Hace veinte años que se viene imponiendo el monocultivo de soja en Argentina. El gran responsable de ello fueron los gobiernos que jamás implementaron políticas que den una ventaja comparativa a otros cultivos frente a la soja, y grandes productores, esos que en su conveniencia se han callado frente a la ausencia de estas políticas nacionales. El gobierno neoliberal se codea con ellos: prefiere acordar con grandes antes que tratar con cientos de miles de productores agropecuarios pequeños que, justamente, eran la garantía contra el monocultivo, y por eso vienen desapareciendo. Y con ellos, las acciones que preservaban nuestro entorno inmediato de estos desastres que, lamentablemente, recién están empezando a aparecer. Las culpas, me parece, están repartidas, pero la piñata se la lleva el modelo productivo que adoptamos en nuestro país... a este modelo lo quieren todos: el gobierno, los productores, especialmente los grandes, y también los medianos, y hasta los chicos también...
Qué mejor musicalización para éste tema que "Niño fumigado" de nuestros amigos de Raza Truncka...
El Niño es un fenómeno cíclico, forma parte de la naturaleza, pero sus efectos pueden verse agravados por la deforestación. La deforestación desprotege el suelo. El tipo de precipitaciones que tenemos son torrenciales, y mucha agua en poco tiempo afecta mucho un suelo desnudo, porque ocasiona que el agua escurra fácilmente y dañe carreteras, cultivos.
La siembra directa es un método que evita la remoción del suelo. Cuando al suelo lo "dabas vuelta" con el arado, quedaba expuesto al impacto de las lluvias y se impermeabilizaba su superficie, de tal manera que el agua caída se deslizaba por ella engrosando canales. Ahora, clavando profundo la sembradora en un suelo sin remover, se siembra sin necesidad de pasar arados, discos y escardillos, herramientas que combatían las malezas. ¿Y que pasa con los yuyos entonces?... a los yuyos ahora se los puede matar con glifosato Monsanto, que no mata la soja transgénica de la misma marca. El suelo al que no se le aporta materia orgánica no retiene suficiente agua como para evitar grandes desplazamientos después de las lluvias.
Y no se hagan la idea de que, en éste círculo suicida, el neoliberalismo con Monsanto a la cabeza vaya a programar las políticas agropecuarias necesarias para que deje de desaparecer el monte, el maíz, el trigo, las pasturas, los tambos, la ganadería y las economías regionales, a expensas de nuestro becerro de oro verde: doña Glicine max.
Esto comenzó en 1996, cuando el menemista Felipe Solá autorizó la producción de la primera soja resistente a glifosato en Argentina, sin las pruebas necesarias para prever las consecuencias. Que, sabíamos ya entonces, no iban a ser solamente la contaminación con químicos, sino profundamente ecobiológicas: malezas, bichos y enfermedades resistentes, impermeabilización de suelos.
Antes de la soja "RR", que redujo notablemente los costos de producción de la oleaginosa, se producía rotando los cultivos. Ahí sí había cobertura para que la lluvia no dejara los campos asfaltados. Se sembraba pastura para el tambo o el engorde de vacunos, se rotaba una parte del campo cada año con maíz, se hacía descansar una parte del año los lotes. Todo pasó al olvido: la carne se produce en corrales, los tambos pequeños desaparecieron, el trigo sigue en picada. Y sembramos soja... y cada vez nos vamos a inundar más, y habrá más mosquitos y denque y otras pestes devenidas con la humedad y el cambio del ecosistema. Todo ello son daños colaterales en las batallas económicas del neoliberalismo, al fin y al cabo nosotros somos una variable menos.
Alabado sea el Dios Monsanto...
Qué mejor musicalización para éste tema que "Niño fumigado" de nuestros amigos de Raza Truncka...
El Niño es un fenómeno cíclico, forma parte de la naturaleza, pero sus efectos pueden verse agravados por la deforestación. La deforestación desprotege el suelo. El tipo de precipitaciones que tenemos son torrenciales, y mucha agua en poco tiempo afecta mucho un suelo desnudo, porque ocasiona que el agua escurra fácilmente y dañe carreteras, cultivos.
La siembra directa es un método que evita la remoción del suelo. Cuando al suelo lo "dabas vuelta" con el arado, quedaba expuesto al impacto de las lluvias y se impermeabilizaba su superficie, de tal manera que el agua caída se deslizaba por ella engrosando canales. Ahora, clavando profundo la sembradora en un suelo sin remover, se siembra sin necesidad de pasar arados, discos y escardillos, herramientas que combatían las malezas. ¿Y que pasa con los yuyos entonces?... a los yuyos ahora se los puede matar con glifosato Monsanto, que no mata la soja transgénica de la misma marca. El suelo al que no se le aporta materia orgánica no retiene suficiente agua como para evitar grandes desplazamientos después de las lluvias.
