28 de Febrero
Segunda sinfonía en mi bemol mayor, op. 63 2: Larghetto
Edward Elgar (1857-1934)
En algunos círculos, Edward Elgar tiene reputación de ser un eduardiano estirado, conservador e inglés hasta la médula.
Si hay algo que puede contradecir esta opinión es su Segunda sinfonía, que terminó este día del año 1911 y describió como «peregrinaje apasionado del alma».
La obra está dedicada a la memoria del rey Eduardo VII, que había fallecido el año anterior. Este movimiento adopta la forma de marcha fúnebre, como corresponde a la muerte de un rey, pero también es probable que refleje el dolor personal del compositor, que había perdido hacía poco a dos amigos íntimos. El movimiento brota con una emoción tanto más poderosa por ser resultado de la liberación de los amables confines de la sinfonía inglesa eduardiana.
Mientras dirigía un ensayo, Elgar dijo a los músicos:
Que las cuerdas toquen las semicorcheas como el suspiro de una inmensa multitud […] Oboe, quiero que se lamente usted con entera libertad, con toda la emoción que pueda expresar.
En la partitura original de la sinfonía hay unos versos de una «Canción» de Percy Bysshe Shelley (que se publicó poco antes de la muerte del poeta, en 1822).
Rarely, rarely, comest thou, Escasamente te apareces,
Spirit of Delight! Espíritu del Placer.
Wherefore hast thou left me now ¿Por qué me has dejado
many a day and night? Durante tantos días y noches?
many a weary night and day Días y noches de agotamiento
’tis since thou art fled away. desde que huiste.
Elgar no lo sabía, pero esta fue la última sinfonía que completó. En una carta a una amiga confesó: «He puesto mi alma por escrito».
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