero esta decisión fue anulada por un nuevo comisionado nombrado por el entonces presidente bilderberiano Ronald Reagan. En ese momento el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, era el presidente de la compañía. Casualidades.
Un estudio de 1996 publicado en la revista científica Journal of Neuropathology and Experimental Neurology ha suscitado de nuevo la preocupación, relacionando el aspartamo con un incremento súbito de cánceres cerebrales a poco de introducirse la substancia. La Unidad de Investigación sobre Política Científica de la Universidad de Sussex, Inglaterra, cita una serie de informes de los años 80, que relacionan el aspartamo con un conjunto amplio de reacciones adversas en consumidores sensibles, incluyendo dolores de cabeza, visión borrosa, entumecimiento, pérdida de audición, espasmos musculares y ataques inducidos de tipo epiléptico, entre otras muchas dolencias.
Monsanto, las vacas y el Posilac es otra historia de la leche
Monsanto fue una de las cuatro empresas que querían introducir en el mercado una hormona sintética del crecimiento bovino, producida por la bacteria E. coli, manipulada genéticamente para producir la proteína bovina. El esfuerzo de Monsanto, que duró 14 años, para lograr la aprobación de la FDA a la comercialización de la BGH recombinante, estuvo lleno de controversias, llegándose a denunciar un esfuerzo coordinado para suprimir información sobre los efectos perjudiciales de la hormona.
La hormona de Monsanto se aprobó por la FDA para su venta comercial a principios de 1994. El año siguiente, la Unión de Agricultores de Wisconsin, hizo público un estudio de las experiencias de los granjeros con la droga.
Sus hallazgos excedieron los 21 problemas potenciales de salud que Monsanto fue obligada a incluir en la etiqueta de advertencia de su marca Posilac (nombre comercial de la rBGH). Se obtuvieron muchos informes de muertes espontáneas entre vacas tratadas con rBGH, alta incidencia de infecciones de ubres, graves dificultades metabólicas y problemas en los partos y, en algunos casos, imposibilidad de apartar a las vacas tratadas de la substancia, a la que se habían habituado.
Muchos ganaderos experimentados que usaron la rBGH tuvieron que reemplazar de repente una buena parte de sus rebaños. En lugar de responder a las causas de las quejas de los ganaderos sobre la rBGH, Monsanto emprendió la ofensiva, amenazando con demandas judiciales contra las pequeñas empresas lecheras que anunciaban sus productos como libres de la hormona artificial, y participando en una acción legal interpuesta por varias asociaciones industriales de comercio contra la primera (y única) ley de etiquetado obligatorio para la rBGH en Estados Unidos. Todo ello mientras aumentaban las pruebas de los efectos perjudiciales de la rBGH en la salud de las vacas y de las personas.
Los esfuerzos para impedir el etiquetado de las exportaciones estadounidenses de soja y maíz manipulados genéticamente, parecen indicar que Monsanto sigue aplicando las tácticas ingeniadas por la compañía para sofocar las quejas contra la hormona de la leche.
Monsanto sigue ganando terreno con “Roundup Ready” y ha aumentado su producción en los últimos años
Habiendo expirado la patente de Roundup en Estados Unidos en el año 2000, y con una competencia de productos genéricos de glifosato surgiendo en todo el mundo, el “paquete” de herbicida Roundup y semillas “Roundup Ready” se ha convertido en la piedra angular de la estrategia de Monsanto para seguir aumentando sus ventas de herbicida.
Los posibles efectos ambientales y sanitarios de los cultivos tolerantes al Roundup no han sido investigados completamente; por ejemplo, los efectos alergénicos, el caracter invasivo o de mala hierba de estos cultivos y la posibilidad de que la resistencia al herbicida se transfiera vía polen a otras semillas de soja o a otras plantas emparentadas.
Mientras que los problemas con la soja resistente a herbicidas son despreciados como algo muy genérico y especulativo, la experiencia de los algodoneros con las semillas manipuladas genéticamente por Monsanto constituye una historia muy diferente.
Desde 1996 Monsanto ha sacado dos variedades de algodón manipulado genéticamente; una es una variedad resistente al Roundup, y la otra, llamada “BT“, segrega una toxina bacteriana para controlar los daños producidos por plagas del algodón. La toxina, derivada del Bacillus thuringiensis (B.t.), se ha utilizado por los agricultores ecológicos desde los primeros años 70 en forma de un aerosol natural bacteriano.