Y no se hagan la idea de que, en éste círculo suicida, el neoliberalismo con Monsanto a la cabeza vaya a programar las políticas agropecuarias necesarias para que deje de desaparecer el monte, el maíz, el trigo, las pasturas, los tambos, la ganadería y las economías regionales, a expensas de nuestro becerro de oro verde: doña Glicine max.
Esto comenzó en 1996, cuando el menemista Felipe Solá autorizó la producción de la primera soja resistente a glifosato en Argentina, sin las pruebas necesarias para prever las consecuencias. Que, sabíamos ya entonces, no iban a ser solamente la contaminación con químicos, sino profundamente ecobiológicas: malezas, bichos y enfermedades resistentes, impermeabilización de suelos.
Antes de la soja "RR", que redujo notablemente los costos de producción de la oleaginosa, se producía rotando los cultivos. Ahí sí había cobertura para que la lluvia no dejara los campos asfaltados. Se sembraba pastura para el tambo o el engorde de vacunos, se rotaba una parte del campo cada año con maíz, se hacía descansar una parte del año los lotes. Todo pasó al olvido: la carne se produce en corrales, los tambos pequeños desaparecieron, el trigo sigue en picada. Y sembramos soja... y cada vez nos vamos a inundar más, y habrá más mosquitos y denque y otras pestes devenidas con la humedad y el cambio del ecosistema. Todo ello son daños colaterales en las batallas económicas del neoliberalismo, al fin y al cabo nosotros somos una variable menos.
Alabado sea el Dios Monsanto...
Más Soja, Más Inundación
El incremento de los cultivos agrícolas, principalmente de soja, produce un acercamiento de la napa freática a la superficie, reveló una investigación del INTA. Esto explica por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves.
El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora. Una investigación del INTA explica que el cambio del uso del suelo es un factor fundamental para explicar por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves. “No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, si no más bien a cuestiones asociadas al proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”, afirma Nicolás Bertram, investigador del INTA Marcos Juárez (Córdoba). También apunta a las responsabilidades del poder económico del agronegocios.
Misiones sufrió una gran inundación en 2014. A inicios de 2015 fue el turno de Córdoba y Santiago del Estero. El segundo semestre sufrieron el Litoral y Buenos Aires. Este año fue el turno de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Córdoba y noroeste bonaerense. “Fue un tsumani que vino del cielo”, había dicho en 2015 el entonces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. En línea similar, responsabilizando a la naturaleza, argumentaron otros mandatarios.
Nicolás Bertram, ingeniero agrónomo del INTA Marcos Juárez, estudia desde hace diez años los “excesos hídricos”. Su trabajo académico fue titulado “Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?” (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables.
“El incremento sostenido del componente freático que se dio en los últimos 40 años en la región pampeana, y que en la actualidad se acerca demasiado a la superficie, conlleva a un alto riesgo no sólo en lo que respecta a producciones agrícologanaderas, sino también en sectores urbanos, pudiendo generar en ambas situaciones de inundaciones”, alertaba el trabajo, presentado en el XXV Congreso Nacional del Agua (Conagua 2015) en Paraná.
Bertram explica en lenguaje gráfico: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
La investigación explica que se observaron dos tipos de efectos en el comportamiento de la napa, a corto plazo (asociado a precipitaciones) y largo plazo (relacionados con los cultivos y el consumo que generan). Luego del procesamiento de datos (donde confirmaron que las lluvias se mantuvieron dentro de sus promedios anuales) aseguran: “A partir de datos históricos se puede observar una relación directa entre el incremento de los cultivos agrícolas (de soja principalmente) y el acercamiento de la napa freática a la superficie”.
El trabajo señala que buena parte de la región pampeana la napa freática se encuentra a un metro de profundidad (o menos) y recuerda que diez millones de hectárea pasaron de la actividad ganadera o mixta a la puramente agrícola, con preponderancia de la soja. “Millones de hectáreas de pasturas y pastizales que consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo, pasando de consumir anualmente 1500-2000 milímetros a 500-800 milímetros”, precisa el trabajo como explicación del ascenso de la napa casi a la superficie.
El trabajo estuvo focalizado en Marcos Juárez, zona de la Pampa Húmeda y núcleo sojero. Bertram asegura que la investigación es extrapolable a toda esa región e incluso a zonas extrapampeanas, como San Luis (donde se generaron nuevos ríos), Santiago del Estero, y regiones del norte de Santa Fe y Buenos Aires (zonas que fueron monitoreadas con freatímetros).
Sobre la actual inundación, que afecta a 40 mil personas (11 mil evacuados), el investigador del INTA señala que “llovió por encima de la media, pero de ninguna manera eso explica la magnitud del desastre; la clave está en el ascenso de la napa y que arrasaron el monte que retenía agua”.
