Comenzamos otra semana de puro progresivo latinoamericano, y como siempre, comenzamos a lo grande, con un trabajo magnífico. Otro disco chileno que nace en los días de insurgencia alienígena (como se ve, esos días afiebraron la imaginación de muchos y eso se nota en la cantidad de obras artísticas inspiradas en las históricas movilizaciones chilenas) y en la reclusión pandémica que dejó inconclusa la épica, aquí la segunda parte de la trilogía que comenzó con "Ceremonia", gran disco debut de Bizirik que hemos presentado oportunamente, y prólogo del tercer trabajo que también presentaremos en estos días para continuar difundiendo el proyecto del bajista y stickista chileno Cristián Larrondo (Mar de Robles, Ábrete Gandúl) en su proyecto personal. Obra experimental, ecléctica, rompedora de cercos y estilos, oosiblemente, uno de los álbumes más destacados de los últimos tiempos en la inquieta escena chilena, que por lo que pueden ver está llena de imaginación e inspiración, talento, despliegues incesantes de talento y musicalidad. Con ustedes, un discazo que podría ser caraturalo para "abrir mentes" para desintoxicar tus neuronas.
Artista: Bizirik
Álbum: Ceremonia II
Año: 2021
Género: Progresivo ecléctico
Duración: 52:53
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Chile
Grabado entre Noviembre de 2019 y Noviembre de 2020, en Rancagua, Santiago (Chile), Los Angeles (USA), Leszno (Polonia) y Cuidad de México (México), mezclado y masterizado en Rancagua por Bizirik.
2020, el reciente despertar de la insurgencia del vulgo, dormida hace décadas en el olvido de la historia y ahora tildada de tropel alienígena, cae prisionero del último experimento generacional capitalista: un crudo matadero imperial, avalado por los beligerantes vinagres de siempre. Los tropelistas del control y la reclusión domiciliaria de una pandemia inoportuna, confabularon también contra oteros vagabundos, errantes de rabia, que sin embargo sobrevivieron con su arte insurgente e interestelar. Concilios concertados, divagaciones aparentes con sentidos ocultos, colaboraciones, liberaciones, no fueron asuntos de droga ni simple distensión. Fueron un ritual, una Ceremonia...
Bizirik
A pesar de todo lo que se escribió y escribe del disco, creo que es uno de esos trabajos que lo único que se puede hacer es escucharlo, y hacerlo sin parar hasta que entre en nuestro cerebro, y por eso voy a ir poniendo videos entre los textos, para que lo puedan comenzar a conocer.
Y para describir el disco, nadie mejor que nuestro eterno comentarista involuntario de siempre...
Hoy nos complace enormemente presentar el nuevo trabajo fonográfico de BIZIRIK, el proyecto creado por el bajista-Stickista chileno Cristián Larrondo (a quien conocemos desde hace varios años como integrante de MAR DE ROBLES y ÁBRETE GANDUL): se titula “Ceremonia II” y su publicación está planificada por el sello Mylodon Records en lo que queda del presente mes de junio. Se trata de la segunda parte de una trilogía que habrá de cerrarse en el futuro próximo (esperemos que sea así), y su temática tiene un fuerte componente de denuncia social.* A diferencia del disco “Ceremonia” (2018), donde Larrondo se hizo cargo de todas las instrumentaciones, esta vez él se hace acompañar por una excelente pléyade de colaboradores. A lo largo del disco intervienen los guitarristas Claudio Corcione (EXSIMIO), Oliver Moris (TRAUMATIC NOISE), Rodrigo Moris (MAR DE ROBLES), Rodrigo de la Prida (HOREJA) y Felipe Moreno (ANTICUECA), el baterista Alfredo Smith (AUTÓMATA), los vientistas Ramsés Luna (LUZ DE RIADA) y Julio Tobar (MAR DE ROBLES), el Stickista Tomás Diaz, el percusionista Juan Gronemeyer, y el baterista Fernando Jaramillo (EXSIMIO). Cristián Larrondo también se hizo cargo de los sintetizadores, las programaciones y los efectos de sonido. No olvidemos que a inicios de febrero del presente año, Larrondo nos brindó “Exploraciones Del Fin Del Mundo”, un disco de exploraciones solitarias con el Chapman Stick, así que este maestro se ha mantenido sumamente activo en estos últimos años. En realidad, los primeros pasos para la gestación de “Ceremonia” tuvieron lugar en noviembre de 2019, cuando Larrondo compuso el tema ‘Tropel Alienígena’ con la inspiración de la movilización social chilena e invitó a Rodrigo de la Prida a grabar las partes de guitarra: en palabras del propio Larrondo, «el resultado fue tan bueno que decidí seguir la misma metodología para el disco completo, a diferencia de “Ceremonia I”, que lo grabé todo en solitario». Todas las composiciones son de Larrondo excepto por un tema, que fue coescrito por él y el ya mencionado De la Prida. Teniendo en cuenta las estrictas circunstancias del distanciamiento social mundial, las sesiones de grabación tuvieron que realizarse mediante el intercambio de archivos de audio entre noviembre de 2019 y noviembre de 2020, lo cual ya era algo natural en el caso de los músicos residentes en el extranjero, como es el caso del mexicano Ramsés Luna. Los estudios utilizados están ubicados en las localidades chilenas de Rancagua y Santiago, Los Ángeles (EE.UU.), Lezno (Polonia) y Ciudad de México. Como sea, el disco se completó y ahora es una realidad concreta dentro de la producción progresiva del presente año 2021; veamos ahora los detalles del repertorio.
