El disco se llena de paisajes sonoros que van desde el "jam" y su sección funky, hasta los temas más progresivos, pasando por el folclorismo de "A Crimson Moon", con sus aires exóticos. Las guitarras desatan su fuerza en algunos temas y algún el tema dulce y emotivo. Creo que no hay que decir que es más que recomendable echarle una audición a éste o a cualquiera de sus otros discos, sobre todo si te gusta el hard rock clásico.
Edición Rockarte
Por las dudas, si no pueden ver la animación, está aquí...
Y vamos con algunos comentarios de terceros para enmarcar la animación de Rockarte.
Tomando como referente el rock clásico de los 70’s el nuevo álbum de los italianos WITCHWOOD nos ofrece un repertorio de canciones en las que podemos encontrar influencias de bandas como Jethro Tull, Led Zeppelin, Deep Purple, Camel, pero también de bandas contemporáneas como Hällas. Sus canciones ponen banda sonora a un relato de cuentos y leyendas por la senda del mejor retro rock de carácter progresivo del momento. Coloreando con distintos estilos sus temas, tanto el blues, como el hard-rock, la psicodelia o los desarrollos progresivos de vocación folk conforman un álbum apasionante en el que ninguno de sus temas baja el nivel de calidad. Cuidando con delicadeza las melodías logran crear un tapiz sonoro que transita por esas vibraciones vintage que tanto atractivo tienen para los que hemos crecido con el rock clásico como banda sonora de nuestra vida. Siempre ofreciendo una alternativa, los temas escapan de un desarrollo lineal ofreciéndonos gratificantes alternativas que consiguen enganchar al oyente a este relato casi literario. El sonido analógico de la banda es otro de los grandes alicientes de un álbum sin fisuras, en el que todo se muestra compacto y lleno de magnetismo. Entre sus tonos místicos fluyen pasajes con la suficiente pesadez para que nada resulte anodino, lo que supone un aliciente para una escucha profunda que nos aportará cuarenta minutos de intensidad y belleza como pocos álbumes consiguen transmitir. Sin encasillarse en la clásica propuesta retro-rock sin gancho, aquí todo emerge con naturalidad para crear un entorno lo suficientemente atractivo como para sentirnos partícipes de este relato ‘vintage’ construido con estrofas contemporáneas. La exuberante instrumentación y la versatilidad de los instrumentos usados hace que nada destaque especialmente por encima del resto; aquí el “todo” está por encima de egos individuales lo que hace que el resultado sea sencillamente fantástico. Por otro lado, el sonido de la flauta incorporado a unos temas eminentemente rock, supone todo un aliciente respecto a otras propuestas sonoras mucho más lineales y ortodoxas, pero también los elegantes momentos líricos y ese sinfonismo lleno de elegancia hacen que ‘BEFORE THE WINTER’ sea un oasis entre tantos sonidos desérticos cortados por el mismo patrón. Estamos ante un álbum sencillamente MARAVILLOSO.
‘BEFORE THE WINTER’ está disponible vía Jolly Roger Records y WITCHWOOD son: Riccardo «Ricky» Dal Pane (Voces, guitarras, mandolina y percusión, Andrea «Andy» Palli (batería y percusión), Stefano «Steve» Olivi (Hammond, piano, sintetizadores, Mellotron y Fender Rhodes), Luca Celotti (bajo), Samuele «Sam» Tesori (flauta y harmónica). Antonino «Woody» Stella (guitarras y coros). La banda contó con la colaboración de Diego Banchero (bajo), Natascia Placci (soprano) y Jenifer Vargas (voces y coros).