Pero a diferencia de las bacterias B.t., que viven relativamente poco, y segregan su toxina en una forma que sólo se activa en los sistemas digestivos de ciertos gusanos y orugas, los cultivos “BT” modificados genéticamente segregan una forma activa de la toxina a lo largo del ciclo vital de la planta. Gran parte del maíz genéticamente manipulado del mercado es una variedad con capacidad de segregar esta toxina bacteriana, ideada para repeler al gusano de la raíz del maíz y a otras plagas comunes.
El primer problema de estos cultivos que segregan plaguicidas es que la presencia de la toxina en todo el ciclo vital de la planta favorece la aparición de cepas resistentes al B.t. entre los insectos. La EPA ha determinado que una resistencia extendida al B.t. puede convertir en inefectivas las aplicaciones naturales de la bacteria B.t. en apenas tres o cinco años, y pide a los agricultores que planten hasta un 40 por ciento de sus cultivos con algodón no manipulado genéticamente, para que sirva de “refugio” a los insectos y evitar la aparición de resistencias al B.t. En segundo lugar, la toxina segregada por estas plantas puede dañar a insectos beneficiosos, además de aquellas otras especies que los agricultores quieren eliminar.
Los efectos nocivos del algodón “BT” han resultado ser mucho más rápidos de lo esperado, tanto que Monsanto y sus socios han retirado del mercado más de 2 millones de kilos de semillas de algodón manipuladas genéticamente, y han acordado pagar a los cultivadores de Estados Unidos una indemnización de muchos millones de dólares. A pesar de estos problemas, Monsanto sigue fomentando el uso de la ingeniería genética en la agricultura al tomar el control de muchas de las mayores y más establecidas empresas de semillas en los Estados Unidos, controlando el 85 por ciento del mercado estadounidense de semillas de algodón.
Monsanto tiene a favor, como no podría ser de otra manera, al poder mediático
Bajo la gestión de su presidente, el bilderberiano Robert Shapiro, Monsanto ha apartado todos los obstáculos para transformar su imagen de un suministrador de productos químicos peligrosos en una institución ilustrada y con visión de futuro, que lucha para alimentar al mundo. Shapiro se describe a sí mismo como un visionario y un hombre renacentista, encargado de la misión de usar los recursos de la compañía para cambiar el mundo: “No es un problema de buenos y malos. No sirve para nada decir si los malos se fueran, entonces el mundo iría bien, es el sistema entero el que ha de cambiar, hay una gran oportunidad para reinventarlo”, dice el ejecutivo de Monsanto.
El sistema “reinventado” de Shapiro es tal que no sólo continúan existiendo las grandes empresas, sino que además éstas ejercen cada vez un mayor control sobre nuestras vidas. Pero últimamente se nos dice que Monsanto se ha reformado, que se ha desprendido con éxito de sus divisiones de industria química y que se ha comprometido a reemplazar los productos químicos con “información”, en forma de semillas manipuladas genéticamente y otros productos de la biotecnología. Esto no deja de ser una ironía viniendo de una compañía cuyo producto más rentable es un herbicida.
Monsanto demuestra claramente que ha aprendido a utilizar la charlatanería adecuada. Así, Roundup no es un herbicida, sino “una forma de minimizar las labores del suelo y reducir la erosión”.
Los cultivos de ingeniería genética no son simplemente fuentes de beneficio para Monsanto, “sino que surgen para resolver el problema inexorable del crecimiento de la población”.
Por último, se nos quiere hacer creer que la agresiva promoción de la biotecnología que lleva a cabo Monsanto no es fruto de la arrogancia empresarial, sino simplemente una “ley de la naturaleza”. Pero el crecimiento de cualquier tecnología no es simplemente una “ley de la naturaleza”. Las tecnologías no son fuerzas sociales en sí mismas, ni simples herramientas neutrales que se pueden utilizar para alcanzar cualquier fin social, sino el producto de unas instituciones sociales y de unos intereses económicos particulares.
El almacén de semillas de Svalbard y Monsanto, unidas por casualidad
Cuando la Fundación Gates, la Fundación Rockefeller, Monsanto, Dupont y otras oscuras empresas bilderberianas se juntan para financiar un proyecto, sin duda es muy inquietante. El proyecto Svalbard, Noruega, es una especie de Arca de Noé a 800 millas de distancia del Polo Norte en la que se mantienen 250 millones de semillas para preservar el material genético de las plantas en el caso de un posible evento cataclísmico, esto sin duda genera preocupación.