El inicio del disco llega de la mano de la imponente pieza ‘Matadero Imperial’, la cual instaura una poderosa secuencia de pasadizos sonoros diseñados por inteligentes síncopas y edificados por una energía musical simultáneamente repartida entre el vigor y la constricción. En este contexto, el ensamble desarrolla un robusto híbrido de space-rock y jazz-prog que sabe arroparse consistentemente bajo su propio manto de sobriedad, mientras añade matices grisáceos al asunto. Aires de familia hay con GORDIAN KNOT y STICK MEN, con alusiones añadidas a los DJAM KARET de los dos últimos discos. ‘Vagabundo Otero’ emerge como una excelsa miniatura fusionesca de orientación psicodélica, sirviéndose solamente del bajo y un arsenal percusivo; las líneas misteriosas y extrovertidas del bajo y la calidez telúrica de los tambores se enhebran perfectamente, dejando una huella fuerte en la memoria del oyente atento a pesar de que todo dura poco más de un minuto y tres cuartos. Cuando llega el turno de ‘Tropel Alienígena’, se impone el reino de la gracilidad con una soltura mágica y vivaz. El groove es complejo y, aún así, lleno de gancho: con las vibraciones cibernéticas propias del space-rock, la potencia del prog-metal y el señorío polirrítmico del paradigma math-rockero, el ensamble gesta un cénit de gran solvencia progresiva mientras va hilando los diversos motivos y atmósferas con impoluta fluidez. Hemos tenido aquí un viaje nostálgico al espíritu del segundo álbum de MAR DE ROBLES con una remodelación muy fresca que algo tiene de Crimsoniano; también hemos tenido un cénit decisivo del álbum. ‘Vulgoinsurgencia’ abre paso a la primera instancia de inquietudes sombrías, pero lo hace no para explorar lo siniestro, sino para crear un paraje etéreo alimentado de artilugios psicodélicamente electrónicos y cadencias jazz-rockeras de espíritu experimental. Los aires de familia con los STICK MEN y los solistas del maestro Trey Gunn están allí, bien patentes. ‘Asunto De Drogas’ es una breve exhibición de minimalismo abstracto con voces de fondo; así, queda el terreno preparado para el arribo de ‘Beligerantes Vinagres’, el cual regresa de lleno a la extroversión exuberante y muscular que ya dejó una gran huella en la pieza #3. Incluso se nota una magnitud más maciza en el sostén de las pulsaciones rockeras que se dan dentro del armazón progresivo en curso. El epílogo cósmico es un detalle eficazmente sorpresivo.
‘Generación Experimental’ es un ejercicio gentil de Stick donde Larrondo permite que los acordes directivos del desarrollo temático brillen por sí mismos con un tremendamente grácil lirismo. ‘Reclusión Domicilaria’, el ítem más extenso del repertorio con su espacio de más de 9 minutos, expone una nueva exploración dentro del discurso space-rockero con generosas dotaciones de sonoridades cibernéticas y la mirada puesta en una remodelación modernista del legado del krautrock electrónico (TANGERINE DREAM y CLUSTER se nos vienen a la mente). Orgánicamente vital y rotundamente maquinista a la vez, esta pieza se focaliza sólidamente en la atmósfera futurista y omnisciente que conforma su esencia expresiva. Las voces de fondo añaden un aura de misterio al asunto, mientras que algunos arrebatos filudos que emergen cerca del final ostentan un aire de peligro. Una declaración muy peculiar dentro del repertorio del álbum. Durando poco menos de 6 minutos, ‘Tropelista’ desarrolla un ejercicio de jazz-rock tenebroso sobre un compás de blues que, fomentando un nervio filudamente rockero desde su núcleo central y ornamentando su groove, trasciende a su esquematismo inicial para empujar al ensamble actuante hacia un gloriosamente neurótico clímax que se extienda por toda su segunda mitad. Lo que al inicio era sombrío pasó a ser incandescentemente furioso. Otro cénit del disco. La dupla de ‘Concilio Concertado’ y ‘Ceremonia’ se encarga de cerrar el repertorio. El primero de estos temas mencionados brinda un abierto contraste frente a la pieza que le precedía, pues se trata de una exhibición etérea de sonoridades y grooves folklóricos, bien metida en atmósferas introvertidas. Las cuerdas acústicas y el Stick se encargan de armar la maraña básica de la pieza, surgiendo en algún momento algunos ornamentos ensoñadores de flauta. En la segunda mitad, el propio Stick elabora un solo de tenor cósmico que realza lo etéreo hasta una dimensión mística, por así decirlo. ¡Qué hermoso tema!... Un tema que dice mucho en su espacio de menos de 3 minutos y medio. En cuando a ‘Ceremonia’, su enérgica vitalidad se centra principalmente en una confluencia entre los espíritus de los temas primero y tercero, aunque con un espacio mayor para ciertos interludios sutiles y un manejo más comedido de la inocultable musculatura rockera.
