Durante esta cuarentena, la Agrupación de Músicos y Músicas Independientes de Buenos Aires (AMIBA) lanza una serie de actividades. Estamos organizando clínicas, cursos, charlas y tutoriales para músicos y músicas de todo el país, con la idea de abrir fuentes de trabajo docente y espacios de formación, que ayuden a paliar este durísimo momento que atraviesan los trabajadores y las trabajadoras de la Cultura.
Durante esta cuarentena, la Agrupación de Músicos y Músicas Independientes de Buenos Aires (AMIBA) lanza una serie de actividades. Estamos organizando clínicas, cursos, charlas y tutoriales para músicos y músicas de todo el país, con la idea de abrir fuentes de trabajo docente y espacios de formación, que ayuden a paliar este durísimo momento que atraviesan los trabajadores y las trabajadoras de la Cultura.
El cierre de los espectáculos públicos, espacios culturales, lugares de baile, peñas y demás actividades vinculadas al arte y al esparcimiento, han generado y generarán un fuerte impacto en nuestra actividad. Se dice que la música será uno de los últimos rubros en regresar a su vida normal. Como respuesta a todo esto, desde el Ministerio de Cultura de la Nación, se lanzaron nuevas políticas públicas. Una, es la Encuesta Nacional de Cultura, para la cual las trabajadoras y los trabajadores de la cultura deben llenar un formulario para registrarse. La segunda, es el denominado Fondo Desarrollar, que consiste en un apoyo económico para espacios culturales.
Desde AMIBA, acompañamos dichas medidas, porque significan volver a contar con la presencia del Estado. Nuestra agrupación, desde su nacimiento, ha propuesto que sea el propio Estado quien intervenga a través de las políticas culturales y en forma directa. La actividad musical, en general, y la considerada de carácter nacional, en particular, por su contribución al afianzamiento de la cultura, debe ser objeto de promoción, estímulo y apoyo del Estado. Estamos convencidos que el Estado debe ser el regulador de todas las desigualdades e injusticias que comete el mercado. En momentos cruciales, como ocurre con esta pandemia, es el propio Estado el único que puede inclinar la balanza en favor de los trabajadores y las trabajadoras de la Cultura. Por eso, damos nuestro apoyo incondicional a las políticas lanzadas desde el Ministerio de Cultura de la Nación.
La crisis desatada por la pandemia expone, de manera brutal, las condiciones de precariedad laboral que atravesamos, al igual que la mayoría de los/as artistas. Todos los conciertos y las producciones han sido suspendidos. Asimismo, el alumnado no concurre a las clases. Hay mucha deserción, porque no les alcanza la plata para seguir asistiendo, víctimas, también, del freno de la economía. Si no trabajamos no cobramos: vivimos al día, sin relación de dependencia que nos sostenga o con una porción ínfima de un salario. Quienes entramos en las condiciones establecidas por el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) –al que se anotaron 11 millones de personas-, recibiremos una ayuda del Estado de 10 mil pesos en abril. Somos parte de ese universo de la llamada economía popular o economía informal.
Si bien, hay instituciones que deberían representarnos -como el Sindicato de Músicos-, dicha organización sólo termina representando al reducido universo de quienes trabajan en relación de dependencia. El Instituto Nacional de Música (INAMU) es una importante conquista, que existe gracias a que fuera creado durante la era kirchnerista y que favoreció posibilidades de fomento y producción musical. Pero, hoy, está muy lejos de garantizar una situación económica estable para todos. En esta crisis, el Estado Nacional salió con la IFE a cubrir a monotributistas A y B y el INAMU consiguió, también, incluir a los músicos que están como monotributistas C y D, las categorías más altas, un universo de unos pocos cientos de compañeros/as. Nuestra posición económica objetiva, en muchos casos, nos coloca dentro de la economía informal o popular. Esta realidad nos tiene que permitir pensar en:
Desde AMIBA, convocamos a los docentes de todo el país que integran nuestra agrupación y a quienes se quieran sumar a esta cruzada. Sostenemos aquella consigna de que “no hay soluciones individuales para problemas colectivos”. Hoy, más que nunca. Estamos seguros de que la respuesta a este duro presente es más solidaridad y más federalismo.
Colaboraron: Jorge Dossi, Fabián Luna, Federico Kersner y Lalo Ugarte.
AMIBA: musibaires@gmail.com
Jorge Garacotche
Jorge Garacotche - Músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y miembro de AMIBA.