¿Qué saben Bill Gates, David Rockefeller y la gente de Monsanto que nosotros no sabemos?Nota original.
El proyecto, que ha recibido 30 millones de los Gates más algo de apoyo del gobierno de Noruega además del financiamiento de estas otras empresas, está siendo realizado pese a que ya existen bancos genéticos en China, Rusia, Alemania, Canadá y demás países. Uno supondría que estas semillas ya están bien protegidas.
F. William Engdahl, autor de “Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation” cree que al mismo tiempo que financían la bóveda de Svalbard, los bilderberianos Gates, Rockefeller y Monsanto han unido fuerzas para promover la expansión de los alimentos genéticamente modificados en África y en distintas partes del mundo. En un artículo en la Red Voltaire, Engdahl apunta que la Fundación Rockefeller ha financiado la llamada “Revolución Verde”, cuyo supuesto fin era alimentar a los pobres del mundo y los alimentos genéticamente modificados desde su inicio. Una de las posibilidades funestas es que se ejecute un plan de control de población, a través de alimentos genéticamente modificados, una forma de bioterrorismo, como el “Terminator” de Monsanto y se preserven los alimentos no modificados para la élite.
Engdahl dice sin tapujos: “El tiempo dirá si la Bóveda de Semillas de Svalbard del Fin del Mundo de Bill Gates y de la Fundación Rockefeller es parte de otra Solución Final, que involucra la extinción final del Gran Planeta Tierra”.
El irracional sistema de patentes de los transgénicos que tiene Monsanto es espeluznante
Las leyes de patentes que rigen el uso de cultivos y semillas modificados genéticamente (OGM) es una locura. Por un lado, los derechos sobre las semillas transgénicas no parecen terminar nunca. Por el contrario, el resto de productos se rigen por la “doctrina del agotamiento”, lo que significa que los derechos del titular de la patente de un producto determinado se acaba cuando el producto se vende al usuario final. Pero en el caso de las semillas transgénicas, de empresas como Monsanto, puede imponer su derecho de patente incluso en las semillas de la tercera o cuarta generación. Es una situación irracional de los llamados derechos de autor.
Se trata de un doble castigo para los agricultores, particularmente en los Estados Unidos. Los agricultores que no desean cultivar plantas transgénicas, optan por comprar semillas convencionales o eligen la agricultura ecológica, pues bien, son penalizados si sus cultivos se contaminan con los cultivos transgénicos. En lugar de sancionar al que contamina con este tipos de cultivos, Monsanto ha desarrollado un irracional sistema de patentes de modo que quien sufre las consecuencias además se hace responsable y paga.
El caso Vernon Bowman versus Monsanto de septiembre de 2011 es un ejemplo muy elocuente.En este caso, la mayor compañía mundial de semillas transgénicas volvió a prevalecer. El agricultor de Indiana fue multado con 84.456 dólares por haber plantado semillas transgénicas que estaban mezcladas con las semillas convencionales que compró, indistinguibles a simple vista unas de otras.
La Corte de Apelaciones de Washington confirmó la sentencia en primera instancia, siendo favorable a Monsanto. Estas semillas transgénicas son empleadas en los cultivos de tecnología Roundup Ready, que no se distinguen de las otras. Los compradores deben firmar acuerdos de licencia que no se requieren normalmente con las semillas convencionales. Y he aquí cómo se tuercen las cosas: Si bien el Tribunal consideró que esos acuerdos no pueden extenderse a la segunda generación de semillas, también dijo que los agricultores no pueden utilizar una tecnología patentada por Monsanto “infringiendo las restricciones sobre material genético, semillas y plantas”.
Los peligros de la soja transgénica de Monsanto son evidentes
En 2009, los sindicatos agrícolas del estado sureño de Rio Grande do Sul impugnaron la imposición de esos derechos, argumentando que era un impuesto injusto y que era prácticamente imposible mantener la soja Roundup Ready separada de las variedades convencionales de semillas. La soja transgénica es muy contaminante y los agricultores estaban siendo castigados por algo que está más allá de su control. Sin embargo, el gigante de las semillas sostuvo que tenía el derecho a cobrar ese 2% de las ventas totales de soja del agricultor siempre y cuando se encontrasen semillas con alguno de los rasgos genéticos patentados.