Bertram cuestiona la propuesta de políticos y empresarios. “Ninguna obra va a solucionar las inundaciones”, afirma. Y llama la atención sobre los “responsables” de los anegamientos. “Muchos medios de comunicación cuestionan siempre a los políticos y en parte no está mal, pero esos medios nunca vinculan la inundación con el poder económico del modelo agropecuario, desde los Grobocopatel a Monsanto, Bayer, Cargill, Dow y una lista larga. Quizá porque esas empresas son los anunciantes de esos medios”.
La investigación también cuestiona el modelo. “Pese a este escenario, se continúa en una carrera por lograr mayores y más estables rendimientos de los cultivos agrícolas, en la supuesta búsqueda de alimentar a un mundo que sigue padeciendo hambre, en donde muchas veces no existe el tiempo para pensar para quién y qué se está produciendo”, afirma el trabajo del INTA.
La investigación concluye que “si no se modifican las rotaciones o el uso de la tierra, no sólo se seguirá incrementando el nivel freático, sino también la superficie, con un alto riesgo de anegamiento”. Afirma que se pueden encontrar soluciones (incorporación de pasturas, otros cultivos, mejor manejo de agua), pero debe primar una “mirada amplia”, interdisciplinaria, donde además de los sectores productivos se tenga en cuenta los aspectos ambientales y sociales.
El avance del modelo
La investigación del INTA recuerda que la técnica de “siembra directa” (no arar la tierra) y el uso del “paquete tecnológico” (transgénico y agrotóxico) fueron claves en el avance del modelo agropecuario que impulsó desmontes y ascenso de la napa freática. Precisa que el 80 por ciento de la región cultivada del país se realiza con esa técnica. Datos oficiales del Ministerio de Agroindustria confirman el avance transgénico en las últimas dos décadas en todas las provincias que hoy padecen inundaciones. Entre 1994 y 2014, Buenos Aires aumentó un 460 por ciento la superficie con soja, Córdoba incrementó 331 por ciento y Santa Fe un 133 por ciento. Aunque en superficie menor, los incrementos fueron desproporcionados en Chaco (aumentó el 430 por ciento el área con soja), en Entre Ríos el incremento fue del 1270 por ciento y en Corrientes las hectáreas con soja aumentaron 10.000 por ciento. En paralelo, en todas estas provincias aumentaron las hectáreas desmontadas.
Nota original, aquí.
El día martes 29 de abril de 2003, me tocó estar en la ciudad de Santa Fe, completamente inundada por una crecida inusual del río Salado. Más 150.000 personas perdieron sus hogares y pertenencias. El problema se llama soja. Sí, en el último tiempo los elevados rindes y valores de la soja han hecho que se cultive soja en donde se pueda. Todos o la mayoría de los propietarios y arrendatarios de campos se dedican al cultivo de la soja, es más, hoy resulta económicamente rentable para los productores desmontar bosques en Chaco y Santiago del Estero para sembrar soja.
Lo que ocurre es que el cultivo de la soja no retiene el agua en el campo sino que la deja correr. Cuando llueve el agua simplemente se desliza por el campo y pasa a engrosar el caudal de los ríos y ocurren inundaciones como esta última. Antes de la soja en los campos estaba el monte y el monte lograba retener el agua en la copa de los árboles, entre las raíces de los árboles y entre todas las plantas que forman el monte; también el monte permite que el agua penetre más en el suelo evitando las escorrentías. Es decir el monte es como una gran esponja que retiene el agua en el campo evitando que ésta corra a los ríos y ponga en peligro a las ciudades y a la gente.
Habrán escuchado en la radio o televisión que cuando se refieren a esta inundación hablan de que esta es la más grande de la historia, eso es totalmente cierto así como que en la provincia de Santiago del Estero jamás en la historia hubo tanta soja sembrada en el campo. Hago hincapié en la provincia de Santiago del Estero ya que es allí donde nace el río Salado que esta vez fue quien desbordó.
Quiero decir con todo esto que las inundaciones son parte del costo en la producción de soja y creo que los que se benefician con dicha producción son quienes deberían abordar ese costo y no la gente, tampoco el gobierno que gasta lo que pagamos en impuestos. Ese costo es propio de la soja, entonces que los sojeros manden colchones y hagan lo que corresponda para evitar inundaciones de estas características. No quiero con esto atacar a nadie, sólo expresar mi opinión. Agradeceré que divulguen esto.
Saludos cordiales,
Francisco Marraro
Gracias por la nota, Moe! Hablando de Monsanto, me hizo acordar a esta canción de Botafogo: https://www.youtube.com/watch?v=Y1k4J6DIn5w
ReplyDeleteJeje, qiedó al final del post, Vicky
DeleteJajajaj, perdón!! No la había visto! Eso me pasa por despistada...
DeleteNo, lo puse después que vos me lo mandaste, está buenísimo ese video para ilustrar la nota!
DeleteGracias Vicky!!!! :)
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