Seguimos pivoteando sobre el tema, en la continuación de nuestra nota sobre "La Música y La Mercantilización de la Cultura", pero ahora visto desde la perspectiva del llamado "elitismo cultural", aquel que dicta que la música popular no debe ser de calidad, o dicho con otras palabras, que el vulgo no es capaz de disfrutar la mejor música, que es relegada a un grupo de elegidos, pavada que ha sido rebatida muchas veces, y que entre otras cosas, fomentó el encuentro entre Irakere y Leo Brouwer para dinamitar ese debate en la sociedad cubana sobre la música popular versus la clásica. Recordemos que a finales de los años 70, una serie de grupos de diversos paises decidieron aunar esfuerzos para ofrecer nuevas propuestas en contra de lo que estaba establecido por las discográficas, prensa y establishment musical. El proyecto inicial surge de las manos del legendario grupo británico Henry Cow (liderado por músicos respetadísimos en la escena más experimental como Fred Frith y Chris Cutler) quienes, tras contactar con grupos afines en la escena europea, decidieron fundar el movimiento R.I.O. (Rock In Opposition) y trabajar al margen de los canales oficiales. Henry Cow se lo propusieron a los italianos Stormy Six, los belgas Univers Zero, los franceses Etron Fou Leloublan y los suecos Samla Mammas Manna. Esto ya es indicativo del grado de inconformismo del movimiento. En Argentina tuvimos experiencias similares (aunque con un estilo radicalmente diferente) con M.I.A. (que luego pasó a formar la épica de la autogestión de los contraculturales Redonditos de Ricota) y La Cofradía de la Flor Solar. Hoy podríamos hablar de Pez y muchas bandas que autogestionan su propio material, para hacer lo que se les canta. Aquí, otra mirada a una posible, esperada y necesaria políticas de cultura humanizadora.
Regresemos sobre el tema del elitismo cultural, algo que varias veces hemos tocado en le blog cabezón. Este elitsmo cultural considera que la cultura le corresponde a "cierta clase" de gente, con un cierto "nivel", todo a manos de ciertos mediadores que conforman el mainstream y que sólo persiguen su beneficio, o de un público "pacato" que trata a un cuadro de Goya o un concierto de Bach como el que se come una hamburguesa de McDonalds.
En realidad, ¿cuál es el riesgo que hay detrás de esos mediadores ambiciosos y de ese público sin gusto? Ninguno, salvo que restringen el acceso libre de la cultura para todo el mundo.
No es posible pensar en una vida sin arte, el hombre y el arte nacen juntos, pero elarte sobrevive al hombre. Podemos por lo tanto afirmar que no hay arte sin hombre perotampoco hombre sin arte. Si la cultura es una forma de mejorar el desarrollo humano, dar libre acceso a la cultura permitiría una mejora generalizada de todo el mundo. Por tanto, mercantilizar la cultura, significa ir en contra de ese desarrollo humano.
Para nosotros, la cultura no puede tener precio, debe ser accesible para todos. Pero esta postura se contrapone con la idea (mercantilista) de que la mejor cultura tiene que estar restringida, porque tienen el concepto de que la mayoría no sólo no la entiende, sino que impide que los conocedores puedan disfrutarla como se merecen, pero principalmente porque hacerla conocer no da los réditos económicos suficientes. Paradójicamente, quienes lucran con esta postura son en general los mismos que inundan de basura comercial todo el circuito de la "sociedad del espectáculo" en la que vivimos. Esa "sociedad del espectáculo" es la que posibilita la decadencia de la música que se comercializa hoy en día, y sobre esto ya hemos hablado en la nota "El Reggaetón y la Trampa de lo Latino". Continuamos con el desarrollo de la misma idea...
De partida, estos mercantilistas del arte parece que no son capaces de valorar el corazón de una obra de arte, la genialidad que encierra. Se limitan a quedarse con el hecho de que esa obra de arte puede estar de moda, sin apostar a artistas de comprensión "dificultosa". Como si la calidad no pudiera ser difundida y masificada.
