Golpean a jubilados; de ahí no se vuelve. Corren muy malos tiempos para las libertades fundamentales en el mundo "libertario", cuando George Orwell tuvo el vaticinio de que el fascismo iba a volver bajo la palabra "libertad", no pudo estar más acertado.En el actual contexto socioeconómico del país, el intento por mantener el equilibrio fiscal se ha transformado en un instrumento de castigo para los sectores más vulnerables de la población, entre ellos l@s jubilad@s. El presidente Javier Milei ha decidido vetar la Ley de Movilidad, recientemente aprobada por el Congreso, lo que representa un nuevo golpe para esta población. Esta estrategia de ajuste económico requiere de métodos coercitivos, evidenciados por la represión observada en la marcha de protesta de ayer miércoles. Lo principal será detener este experimento fallido con seres vivos que se está llevando puesto al país, su soberanía, sus recursos y los derechos, empleos, salarios y esperanza de futuro de la mayor parte de sus habitantes.
En el país de la "libertad", las libertades públicas están muriendo silenciosa o estrepitosamente, pero desaparecen día a día. En nombre de la libertad, pregonada hasta el hartazgo, se nos impone la dictadura concreta de los monopolios, ya que no es otra cosa que dictadura hecha y derecha, la imposición de un rumbo directo hacía el infierno mediante decretos, vetos o leyes sacadas gracias al chantaje. Y manifestarse en contra redunda en cárcel, gas pimienta o bastonazos (y por ahora aún no llegaron las balas) sin importar si del otro lado hay niños o anciamos, como en la feroz represión a jubilados que reclamaban que Milei no vete un aumento levemente superior a $ 15.000.
Gas pimienta en los ojos, palazos y empujones: adultos y adultas mayores fueron víctimas del ataque por parte de las fuerzas de la Policía Federal reprimieron este miércoles la protesta de los jubilados en las inmediaciones del Congreso, donde distintos sectores se movilizaron para rechazar el anuncio del veto del presidente Javier Milei a la ley de aumento de las jubilaciones, y con una ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, asociada toda su vida a la violencia.
La realidad de las jubilaciones en 2024
Los datos son contundentes: el poder de compra promedio de los
haberes jubilatorios entre enero y julio de este año ha caído más del
29,2% en comparación con el mismo período del año anterior, según
informes de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). Mientras que
los precios de los bienes y servicios siguen su escalada, los ingresos
de los jubilados se quedan atrás, dejando muchas pensiones al borde de
la indigencia. En un contexto donde el costo de vida aumenta
vertiginosamente, una jubilación mínima de aproximadamente $295.000 es
totalmente insuficiente. Para equiparar el poder de compra del 2019, esa
cifra debería ser de cerca de $445.000, y para cubrir la canasta básica
de l@s jubilad@s, el ingreso debería ser de $850.000.
La ley en cuestión, que el presidente Javier Milei ha anunciado su
intención de vetar, era un intento de recomponer una parte de la escasa
capacidad adquisitiva perdida de l@s jubilad@s. A pesar de que el
aumento proporcional representaría sólo un incremento de $17.000 para
aquellos con jubilación mínima, esto se presenta como un acto de
justicia ante la monumental pérdida de poder de compra experimentada a
lo largo de los años. Los ajustes previos bajo los gobiernos de Mauricio
Macri y Alberto Fernández han dejado a miles de jubilados en una
situación precaria.
Al vetar esta ley, el presidente justifica su decisión alegando que
esto llevaría al Estado a la quiebra. Sin embargo, esta lógica parece
ser una cortina de humo que oculta la disparidad del ajuste fiscal, que
en gran medida recae sobre quienes menos tienen, mientras que los
sectores más ricos del país se benefician con rebajas impositivas
significativas, como la reciente disminución en el impuesto a los bienes
personales.
La respuesta ciudadana
Las protestas han estallado en respuesta a estas decisiones. La Unión
de Trabajadores Jubilados en Lucha (UTJL), junto a asambleas barriales,
organizaciones de derechos humanos y distintas agrupaciones políticas,
se hicieron sentir frente al Congreso. Los enfrentamientos con la
policía federal han dejado múltiples denuncias de represión, y la
situación ha tomado un giro drástico. La brutalidad policial hacia los
jubilados que solo buscan que se les reconozca lo que les corresponde ha
despertado un rechazo generalizado. Un jubilado, al ser consultado
sobre su condición, expresó con una indignación palpable que «no pueden
vivir con $10.000 por día» y que preferían «morir luchando que morir de
hambre».
A pesar de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad, l@s
jubilad@s han perseverado en su deseo de marchar hacia la Plaza de Mayo,
demostrando así que su lucha sigue firme y que no se dejarán silenciar.
El costo político del veto
El veto propuesto por Milei no sólo representa una regresión en los
derechos de l@s jubilad@s, sino que también podría desencadenar
consecuencias políticas desfavorables para el Gobierno. Históricamente,
los jubilados han sido un sector político clave en Argentina, y su apoyo
es vital en el panorama electoral. A medida que las protestas se
intensifican y la presión crece, el coste político de ignorar sus
demandas podría volverse insostenible.
La propuesta de restablecer el 82% móvil, que históricamente se ha
visto como una garantía mínima de ingresos para quienes trabajaron toda
su vida, está siendo rechazada por todos los partidos políticos a
excepción del Frente de Izquierda.
La lucha por dignidad.
En resumen, la medida del Gobierno al mantener el superávit fiscal a
expensas de los jubilados representa una falta de sensibilidad ante
quienes han aportado su esfuerzo y dedicación por décadas. La lucha por
sus derechos se ha convertido en un símbolo de resistencia ante la
injusticia y la desigualdad. La historia reciente de Argentina nos
muestra que los cambios significativos ocurren cuando la ciudadanía se
moviliza y exige lo que es justo.
Es un momento crítico para el país, y l@s jubilad@s están en el
centro de un debate que trasciende el simple ajuste fiscal: se trata de
dignidad, respeto y reconocimiento por una vida de trabajo. Para
aquellos que creen en la justicia social, el llamado a la unidad y a la
movilización es más urgente que nunca.
Cuando emerge una figura como Milei con el apoyo de la población, hay que poner todo en cuestión, revisar las coordenadas con las que nos movíamos: libros, políticos, conducciones. Marquemos la cancha como corresponde, no hay (como dice el gobierno) "gente de bien" y "gente de mal", lo que hay quienes ponen al dinero, al mercado, como lo más importante, y los otros que ponen al ser humano, al pueblo, a las personas como la cúspide en la escala de valores. No hay "gente de bien" y "gente de mal", hay humanistas e hijos de puta, y los del gobierno caníbal (ni los del gobierno anterior, seamos claros) están en estos últimos.
Y que mucha gente apoye a los hijos de puta, muestra que la vida se volvió de derecha. La pregunta será si resistiremos a la embestida o también nos disfrazaremos de hijos de puta. De eso devendrá nuestro destino.
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