Gran Bretaña celebra por tradición desde hace siglos el cumpleaños de la persona reinante con fiestas cortesanas, bailes y música.
Para el cumpleaños en 1713 de la reina Ana, Händel —que, aunque nacido en Alemania, se había instalado en Inglaterra el año anterior y es considerado inglés por los ingleses desde entonces— hizo exactamente lo que se esperaba de él.
Con un texto del poeta Ambrose Philips, la obra conjuga nueve movimientos de espíritu variado, desde alegres solos para bajo hasta dúos animados, pasando por momentos líricos de resonancia bucólica y muchos coros vivaces, por si acaso.
La mejor parte de la obra es este movimiento inicial. En su día fue un vehículo para un cantante legendario llamado Richard Elford, junto con un trompetista de corte que, francamente, debía de tener nervios de acero (la música pone los pelos de punta, sobre todo para una trompeta «natural» sin pistones). En tiempos modernos, estos versos esplendorosos corren a cargo de una soprano.
Clemency Burton-Hill
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