Tenemos algunos casos paradigmáticos en el movimeinto R.I.O. (ya que empezamos hablando de ellos). Henry Cow (por ejemplo), haciendo su música complicada -si las hay-, apuntó siempre a la democratización de la cultura, creando incluso una música tremendamente política y subversiva. Los casos y ejemplos los podemos dar por miles: desde Fulano en Chile hasta Univers Zero en Bélgica, Art Zoyd en Francia, y miles de ejemplos más. El movimiento musical del Rock In Opposition es una de las tendencias estéticas más interesantes de las últimas décadas... y si bien su público siempre fue escaso, nunca nadie puso atreverse a hablar de este tipo de música como "elitista". Y menos que menos -dado también por su carácter antimercantilista- podemos hablar de que alguien (llamémoste "alguien" a las grandes discográficas o emporios de la diversión) se podía apropiar de la obra, ya que el alma del movimiento que se llamó a conocer como "Rock In Opposition", fue que el artista era el dueño de su obra, dejando de lado las decisiciones empresariales. El problema, entonces, no radica en que una obra de arte se comercialice, sino que en la escala de valores la creación, el arte, y el disfrute humano de ese arte, debe ser más importante que el lucro. Sencillo.
Recordemos los criterios musicales para pertenecer al colectivo llamado "R.I.O.". Estos eran: excelencia musical, desarrollo de esquemas artísticos arriesgados, trabajar activamente fuera del ámbito musical y tener una actitud comprometida en el rock. Y a pesar de las diferencias estilísticas entre todos los grupos, todos ellos coincidían en su enfoque absolutamente iconoclasta y experimental hacia la música, partiendo del rock progresivo más radical, en general combinando sonidos provenientes del jazz y la música contemporánea, en una explosión creativa de difícil acceso a todo el mundo, pero no por ello cercana a lo que se considera "música de elite".
Tomemos el caso, para llevarlo a otro ámbito completamente distinto, del acceso a la educación musical en comunidades en riesgo de exclusión social, o ya completamente excluídas, en villas, asentamientos, donde los niños mugrientos comienzan a jugar con los instrumentos clásicos, y dejan un poco la cumbia villera impuesta para estudiar y disfrutar de Bach, Vivaldi o Mozart. Una idea que se lanza a la integración social de los niños y jóvenes de pocos recursos, a través de la música. Podemos nombrar a la Orquesta Sinfónica de las Villas, por ejemplo, formada por chicos y chicas de barrios vulnerables, demostrando lo que los pibes de barrios pobres aprenden a partir de su oportunidad de llegar a la música, y que se inclinen hacia la "buena música" solo depende de que tengan oportunidad de llegar a ella.
También podríamos hablar del Programa de Orquestas Juveniles en la Argentina, del Proyecto de Extensión dependiente de la Universidad Nacional del Litoral "La Universidad Enseña Música en los Barrios", entre otros.
En definitiva, yo lo que estamos diciendo es que todos deben tener el derecho de valorar la escultura clásica griega o a los románticos italianos. Exijimos que el arte sea de acceso libre, y que los estados garanticen su preservación y exhibición, y que todo el mundo pueda decidir sobre su gusto sin importar su nivel de procedencia ni su clase social. Aunque se diera el caso de que solo unos pocos decidan disfrutar del privilegio de saborear la cultura.
¿Eso quiere decir que una composición de Henry Purcell es mejor que la música de Luis Fonsi con su "Despacito"? No. Quedarse extasiado con la música de Edgar Varèse y no hacerlo con Maná no nos convierte en mejores personas, más cultas o más generosas. Sencillamente, demuestra que somos seres humanos con sentires diferentes. Sólo quiere decir que si dejamos que la gente elija sobre la cultura que desea consumir, optará por lo que le apetece, no por lo que el negociado cultural considere que ha de ser escuchado.
Cada cual siguiendo sus tentaciones y preferencias. Ni mejores, ni peores. Sencillamente, dejándose llevar libremente por lo que les gusta. Lo que hay que abrir son las posibilidades para que todo el mundo pueda acceder a todas las ofertas culturales, más allá de la ola de la moda o los condicionamientos sociales y de clase.
He utilizado el término "consumir", tan cercano al mercado ese que tanto teme el elitista cultural. En realidad, y para un artista lo será si tiene clientes. Hasta Van Gogh, que sólo vendió unos pocos dibujos y un cuadro en vida, llegó a la fama, merecida, cuando el mercado lo descubrió.
¿Eso quiere decir que no hay más arte que el que rige el mercado? No, eso quiere decir que cada cuál consume la cultura como desea, pero que en ningún caso podemos desligar la cultura del mercado, porque los artistas aspiran a vivir de sus obras, y para eso requieren de clientes que quieran adquirirlas.
Llegamos, entonces, a la siguiente etapa de la cultura: el disfrute del artista en el hecho mismo de la creación. Pero, una vez concebida la obra de arte, convertida en manifestación cultural, ¿ha de mercantilizarse? ¿Puede haber personas u organismos que ganen dinero por conservar y exhibir cultura?
