Oración del que se siente solo
Camino como un hada a través del sueño;
me miro los pies al caminar, son flacos y huesudos
y sufridos, como los de una bailarina. Camino
borracho, a lo Trakl, a través del bosque crepuscular,
ensayo una sonrisa para ese que pasa ignorándome.
El viento se llevó el amor, lo paseó, lo mareó…
Sobrevuelo el cuerpo de la tempestad; en carne viva
mis palmas rozan la turbulenta rugosidad del texto.
Somos, a un tiempo, consagración y adiós.
Fugaz, rara, la vida
Cabra entre las cabras, cedro
entre los cedros; agua fresca
en el chubasco, terrón reseco
en la sequía; carancho
tras el conejo, cocina en el buche
de la culebra; brote en el plantío,
remolino en la borrasca; pez
en el pico de la grulla, ratón
entre las patas de la tarántula.
Flor que nace de la flor, jabalí
que embiste bajo la lluvia, ardilla
que rápidamente asoma y se oculta.
Mi propio cuerpo germinando
en la tierra húmeda; mi alma...
que va en la brisa, que se precipita
con el aguacero, que susurra en
el disturbio del río, en la mudez
del presagio. Caravana salvaje
de la que somos parte; un día aves,
otro ciervos, otras hormigas, otro leones,
o vendaval o alud o luna llena…
Vanos, triviales, breves, leves,
somos chispazo, apenas un gesto
en el descomunal y secreto ajetreo.
En el abrasador encanto
Cante la voz del cuerpo más glorioso. Levanta
tu alma a la vida. Ascendamos y sobrevolemos
las altas montañas. Abre, naturaleza, nuestros labios
y haz que hablemos desde el corazón más puro.
Este agua cristalina que baja rápida y rumorosa
por la ladera en flor, y que recojo con mis manos
y me echo en la cara, me deja sin palabras,
me colma de palabras. Ya el sol ardiente vive
en nosotros: ¡Coronados de gloria vivamos!
Chamán
En la rama, el sigilo del mantis
es propio del chamán; en el pozo
la viveza de la rata es propia
del chamán. En el agua verde y secreta,
en el aire arrebatado de espíritus,
en el lodo burbujeante, en cada ráfaga,
en cada hálito que se cuela, en el vuelo
de la calandria… habita el chamán.
Al caer el día, en ese tiempo en que
el tiempo se aquieta, Soy el chamán.
Vago susurrante por entre el arduo follaje,
dejo atrás cuerpo y conciencia, soy,
a un tiempo, la feroz mordida y
mi propia sangre que mana y me aleja.
Oración en el crepúsculo
Acompaño la lenta caída
de la tarde. Soy el vigía errante
que despide la luz y recibe las sombras.
Se da el recambio de espíritus.
Animales, plantas y otros seres se suceden:
se apaciguan las ardillas, el sisón de Bengala
y los tulipanes…; asoma el erizo, el búho,
la ipomea alba y la flor del baobab…
Son distintos los ruidos y las voces, son
luminosas ahora las miradas. En el aire negro,
indefinida e intimidante se siente
la inminencia del destello y de los aleteos.
Elevo mi súplica por sobre los remotos picos,
pido que el desamparo no nos abrace.
Anhelo
Soy pescador,
arrojo la red y luego
la recojo, una y otra vez;
aunque lo que trae la red
nunca se sabe.
Si es alegría seguiré
de pie, si es tristeza
seguiré de pie;
de todos modos, vuelvo
a arrojar la red al mar
y a recogerla luego.
Así una y otra vez;
aunque lo que trae la red
nunca se sabe.
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