Artista: Yes
Álbum: The Ladder
Año: 1999
Género: Rock sinfónico
Duración: 60:17
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Inglaterra
"No voy a entrar en un analisis detallado y exhaustivo del disco; simplemente les quiero decir que me ha gustado, es muy Anderson, su influencia en las composiciones es evidente (la dupla Sherwood/Squire que primo en el vilipendiado OYE dio un paso al costado). Jon canta mucho y su voz esta intacta. No es un disco muy progresivo; algunos lo consideran un disco comercial. Yo diria que tiene de ambos, destellos progresivos en temas como Homeworld y New Language, y temas simples y comerciales como If Only I Knew y It'll Be a Good Day, una onda caribenha en Lightning Strikes y otra africana en Can I. Olvidense de un retorno a los clasicos de los 70s ni al YesWest de los 80s. Yes nos entrega su propuesta para ingresar al nuevo milenio; nos puedo gustar o no, ya depende de cada uno. Yo estoy contento con el disco y recomiendo lo compren y disfruten.....lo pueden pre-ordenar en www.towerrecords.com a $ 12.99 y los que lo hagan antes del 28 de Setiembre recibiran un poster de regalo con el arte del disco, obra de Roger Dean".
Eso comentaba Carlos Benavides en "La Caja de Música", y creo que se ajusta bastante bien al disco.
Y esto es lo que dice el señor Wikipedia:
The Ladder es el decimoctavo álbum de estudio de la banda inglesa de rock progresivo Yes, publicado en 1999.
Este trabajo fue visto como un retorno al sonido clásico de la banda. Es el primer álbum que presenta al teclista Igor Khoroshev como miembro oficial. Poco después de grabar el material del disco, el productor del mismo, Bruce Fairbairn, falleció repentinamente en mayo de 1999, justo antes de grabar, según Chris Squire, unas pocas pistas vocales y realizar algunos retoques finales. Como consecuencia de esto, la banda dedicó el álbum al productor fallecido.
The Ladder alcanzó el 36º puesto en Gran Bretaña y el 99º en los EE. UU.
Hoy es viernes de un fin de semana largo, no quiero detenerme mucho en la virtualidad, así que dejos algunos y a otra cosa...
Algunas obras de arte son capaces de reunir en sí mismas muchas de las cualidades del ámbito al que pertenecen en su más elevada expresión, ya sean estas la emoción, la sensibilidad, la inteligencia o la belleza. The ladder (1999), de la legendaria banda de rock progresivo Yes, atesora todas esas virtudes citadas en plenitud. Fue además el último álbum producido por el imprescindible Bruce Fairbairn, a quien está dedicado; según los propios músicos, Fairbairn fue fundamental en el desarrollo y creación de este trabajo.
Sorprende que una banda de la envergadura y trascendencia de la británica se descolgara con uno de sus discos más singulares después de treinta años de carrera. Los miembros del grupo aseguran que fueron libres por primera vez en mucho tiempo, que crearon las canciones de este álbum sin presiones, como una auténtica banda de nuevo ―Igor Khoroshev se incorporaba definitivamente como teclista después de haber colaborado en Open your eyes (1997)―; algo que se aprecia desde los primeros compases. Cuando se les ha preguntado en alguna ocasión a los músicos de Yes que participaron en este álbum por las circunstancias que rodearon a su grabación, todos coinciden en recordar la agradable sensación de la creación, la fluidez con la que se desarrollaba el proceso, la predisposición para incorporar ideas que llegaban de unos y otros siguiendo una sencilla directriz de Fairbairn: haced el mejor álbum de Yes que podáis. El resultado es una obra en la que consiguen algo que ya habían alcanzado en anteriores ocasiones, en algunos de sus mejores momentos: combinar a la perfección los elementos del rock progresivo con una querencia por la inmediatez, la melodía, rozando casi la comercialidad. Las canciones en The ladder son largas, con desarrollos instrumentales, pero no se desvinculan nunca de una chispeante creatividad amarrada a unas melodías que permiten seguirlas sin esfuerzo. Todo fluye de un modo tan natural como excitante.
Pero es que además, esta obra está felizmente tocada por el misterio que sólo puede venir de la inspiración, o de un momento mágico, o de un estado de gracia que, súbitamente, atrapa a los músicos y los conecta de un modo inexpresable. El trabajo resultante no es sólo la suma de las partes, sino una obra de arte orgánica, indisociable, imposible de analizar de manera fraccionada. The ladder se conforma como un universo exclusivo en el que cada una de las canciones solo armoniza con las del resto del disco. No hay ninguna otra composición que pueda encajar con las del álbum de Yes porque su naturaleza es única, incompatible con cualquier otra creación.
