Cuando las negociaciones entre países están encabezadas por gobiernos neoliberales, los intereses nacionales no existen: las elites empresariales, nacionales y foráneas, se unen en un "interés común" y los recursos propios pasan a ser usados como mercancía en una extranjerizacion creciente del poder económico local. Por eso cuando esa relación se rompe...."Los Prat Gay piden perdón...". Prat Gay realizpó la gira europea de la verguenza para conseguir, a toda costa, los inversores que Cambiemos tanto hizo alusión en su campaña, como que masivamente llegarían al país para dar trabajo. Eso no sucede, entonces el ministro de Hacienda y Finanzas realiza exposiciones por el viejo continente. En una de ellas, que se llevó a cabo en España, Prat Gay se rebajó a "pedir perdón".
El ministro de Hacienda y Finanzas de la Argentina, Alfonso Prat Gay, en Madrid pidió "disculpas por los últimos años, por lo que han sufrido los capitales españoles en la Argentina", haciendo clara alusión al conflicto generado por la nacionalización de YPF, a cargo del gobierno anterior que, indemnización mediante, "expropió" a Repsol su porcentaje sobre la empresa petrolera. Los españoles vaciaron Aerolíneas Argentinas y Repsol tiró abajo a YPF pero Prat Gay les pide perdón, en una contundente actitud que grafica el espíritu entregador de éste gobierno de los ricos. Para el ministro Prat Gay, el "maltrato" hacia los empresarios fueron las abultadas ganancias que tuvieron las empresas españolas en Argentina, como el caso de Telefónica. Ganancias millonarias y jugosas indemnizaciones le parecen poco al macrismo. En el caso de estos grupos, ambos dejaron una herencia de escasa inversión con un deterioro de las empresas.
No son disculpas lo que hay que decirle a los empresarios, sino "de nada". De nada por las ganancias que se fugaron y por los años de dependencia y saqueo.
Tal grado de actitud servil para bajarse los pantalones fue criticado hasta por la payasa de Lilita Carrió, alida del CEOgobierno macrista.
El ministro de Hacienda y Finanzas de la Argentina, Alfonso Prat Gay, en Madrid pidió "disculpas por los últimos años, por lo que han sufrido los capitales españoles en la Argentina", haciendo clara alusión al conflicto generado por la nacionalización de YPF, a cargo del gobierno anterior que, indemnización mediante, "expropió" a Repsol su porcentaje sobre la empresa petrolera. Los españoles vaciaron Aerolíneas Argentinas y Repsol tiró abajo a YPF pero Prat Gay les pide perdón, en una contundente actitud que grafica el espíritu entregador de éste gobierno de los ricos. Para el ministro Prat Gay, el "maltrato" hacia los empresarios fueron las abultadas ganancias que tuvieron las empresas españolas en Argentina, como el caso de Telefónica. Ganancias millonarias y jugosas indemnizaciones le parecen poco al macrismo. En el caso de estos grupos, ambos dejaron una herencia de escasa inversión con un deterioro de las empresas.
No son disculpas lo que hay que decirle a los empresarios, sino "de nada". De nada por las ganancias que se fugaron y por los años de dependencia y saqueo.
Tal grado de actitud servil para bajarse los pantalones fue criticado hasta por la payasa de Lilita Carrió, alida del CEOgobierno macrista.
El ministro cuestiona la compra por parte del kirchnerismo del 51 % de YPF, pero lejos estuvo de ser un disparate para los empresarios de Repsol. El Gobierno anterior los premió con la entrega de bonos por más de 5.000 millones de dólares como indemnización, una suma que en 2014 (fecha de pago) significaba tres veces lo que se utilizaba por año para otorgar todas las asignaciones universales por hijo. El pago fue un premio para los vaciadores.
Cuando en 1999, Repsol tomó el control de YPF, nuestra petrolera tenía activos en Estados Unidos, Indonesia, Rusia, Venezuela, Colombia, Guyana, Ecuador, Brasil, Perú y Bolivia. Desde la óptica del estado nacional, la justificación de la negociación con Repsol fue la de siempre: se necesitaban inversiones externas para una industria que por sus características las requería para lograr el, por entonces, "ansiado autoabastecimiento energético". Hasta ese momento, Repsol era una empresa dedicada en forma exclusiva a la refinación y comercialización de derivados de los hidrocarburos y sin ninguna experiencia en el tema de exploración y explotación de yacimientos de hidrocarburos. Mientras tanto, YPF sí era una petrolera integrada que realizaba la exploración, extracción y refinación, o sea, una petrolera en serio.
Lo primero que hicieron los españoles fue vender o transferir una buena parte de estos activos internacionales a otras empresas extranjeras u otras subsidiarias de Repsol, radicadas en el extranjero. La venta de todas las firmas aportó 3.063,5 millones de dólares que luego fueron girados a Repsol España como dividendos extraordinarios.
La realidad es que en esos momentos Repsol compró un paquete barato con deuda contraída con un interés muy bajo, considerando que el valor pagado por la compañía de Argentina era aproximadamente un tercio del valor real, comprando incluso el derecho que permitía al Estado Argentino el control de la empresa.