Todo esto fue “Ceremonia II”, una obra magistral y contundente dentro del actual escenario del rock progresivo y experimental de América del Sur. Los nombres de BIZIRIK y Cristián Larrondo pulen el brillo dorado de sus inscripciones dentro de la élite creativa de la vanguardia chilena. Definitivamente, éste es un disco que merece ser recomendado con total asertividad y sin contemplaciones de ningún tipo a todo melómano incansablemente buscador de experiencias refrescantes, pues escucharlo es toda una ceremonia variopinta que nos lleva sucesivamente a varios lugares de los mundos exterior e interior.
Y continuamos con este viaje musical que ha inspirado la pluma de bastante gente que se le ha dado por intentar apresarla entre palabras y letras, cosa bastante difícil por cierto.
Ceremonia II es la continuación de una empresa iniciada en septiembre del 2018, bajo el título de Ceremonia por parte de Bizirik, proyecto del destacado bajista y stickista chileno Cristián Larrondo, miembro de las histórica banda de rock progresivo “Mar de Robles” y actualmente de “Abrete Gandul. En dicho proyecto, se nos presenta un viaje instrumental que buscan expresar la intrínseca relación que el ser humano tiene con el universo desde los antepasados; a partir de los cuales ha existido una conexión casi mística bajo la sombra de la atemporalidad, donde lo infinito de lo externo termina por llevarnos a un viaje introspectivo y desde el cual terminamos por enfrentar nuestras emociones, temores y raciocinio, bajo el alero de la música que, cual nave protectora, nos moviliza en este viaje eterno que instaura nuevas ceremonias.
Así, la conceptualización de base de Ceremonia I implica disponer de nuestros sentidos y espíritu para experimentar un viaje donde somos llevados hacia algunas de las expresiones de opresión y dolor por parte del ser humano; mediante líneas melódicas misteriosas, tenues y con paisajes musicales que proyectan emociones egodistónicas y que, en cierta medida, tenemos reprimidas en nuestro aparato inconsciente. Es una invitación a revivir una memoria histórica impresa en nuestras mentes cuya atmósfera de aflicción es manifestada de forma insidiosa en cada acto mundano que hacemos. Dicho sentido de opresión es, por ende, productora de muchas manifestaciones de poder y opresión en el mundo. En síntesis, en Ceremonia I somos adentrados hacia este conjunto de experiencias creadas por Cristián Larrondo, donde lo psychedelic, lo space-rock y, por supuesto, la excelsa puesta en escena de un chapman-stick que estructura el álbum de manera grandiosa; son los que ensalzan esta obra y nos dan la antesala de una experiencia aún más profunda e introspectiva: Ceremonia II.
Luego de poner un contexto que supone ser determinante para la comprensión integral del presente álbum, el oyente puede mejorar su experiencia escuchando esta obra, la cual da inicio con un Matadero Imperial. Una especie de continuación sonora de “Sistema Viable” de Ceremonia I, donde la atmósfera misteriosa y unos sintetizadores profundos recorren el paisaje sonoro con el complemento de sonidos ambientales de lluvia, de un pájaro trinando , y el eco de un noticiero central. Se plasma la cotidianidad y mundanidad que luego trasciende hacia una órbita sonora exquisita: donde de fondo tenemos un sintetizador ejecutado notas en forma de bucle, la ejecución del chapman-stick que en conjunto con la guitarra y la batería generan una estructura rítmica poderosa y adictiva. Bastante Crimsoniana. El ritmo es lento, lo que permite desarrollar las líneas melódicas de manera más “pastosa” y con mayor predisposición a quedar pegadas en nuestras mentes. De esta manera, se desarrolla la canción con distintos juegos entre los riffs alargados en el tempo por parte de la guitarra, y con las notas graves retumbando el espíritu; despertándolo para el inicio de una nueva Ceremonia que está pronta a comenzar. Para el final, la guitarra adopta una distorsión aguda y chirriante, cuyo sonido bordea lo ruidoso; el cual contrasta con el inmediato sonido de unas pisadas de pasto que tenemos en el inicio del siguiente tema: Vagabundo Otero. Una verdadera representación de un ritual sonoro. Un ritual a la música, a la experimentación y a la creatividad plasmadas en varias capas de sonidos: en primer lugar, tenemos una guitarra con oscilaciones en su frecuencia, lo cual da un sonido más rústico y folclórico; luego, una línea de bajo que se mantiene constante la cual se complementa con percusiones sutiles y unos armónicos de guitarra que refrescan la estructura musical generada.