Tomando como referente el rock clásico de los 70’s el nuevo álbum de los italianos WITCHWOOD nos ofrece un repertorio de canciones en las que podemos encontrar influencias de bandas como Jethro Tull, Led Zeppelin, Deep Purple, Camel, pero también de bandas contemporáneas como Hällas. Sus canciones ponen banda sonora a un relato de cuentos y leyendas por la senda del mejor retro rock de carácter progresivo del momento. Coloreando con distintos estilos sus temas, tanto el blues, como el hard-rock, la psicodelia o los desarrollos progresivos de vocación folk conforman un álbum apasionante en el que ninguno de sus temas baja el nivel de calidad. Cuidando con delicadeza las melodías logran crear un tapiz sonoro que transita por esas vibraciones vintage que tanto atractivo tienen para los que hemos crecido con el rock clásico como banda sonora de nuestra vida. Siempre ofreciendo una alternativa, los temas escapan de un desarrollo lineal ofreciéndonos gratificantes alternativas que consiguen enganchar al oyente a este relato casi literario. El sonido analógico de la banda es otro de los grandes alicientes de un álbum sin fisuras, en el que todo se muestra compacto y lleno de magnetismo. Entre sus tonos místicos fluyen pasajes con la suficiente pesadez para que nada resulte anodino, lo que supone un aliciente para una escucha profunda que nos aportará cuarenta minutos de intensidad y belleza como pocos álbumes consiguen transmitir. Sin encasillarse en la clásica propuesta retro-rock sin gancho, aquí todo emerge con naturalidad para crear un entorno lo suficientemente atractivo como para sentirnos partícipes de este relato ‘vintage’ construido con estrofas contemporáneas. La exuberante instrumentación y la versatilidad de los instrumentos usados hace que nada destaque especialmente por encima del resto; aquí el “todo” está por encima de egos individuales lo que hace que el resultado sea sencillamente fantástico. Por otro lado, el sonido de la flauta incorporado a unos temas eminentemente rock, supone todo un aliciente respecto a otras propuestas sonoras mucho más lineales y ortodoxas, pero también los elegantes momentos líricos y ese sinfonismo lleno de elegancia hacen que ‘BEFORE THE WINTER’ sea un oasis entre tantos sonidos desérticos cortados por el mismo patrón. Estamos ante un álbum sencillamente MARAVILLOSO.
‘BEFORE THE WINTER’ está disponible vía Jolly Roger Records y WITCHWOOD son: Riccardo «Ricky» Dal Pane (Voces, guitarras, mandolina y percusión, Andrea «Andy» Palli (batería y percusión), Stefano «Steve» Olivi (Hammond, piano, sintetizadores, Mellotron y Fender Rhodes), Luca Celotti (bajo), Samuele «Sam» Tesori (flauta y harmónica). Antonino «Woody» Stella (guitarras y coros). La banda contó con la colaboración de Diego Banchero (bajo), Natascia Placci (soprano) y Jenifer Vargas (voces y coros).
‘Anthem For A Child’ abre entre efectos para llevarnos a algún lugar remoto en el que el hard-progresivo de los 70’s es la banda sonora de cada día. Flautas, riffs heavy rock y una tupida instrumentación en línea Halläs nos lleva a un espacio de cuentos y leyendas más propias de alguna época pasada. Un espacio en el que vivían los dinosaurios del rock de esa prodigiosa década. Brujas, hechiceros, caballeros de armadura y otras hierbas.
Con crudos riffs herederos de momentos hard-progresivo de comienzos de los 70’s ‘A taste of winter’ camina entre las cenizas de aquellos dinosaurios. Riffs rugosos con buenas melodías vocales y una atmósfera vintage conjugan momentos hard & heavy con pegadizos estribillos con ese escenario progresivo en el que tan bien se mueven WITCHWOOD. Intercalando los solos en el momento justo, el aditamento de elementos e instrumentos se produce con mesura para que nada resulte sobrecargado.
‘Feelin’’ ecos Zeppelin entre flautas y wah wah van construyendo un corte rock con buen ritmo y juegos vocales que le aportan frescura. El uso de teclados y sintetizadores le aporta otro carácter a un tema que partía como puro hard y que según avanza va siendo coloreado con distintas influencias sin renunciar a los juegos mala bares de la guitarra. Evidentemente si hay algo que destaca en los italianos es el sonido de su flauta, y cuando eso sucede, es completamente inevitable pensar en las huestes de Ian Anderson.