Hay una interesante historia sobre la soja transgénica en Brasil. Las semillas transgénicas de soja fueron introducidas de contrabando desde la vecina Argentina en la década de 1990, ya que el uso de esta tecnología estaba prohibida y castigada hasta la última década. Desde su legalización, Monsanto ha acusado a los agricultores brasileños y exigido el 2% de sus ventas de soja, una gran cantidad, ya que representa cerca del 85% de la cosecha de soja del país. Monsanto tiene mucho cuidado en analizar la soja que se vende como no transgénica, y si aparecen semillas Roundup Ready, cobra a los agricultores una tasa del 3% sobre sus ventas.
En abril, un juez de Rio Grande do Sul falló a favor de los agricultores y ordenó a Monsanto a devolver los derechos cobrados desde el año 2004, lo que supone un mínimo de 2 mil millones de dólares. Monsanto apeló y un tribunal federal ordenó que el fallo se aplicara a nivel nacional. Es decir, que ahora Monsanto tendrá que devolver 7,5 mil millones de dólares. “La ley otorga a los agricultores el derecho a utilizar las semillas que compran y no se les puede obligar a pagar ( otra vez)”, argumentó el abogado de los agricultores.
La decisión sobre este proceso puede durar años y mientras tanto Monsanto puede seguir cobrando los derechos. Sin embargo, los agricultores brasileños esperan que al final les den la razón. Si es así, podrían desencadenarse otra serie de demandas legales en otros lugares.
En la India, Monsanto también cobra derechos sobre sus semillas, estimándose que ha cobrado una cantidad de 20.000 millones de rupias desde el momento en el que el algodón transgénico hizo su debut. Se cobra una cantidad por adelantado de varios miles de rupias a cada uno de los titulares de licencias de la India y recaba derechos por cada paquete de semillas Bollgard Bt, lo que supone aproximadamente los dos tercios del coste de cada paquete. Esperemos a ver cómo se desarrollan las cosas en Brasil.
Monsanto también quiere patentar los cerdos
La firma bilderberiana estadounidense de biotecnología, Monsanto, ha solicitado una patente para la cría de cerdos en 160 países. La patente es para partes específicas del material genético de los cerdos, que los investigadores de genética de Monsanto han decodificado. Si esta patente es concedida, la cría de cerdos sólo sería posible con la aprobación de la empresa.
Los agricultores y ganaderos deberían estar alarmados porque, naturalmente, estos genes han existido por mucho tiempo en la gran mayoría de sus cerdos. Estos ganaderos deben usar pruebas de ADN para probar que no hay nueva invención en las solicitudes de patente, porque, la concesión de esta patente sería permitir que una parte de la naturaleza a caer en manos de una sola empresa.
La influencia de Monsanto en las oficinas de patentes es enorme. Si la patente se aprueba, los criadores de cerdos tendrán que pagar a Monsanto por cada cerdo en el mundo que posea los marcadores genéticos que Monsanto haya patentado. Este ha sido el caso de ciertos alimentos como el maíz genéticamente modificado. Muchos agricultores en los EE.UU. se han convertido en esclavos dependientes de la empresa por cultivar semillas de maíz con algún gen modificado por esta empresa. No es simplemente una cuestión de dinero, sino también de riesgo para los consumidores.
En Estados Unidos, como en Europa, los casos de infertilidad en los animales alimentados con maíz modificado genéticamente se están convirtiendo en algo común. Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los efectos que estos productos están teniendo en los seres humanos, aparte de los ya conocidos.
Bill Gates, Monsanto y la eugenesia
Gates está promoviendo activamente una toma de control corporativo de la agricultura mundial. Después de haber sido expuesto que la Fundación Bill & Melinda Gates, ideado por el filantrópico bilderberiano fundador de Microsoft Bill Gates, comprara 500.000 acciones de Monsanto en el 2010 por valor de más de $23 millones, está suficientemente claro que esta llamada caridad benevolente está haciendo algo que no es la erradicación de la enfermedad y la alimentación de los pobres del mundo. Resulta que el legado de la familia Gates ha sido el de tratar de dominar y controlar los sistemas del mundo, incluyendo las áreas de tecnología, la medicina y ahora la agricultura.
La Fundación Gates, familiarmente exenta de impuestos, se encuentra actualmente en el proceso de gastar miles de millones de dólares en nombre del humanitarismo para establecer un monopolio mundial de alimentos dominado por los genéticamente modificados (GM) y las semillas.