En realidad, la pregunta debería plantearse al revés: ¿podemos conservar y exhibir las obras culturales sin fondos para hacerlo? A partir de ahí, ¿qué criterios seguir para conseguir esos fondos? Ahí debería el estado hacerse cargo de esa difusión, así como de la enseñanza y diversificación, no solamente para sectores necesitados de contención, sino para la sociedad toda. Un hombre, un pueblo sin arte, pierdevida, pierde fuerzas y muere.
Un estado protagonista
No puede hablarse de democracia y equidad social en sociedades que no posibilitena todos sus miembros un comienzo justo, dando oportunidades a sus niños y niñas paradesplegar su potencial en ambientes donde sea posible su desarrollo físico y psicosocial.
Las Orquestas juveniles en América Latina como modelo de inserción social
Cabría considerar que las ventajas que proporciona la educación por el arte o la inserción en programas de educación por el arte conllevan la libertad creativa necesaria para poder desarrollar enfoques más libres y desestructurados que los tradicionales.
Vemos así que el desarrollo cultural y el acceso a la cultura debe ser necesariamente materia de implementación en el conjunto social todo. No solamente por el bien del arte, su expansión y su creación, sino también por el desarrollo del ser humnano en estas épocas oscuras de falsas salidas, antihumanismo creciente y crisis. Entendemos, entonces, al la actividad cultural y artística ocmo parte indispensable para el desarrollo y evolución del ser humano en toda su extensión.
Regresemos sobre el tema del elitismo cultural, algo que varias veces hemos tocado en le blog cabezón. Este elitsmo cultural considera que la cultura le corresponde a "cierta clase" de gente, con un cierto "nivel", todo a manos de ciertos mediadores que conforman el mainstream y que sólo persiguen su beneficio, o de un público "pacato" que trata a un cuadro de Goya o un concierto de Bach como el que se come una hamburguesa de McDonalds.
En realidad, ¿cuál es el riesgo que hay detrás de esos mediadores ambiciosos y de ese público sin gusto? Ninguno, salvo que restringen el acceso libre de la cultura para todo el mundo.
Fue en aquellos años previos a la edición de Gulp! (1985), el primer disco de Los Redondos, que Indio, Skay y Poli (cantante – letrista, guitarrista y mánager, desde entonces partes de un núcleo duro) se contactaron con Rubens Marcos Vitale para saber cómo desarrollarse en el rubro “discos” sin tener que firmar un contrato leonino con una major, que por lo general dejaba una zona gris que implicaba la cesión del control creativo.Germán Arrascaeta
Vitale, más conocido como Donvi, estaba al frente del colectivo Músicos Independientes Asociados (MIA) y había creado un sistema revolucionario, que tendía redes para garantizarse taquillas abultadas en la previa de un concierto y la venta de discos “cara a cara” para evitar un montón de agentes intermedios. Cualquiera que haya asistido a un recital de Lito o Liliana Vitale, los hijos de Donvi, seguramente habrá visto a este agitador ofrecer el material tangible de su sello, dispuesto en mesitas de altura promedio y a un precio acorde a los costos de producción.
Donvi, incluso, patentó la idea de “este disco va a ser grabado si vos lo comprás por anticipado”. Y lo hizo mucho antes, muchísimo antes, de que un artista independiente nos invitara a participar de un crowdfunding, de un proceso de financiamiento colectivo.
La cierto es que Gulp! fue grabado en los estudios Tubal, propiedad de los M.I.A., y que se editó por UORMO, un subsello de la cooperativa pionera que había creado Donvi.
Luego de conseguir el know how, Los Redondos sedimentaron su popularidad asociados a Gustavo Gauvry, titular de Del Cielito Records. Con Gauvry grababan y fabricaban, mientras que con Distribuidora Belgrano Norte (DBN) distribuían en todo el país. En varias entrevistas, Indio Solari ponderó estos vínculos rescatando que se trataba de pymes familiares. O en todo caso, de empresas que crecieron en los términos que se propusieron, sin seguir un “deber ser” determinado.
No es posible pensar en una vida sin arte, el hombre y el arte nacen juntos, pero elarte sobrevive al hombre. Podemos por lo tanto afirmar que no hay arte sin hombre perotampoco hombre sin arte. Si la cultura es una forma de mejorar el desarrollo humano, dar libre acceso a la cultura permitiría una mejora generalizada de todo el mundo. Por tanto, mercantilizar la cultura, significa ir en contra de ese desarrollo humano.