Durante esta cuarentena, la Agrupación de Músicos y Músicas Independientes de Buenos Aires (AMIBA) lanza una serie de actividades. Estamos organizando clínicas, cursos, charlas y tutoriales para músicos y músicas de todo el país, con la idea de abrir fuentes de trabajo docente y espacios de formación, que ayuden a paliar este durísimo momento que atraviesan los trabajadores y las trabajadoras de la Cultura.
El cierre de los espectáculos públicos, espacios culturales, lugares de baile, peñas y demás actividades vinculadas al arte y al esparcimiento, han generado y generarán un fuerte impacto en nuestra actividad. Se dice que la música será uno de los últimos rubros en regresar a su vida normal. Como respuesta a todo esto, desde el Ministerio de Cultura de la Nación, se lanzaron nuevas políticas públicas. Una, es la Encuesta Nacional de Cultura, para la cual las trabajadoras y los trabajadores de la cultura deben llenar un formulario para registrarse. La segunda, es el denominado Fondo Desarrollar, que consiste en un apoyo económico para espacios culturales.
Desde AMIBA, acompañamos dichas medidas, porque significan volver a contar con la presencia del Estado. Nuestra agrupación, desde su nacimiento, ha propuesto que sea el propio Estado quien intervenga a través de las políticas culturales y en forma directa. La actividad musical, en general, y la considerada de carácter nacional, en particular, por su contribución al afianzamiento de la cultura, debe ser objeto de promoción, estímulo y apoyo del Estado. Estamos convencidos que el Estado debe ser el regulador de todas las desigualdades e injusticias que comete el mercado. En momentos cruciales, como ocurre con esta pandemia, es el propio Estado el único que puede inclinar la balanza en favor de los trabajadores y las trabajadoras de la Cultura. Por eso, damos nuestro apoyo incondicional a las políticas lanzadas desde el Ministerio de Cultura de la Nación.
La crisis desatada por la pandemia expone, de manera brutal, las condiciones de precariedad laboral que atravesamos, al igual que la mayoría de los/as artistas. Todos los conciertos y las producciones han sido suspendidos. Asimismo, el alumnado no concurre a las clases. Hay mucha deserción, porque no les alcanza la plata para seguir asistiendo, víctimas, también, del freno de la economía. Si no trabajamos no cobramos: vivimos al día, sin relación de dependencia que nos sostenga o con una porción ínfima de un salario. Quienes entramos en las condiciones establecidas por el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) –al que se anotaron 11 millones de personas-, recibiremos una ayuda del Estado de 10 mil pesos en abril. Somos parte de ese universo de la llamada economía popular o economía informal.
Si bien, hay instituciones que deberían representarnos -como el Sindicato de Músicos-, dicha organización sólo termina representando al reducido universo de quienes trabajan en relación de dependencia. El Instituto Nacional de Música (INAMU) es una importante conquista, que existe gracias a que fuera creado durante la era kirchnerista y que favoreció posibilidades de fomento y producción musical. Pero, hoy, está muy lejos de garantizar una situación económica estable para todos. En esta crisis, el Estado Nacional salió con la IFE a cubrir a monotributistas A y B y el INAMU consiguió, también, incluir a los músicos que están como monotributistas C y D, las categorías más altas, un universo de unos pocos cientos de compañeros/as. Nuestra posición económica objetiva, en muchos casos, nos coloca dentro de la economía informal o popular. Esta realidad nos tiene que permitir pensar en:
- ¿Qué formas de organización y representación social podemos construir, que permitan sostener y defender nuestras condiciones de existencia, siendo atentos a la vida real y la precariedad laboral de la gran mayoría de los/as músicos/as?
- ¿Qué marco de alianzas sociales, atentos a la conformación de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), debemos establecer para que se reconozca nuestra representación, dada la situación económica objetiva que vivimos como músicos?
Desde AMIBA, convocamos a los docentes de todo el país que integran nuestra agrupación y a quienes se quieran sumar a esta cruzada. Sostenemos aquella consigna de que “no hay soluciones individuales para problemas colectivos”. Hoy, más que nunca. Estamos seguros de que la respuesta a este duro presente es más solidaridad y más federalismo.
Colaboraron: Jorge Dossi, Fabián Luna, Federico Kersner y Lalo Ugarte.
AMIBA: musibaires@gmail.com
Jorge Garacotche
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