Seguimos con Tropel Alienígena. Uno de los temas más destacados del álbum, el cual parte con sonidos de fondo semejantes a una protesta ciudadana, que luego se traduce en la ejecución de una línea melódica hecha por el chapman-stick que es acompañada por un bombo que genera una rítmica andina y bien idiosincrática que de pronto pasa a un espectáculo de polirritmia y virtuosismo que, ejecutado de manera notable, demuestra una de los pasajes musicales del álbum donde más feeling se logra. Luego volvemos al ritmo más andino y folclórico, siempre al son del instrumento principal, quien se encarga de graves y agudos de manera simultánea. El tema finaliza nuevamente con un apartado metal prog espectacular y muy bien logrado.
Vulgoinsurgencia es el siguiente tema, y, al igual que el anterior, persigue imprimir la identidad andina y ancestral de esta parte del mundo. Lo hace con la integración de componentes psicodélicos potentes mediante la guitarra eléctrica que tiene se apropia del paisaje sonoro de la canción para que, en compañía de un sintetizador versátil, y de una rítmica cada vez más intensa, genera melodías profundas. De a poco, el sintetizador toma un espacio cada vez más amplio y profundo, añadiendo texturas interesantes a la canción mediante melodías repetitivas al fiel estilo del ambient y space rock. Es llamativa la transición entre un instrumento y otro, o la desaparición paulatina de un sonido mientras otros se mantienen o bien se potencian. El principio de continuidad inherente a nuestra percepción humana hace que deseemos escuchar dichas melodías repetitivas de forma constante, lo que hace de este tema una experiencia interesante de percibir. Tenemos un pequeño interludio donde hay una ambientación mediante sonidos rutinarios como los automóviles de fondo y el diálogo de una teleserie cualquiera, que reflejan la cotidianeidad de un encierro desesperante y tan ajeno a la naturaleza móvil y sociable del ser humano. Todo atmosferizado con sonidos generados por sintetizadores.
Beligerantes Vinagres es un retorno a la parte más prog metal de esta experiencia, donde los instrumentos predominantes del género se vuelven protagonistas absolutos. La intensidad y potencias son los motores de este tema, donde la emoción que genuinamente emerge es la rabia, pues con ayuda del texto de presentación del álbum, entendemos que aquellos que concentran el poder y subyugan al ser humano bajo el sistema capitalista actual, son los beligerantes vinagres hacia los cuales se dirige dicha rabia. Musicalmente, el sonido se destaca por tener una batería que dirige todo el grupo, mediante rítmicas con predominio de la caja y el bombo, imbuido en un éxtasis que le lleva a tener momentos de quiebres magníficos y brutales. En cuanto a los instrumentos de cuerda, estos persiguen una línea melódica constante, donde si bien predomina el riff intenso y pesado, siempre dejan espacio para los momentos más introspectivos y de notas más alargadas. Un tema que te despierta, y que se encuentra justo en el punto central y climax de esta Ceremonia, donde alcanzamos el punto más elevado en intensidad.
A continuación, tenemos a Generación Experimental. Un momento más calmo dentro del álbum donde el chapman.stick es el protagonista; mediante la digitación de elocuente y solemne de las cuerdas que transitan entre los sonidos más agudos hasta las más graves; configurando un paisaje espectacular y que evidencia su gran capacidad compositiva y de interpretación. Casi tres minutos de generación experimental.
Reclusión Domiciliaria es el tema más largo de este álbum, con un poco más de 9 minutos de duración. Con un inicio misterioso, donde predominan sonidos vinculados a las cuerdas de una guitarra eléctrica cautivadora y atmosferizante. De a poco, se incluyen sonidos sintéticos similares a los que oímos en el primer tema de este álbum; con la inclusión de voces de fondo que expresan relatos asociados a voces que cuentan diversas vivencias; como el eco de los relatos que quedarán guardadas en el aire de una pandemia que pareciera extenderse cada vez más y que restringe nuestra libertad humana. El encierro pareciera ser asfixiante, como si cada pensamiento se extendiera hacia el plano perceptivo, de tal manera que los puedo oír. Esta represión de mis estados emocionales en cuarentena no pueden ser contenidos por siempre; y así se plasma en este tema en donde de manera incipiente emerge una poderosa digitación al unísono en Do que luego decanta el en melodías suaves para su término.