"Si el conocimiento musical es considerado esencial para la supervivencia de grupos, instituciones o estados y como una parte de su identidad cultural, una forma de conocer y un corpus de conocimientos requeridos para la completa participación social de todos sus miembros, entonces, la música debería ser una parte esencial de la escolarización, concebida tanto literal como figurativamente"Peter Kivi
Para nosotros, la cultura no puede tener precio, debe ser accesible para todos. Pero esta postura se contrapone con la idea (mercantilista) de que la mejor cultura tiene que estar restringida, porque tienen el concepto de que la mayoría no sólo no la entiende, sino que impide que los conocedores puedan disfrutarla como se merecen, pero principalmente porque hacerla conocer no da los réditos económicos suficientes. Paradójicamente, quienes lucran con esta postura son en general los mismos que inundan de basura comercial todo el circuito de la "sociedad del espectáculo" en la que vivimos. Esa "sociedad del espectáculo" es la que posibilita la decadencia de la música que se comercializa hoy en día, y sobre esto ya hemos hablado en la nota "El Reggaetón y la Trampa de lo Latino". Continuamos con el desarrollo de la misma idea...
De partida, estos mercantilistas del arte parece que no son capaces de valorar el corazón de una obra de arte, la genialidad que encierra. Se limitan a quedarse con el hecho de que esa obra de arte puede estar de moda, sin apostar a artistas de comprensión "dificultosa". Como si la calidad no pudiera ser difundida y masificada.
Tenemos algunos casos paradigmáticos en el movimeinto R.I.O. (ya que empezamos hablando de ellos). Henry Cow (por ejemplo), haciendo su música complicada -si las hay-, apuntó siempre a la democratización de la cultura, creando incluso una música tremendamente política y subversiva. Los casos y ejemplos los podemos dar por miles: desde Fulano en Chile hasta Univers Zero en Bélgica, Art Zoyd en Francia, y miles de ejemplos más. El movimiento musical del Rock In Opposition es una de las tendencias estéticas más interesantes de las últimas décadas... y si bien su público siempre fue escaso, nunca nadie puso atreverse a hablar de este tipo de música como "elitista". Y menos que menos -dado también por su carácter antimercantilista- podemos hablar de que alguien (llamémoste "alguien" a las grandes discográficas o emporios de la diversión) se podía apropiar de la obra, ya que el alma del movimiento que se llamó a conocer como "Rock In Opposition", fue que el artista era el dueño de su obra, dejando de lado las decisiciones empresariales. El problema, entonces, no radica en que una obra de arte se comercialice, sino que en la escala de valores la creación, el arte, y el disfrute humano de ese arte, debe ser más importante que el lucro. Sencillo.
Recordemos los criterios musicales para pertenecer al colectivo llamado "R.I.O.". Estos eran: excelencia musical, desarrollo de esquemas artísticos arriesgados, trabajar activamente fuera del ámbito musical y tener una actitud comprometida en el rock. Y a pesar de las diferencias estilísticas entre todos los grupos, todos ellos coincidían en su enfoque absolutamente iconoclasta y experimental hacia la música, partiendo del rock progresivo más radical, en general combinando sonidos provenientes del jazz y la música contemporánea, en una explosión creativa de difícil acceso a todo el mundo, pero no por ello cercana a lo que se considera "música de elite".
Tomemos el caso, para llevarlo a otro ámbito completamente distinto, del acceso a la educación musical en comunidades en riesgo de exclusión social, o ya completamente excluídas, en villas, asentamientos, donde los niños mugrientos comienzan a jugar con los instrumentos clásicos, y dejan un poco la cumbia villera impuesta para estudiar y disfrutar de Bach, Vivaldi o Mozart. Una idea que se lanza a la integración social de los niños y jóvenes de pocos recursos, a través de la música. Podemos nombrar a la Orquesta Sinfónica de las Villas, por ejemplo, formada por chicos y chicas de barrios vulnerables, demostrando lo que los pibes de barrios pobres aprenden a partir de su oportunidad de llegar a la música, y que se inclinen hacia la "buena música" solo depende de que tengan oportunidad de llegar a ella.
