Si algo nos enseñaron estos tres meses de gobierno títere, es que cualquier mejora de las condiciones de vida de las clases populares y de la mayoría del pueblo es trabajosa, ardua, desgastante, y sobretodo débil, ya que en poco tiempo se puede tumbar todo lo construido con tanto empeño con una facilidad increíble.
Las siguientescifras están en todos los diarios, así que ahora nadie nos va a poder decir que somos tremendistas, para ello ya está el des-gobierno del títere Marioneta M&M.
El gobierno tiene decidido el aumento de 500% en las tarifas de agua y de 300% en el gas a partir de abril. También subirán los boletos de colectivos (de $3 a $6) y trenes (de $2 a $5). En febrero, las facturas de luz ya habían subido 500%. A pesar de estos brutales aumentos, el ministro de Producción Francisco Cabrera cree que la inflación anual rondará en un 25%. Cabrera describió este proceso como "la normalización de la economía argentina". Los eufemismos del macrismo para no hablar de tarifazo. Y un eufemismo es a veces una forma cínica de esconder una mentira.
Al exponer durante una jornada del Banco Interamericano en el Hotel Hyatt, Cabrera prometió que tras este aumento "entre agosto y septiembre finalizará el proceso de normalización económica" que lleva adelante el Gobierno y destacó que a partir de entonces "comenzará a bajar la inflación", para entonces: "el gobierno tendrá un plan financiero, pautas de disciplina fiscal, un plan de infraestructura y habrá una clara baja de la inflación, entonces llegará una inversión latente." O sea, el famoso "estamos mal pero vamos bien" del gobierno neoliberal de Menem.
Hoy pueden ver algo parecido al siguiente gráfico en todos los diarios.
Tenemos certeza sobre los resultados esperables y no son nada buenas, ya que se trata de recetas que ya se han ensayado en el país con efectos catastróficos.
Pueblo argentino... ¿querían liberalismo? aquí lo tienen, ahora, hay que pagarlo!
Las siguientescifras están en todos los diarios, así que ahora nadie nos va a poder decir que somos tremendistas, para ello ya está el des-gobierno del títere Marioneta M&M.
El gobierno tiene decidido el aumento de 500% en las tarifas de agua y de 300% en el gas a partir de abril. También subirán los boletos de colectivos (de $3 a $6) y trenes (de $2 a $5). En febrero, las facturas de luz ya habían subido 500%. A pesar de estos brutales aumentos, el ministro de Producción Francisco Cabrera cree que la inflación anual rondará en un 25%. Cabrera describió este proceso como "la normalización de la economía argentina". Los eufemismos del macrismo para no hablar de tarifazo. Y un eufemismo es a veces una forma cínica de esconder una mentira.
Al exponer durante una jornada del Banco Interamericano en el Hotel Hyatt, Cabrera prometió que tras este aumento "entre agosto y septiembre finalizará el proceso de normalización económica" que lleva adelante el Gobierno y destacó que a partir de entonces "comenzará a bajar la inflación", para entonces: "el gobierno tendrá un plan financiero, pautas de disciplina fiscal, un plan de infraestructura y habrá una clara baja de la inflación, entonces llegará una inversión latente." O sea, el famoso "estamos mal pero vamos bien" del gobierno neoliberal de Menem.
Hoy pueden ver algo parecido al siguiente gráfico en todos los diarios.
Tenemos certeza sobre los resultados esperables y no son nada buenas, ya que se trata de recetas que ya se han ensayado en el país con efectos catastróficos.
Pueblo argentino... ¿querían liberalismo? aquí lo tienen, ahora, hay que pagarlo!
Eso que se le llama "ajuste", es en realidad es concentración de riquezas, Todo ajuste en nuestro país y en medio del neoliberalismo, no es otra cosa que achicar el poder adquisitivo de la gran masa de trabajadores (cosa que a su vez genera desempleo) y mejorar las ganancias en dólares de una pequeña porción de agentes de la economía, quienes son los verdaderos alegres de la Revolución de la Alegría.
Puede decirse con certeza que el gobierno de Macri dispone de la mayor acumulación de poder político y económico desde la restauración democrática en el 83’: desde el blindaje orquestado por los grandes medios hasta el ostensible apoyo de los principales grupos económicos del país, pasando por la generosa predisposición del partido judicial, parte del sindicalismo, casi todo el arco de las cámaras patronales y buena parte de la propia oposición política con representación en el Congreso.Tomado de aquí.
Todos ellos apoyan su gestión abiertamente, o por lo menos no están dispuestos a quebrar lanzas contra su gobierno, por lo menos por ahora. Ni hablar de las alianzas que está tejiendo aceleradamente en el exterior, con la vuelta a las “relaciones carnales” con la principal potencia mundial; factores todos que refuerzan la lectura que hizo "Cambiemos" de su ajustado triunfo electoral, como una rendición incondicional de la oposición a su política, y un cheque en blanco para aplicarlas sin anestesia, si lo creen necesario.
