Artista: Camerata Punta del Este
Álbum: Camerata Punta del Este
Año: 1981
Género: Tango, candombe, jazz, música de cámara
Duración: 1:02:16
Nacionalidad: Uruguay
Camerata Punta del Este fue un ensamble de cámara que logró fusionar, con espíritu libre y vanguardista, las exigencias de la música académica y las libertades de la popular. Como ningún otro, la Camerata llevó el barroco al café-concert, en esa tradición de las viejas vanguardias, y el candombe a la sala de conciertos, borrando la falsa línea de separación entre “alta” y “baja” cultura. Este “conjunto de tango de cámara sin bandoneón pero con polenta”, como lo describía su fundador, Manolo Guardia, nació en 1969 como Camerata del Tango, tocaba en locales de Montevideo y Punta del Este y se presentaba con frecuencia en Buenos Aires. Pero los militares, igual que hicieron los nazis con los cafés de Berlín, cerraron los boliches y la desmembraron entre Venezuela, el destino de Guardia, y México, donde se asilaron sus compañeros en 1976. Los que llegaron a la ciudad de México la rebautizaron Camerata Punta del Este y nos dieron allá en mi tierra la oportunidad de vivir el tango, el candombe y la milonga como si estuviéramos en el Río de la Plata. El cartón que ilustra la portada es obra de Naranjo, recientemente fallecido, uno de los grandes moneros mexicanos, y muestra cuánto nos gustaba la música de estos genios.
Entre 1976 y 1984, Camerata Punta del Este trabajó en la ciudad de México y nos enseñó (yo era un adolescente entonces) a apreciar el tango, la milonga y el candombe desde su muy particular aproximación: la música de cámara. Se trata de un ensamble conformado por músicos uruguayos que tuvieron que partir al exilio perseguidos por los militares que arrasaron con Uruguay en aquellos años de terror.
En México, los gobiernos de los 70 intentaron “aplacar” la movilización social mediante una política de “puertas abiertas” que fue efectiva para desactivar el temeroso descontento post 68. El método consistió en canalizar las simpatías por todo aquello que sonara a izquierda —siempre que fuera “decente”, moderada y urbana— hacia una puesta en escena de tolerancia. Era un teatro: mientras neutralizaban, en las filas de la burocracia, especialmente la educativa y cultural, a algunos sobrevivientes de las luchas de los 60 (otros seguían en prisión), desataban una guerra sucia y asesina contra los campesinos que se alzaban en armas en apartadas e inaccesibles provincias, hartos de olvido y humillación.
En las ciudades, al mismo tiempo que una incipiente contracultura rockera mexicana era acorralada y desaparecida, el gobierno alentaba la llegada de exiliados argentinos chilenos uruguayos brasileños paraguayos bolivianos y aprovechaba su presencia para darse una imagen de apertura, progresismo y tolerancia que no era realmente tal. Sirvió, sin embargo, para domesticar las inquietudes justicieras de una clase media “progre” que aplaudía revoluciones en los cafés y en las “peñas”, donde aprendía sobre zambas, milongas, cuecas, huaynos, chacareras y otras formas de la música tradicional suramericana.
Los héroes culturales de la revolución cubana (Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y otros) venían a México con frecuencia y alternaban con exiliados, refugiados y trashumantes suramericanos como Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Alfredo Zitarrosa, Roberto Darwin, Daniel Viglietti y Patricio Manns; grupos de folclor y protesta como Inti Illimani y Quilapayún y muchos otros artistas que encontraban en ese México, a la vez hipócrita y solidario, un lugar donde decir su mensaje y sobrevivir a la salvaje persecución de que eran objeto en sus países de origen.
La Camerata Punta del Este era uno de esos grupos; algunos de sus integrantes fueron efectivamente apresados por la dictadura y luego forzados al destierro. Pero el suyo no era un arte panfletario: era más relevante porque no esgrimía el discurso de canción-protesta como los demás, sino que expresaba su compromiso con la libertad de una voluntad vanguardista, revolucionaria, en proceso de experimentación. Su fusión de ensamble “culto” con las tradiciones populares uruguayas; su ejecución perfecta de géneros que van desde la música barroca de cámara hasta el jazz y, muy especialmente, su visión del tango, la milonga y el candombe, eran arte libre como ninguno; tocaban en centros nocturnos con un concepto de café-concert.