Y en base a la historia de la participación de la familia Gates en los asuntos mundiales, parece que uno de sus principales objetivos, además de establecer un control corporativo de la oferta mundial de alimentos es reducir la población mundial, por una cantidad significativa en el proceso. El padre del Gates, William H. Gates Sr. era el jefe del grupo eugenésico Planned Parenthood una renombrada organización que nació de la Sociedad Americana de Eugenesia. En una entrevista en 2003 con Bill PBS Moyers, Bill Gates, admitió que su padre era el jefe de Planned Parenthood, que fue fundada con el concepto de que la mayoría de los seres humanos son sólo criadores “imprudentes” y “malas hierbas humanas” en necesidad de sacrificio.
Gates también admitió durante la entrevista que la participación de su familia en temas reproductivos a lo largo de los años ha sido extensa, haciendo referencia a su propia adhesión antes de que las creencias de la eugenesia de Thomas Robert Malthus, quien creía que las poblaciones del mundo necesitan ser controladas a través de restricciones de reproducción. Aunque Gates afirma ahora que tiene una visión diferente, parece como si las iniciativas de su fundación fuera sólo un método modificado del de Malthus pero mucho más discreto para reducir la población a través de las vacunas y los organismos genéticamente modificados.
Gates ha invertido mucho en la conversión de los sistemas agrícolas de Asia y África a OGM
La asociación de William Gates Sr. con Planned Parenthood y la continua influencia en el ámbito de “población y salud reproductiva” es importante porque Gates padre es copresidente de la Fundación Bill & Melinda Gates. Este largo periodo eugenésico “guías de la visión y la dirección estratégica” de la Fundación Gates, actualmente está muy centrado en forzar los OGM en África a través de su financiación de la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA). La Fundación Gates ha dado por lo menos $264,5 millones en compromisos de subvenciones a Agra, y también habría contratado al Dr. Robert Horsch, un ex-ejecutivo de Monsanto durante 25 años que desarrolló Roundup, para dirigir el AGRA en el 2006. De acuerdo con un informe publicado en La Vía Campesina en el 2010, el 70 por ciento de los beneficiarios de AGRA en Kenia trabajan directamente con Monsanto, y casi el 80 por ciento de la financiación de la Fundación Gates se dedica a la biotecnología.
El mismo informe explica que la Fundación Gates prometió $880 millones en abril de 2010 para crear el Programa Mundial de Agricultura y Seguridad Alimentaria (GAFSP), que es un fuerte promotor de los OMG. GAFSP, por supuesto, fue responsable de proveer $35 millones en “ayudas” en los terremotos de la destrozada Haití y que será utilizado para la aplicación de los sistemas agrícolas modificados genéticamente y tecnologías.
En 2003, la Fundación Gates invirtió $25 millones en “GM (genéticamente modificados) de investigación para desarrollar semillas enriquecidas con vitaminas y proteínas para los pobres del mundo”, un movimiento al que muchas organizaciones benéficas internacionales y grupos de agricultores se opusieron con vehemencia. Y en 2008, la Fundación Gates otorgó $26,8 millones a la Universidad de Cornell para la investigación de trigo transgénico, que es el próximo principal cultivo en la mira de canalización de cultivos de alimentos transgénicos de Monsanto.
Si controlas la agricultura, controlarás las poblaciones del mundo
Los lazos de la Fundación Gatescon Monsanto y la agricultura empresarial en general, dicen mucho acerca de su agenda real del Nuevo Orden Mundial, que consiste en crear un sistema monopólico de control del mundo en todos los ámbitos de la vida humana. Las vacunas, productos farmacéuticos, los organismos genéticamente modificados, control de reproducción, la manipulación del clima, el falso calentamiento global, estos y otros muchos puntos de entrada son los medios por los que la Fundación Gates está haciendo grandes esfuerzos para controlar el mundo fingiendo ayudar a mejorarlo y preservarlo. Gates y compañía han abrazado la promoción de paradigmas corporativamente poseídos y controlados de agricultura y medicina que sólo contribuyen a esclavizar y matar a los más pobres del mundo. Es muy evidente que los transgénicos han arrebatado a los grupos de personas que ya empobrecidas por la destrucción de sus sistemas agrícolas nativos, como se ha visto en la India.