También existe -al menos para nosotros- la plena certeza de que Macri está totalmente dispuesto a utilizar esa fortaleza política para encarar un ajuste ortodoxo tradicional en toda la línea: no hay que caer en el error de confundir situaciones de “prueba y error” (como la supuesta lluvia de dólares que vendría por el fin del “cepo”, que al no llegar obligó a apurar el arreglo con los fondos buitres), con una disputa hacia el interior del gobierno entre “palomas gradualistas” y “halcones partidarios del shock”. Si para Carrió -que es oficialista, al menos por ahora- lo de Macri es "un ajuste brutal" ¿quiénes somos nosotros para contradecirla?
Por si hicieran falta más certezas para colegir que lo que se está desplegando en el país es un proyecto político que atenta de pleno contra los intereses populares, ahí está la anunciada nueva ola de aumentos de los precios que el Estado regula o administra: al tarifazo de la luz y los peajes se sumarán en estos días el del gas, los trenes y colectivos del área metropolitana, el agua , otra vez los combustibles y muy posiblemente más adelante, otra tanda de aumentos de la luz.
Por contraste y como marca de agua de un gobierno que avanza con dos velocidades (según los intereses que se busca atender con sus medidas), todo lo que signifique compensar a los sectores de más bajos recursos por los efectos del ajuste, queda en el terreno de los proyectos, las promesas y las “medidas en estudio”; como la baja del IVA a los artículos de primera necesidad y la ampliación de la AUH. Así como al comienzo de la gestión la eliminación o rebaja de las retenciones salió como por un tubo, y los jubilados de la mínima debieron penar para cobrar miserables 400 pesos.
Lo propio sucede con la macroeconomía: mientras el gobierno avanza decidido en el acuerdo con los buitres (objetivo en el cual Paul Singer le pone más obstáculos que el Congreso) para reiniciar otro ciclo de endeudamiento masivo, y desmantela concienzudamente toda forma de regulación del mercado financiero alimentando mil y una “bicicletas” y la bola de nieve de las LEBACS, (la gestión de Sturzenegger refulge entre lo peor de un gobierno de por sí malo), brillan por su ausencia las medidas que eviten el grave retroceso en el empleo, los niveles de actividad y el acceso al crédito a las empresas para recomponer capital de trabajo; al tiempo que se alienta a los grandes grupos empresarios a endeudarse en el exterior en moneda dura, acaso preparando otra futura estatización de pasivos privados.
Con semejante rumbo, hay certezas sobre los resultados esperables, no sólo porque se trata de recetas que ya se han ensayado en el país con efectos catastróficos, sino por los datos duros que -pese al apagón mediático- filtra la realidad cotidiana: caen el nivel de actividad y el empleo, el salario pierde poder adquisitivo y aun en un escenario de recesión, la inflación está lejos de ceder; y la única política con la que el gobierno (que dice estar preocupado por ella) parece querer contenerla es la suba de las tasas de interés, aun al riesgo conocido y asumido de derrumbar aun más la actividad económica.
Apertura irrestricta de los movimientos de capitales que potenciará la fuga (de hecho desde diciembre lo viene haciendo a un ritmo acelerado), valorización financiera y festival de maniobras especulativas, profundización de la recesión y la redistribución regresiva del ingreso para alcanzar las “metas de inflación”, ajuste de tarifas, despidos en el Estado y paralización drástica de la inversión pública (desde el ARSAT III a Atucha III, o las represas de Santa Cruz) para lograr las “metas de déficit fiscal”.
Cualquiera sea la idea que muchos abrigarán respecto a lo que significaba la “revolución de la alegría”, lo cierto es que aun sin gestos adustos, lo que Macri ejecuta es un programa de ajuste hecho y derecho. (...) Todo esta realidad pura y dura parece a veces difícil de terminar de ver en todos sus contornos, porque se nos presenta superpuesta con un cotidiano show televisivo y radial de ribetes policiales y judiciales sobre los empresarios k y la corrupción del pasado gobierno, que alcanzará seguramente su punto culminante en unos días cuando Cristina deba declarar en tribunales en la mamarrachesca causa armada por Bonadío a gusto y paladar del gobierno; y el núcleo duro de su electorado, ése que proclama orgulloso "prefiero pagar fortunas de luz, con tal de verla presa a la yegüa".