Si por casualidad se nos ocurre meter una de esas canciones en un recopilatorio de los que nos hacemos los tipos extraños que no dejamos a las máquinas hacerlo por nosotros, todo lo que viene después de que deje de sonar se transforma afectado por el extraño influjo que emana de las notas de sus guitarras, de sus melodías, de los coros, el sonido del bajo, la batería y los teclados. Lo que escuchemos después nos va a resultar diferente a como lo recordábamos. Las canciones de ese disco transforman nuestra capacidad de apreciar la música, nos descubren emociones nuevas, nos hacen ver el mundo de manera diferente. Podemos incluso llegar a pensar que nuestra realidad no es tan fea como pensábamos, porque la música de Yes la hace, aunque sea por un momento, más hermosa.
Las letras de Jon Anderson inciden de nuevo en la temática, tan sesentera, de la vinculación de los humanos con la naturaleza, la paz, mientras que las melodías se adueñan por completo de las canciones con un tono optimista, alegre, arrebatadoramente vitalista. Con «Homeworld (The ladder)» ―maravillosa la coda que cierra la canción― se abre un universo ideal que nos lleva a la atmósfera mágica de «It will be a good day (The river)». A partir de ahí cada uno es libre de dejarse arrastrar a ese mundo creado por Yes, de entregarse a la ambientación que dibuja paisajes alternativos a los de la realidad y quizás por ello mejores, de creer que una existencia en la que suene al fondo «To be alive (Hep yadda)» tiene más posibilidades de alcanzar eso que llaman felicidad, o de contemplar el entorno de una especie de locus amoenus poetizado por las notas de «If only you knew».
Hay una extraña delicadeza en las canciones de The ladder, una finísima sensibilidad, una belleza iluminadora que hace que este álbum se convierta, al poco tiempo de convivir con él, es una obra imprescindible; especial, emotiva y conmovedora. Transmite una alegría casi inocente, ingenua, pero limpia y auténtica, un optimismo radiante cubierto por una fina capa de melancolía que le otorga ese tono único, algo que no han vuelto a conseguir en ninguno de sus posteriores trabajos. Es algo, supongo, propio y exclusivo de un momento singular e irrepetible. Cumplieron con lo que les había pedido Bruce Fairbairn, y éste capturó ese momento que ahora perdura para la eternidad.
Y acá van otros comentarios. Como dije al principio, a algunos les gustó bastante aunque su puntaje en Progarchives deja bastante que desear. Aquí va un ejemplo (también sacado de "La Caja de Música"):
No hace ni un par de dias que me hice con el ultimo de Yes. Bueno, ahi van unas impresiones:
Calificacion: Impresionante! Desde luego el disco hace honor a lo que les dijo Bruce Fairbain cuando comenzaron a trabajar en el disco ("Haced el mejor disco de Yes que podais, el resto vendra solo", traduccion del libreto del CD). Santo Dios, que disco. Desde luego se lo han trabajado... Por mi parte Howe puede disipar las dudas sobre la continuidad de Yes a partir de ahora. Han mejorado y con mucho si tenemos en cuenta las ultimas producciones como el olvidable "Open Your Eyes" y, en menos medida, los "Keys To Ascension" y "Keys To Ascension 2" ("Talk" era un disco de Trevor Rabin, para que nos vamos a engañar).