Seguimos avanzando en esta Ceremonia, donde hemos tenido la experiencia de distintos fenómenos sonoros, ambientales y, por ende, emocionales y de percepciones; las cuales nos han invitado a dirigir nuestro foco hacia lo interno. En este tenor seguimos con Tropelista, el cual comienza con notas en bajo de manera misteriosa y que posteriormente decantan en melodías en guitarra sincopadas, dando atisbos de un rock progresivo al estilo más psicodélico de Pink Floyd, pero con el eclecticismo de un King Crimson sobrio y complejo en su comprensión de las estructuras musicales que entrelaza. El tema finaliza con líneas melódicas al unísono realizadas de forma notable.
Concilio Concertado es un tema bastante más cristalino y brillante que sus precedentes, pues cuenta con una guitarra acústica y una flauta traversa que hermosean la canción y le otorgan serenidad a esta. Una exploración hacia la parte más sensible de la experiencia humana, donde la belleza de existir pervive pese a las condiciones desfavorables del entorno y de lo que generacionalmente se ha perpetuado. Tres minutos de un bálsamo que renueva las energías de cara al final de esta experiencia.
Finalizamos con Ceremonia. El fin de este viaje de un poco menos de una hora donde experimentamos las diversas caras de la actualidad. Bajo esta inspiración creativa, este tema incluye una amalgama de todas las aristas que formaron parte de este álbum. Vale decir, una introducción minimalista y ambient, donde los sintetizadores y guitarra eléctrica generan un ambiente calmo y donde el champan-stick de a poco toma mayor protagonismo, con las ya conocidas líneas de bajo espectaculares. Luego, tenemos espacios donde lo progresivo predomina, con el ya acostumbrado aroma Crimsoniano; la inclusión de los ritmos étnicos y andinos, sobre los cuales adornan con estructuras melódicas interesantes con la inclusión breve de instrumentos étnicos; para luego finalizar con un interludio instrumental donde lo técnico excede y se conjugan de manera notable los instrumentos participantes.
Así, se da por cerrada la segunda parte de esta trilogía “Ceremonia II”. Un verdadero viaje musical introspectivo y sensible, donde esta ceremonia en particular nos invita a ser conscientes de los vestigios que el contexto actual de pandemia y de injusticias a nivel social, político y económico que quedan en nuestras mentes. Sin duda alguna que es un desafío extrapolar algo tan ambiguo y subjetivo como la inspiración que un artista tiene, hacia algo material y objetivo como lo son los temas creados; y lograr una continuidad en ellos y que se transmita el espíritu de aquello que buscaba expresar. En este sentido, Cristián Larrondo (Bizirik) logra hacerlo de manera solemne; sin abandonar el virtuosismo, la técnica y la capacidad en tanto compositor e intérprete, sobretodo del chapman stick que utiliza y que lo hace tan característico. En definitiva, un álbum que nos remueve e invita a ser parte de estas ceremonias o momentos de conciencia que tenemos entre cada uno de estos eventos mencionados en un inicio (conexión con el universo, lo esencial, y la comprensión de cómo el sistema social actual genera mecanismos de opresión que limita un redescubrimiento de estos asuntos). Posiblemente, uno de los álbumes más destacados de los últimos tiempos en la escena nacional chilena, y -a título personal- de lo mejor que tenemos en el año en la escena progresiva.
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Bizirik arremete con nueva ceremonia de sonidos experimentales
“Ceremonia II” es el nombre del nuevo álbum de Bizirik, el proyecto paralelo de Cristian Larrondo, bajista de la agrupación etno progresiva Mar de Robles.
Inspirado en el estallido social del 2019, “Ceremonia II” emerge del reciente despertar de la insurgencia del vulgo, dormida hace décadas en el olvido de la historia y ahora tildada de tropel alienígena, cae prisionero del último experimento generacional capitalista: un crudo matadero imperial, avalado por los beligerantes vinagres de siempre.
Los tropelistas del control y la reclusión domiciliaria de una pandemia inoportuna, confabularon también contra oteros vagabundos, errantes de rabia, que sin embargo sobrevivieron con su arte insurgente e interestelar.
El disco fue editado en julio de 2021 en un bellísimo digifile de colección (MyloCD123), y en él participaron destacados músicos de la escena progresiva nacional e internacional como Claudio Corcione,Tomás Díaz, Juan Gronemeyer, Fernando Jaramillo, Ramsés Luna, Felipe Moreno, Oliver Moris, Rodrigo Moris, Rodrigo de la Prida, Alfredo Smith y Julio Tobar.