Hace varios años, a los chicos y chicas de Villa La Tela que asistían a algunos talleres y recibían apoyo escolar les preguntaron qué les gustaría hacer. Respondieron: “Queremos aprender a tocar violín”. Esa fue la chispa de una movida que fue tomando forma gracias al trabajo a pulmón y esfuerzo solidario. Con distintos nombres y formatos, crecieron en número y ambición, y en 2017 alcanzaron el rango de sinfónica.Nota original
Aquellos chicos y chicas, más los que se fueron sumando, son hoy los protagonistas de un sueño en movimiento. La Orquesta Sinfónica de las Villas cuenta actualmente con 110 integrantes que viven en 15 asentamientos precarios de Córdoba. Al núcleo original de Villa La Tela se incorporaron músicos de San Roque, Villa Adela, Villa Unión, Villa El Libertador, Alberdi, Talita y 2 de Abril (ex villa Angelelli), entre otras.
La orquesta nació al amparo de la asociación civil Benjaminos, que trabaja en Villa La Tela desde 2009. En 2013 comenzó a forjarse este proyecto social inclusivo con una pata en la música que tiene como gestor a Walter “Pollo” Díaz.
Totalmente al margen de la ayuda del Estado, se financian con aportes de empresas y ONG´s. Juntan el dinero necesario para pagarles a los profesores (13 en total), y empujan esta quimera musical con el horneado y la venta de pan y empanadas. También hacen rifas.
El objetivo inmediato es poder comprar camperas para el invierno. “Si no se me cagan de frío y se me resfrían mucho”, dice el titular de Benjaminos. E invoca en voz alta la cifra a la que tienen que llegar para cubrir los costos de los abrigos.
La Orquesta de las Villas se mueve a varios ritmos. Arrancaron con las Cuerdas de La Tela haciendo sonar un puñado de violines y cumplieron el sueño de convertirse en sinfónica (un aporte de la Embajada de Suiza impulsó ese logro). Ahora van por el título de filarmónica. En ese caso la formación se estirará hasta los 120 músicos.
También podríamos hablar del Programa de Orquestas Juveniles en la Argentina, del Proyecto de Extensión dependiente de la Universidad Nacional del Litoral "La Universidad Enseña Música en los Barrios", entre otros.
En definitiva, yo lo que estamos diciendo es que todos deben tener el derecho de valorar la escultura clásica griega o a los románticos italianos. Exijimos que el arte sea de acceso libre, y que los estados garanticen su preservación y exhibición, y que todo el mundo pueda decidir sobre su gusto sin importar su nivel de procedencia ni su clase social. Aunque se diera el caso de que solo unos pocos decidan disfrutar del privilegio de saborear la cultura.
¿Eso quiere decir que una composición de Henry Purcell es mejor que la música de Luis Fonsi con su "Despacito"? No. Quedarse extasiado con la música de Edgar Varèse y no hacerlo con Maná no nos convierte en mejores personas, más cultas o más generosas. Sencillamente, demuestra que somos seres humanos con sentires diferentes. Sólo quiere decir que si dejamos que la gente elija sobre la cultura que desea consumir, optará por lo que le apetece, no por lo que el negociado cultural considere que ha de ser escuchado.
Cada cual siguiendo sus tentaciones y preferencias. Ni mejores, ni peores. Sencillamente, dejándose llevar libremente por lo que les gusta. Lo que hay que abrir son las posibilidades para que todo el mundo pueda acceder a todas las ofertas culturales, más allá de la ola de la moda o los condicionamientos sociales y de clase.
He utilizado el término "consumir", tan cercano al mercado ese que tanto teme el elitista cultural. En realidad, y para un artista lo será si tiene clientes. Hasta Van Gogh, que sólo vendió unos pocos dibujos y un cuadro en vida, llegó a la fama, merecida, cuando el mercado lo descubrió.
¿Eso quiere decir que no hay más arte que el que rige el mercado? No, eso quiere decir que cada cuál consume la cultura como desea, pero que en ningún caso podemos desligar la cultura del mercado, porque los artistas aspiran a vivir de sus obras, y para eso requieren de clientes que quieran adquirirlas.
Llegamos, entonces, a la siguiente etapa de la cultura: el disfrute del artista en el hecho mismo de la creación. Pero, una vez concebida la obra de arte, convertida en manifestación cultural, ¿ha de mercantilizarse? ¿Puede haber personas u organismos que ganen dinero por conservar y exhibir cultura?
En realidad, la pregunta debería plantearse al revés: ¿podemos conservar y exhibir las obras culturales sin fondos para hacerlo? A partir de ahí, ¿qué criterios seguir para conseguir esos fondos? Ahí debería el estado hacerse cargo de esa difusión, así como de la enseñanza y diversificación, no solamente para sectores necesitados de contención, sino para la sociedad toda. Un hombre, un pueblo sin arte, pierdevida, pierde fuerzas y muere.