Esta y el resto de las licitaciones a empresas extranjeras fue claramente una visión estratégica desde una perspectiva de empresa multinacional a la que no le interesaba agregar valor local al recurso (desarrollo de tecnología, equipos, PyMES, en suma, "puestos de trabajo"). De ninguna manera una visión estratégica desde los intereses argentinos en relación a un recurso importante para el país.
Tampoco a las empresas españolas se interesaron en el desarrollo de tecnologías propias, completando el desmantelamiento de laboratorios como el antiguo Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Florencio Varela.
Otro caso de vaciamiento fue el de Aerolíneas Argentina, administrada por la empresa española Marsans. Cristina Kirchner anunció en 2008 que se vieron obligados a estatizar, y lo cierto de esas declaraciones es que ningún empresario local quería comprar la empresa por las deudas que dejaron los empresarios españoles allí. Marsans dejó una deuda de casi mil millones de dólares y una estructura vaciada y colapsada que perdía un millón de dólares por día a pesar de haber recibido una ayuda de 750 millones de dólares del Estado Español y de 900 millones de la Secretaría de Transporte que en ese momento la dirigía el delincuente de Jaime.
El kirchnerismo salió en defensa de los empresarios y liberó a los españoles de sus deudas estatizando la empresa sin exigirles que rindan cuentas por la falta de inversión y los pasivos que dejaron. Tiempo después, el grupo español inició juicio ante el Ciadi (tribunal encargado de resolver controversias internacionales en materia de inversiones dependiente del Banco Mundial) para reclamar una compensación económica por U$S 1.600 millones por la expropiación de Aerolíneas Argentinas y el año pasado el gobierno anterior y la Fiscalía antilavado (Proselac) denunciaron ante la Justicia federal una maniobra del grupo español Marsans para "vender" el juicio que tenían al fondo buitre Burford Capital.
Aguas y Saneamientos Argentinos, también fue nacionalizada por el Gobierno anterior y era manejada por la francesa Suez y la española Agbar. Los empresarios también iniciaron juicio ante el Ciadi por el cese del contrato y el año pasado el tribunal falló a favor de los ex administradores resolviendo que la Argentina tenía que pagar 405 millones de dólares al grupo francés Suez y la empresa española Aguas de Barcelona (Agbar), ex concesionarias de Aguas Argentinas y Aguas Provinciales de Santa Fe.
El nuevo gobierno, luego de arreglar con los Fondos Buitre, se dedicó a repartir disculpas a cada uno de los capitales internacionales con el objetivo de lograr las tan preciadas inversiones que nos harán olvidar la "pesada herencia" de estos últimos 12 años.
En línea con los intereses de los grupos de poder, los medios hegemónicos durante la última gestión de CFK, instalaron un discurso que victimizaba a Repsol y marcaba como un atropello la actitud del gobierno argentino, profundizando la concepción de "aislamiento del mundo" ligada a la "ausencia de inversiones extranjeras".
Hoy día, los mismos medios hegemónicos justifican el accionar del gobierno macrista defendiendo los intereses de capitales extranjeros y siendo funcional al nuevo vaciamiento de YPF.
El Gobierno de Cambiemos está dispuesto a seguir suplicando al capital extranjero para que la lluvia de inversiones lleguen, pero hay que develar que la salvación no llega de la mano de estos inversores. Los capitales extranjeros invierten en países donde encuentren ganancias superiores a las que obtienen en sus países de origen, así lo hicieron varios años en China o actualmente también en México que cuenta con salarios iguales o inferiores a los chinos. Es decir, están a la caza de mejores condiciones de explotación, donde haya salarios miserables mejor, donde puedan expoliar los recursos naturales o en búsqueda de ganancia financieras rápidas.
Los capitales que el Gobierno espera exigirán mayores garantías de rentabilidad, y para eso Cambiemos viene realizando todos los deberes, devaluación que abarata los salarios en dólares, fin del cepo para que puedan enviar sus utilidades en dólares a sus casas matrices, pago a los fondos buitres, entre otras. Sin embargo, esto aún no generó que la lluvia llegue y las pocas inversiones anunciadas no alcanzan para revertir la declinante tendencia económica que va en picada y sin redes de seguridad.
Recuerden, ante todo; entregar la dignidad con alegría y felicidad.
Cuando en 1999, Repsol tomó el control de YPF, nuestra petrolera tenía activos en Estados Unidos, Indonesia, Rusia, Venezuela, Colombia, Guyana, Ecuador, Brasil, Perú y Bolivia. Desde la óptica del estado nacional, la justificación de la negociación con Repsol fue la de siempre: se necesitaban inversiones externas para una industria que por sus características las requería para lograr el, por entonces, "ansiado autoabastecimiento energético". Hasta ese momento, Repsol era una empresa dedicada en forma exclusiva a la refinación y comercialización de derivados de los hidrocarburos y sin ninguna experiencia en el tema de exploración y explotación de yacimientos de hidrocarburos. Mientras tanto, YPF sí era una petrolera integrada que realizaba la exploración, extracción y refinación, o sea, una petrolera en serio.