Por supuesto que vamos a encontrar influencias del rock americano tan frecuente en la etapa Rabin. No creo que ello sea ni bueno ni malo, es como es y punto. Ademas... No estan siempre en las Americas? Pues eso - aprovecho para mandar un saludo a los cajeros del otro lado del charco - aunque no todo va a ser rock; no hay mas que escuchar el delicioso comienzo con flautas o teclado? de "Lighting Strikes" y su ritmillo contagioso mas puesto al dia que el anterior "Teakbois" de "ABWH", al que le sigue "Can I?" con un pequeño regalo del "Fragile" como ya hicieron The Beatles en "All You Need Is Love" - Anderson siempre ha sido un fan de los de Liverpool. Le sigue "face To Face", nuevo regalo de estos nuevos Yes que tiene algo de "ABWH" (como no); este tema enlaza perfectamente con los otros dos anteriores en cuanto a ritmo ya que varia entre los ritmos etnicos y "sabrosones" y el sonido Yes. Desde luego lo que no se echa de menos en este trabajo es la presencia de Wakeman - soy tan "wakemaniaco" como cualquiera y su trabajo en "Return..." me parece muy bueno -, pero el ruso de impronunciable nombre (Igor Khoroshev) le va muy a la zaga, sobre todo en "Homeworld" (por cierto, largo, largo, un lujo) donde se atreven a hacer un dialogo de las voces con los teclados del ruso, apabullante!, en directo debe de ser de morirse de gusto; me encanta el estribillo de esta cancion, va muy acorde con la demo del juego para el que han hecho la musica (y que se incluye, ojo), y sobre todo las lineas de Squire y los teclados, esta cancion es a mi parecer la perfecta sincronia entre los clasicos Yes y los nuevos, os va a encantar, de verdad. Tambien encontraremos temas mas "popies" como "It Will Be A..." y sobre todo "If Only You Knew" (de Anderson a su chica) para poder descansar de toda la progresion que Anderson y compañia son capaces de lanzar - que es mucho en este disco, os lo aseguro. Un temita que me agrada bastante es "To Be Alive", muy al estilo de los 80, podria haber sido escrita por cualquiera en aquella epoca, es algo asi como las canciones que se hacian con los primeros sintetizadores analogicos, lo que digo, la podria haber firmado Soft Cell. Una curiosidad, vaya. "Finally" nos retorna al sonido AOR americano, pero sin tantas "macarradas" estilo Rabin, es un tema rapido, mas discreto, mas digerible, por decirlo de algun modo, un poco a lo "Our Song", pero no tanto con un discreto final lento a cargo del Ruso de Oro. Howe se nos vuelve "bluesman" y con una acustica ataca "The Messenger" con acompañamiento de Sherwood en un tema de medio tiempo; muy a destacar, aparte de Howe, los siempre agradecidos coros de Squire, quien por otro lado se hace notar en pocas ocasiones - soy bajista, por eso lo echo mucho de menos - aunque las lineas del bajo estan, como siempre en el, superiores; y tambien los dialogos Howe-Sherwood con sus guitarras. Con "New Language" volvemos a la dorada epoca del "Going For The One" y "Tormato", alucinante entrada del Ruso de Oro y Howe en un clasico tema estilo Yes - largo, denso, cargado de intenciones -, ya digo, la intro de la cancion es eterna; le sigue una estructura "Arriving UFO" deliciosa a base de piano electrico... Quien da mas en tan poco espacio? Ya lo escribio Diego A. Manrique, algo asi como que muchas generaciones habrian de pasar hasta llegar a las cotas que pusieron estos chicos. Por ultimo, el disco se nos cierra suavemente como ya hicieron con "Let's Pretend" en "ABWH", pero aqui tenemos "Nine Voices (Longwalker)" y a todos cantando en la hermandad "hippie" de Anderson (este chico...)
Un saludo
Alberto Uttranadhie (Madrid)
A mí, personalmente, no me gusta nada, pero nada, pero bueno, cada uno tiene sus gustos...Que terminen lindo el fin de semana!
Lista de Temas:
1. Homeworld (The Ladder) (9:33)
2. It Will Be a Good Day (The River) (4:53)
3. Lightning Strikes (4:34)
4. Can I? (1:32)
5. Face to Face (5:03)
6. If Only You Knew (5:42)
7. To Be Alive (Hep Yadda) (5:07)
8. Finally (6:01)
9. The Messenger (5:13)
10. New Language (9:19)
11. Nine Voices (Longwalker) (3:20)
Alineación:
- Jon Anderson / lead vocals
- Steve Howe / steel, lead & acoustic guitars, mandolin, backing vocals
- Billy Sherwood / guitars, backing vocals
- Igor Khoroshev / keyboards, backing vocals
- Chris Squire / bass, harmonica, backing vocals
- Alan White / drums, percussion, backing vocals
With:
Randy Raine-Reusch / world instruments
Rhys Fulber / dance loops
The Marguerita Horns:
Tom Colclough / alto saxophone (3)
Tom Keenlyside / piccolo & tenor saxophones (3)
Rod Murray / trombone (3)
Derry Burns / trumpet (3)
Neil Nicholson / tuba (3)
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