Un show que -dado el contexto político, económico y social en que se produce la citación a CFK- puede terminar convirtiéndose en un búmerang para el gobierno: cabe plantearse el interrogante de que efectos provocaría una masiva manifestación de apoyo a Cristina en ese momento no solo en la Rosada (desde cuyas usinas se alimenta a diario la demonización de su figura y de la experiencia kirchnerista en su conjunto), sino en el peronismo que desde el cuestionamiento a su liderazgo construye la política de “colaboración” con Macri; plasmada en las muchas manos levantadas en ambas Cámaras para validar la capitulación ante Singer y los buitres.
La certeza con la que Macri persevera en su rumbo tiene que ver por un lado con la fortaleza del dispositivo de poder que sustenta a su gobierno (conforme lo dicho al principio), tanto como en la existencia de un núcleo duro de apoyos sociales (acaso coincidente en términos cuantitativos con sus votos de las PASO del año pasado) dispuesto a bancar todo; sea por fanatismo ciego, por convicciones reales o la negativa a reconocer que se mandaron un mocazo electoral. Son los que -por cualquiera de esas razones, o todas ellas juntas- compraron a libro cerrado el buzón neoliberal del "ajuste inevitable, para poner punto final a la fiesta populista", adornado hoy por el "se la llevaron toda, por eso hay que ajustar", pero en realidad tan viejo como las proclamas de los golpes militares que tumbaban gobiernos democráticos "para fortalecer la democracia".
Hay en ese núcleo social espacio para que el gobierno siga apelando al recurso de la “pesada herencia recibida”, y justifique desde allí todo el combo del ajuste; pero surge el interrogante de si el convencimiento de esos sectores no es directamente proporcional al desgaste del argumento con el resto de la sociedad, en el cual el gobierno empezaría a terminar aceleradamente con el crédito que se le abre a toda nueva gestión.
Y siguen usando el caballito de batalla de "la pesada herencia". Te mienten incluso con sus propios numeros, el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) de Todesca informó que la economía cerro el 2015 con el crecimiento del %2,1. He aquí los números que contradicen a la "pesada herencia": el producto bruto interno durante 2015 subió 2,1 por ciento en valores interanuales, mientras que en el último trimestre del año pasado la economía creció 0,9 por ciento. Según el organismo, en 2015 los sectores productivos de bienes aumentaron 1,7 por ciento y la actividad de servicios mejoró 2 por ciento en términos interanuales
Todas las medidas del macrismo implican una transferencia de recursos que van desde el consumo masivo (público y privado) a sectores concentrados de la economía. ¿Quiénes no sufren estos aumentos? Bueno, de mayor a menor: los empresarios exportadores, los grandes empresarios con buenas escalas aunque no sean exportadores (pero beneficiados por la apertura de los insumos importados, más baratos aun con devaluación mediante), los banqueros porque la devaluación les mejora la renta de sus activos en dólares y a su vez las tasas de Lebacs (las Letras del Banco Central son letras o notas suponen un buen activo para muchos inversores, especialmente aquellos ligados al dólar) por las nubes también les mejora la renta de sus activos en pesos, finalmente los trabajadores que pagaban ganancias van a pasar a pagar menos ganancias (en la medida que no pierdan el trabajo quizá le ganan a la inflación, son sólo el 6% de la PEA). El resto, la abrumadora mayoría de la población, está peor. Porque los shocks de inflación perjudican los ingresos reales (sólo con mucha política del Estado, un shock puede recuperarse, pero lleva mucho tiempo, y no es el caso).
Este combo sin dudas es antiinflacionario. Porque el ajuste, la recesión que se construye alrededor de medidas de ajuste, lleva a una concentración del ingreso a favor del capital y contra el trabajo, que perjudica la demanda agregada (el consumo y la inversión total bajan). Además de concentrar la economía hacia el lado del capital, por eso mismo, todo ajuste concentra aún más al capital en su interior, favoreciendo a las cúpulas de mayor penetración financiera, como pueden ser bancos, grandes empresas transnacionales o sectores no transables concentrados, y perjudicando proveedores y consumidores.
Hay ejemplos, la exportación de carne bajó un 20% el primer bimestre, y la ventas de leche en polvo al exterior retrocedieron un 60%, a esto se le suma una reducción de la construcción, del consumo en supermercados, de gastos en turismo, de gastos en restaurantes y bares, y, en conjunto con una apertura de importaciones, cabe esperar un parate productivo importante. Esto generará una baja en la recaudación, y una posterior baja real de las jubilaciones y la AUH en el segundo semestre. El combo es recesivo, y sin dudas detendrá la inflación, pero a costa de los ingresos reales de la gran mayoría del pueblo.
Mientras tanto, el promedio de despidos en los tres primeros meses de la Revolución de la Alegría es de 1000 despidos por día, y van por más; el macrismo terminará esta semana la "revisión" de 24 mil contratos y concursos realizados durante los últimos tres años, que se vendrán a sumar a sus ya famosos despidos masivos en el Estado.
El neoliberalismo va por todo, y en esa bolsa estamos nosotros.
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