“La sociedad paga para tener un sistema educativo totalmente ineficiente
porque entre más idiotas salgan más fácil es venderles algo sin valor,
convertirlos en mediocres empleados y dóciles consumidores…”Frank Zappa.
1) El Planeta de Zappa.
La primera vez que escuché a Frank Zappa fue con The Nancy & Mary Music del álbum Chunga’sRevenge (1970), y lo primero que pensé fue
“¡¿Qué está pasando?!”
Portada del álbum Chunga’s Revenge (1970) de Frank Zappa. Las letras pequeñas traducidas al español dicen: “Una aspiradora industrial gitana mutante baila alrededor de un misterioso fuego de campamento. Adornos, docenas de castañuelas importadas, atrapadas por la horrible succión de su resistente manguera, se balancean con abandono erótico y marginal en el aire de la medianoche otoñal.” |
Al principio percibí todo (paredes, espacios, tiempos, movimientos)como una especie de “cacofonía ordenada” (sí, sé que esto no tiene sentido); un planeta caótico, una acumulación de sonidos que chocaban entre sí, adornados por coros absurdos y matices radiactivos, imposibles de ver a los ojos…
La verdad vislumbra.
Me rehusé a escucharlo de nuevo.
Dado que dejó una semilla en mis oídos, con el paso del tiempo, y posiblemente debido a los químicos etéreos transmusicales que Nancy y Mary, y su música dejaron en mí, aquellos sonidos desordenados comenzaron a tomar forma, y la flora y la fauna de dicho planeta comenzó a crecer en la semilla dejada en mis oídos y puse el álbum de nuevo, y desde Transylvania Boogie , el primer track, la pregunta en mi cabeza cambió de “¡¿Qué está pasando?!” a “¿Importa lo que esté pasando?”y ahí supe que era un genio, uno del tamaño de Salvador Dalí o Stanley Kubrick.
No he podido dejar de escucharlo desde entonces; la música que encendió tanto a Nancy y a Mary, dos fans del guitarrista que le pidieron compusiera la rola más psicodélica de la historia del Rock, cosa que me atrevería a decir Chunga logró: pasar del Jazz a tirar murallas para ver nuevos territorios, con cosas que otrora nunca hubieran sido usadas para hacer sonidos y sonidos que nunca hubieran sido usados para hacer cosas (TheClap, es una pequeña trampa a la locura).
Ya hace unos 15 años que me adentré y fui más allá de los reinados de Chunga, y el Salvador Dalí de la música del siglo XX sigue sorprendiéndome, con cada uno de sus 35 álbumes (sólo en estudio) y su increíble eclecticismo; ninguno es igual, ninguno es parecido, no sólo no discriminó estilo musical alguno, sino que hizo stand-up comedy e introdujo pedazos enteros de conversaciones sobre temas diversos tanto en concierto como en álbumes.
Escuchar a Frank Zappa es un salto al vacío, él no jugó nunca con lo que ya estaba hecho sino, no sembraba en jardines ya probados; creó nuevos sonidos y a los ya existentes les dio órdenes melódicos y texturas completamente nuevas; Zappa creó monstruos que al ser comprendidos son inteligentes, hermosos y brillantes.
Desde entonces tengo el hábito de abandonar las fórmulas ya entendidas e ir en busca de territorios inexplorados, incluso cuando no me atraen al principio del todo, la expectativa de lo que está más allá de la jaula que nos han creado es demasiado excitante; supongo que lo mismo es lo que empujó a él a ser Frank Zappa.
Más allá del arte, en Europa, la imagen de aquello más allá de comunismo y capitalismo, modernismo y posmodernismo; un creador.
¿Progressive Rock? ¿Jazz Fusion? ¿Psychedelic Rock? ¿Stand-Up Comedy? ¿Shock Rock? ¿Free Jazz? NO….
Frank Zappa.
De antemano te comento como una dulce advertencia, a manera de intentar sembrar una semilla en ti, que si eres de aquellas personas que sólo siguen formulas ya entendidas y no caminas donde no se ha caminado antes, es muy probable que no comprendas lo que Nancy y Mary, y su música me hicieron aquella noche.
“Praga, República Checa, 5 de Diciembre de 1993.
“Frank Zappa era uno de los dioses del underground de los años 60 y 70. Era una época de completo aislamiento. Los músicos de Rock y Jazz locales así como la audiencia eran perseguidos por la policía; para aquellos que se negaban a ser barridos por la represión permaneciendo fieles a su cultura propia, el Rock y el Jazz occidentales eran mucho más que sólo una forma de música.
En esa época, Frank Zappa flotaba en algún lugar en los cielos, una estrella inaccesible como tantas otras cuya influencia se sentía en la escena local, como Miles Davis y TheDoors.
Yo nunca soñé en siquiera conocerlo un día, pero poco después de la revolución yo ya era presidente y Zappa se presentó en Praga, no sólo como músico sino como embajador de la cultura de los Estados Unidos. Llegó un periodo aún vibrante con energía revolucionaria; visitó el castillo, salimos a beber juntos. Fue la primera celebridad de ese tamaño que conocí, y para mi deleite, era un ser humano normal, sumamente inteligente, con quien podía llevar una conversación elevada pero normal.
Él estaba ansioso de aprender todo lo que pudiera sobre los cambios radicales que estaban teniendo lugar en los países soviéticos; su mayor curiosidad era el obvio futuro colapso de un mundo bipolar podría traer. Afortunadamente vivió lo suficiente como para verlo. Quería saber qué pensábamos sobre la futura posición de la Unión Soviética en la política mundial, y nos sondeó sobre los aspectos negativos y positivos del rumbo que nos estábamos dando a nosotros mismos.
Lo que le fascinaba y le excitaba era la idea de que un artista tuviera que desempeñar un papel en la política activa, se burlaba a carcajadas del término “ministro de cultura”. Habló en serio de ofrecer una ayuda no oficial a nuestro país, tanto de manera económica como cultural. Bromeando dijo una vez que era porque en Praga había vivido un tal Franz Kafka y la fonética de los nombres se le hacía curioso, como la numerología y los nombres en hebreo que están hechos con base en números; puede que esto haya sido una broma en el sentido del personaje que fue y obviamente no fuera parte de los motivos de su ayuda, pero sin duda esa curiosidad fonética fue real.
Pensaba en Frank Zappa como un amigo. Conocerle fue como entrar en un mundo diferente en todos los sentidos: como periodista, presidente, padre de familia…
Cada vez que quiero ir a un lugar lejos de todo eso, donde me encuentro yo, pienso en él.”
Vaclav Havel / Memorias de la Praga Soviética
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