"Piazzolla, los años del tiburón" es un documental sobre el maestro argentino, revelador no tanto sobre su música sino sobre lo que la rodeaba. El nuevo documental sobre Ástor Piazzolla (1921-1992) muestra el otro costado del mítico músico marplatense. Su relación con la familia, los amigos, la fama, la crítica, la pesca y principalmente con el tango. Dirigido por Daniel Rosenfeld, cuenta con material de archivo proveniente de distintas cinematecas, museos y trabajos anteriores rescatados de otras producciones, como muchos de los segmentos en blanco y negro filmados por el director Manuel Antín, o películas caseras realizadas por los mismos integrantes de la familia en diferentes décadas. Su hija Diana es la que abre el relato con la entrevista distendida que le hace a su padre años atrás, en la que saca a relucir todo tipo de encuentros y anécdotas, mediante grabaciones, fotografías o cintas en súper 8.
Por Nicolás Isasi
A medida que avanza, el film lleva al encuentro con Carlos Gardel en Nueva York, gracias a la intervención de su padre (el famoso Nonino), quien esculpe una miniatura como regalo para el zorzal criollo. Ástor, un joven bandoneonista de ocho años, no solo fue bien recibido, sino que terminó siendo extra en la película El día que me quieras (1935): le repartía diarios al morocho del Abasto. “Un barrio muy pobre Diana, yo lo veo y no puedo creer que acá vivía yo. Nonino tenía un balazo, papá trabajaba para un gánster siciliano… en el fondo de la peluquería levantaban juego”, confiesa un Ástor sorprendido ante su propia niñez en Estados Unidos, vista a la distancia.
Con el bolero y el rock, el tango comienza a evaporarse de la vida cotidiana argentina. Sus enemigos eran los pies de la gente que bailaba, porque el tango de él no era para bailar. Piazzolla tenía cada vez menos bailes, pero él quería hacer lo que le gustaba. “En el año 50 colgué el bandoneón. Me propuse dejar de tocar en los cabarets y me puse a componer y a arreglar música”. Y no se detuvo.
Coproducida entre Argentina, España y Francia, pese al estreno tímido que tuvo, logró superar el mes de permanencia en cartel compitiendo con los grandes éxitos de taquilla. Su carta fuerte está en la banda sonora que incluye emblemas como “Adiós Nonino”, “Libertango” o “Balada para un loco”, yuxtapuestos con un montaje que le otorga ritmo a una vida vertiginosa, sin meterse en el terreno sentimental. “En este país no es lo que sepas sino a quien conozcas”, afirma Piazzolla y revela una herida abierta por su propia patria. El reconocimiento del país y el público argentino llegó tarde con un merecido concierto en el Teatro Colón, luego de haber sido destratado y segregado del tango tradicional, por haber creado un nuevo tango fusionado con la música académica y con el jazz. Por haber cambiado para siempre la historia del género.
Sobre el final, su hijo Daniel observa la cinta de cassette que gira a la vez que continúa la entrevista de su hermana. Solo entre los discos y los recuerdos desde un departamento vacío en la Buenos Aires contemporánea, tratando de encontrar el vínculo paterno de una relación tan particular como difícil que solos ellos vivieron: “Papá siempre soñó con un Mercedes Benz. Se lo pudo comprar recién en 1987… al año y medio murió”, resume con pesar.
Ástor tenía una visión de vanguardia incomprendida en aquellos tiempos. Formado con el gran músico Alberto Ginastera o la maestra Nadia Boulanger (la pedagoga musical más importante que jamás existió), tajante y mordaz arremetía contra los críticos y la gente que se oponía a su propio estilo: “La música es para la gente que piensa. A mí me gusta que la gente venga a pensar, no que venga a divertirse o a hacer la digestión”.
La extraordinaria música de Piazzolla sigue más vigente que nunca, y este documental muestra al ser humano detrás del mito en un homenaje sincero.
Nicolás Isasi
Crítica de “Piazzolla: los años del tiburón”: Pescador de ilusiones
Cómo sus viajes y su infancia repercutieron en el arte del autor de “Adiós Nonino”.Pablo O. Scholz
Este documental de Daniel Rosenfeld (Cornelia frente al espejo) intenta una aproximación a la vida más que a la música de Astor Piazzolla, refiriendo, tendiendo cabos entre sus experiencias personales, sus viajes y relaciones.
Pero por supuesto que si la música, y el tango –su tango- lo atravesó, ésta tiene un lugar privilegiado en Piazzolla, los años del tiburón (mejor descubrir el porqué del título viendo la película).
Rosenfeld es un documentalista obsesivo, si se quiere fuera de lo común, en el sentido de que sus trabajos no suelen parecerse unos a otros, y le escapa al formato clásico o convencional. Aquí ha contado con un material invalorable: cintas de audio y entrevistas a Piazzolla hechas por su hija, Diana (el bandoneonista falleció en 1990, su hija, en 2009) y con el relato de su otro hijo Daniel. Y entonces esa voz, que nunca se había escuchado, va armando un relato en el que desde la infancia del autor de Adiós Nonino se va tejiendo una crónica autobiográfica, sí, pero no complaciente.
Y con momentos que al temperamental Astor lo habrían sacado de las casillas.
Desde el complejo por “su pierna más flaquita” a su encuentro con el dictador Videla, su infancia entre gángsters en Nueva York, su aprendizaje de piano, el primer bandoneón que le regala su padre, sus continuos viajes, su éxito afuera y la escasa repercusión que tenía en Buenos Aires esos primeros trabajos en los que demostraba que el tango era música también para escuchar, no sólo para bailar. Sus fracasos, sus actuaciones en cabarets en el Bajo de Buenos Aires, su participación en la Orquesta de Troilo, sus peleas, su Octeto y su Quinteto, y el concierto en el Colón.
Todo ello está, y están, entonces, sus actuaciones.
La voz cantante (y contante) muchas veces es la de Daniel, y Rosenfeld le da espacio como referente más que necesario, por más que hayan estado distanciados diez años “por cinco palabras” que su hijo le pronunció a su padre.
A quienes admiran a Piazzolla disfrutarán de su arte en grageas y escucharán de su voz sus pensamientos. Y quienes aún no lo conocen el documental los ayudará a comprenderlo, y tal vez descifrar muchos de los por qué Astor combinó músicas y alteró y enriqueció el tango.
Muy buena
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