‘A Crimson moon’ con sus delicados acordes acústicos nos evoca bucólicos pasajes del pasado a través de bellas melodías. Una suave brisa impregnada de ecos folk arropados por ligero manto progresivo. Coros celestiales, una cálida y susurrante voz y una neblina en segundo plano en forma de turbio sonido van desarrollándose en el sinfonismo que la banda incorpora a cada tema. Momentos litúrgicos más propios de un florido jardín de ninfas. Sosegada belleza en melódicos momentos bellos y susurrantes.
Con un sonido evocador de Jethro Tull, los riffs hard rock de tintes retro se conjugan con la mágica flauta en ‘Hesperus’. Hard progresivo de los 70’s en todo su esplendor. Un buen trabajo vocal vuelve a adornar la canción dotándola de pegadizas melodías entre constantes cambios de ritmos e incorporación de elementos. Hammond, flauta, vibrantes tambores, y guitarras que saltan entre el tupido manto generado por el bajo. Todo fluyendo con naturalidad da la sensación de que aquellos ecos de los dinosaurios de los 70’s, están clavados en los genes de estos chicos.
‘No reason to cry’, se desboca en lamentos blues-rock y ritmos pesados. Conjugando la oscuridad con el puro rock sudoroso el tema cabalga a lomos de Zeppelin, en una montura de Whitesnake. Con un fantástico groovy, y algún leve tufillo Sabbath, el rock en estado puro se apodera de los italianos. Un tema con muchos detalles propios de Deep Purple que sucumbe a emanaciones lisérgicas. En esta ocasión incorporando sintetizadores y teclados analógicos moldean un tema que nació con el hard rock en sus venas para crecer a una madurez netamente psico-progresiva. Una parte final con solo hirientes que se retuercen devuelven el corte a sus origines, cerrando el círculo de una notable composición.
Si acaso faltara algún ingrediente, ‘Nasrid’, con acordes acústicos, arpegios y una suave flauta nos relaja en una estancia cálida y acogedora. Con pasajes envolventes y una voz lírica nos elevan a estancias celestiales entre agradables fragancias mas propias del medievo. Un relajante canto devocional alejado de la pesadez del corte anterior.
‘Crazy Little lover’ se desarrolla en un ambiente rural, con la armónica y la guitarra como protagonistas de una introducción que explota en ondulantes riffs de corte retro, y ramalazos de blues de garito con olor a bourbon y chupas de cuero.
Si le faltaba algún ingrediente al álbum, los coros soul y una atmósfera sureña dan forma a ‘Crazy Little lover’. Como si vistieran de Delaney & Bonnie, construyen un tema lleno de fuerza y sentimiento, dejando de lado los dictados progresivos y centrándose en un sonido mucho más americano en el que los tonos negroides se mestizan con sombreros tejanos en un blues intenso con aroma a 70’s en el que no faltan delicados pasajes con seductores coros.
‘Slow color of shade’ se sumerge en un espacio psico-progresivo en el que el sinfonismo aporta un aire melancólico. Sus casi once minutos sirven para ofrecernos la faceta más cercana al sonido Canterbury y al hard-progresivo de corte setentero. Flauta y teclados van creando una atmósfera oscura en la que la banda desarrolla todo su poder compositivo con inquietantes pasajes a los que se incorporan voces líricas dando un carácter más misterioso e incluso inquietante. Una narrativa lúgubre más propia de bandas como Camel con ciertos tonos místicos custodiados por pasajes de bajo de gran magnetismo.
Cerrando álbum, ‘Child star’ mantiene la atmósfera progresiva entre delicados pasajes en los que la psicodelia más reconfortante parece unirse a la fiesta. Se trata de una versión de T. Rex que nos acaricia con sus dulces melodías. Ejecutando a la perfección un sonido más propio del inicio de los 70’s el rock clásico no es un secreto para los italianos. La incorporación de los pasajes de flauta y la espesa y envolvente instrumentación acerca el tema a los dictados de Jethro Tull, algo inevitable y que hemos encontrado en muchos de los temas de este maravilloso trabajo. El tema concluye con un buen solo de guitarra que refleja la calidad de una banda que merece un mayor reconocimiento.
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