Un libro de Gustavo Sala. Dibujante, performer, cultor de un humor que parece haber llegado a su punto culminante en "Desgracias totales": una guía ilustrada de la cultura rock. Desgracias totales. Una guía ilustrada de la cultura rock" permite recorrer los vericuetos divertidos y ridículos del mundo del rock, al que el autor sabe retratar con acidez irreverentemente. ¿Se podría hacer con el rock acaso humor correcto, respetuoso y reverente? Las historietas de Sala tienen hacia el rock esa insolencia que prueba que proceden del rock.
El prólogo del libro lo escribe Andrés Calamaro y en estos párrafos parece que logra definirlo bien:
El prólogo del libro lo escribe Andrés Calamaro y en estos párrafos parece que logra definirlo bien:
"Si no fuera una de las privilegiadas víctimas del humor terrible (gráfico, brillante, gracioso y valiente) de Gustavo Sala, entonces reclamaría por el derecho de formar parte de los personajes del rock que pasan por el filo de la cuchara de Gustavo. Sala es un artista y, como tal cosa, será recordado por su obra y por mucho tiempo. Lo que procede es aprender a reírse de uno mismo (de nosotros), poner en marcha las vitaminas de la autoironía y reír a carcajadas como lo hicimos, históricamente, con This Is Spinal Tap o con Peter Capusotto y sus videos.Andrés Calamaro
Gustavo Sala no tiene nada que envidiarles a anteriores iconos del humor rockero hardcore, no perdona nada y desconoce lo que es el pudor propio y el ajeno. Pedos, vaginas que publican discos, decrepitud, decadencia y realidad: todo está en el tintero de Gustavo que no reconoce de límites del humor. Morrisey está deprimido porque no encuentra un CD de Ignacio Copani, un Leonard Cohen arrugado sale del armario en las redes sociales, Ariel Minimal estrena papel higiénico. La versión Marvel del rock, un día en la vida de Hugo Fattoruso (que toca con todo el mundo), 1001 discos que no sabías que había producido Daniel Melero, las épocas de David Bowie en clave argentina. Incluso los intocables, como las leyendas, merecen la atención de Gustavo en este brutal libro ilustrado. Hasta la caca de los músicos merece una tira cómica. No hay transición que exima a un artista de la alta ironía del plumín de Gustavo Sala"
El prólogo de Andrés Calamaro es bastante claro: “Sala se ríe de todo como Frank Zappa se reía de todo”. Su libro integra trabajos publicados en varios medios y algunos inéditos que giran, dice, sobre “algunos tópicos que ya se convirtieron en algo insufrible”.
Viñetas, tiras, historietas e ilustraciones en 160 páginas donde el lector sospecha que no falta nadie: los ídolos, los fans, los coleccionistas, los periodistas, los productores, los melómanos, los amargados, los impostores y un largo etcétera. Todos están retratados bajo palabra y tinta. Así son los universos creados/recreados por Sala: completos, abarrotados, no hay espacio para términos medios, todo o nada, a sala llena. El libro no sólo recopila su trabajo humorístico de 2014 en Los Inrockuptibles (“El Popó del pop”), suma publicaciones de Barcelona y la uruguaya Lento. Pero la historia no termina ahí: hay inéditos como las secciones “Mil y un discos que no sabías que produjo Melero”, e ilustraciones inolvidables de los rockers “más pijas”.
A veces el rock se transforma en algo demasiado serio y enorme, y eso no es una buena noticia. Se supone que el rock como cultura y como concepto tiene que ver, más allá de usar pedal de distorsión y decir muchas veces la palabra “nena”, con estar en contra del poder, de la iglesia, de lo institucional. O por lo menos discutirlo, cuestionarlo. Con esto no quiero decir que todas las letras de rock tengan que putear a Macri, aunque un tema de Metallica bardeando a nuestro presidente no estaría mal. A veces el rock se pone muy institucional y ahí se pierde la posibilidad del humor. Cuando una banda o artista se pone muy serio y egocéntrico, hay que hacer los chistes. Ellos, en el fondo, lo van a agradecer.Gustavo Sala
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