Yo los vi una vez en el Auditorio Nacional en agosto de 1977. Tenía 14 años y fuimos a un festival llamado Jornadas de Solidaridad con la Cultura Uruguaya en el Exilio porque tocaba Zitarrosa y mi mamá estaba enamorada de él. A mí me llamaba la atención Silvio Rodríguez, que también iba a estar. Compramos el disco que luego de los conciertos produjo Radio Educación (perteneciente a la Secretaría de Educación Pública, ejemplo de cómo el gobierno nos daba palmaditas en el lomo) que incluía “Gris tango”, un tema alucinante (desgraciadamente este tema no está en la antología que hoy reseño, así que se los pongo en versión Youtube. Díganme si no es otra cosa. [el video está programado para comenzar en “Gris tango”].
Camerata Punta del Este, es una antología de grabaciones anteriores editada en México en 1981 (el catálogo de ediciones Pentagrama dice que ha sido reeditada en 2007; la que aquí comento es una reimpresión de 1997 que debo haber adquirido ese mismo año). Incluye temas representativos de la amplia diversidad de su extenso repertorio: tangos, desde Troilo (la versión de “La última curda” es fabulosa) hasta Piazzolla (“Prepárense”, “Piazzoleses”); candombes con Rubén Rada (su “Chinga Chilinga” es maravillosa), composiciones de los miembros de la propia Camerata (“Tangueses”, “Bichitos”, “Rosina”); el barroco de Boismortier y Manfredini, el suave swing “Misty” (standard de Erroll Garner) y una rica versión de cámara de Jobim (“Brasiliana”). En este disco asistimos a un ensamble que cruza fronteras y cierra completamente la brecha entre lo “culto” y lo “popular”. Dice el crítico Fernando Curiel en las notas que incluye el disco: “¿Mozart o Muerte? ¿Trova, sí; Luciano Berio, no? Absurdo”.
Con ustedes, cabezonas, cabezones, el ensamble que le enseñó a querer al tango a este melómano mexicano y que afiló su pasión por lo uruguayo y lo argentino: la extraordinaria Camerata Punta del Este, a la que mi país tuvo la suerte de guarecer de la estúpida persecución política. Pido disculpas a los uruguayos y argentinos por meterme a hablar de lo suyo sin saber nada, sólo ¡me encanta! ¡Disfrútenla!
Lista de Temas:
1. Prepárense (Astor Piazzolla)
2. La última curda (Aníbal Troilo)
3. El Caburé (A. de Bassi)
4. Tangueses*
5. Piazzolleses (Astor Piazzolla)
6. Bichitos*
7. El Garrón (C. Ferrer)
8. Rosina*
9. Sonata en La menor, adagio-allegro (J. B. de Boismortier)
10. Boedo (J. de Caro)
11. La puñalada (P. Castellanos)
12. Brasiliana (Caymmi / Jobim)
13. Chinga Chilinga (Rubén Rada)
14. Ser o no ser*
15. Pasatiempo (Rubén Rada)
16. María (Aníbal Troilo)
17. Candombeses*
18. Misty (Erroll Garner)
19. Concierto Núm. 10, adagio-allegro (Manfredini)
* de la Camerata o alguno de sus integrantes
Alineación:
- Carlos Vinitzki / Primer violín
- Daniel Lasca / Segundo violín
- Juan José Rodríguez / Tercer violín
- Moisés Lasca / Viola
- Fernando Rodríguez / Cello
- Vinicio Ascone / Contrabajo y bajo eléctrico
- Michel Philp / Piano
- Héctor Ocampo / Batería y percusión
- Rubén Rada / Voz
- María Vidal / Voz
- Aquí: www.historiadelamusicapopularuruguaya.com una historia y documentos de la etapa Camerata del Tango.
- Aquí: un soundcloud de Camerata Punta del Este.
- Aquí: una entrevista con Moisés Lasca (cuenta cosas relacionadas con la época de la represión en Uruguay).
- En los scans del disco está el texto completo de Fernando Curiel citado arriba.
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