Quizás se necesiten tantas palabras para tratar de explicar lo inexplicable, lo que no se puede asir, lo que traspasa nuestras normas y convenciones. Quizás este disco y este proyecto no sea para todo el mundo, pero eso no quita que esta es una obra notable que sobrepasa lo musical, lo sonoro, y es parte del nuevo quebradero de cabeza que ojalá esté surgiendo no solamente en Chile. Por eso considero que esta es una obra revolucionaria, y si quieren una nueva cara a lo que puede ser el progresivo de estos tiempos, aquí hay un buen ejemplo y un punto de partida.
Y esto no ha terminado aquí, hay gente que tiene muchas ganas de tratar de explicar esta anomalía tan libertaria (libertarios... ¿quieren conocer la verdadera libertad? aquí está parte de ella extrapolada al plano musical), así que seguimos con los comentarios de terceros... y también con los videos, que con su música ponen en evidencia aquello que las palabras tratan infructuosamente de atrapar.
Inspiración de Ceremonia II
El concepto central de esta trilogía ha sido definido por la opresión humana, en diferentes momentos históricos. En Ceremonia II, la opresión se inspira en las movilizaciones callejeras en Chile, iniciadas en octubre de 2019. Dichas movilizaciones fueron el resultado de un sostenido y creciente descontento en la ciudadanía chilena hacia la organización política y económica del país. Un descontento en que confluyó una serie de intereses, algunos de ellos transversales en la sociedad, terminando en un debate para un cambio constitucional en el país.
Así, estas manifestaciones, que lograron gran resonancia a nivel internacional, fueron el puntapié inicial de Ceremonia II. De hecho, en noviembre de 2019 nacía la primera pieza para este álbum: «Tropel Alienígena». Larrondo invitó a Rodrigo de la Prida (fundador de la vanguardista banda chilena Horeja) para grabar las guitarras, con un resultado que le agradó tanto, que decidió el primer cambio respecto de su antecesor de 2018: extender más invitaciones a otros músicos.
De este modo, diferentes músicos participaron en los arreglos de las 11 piezas que componen el álbum. Una experiencia principalmente colaborativa, a diferencia de su lanzamiento debut, aunque la composición seguiría a cargo de Larrondo. Entre estos músicos, no nos sorprende que aparezcan nombres de Mar de Robles, como Rodrigo Moris y Julio Tobar. Tampoco sorprenden nombres de la escena chilena de rock y música de vanguardia, como Claudio Corcione y Fernando Jaramillo (Exsimio), Felipe Moreno (Anticueca), Alfredo Smith (Autómata), Oliver Moris (Traumatic Noise), Tomás Díaz, Juan Gronemeyer (Chico Trujillo, La Floripondio) y el propio Rodrigo de la Prida. Asimismo, asoma el mexicano Ramsés Luna, quien fuera parte de Cabezas de Cera.
A poco tiempo de haber comenzado el trabajo, cayó el inconveniente de la pandemia por Covid-19 sobre el proceso de grabación de Bizirik. Por esta razón, las sesiones de grabación se hicieron completamente por separado, según la ubicación de cada músico. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para que podamos apreciar un trabajo fluido y bien mezclado, permitiendo a cada instrumento cobrar protagonismo en diferentes secciones del disco.
Las piezas de Ceremonia II
Si atendemos a los títulos de cada pieza, es posible apreciar una clara continuidad conceptual o temática entre ellas. El álbum comienza con «Matadero Imperial», editada el 7 de noviembre de 2020. Este «matadero» puede entenderse como el contexto más general en que se desenvuelve la opresión que inspira a Ceremonia II. El contexto económico y político, marcado por la desigualdad, la justicia y la ambición por el poder. De hecho, en el video se presentan escenas de la sátira que hizo el gran Charles Chaplin sobre el poder totalitario en su película El Gran Dictador.
Musicalmente, «Matadero Imperial» nos ofrece una hipnótica entrada seguida de un golpe de guitarra (Corcione), fretless (Larrondo) y batería (Jaramillo). Las cualidades de Larrondo con su Chapman Stick quedan a la vista también, en una pieza que muestra agresividad y tensión, esta última otorgada sobre todo por las secciones de saxo sintético de Ramsés Luna.
A continuación, «Vagabundo Otero» representa la acumulación de rabia, en un breve pasaje a cargo de Larrondo y las fabulosas percusiones de Gronemeyer. Una pieza de interesantes efectos de bajo fretless, y de repentino cierre.