Lo primero que hicieron los españoles fue vender o transferir una buena parte de estos activos internacionales a otras empresas extranjeras u otras subsidiarias de Repsol, radicadas en el extranjero. La venta de todas las firmas aportó 3.063,5 millones de dólares que luego fueron girados a Repsol España como dividendos extraordinarios.
La realidad es que en esos momentos Repsol compró un paquete barato con deuda contraída con un interés muy bajo, considerando que el valor pagado por la compañía de Argentina era aproximadamente un tercio del valor real, comprando incluso el derecho que permitía al Estado Argentino el control de la empresa.
Esta y el resto de las licitaciones a empresas extranjeras fue claramente una visión estratégica desde una perspectiva de empresa multinacional a la que no le interesaba agregar valor local al recurso (desarrollo de tecnología, equipos, PyMES, en suma, "puestos de trabajo"). De ninguna manera una visión estratégica desde los intereses argentinos en relación a un recurso importante para el país.
Tampoco a las empresas españolas se interesaron en el desarrollo de tecnologías propias, completando el desmantelamiento de laboratorios como el antiguo Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Florencio Varela.
Otro caso de vaciamiento fue el de Aerolíneas Argentina, administrada por la empresa española Marsans. Cristina Kirchner anunció en 2008 que se vieron obligados a estatizar, y lo cierto de esas declaraciones es que ningún empresario local quería comprar la empresa por las deudas que dejaron los empresarios españoles allí. Marsans dejó una deuda de casi mil millones de dólares y una estructura vaciada y colapsada que perdía un millón de dólares por día a pesar de haber recibido una ayuda de 750 millones de dólares del Estado Español y de 900 millones de la Secretaría de Transporte que en ese momento la dirigía el delincuente de Jaime.
El kirchnerismo salió en defensa de los empresarios y liberó a los españoles de sus deudas estatizando la empresa sin exigirles que rindan cuentas por la falta de inversión y los pasivos que dejaron. Tiempo después, el grupo español inició juicio ante el Ciadi (tribunal encargado de resolver controversias internacionales en materia de inversiones dependiente del Banco Mundial) para reclamar una compensación económica por U$S 1.600 millones por la expropiación de Aerolíneas Argentinas y el año pasado el gobierno anterior y la Fiscalía antilavado (Proselac) denunciaron ante la Justicia federal una maniobra del grupo español Marsans para "vender" el juicio que tenían al fondo buitre Burford Capital.
Aguas y Saneamientos Argentinos, también fue nacionalizada por el Gobierno anterior y era manejada por la francesa Suez y la española Agbar. Los empresarios también iniciaron juicio ante el Ciadi por el cese del contrato y el año pasado el tribunal falló a favor de los ex administradores resolviendo que la Argentina tenía que pagar 405 millones de dólares al grupo francés Suez y la empresa española Aguas de Barcelona (Agbar), ex concesionarias de Aguas Argentinas y Aguas Provinciales de Santa Fe.
El nuevo gobierno, luego de arreglar con los Fondos Buitre, se dedicó a repartir disculpas a cada uno de los capitales internacionales con el objetivo de lograr las tan preciadas inversiones que nos harán olvidar la "pesada herencia" de estos últimos 12 años.
En línea con los intereses de los grupos de poder, los medios hegemónicos durante la última gestión de CFK, instalaron un discurso que victimizaba a Repsol y marcaba como un atropello la actitud del gobierno argentino, profundizando la concepción de "aislamiento del mundo" ligada a la "ausencia de inversiones extranjeras".
Hoy día, los mismos medios hegemónicos justifican el accionar del gobierno macrista defendiendo los intereses de capitales extranjeros y siendo funcional al nuevo vaciamiento de YPF.
El Gobierno de Cambiemos está dispuesto a seguir suplicando al capital extranjero para que la lluvia de inversiones lleguen, pero hay que develar que la salvación no llega de la mano de estos inversores. Los capitales extranjeros invierten en países donde encuentren ganancias superiores a las que obtienen en sus países de origen, así lo hicieron varios años en China o actualmente también en México que cuenta con salarios iguales o inferiores a los chinos. Es decir, están a la caza de mejores condiciones de explotación, donde haya salarios miserables mejor, donde puedan expoliar los recursos naturales o en búsqueda de ganancia financieras rápidas.
Los capitales que el Gobierno espera exigirán mayores garantías de rentabilidad, y para eso Cambiemos viene realizando todos los deberes, devaluación que abarata los salarios en dólares, fin del cepo para que puedan enviar sus utilidades en dólares a sus casas matrices, pago a los fondos buitres, entre otras. Sin embargo, esto aún no generó que la lluvia llegue y las pocas inversiones anunciadas no alcanzan para revertir la declinante tendencia económica que va en picada y sin redes de seguridad.
Recuerden, ante todo; entregar la dignidad con alegría y felicidad.
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