"El arte forma parte tambiénde la cosa pública. El arte es en todo caso, un aspecto central en la vida de los hombres, yocupa un lugar en la experiencia pública que todos tenemos de nuestra propia cultura dereferencia."Terrigi - 1998
Un estado protagonista
No puede hablarse de democracia y equidad social en sociedades que no posibilitena todos sus miembros un comienzo justo, dando oportunidades a sus niños y niñas paradesplegar su potencial en ambientes donde sea posible su desarrollo físico y psicosocial.
"Planificar desde el arte y en particular la música es pensar en procesos decompensación cultural y artísticas que, en relación con los sistemas educativos formales, articulen el aprender a ser (autoreconocimiento) y el aprender a hacer (crear). Es imposible pensar en la educación artística como elemento transformador si sólo se toma como complemento, como algo que puede o no estar. Sólo si se realiza un esfuerzo sistemático en la formación de docentes de los lenguajes artísticos lograremos transformar nuestro entorno y el de nuestras comunidades."Jiménez - 2009
Las Orquestas juveniles en América Latina como modelo de inserción social
Esta característica de socialización a través del hecho artístico fue la base filosófica de un proyecto diseñado para los niños y jóvenes marginados de América Latina. La creación del proyecto fue obra maestro venezolano Dr. José Antonio Abreu, quien recibió por su incesante labor en pro del desarrollo musical y cultural de niños y jóvenes en Venezuela y en América Latina el Gran Premio del Consejo Internacional de la Música de la UNESCO, en 1995, y el Premio Nobel Alternativo del año 2001 por el éxito del programa de las Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, como signo de renacimiento cultural y social. Al recibir el premio Nobel, Abreu sintetizó la idea central del programa: “Este premio es la reafirmación de mi compromiso con el país. Pero es, igualmente, y creo que eso lo coloco en primer lugar, el máximo reconocimiento internacional a la proyección esencialmente social de la labor que llevan adelante las orquestas juveniles e infantiles, consagradas a los jóvenes y niños de escasos y medianos recursos. Se está reconociendo no sólo la calidad artística del programa y del sistema orquestal, sino también la trascendencia del fenómeno artístico hacia áreas del desarrollo social, como son la prevención de la droga y el delito. Hasta el logro de una sociedad inspirada en los más altos y nobles valores humanísticos y del ideal estético universal, que tan necesarios son en estos momentos. Es precisamente esa clara y armoniosa conjunción del plano artístico, pedagógico y social, en la búsqueda de un joven integral, lo que ha sido apreciado por organismos nacionales, internacionales y por las figuras musicales que considero fundamentales, como los juicios que han emitido Claudio Abbado, Daniel Baremboin y Guisseppe Sinopolli, los integrantes de la Orquesta Filarmónica de Berlín, la UNESCO y la OEA.Pienso que podemos contrarrestar la violencia si otorgamos la máxima prioridad a los proyectos educativos, a la vida cultural y al combate contra la pobreza”.El jurado de este premio Nobel fundamentó su decisión puntualizando: “Al venezolano José Antonio Abreu distinguido por haber creado una red de orquestas clásicas de jóvenes desheredados de América Latina y haber dado así el placer y los beneficios de la música a un número considerable de niños y de comunidades particularmente pobres.”La labor iniciada por Abreu llega a nuestro país a través del programa de Orquestas Infanto-Juveniles de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, a través de la Dirección de Música y Danza, con la coordinación del Licenciado Eduardo Pugliese y de la ZAP de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo del Mtro. Claudio Espector.Lic. Diana Fernández Calvo - Proyectos de orquestas juveniles en América Latina y en la Argentina
Cabría considerar que las ventajas que proporciona la educación por el arte o la inserción en programas de educación por el arte conllevan la libertad creativa necesaria para poder desarrollar enfoques más libres y desestructurados que los tradicionales.
Vemos así que el desarrollo cultural y el acceso a la cultura debe ser necesariamente materia de implementación en el conjunto social todo. No solamente por el bien del arte, su expansión y su creación, sino también por el desarrollo del ser humnano en estas épocas oscuras de falsas salidas, antihumanismo creciente y crisis. Entendemos, entonces, al la actividad cultural y artística ocmo parte indispensable para el desarrollo y evolución del ser humano en toda su extensión.
buen mensaje y hermoso vídeo del maestro Abreu
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