Un suave dulce para sumergirnos en «Tropel Alienígena», que vuelve a darnos energía, sobre la base del gran desempeño del Chapman Stick. Este título bien puede representar el estallido social en sí mismo. Nos muestra, musicalmente, una turba de gente enardecida. La misma turba que la Primera Dama de Chile calificó como «una invasión alienígena». Así, el video hace gala del sutil sentido de humor de Bizirik, mostrando un manipulado cuadro del Guernica con personajes y lugares que protagonizaron estas manifestaciones callejeras, trabajo del ilustrador @Kastropintor. En el video, además, aparece un conjunto de imágenes de carteles de diferentes artistas (créditos al final del video). Dichas imágenes son fruto tanto de las propias fotografías de Larrondo durante las movilizaciones, como de la recepción de ellas por parte de los mismos artistas.
En cuarto lugar, el álbum nos ofrece una pieza de 7:30 minutos: «Vulgoinsurgencia». La atmósfera que construye es oscura, de buen ritmo, que se rompe con sostenidos efectos electrónicos, con un sutil aumento de intensidad que también se desvanece poco a poco. Posteriormente, «Asunto de Drogas» continúa con un breve pasaje de poco más de un minuto, lleno de detalles sonoros, exentos de melodía. Sobre estos suaves efectos, se superpone una voz masculina (extraída desde un programa televisivo) que declara, en calidad de testigo, los rastros que se encontraban en la escena de un crimen. En esta pieza, de acuerdo a Larrondo: «mi idea era recrear esas situaciones casi esquizofrénicas que nacieron de los encierros».
«Beligerantes Vinagres» nos trae de vuelta sonidos de guitarra, a cargo de Oliver Moris. Con una atmósfera agresiva, este título retrata a esa clase política avinagrada, que lleva décadas en el poder, algo usual no solo en Chile, sino en toda América Latina. Cada sociedad parece tener sus propios beligerantes vinagres, cuyas acciones acumulan ansiedad, descontento y violencia, avalando el sacrificio humano en pos del crecimiento económico de unos pocos. Aquéllos que, en Chile, llegaron a declarar una guerra.
Como séptima pieza, «Generación Experimental» no solo nos muestra un pasaje con dominio absoluto del Chapman Stick (con el dúo Larrondo/ Díaz), sino también un experimento sonoro que fluye de gran manera, gracias a la impecable ejecución de ambos.
El disco continúa con «Reclusión Domiciliaria», su pieza más extensa, con más de 9 minutos de duración. Ejecutada íntegramente por Larrondo, nos muestra una sensación de caos que nace en el contexto del encierro que la pandemia nos ha traído. Según Larrondo, de hecho, el objetivo era «que se percibiera un caos ordenado, ya que todos estamos en buena onda, pero enloquecidos con el encierro».
Nuevamente tenemos aquí sintetizadores, efectos electrónicos y obsesivas líneas de Stick. Sobre esta base, se despliegan voces con frases emanadas desde conversaciones entre los músicos y del entorno familiar y de amistades de Larrondo. En tal sentido, constituye un tema genuinamente personal. Pasado el minuto 7, una intensa cortina sonora da paso a una sección dominada por sonidos electrónicos, que se apagan paulatinamente.
La novena pieza es «Tropelista», en que resalta una profunda interpretación de guitarra por parte de Rodrigo de la Prida, co-autor de este tema. Aquí, cada golpe de la batería de Smith y cada pulsación de cuerdas tiene una intención sonora clara, logrando otra pieza de gran nivel. De este modo, acumulan tensión inicial, que pasados los dos minutos sube en un nivel su intensidad, hasta hacer explosión en los 3:20. Con dicha explosión, además, se marca un interesante cambio melódico y rítmico, con gran presencia del bajo fretless. El título «Tropelista», además, se construye claramente sobre los abusos de poder cometidos por la policía chilena sobre la ciudadanía durante las manifestaciones que inspiraron el disco.
El sonido vuelve a cambiar en «Concilio Concertado», título que bien podría representar el pacto que tuvo lugar entre diferentes integrantes del escenario político chileno, tanto de izquierda como de derecha, para traer «paz» y terminar con las protestas callejeras, prometiendo un plebiscito constituyente. Este pacto, que fue visto como un nuevo acto de traición de la clase política hacia la ciudadanía, es mostrado con los pasajes más melódicos y suaves del disco. Sin embargo, su sentido original es más simple: una reunión virtual entre los músicos, con la cercanía suficiente como para haberse sentido casi fuera presencial.
La mezcla entre guitarra acústica, guitarrón, flauta, fretless y Stick, permiten el desarrollo de armonías altamente agradables. Particularmente el sonido que extrae Felipe Moreno de las 25 cuerdas del guitarrón chileno permite construir esta suavidad al tema.