Algunos pueden decir que los esfuerzos de Gates son sobre todo por el dinero, mientras que otros pueden decir que es acerca del poder y el control. Tal vez sea una combinación de ambos, donde Gates se encuentra todavía en el negocio de promover sus propias inversiones comerciales, que incluyen la compra de acciones de Monsanto, mientras que al mismo tiempo invierte en programas para promocionar a Monsanto.
Cualquiera que sea el caso, simplemente no hay duda de que Gates tiene ahora un interés directo en ver el éxito de Monsanto en la difusión de los OGM en todo el mundo. Y desde que Gates abiértamente facilita el crecimiento de Monsanto en nuevos mercados a través de sus “esfuerzos humanitarios”, resulta evidente que la familia Gates “está en la cama” con Monsanto.
"Aunque Bill Gates podría tratar de decir que la Fundación no está ligada a su negocio, lo único que demuestra es lo contrario: la mayor parte de sus donaciones terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, en realidad no “dona” nada, en lugar de pagar los impuestos a las arcas del Estado, invierte sus ganancias en donde le es favorable económicamente, incluida la propaganda de sus supuestas buenas intenciones”, escribió Silvia Ribeiro en la fuente de noticias mexicana La Jornada en 2010. “Por el contrario, con sus ‘donaciones’ financia proyectos tan destructivos como la geoingeniería (Chemtrails) o la sustitución de medicina natural por medicamentos patentados de alta tecnología en las zonas más pobres del mundo. Gates también se dedica a intentar destruir la agricultura rural en todo el mundo, principalmente a través de la “Alianza por una revolución verde en África” (AGRA). Funciona como un caballo de Troya para privar a los pobres agricultores africanos de sus semillas tradicionales, reemplazándolas con las semillas de sus principales compañías,y finalmente por organismos genéticamente modificado (GM)."
Monsanto y los mercenarios de Blackwater, también tienen cosas en común
En un reporte de Jeremy Scahill publicado en The Nation (Blackwater’s Black Ops, 15/9/2010) reveló que el ejército mercenario más grande del mundo, Blackwater (ahora llamado Xe Services) le vendió servicios clandestinos de espionaje a la transnacional Monsanto. Muchos militares y ex oficiales de la CIA trabajan para Blackwater o alguna de las empresas vinculadas que creó para desviar la atención de su mala fama y generar más lucros vendiendo sus nefastos servicios, que van desde información y espionaje hasta infiltración, cabildeo político y entrenamiento paramilitar, a otros gobiernos, bancos y empresas transnacionales. Según Scahill los negocios con las transnacionales como Monsanto, Chevron, y gigantes financieros como Barclays y Deutsche Bank , todos bilderberianos, se canalizan a través de dos empresas que son propiedad de Erik Prince, dueño de Blackwater: Total Intelligence Solutions y Terrorism Research Center. Éstas comparten oficiales y directivos de Blackwater.
Los beneficios de Monsanto en 2009 fueron 2.000.000.000 $, cifra que se redujo en 2010 a 1.000.000.000 $, después de que demandaran a Monsanto agricultores, activistas y diversas organizaciones por contaminación de cultivos y tierras o por los productos alimenticios, como la inclusión de uranio en productos para mujeres embarazadas.
Después de dicho esto, como siempre, tú decides lo que comes y das de comer a los tuyos
Mientras los corruptos medios de defecación masiva te marean absurdamente con que si el Pistorius mató a la novia con un bate o a tiros, o con las trazas de carne de caballo, Monsanto te envenena por todos lados y la 2 hace hasta un programa a favor, para que comas más. Ya sabes que una china vacunicida junto a un traficante de armas y un ghanés que rocía DDT en África están a la cabeza de la OMS, que un jesuita maltés antiabortista y homófobo es el Comisario Europeo de la Salud.
Son los que “cuidan” de nosotros. Aún así no me creas. Investiga todo lo que has leído, vas a encontrar mucha información ahora que internet aún es libre, y esto es sólo una pieza más de la enrevesada matrix en la que vives. Y recuerda, la sinergia ha comenzado, debemos unirnos pues somos uno. Syneidesis para todos.
Y tenemos más interesantes notas sobre nuestra querida Monsanto para publicar en cualquier momento...
Muy buena nota Moe.
ReplyDeleteIgual habrá que estar atentos, ya sabemos que por la "inclusión en el mundo" debemos hacer ciertas concesiones y nuestro gobierno es muy apegado a estas cuestiones.