Finalmente, la pieza que cierra el álbum es «Ceremonia». Este tema no es solo importante como cierre ni por ser homónimo a la trilogía, sino además porque en la entrega de 2018 no había ninguna canción con este nombre. En tal sentido, aquí es donde Larrondo quiere expresar todo lo que significa esta trilogía, considerando que se encuentra en la mitad de ella. Así como Ceremonia I viajaba por historias pasadas mezcladas con otras contemporáneas, Ceremonia II se construye en un momento histórico y socio-político clave en Chile. El mismo Larrondo sostiene que, de este modo, esta pieza musical «merece permanecer de alguna manera para los arqueólogos del futuro», parafraseando al grupo Congreso.
De este modo, siguiendo la temática de Ceremonia II, podemos entender esta pieza de cierre de otras dos maneras. La primera de ellas, como el acto ceremonial que siguió ocurriendo en las calles, a pesar de este «concilio concertado» forjado desde la clase política y de la propia «Reclusión Domiciliaria». La segunda, en tanto, apuntaría a que todo lo ocurrido no tuvo más peso que un ritual de opresión, propio de la dialéctica que da vida a la historia humana.
Como sea, en esta pieza final tenemos una apertura parsimoniosa, que toma fuerza con la entrada del Stick y, especialmente, de la guitarra de Rodrigo Moris. Es un tema entretenido, con diversos cambios y transiciones rápidas, que le otorga una fluidez muy natural. De esta manera, este cierre ocurre equilibrando un pulso ágil con una ejecución instrumental sin apuros, marcando un cierre elocuente y claro para el álbum.
En síntesis…
Si entendemos el arte como una forma de representar el mundo (o una fracción de él) mediante elementos estéticos, tenemos aquí arte en estado puro. Ceremonia II, en efecto, presenta una parte importante de la cosmovisión de Larrondo, acompañado de un grupo de artistas que muestran, en conjunto, que compartir una idea nos puede entregar maravillosos resultados. A pesar de la distancia. Uno de los puntos muy altos de este trabajo es su capacidad de disfrutarse incluso sin entender el mensaje semi-soterrado que atraviesa el disco. De hecho, ni siquiera es necesario compartir esta visión política para apreciar la calidad musical de Bizirik, ya que su música posee valor propio. Por esta razón, personas chilenas y extranjeras podrán apreciarlo en la medida en que ponen atención a sus detalles. Precisamente, una de las maravillas de la música instrumental.
Sin embargo, entender y compartir al menos una parte de dicho mensaje facilitará, desde luego, el comprender este álbum como un todo, poniendo al oyente en la perspectiva de Bizirik. De sobra está mencionar el derroche de virtuosismo y trabajo técnico, que quedan en un segundo lugar cuando se presta atención al álbum considerando el eje central de la trilogía de Ceremonia: la opresión del poder, en su sentido más amplio, crudo y actual.
Un disco absolutamente recomendado para amantes del rock progresivo en sus formatos más eclécticos, especialmente de King Crimson. En el sitio web de Bizirik, en su canal de YouTube así como en su Bandcamp, podrán encontrar próximas novedades acerca de este lanzamiento. Les deseamos mucho éxito, pues este disco lo merece, por ser bien logrado técnicamente, inteligente en su propuesta y con la cantidad justa de sátira en sus líneas. Nota aparte para el arte del disco, que permite, entre otras cosas, apreciar mejor el sentido de las piezas del álbum. ¡Una delicia!
Se los resumo de otra manera: maravilloso, imperdible, volador, placentero y un viaje que sobrepasa al sentido que entra en los oídos. Y dejo de lado las palabras porque como dije son al pedo ante obras como estas. ¡A disfrutarla!
Pueden escucharlo desde su espacio en Bandcamp:
https://bizirik.bandcamp.com/album/ceremonia-ii
1. Matadero Imperial (5:20)
2. Vagabundo Otero (1:50)
3. Tropel Alienígena (4:35)
4. Vulgoinsurgencia (7:31)
5. Asunto De Drogas (1:09)
6. Beligerantes Vinagres (4:36)
7. Generación Experimental (2:34)
8. Reclusión Domiciliaria (9:18)
9. Tropelista (5:48)
10. Concilio Concertado (3:04)
11. Ceremonia (7:04)
Alineación:
– Cristián Larrondo: fretless, Chapman Stick, sintetizadores, batería programada, secuencias y sonidos incidentales
– Claudio Corcione: guitarra (1)
– Rodrigo de la Prida: guitarras (3, 9)
– Tomás Díaz: Chapman Stick (7)
– Juan Gronemeyer: percusiones (2, 4)
– Fernando Jaramillo: batería (1)
– Ramsés Luna: saxo sintético (1)
– Felipe Moreno: guitarra (10)
– Oliver Moris: guitarra (6)
– Rodrigo Moris: guitarra (11)
– Alfredo Smith: batería (6, 9, 11)
– Julio Tobar: flauta traversa (10)
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